miércoles, 26 de septiembre de 2012

EL ENGAÑO DE LO PRECONCEBIDO




Hace algunas semanas, una noche de sábado como casi todas las demás, recibí la visita de una pareja que no puedo calificar como habitual, pues como la mayoría de las que van por libre y no en grupo suelen ser de poco trasnochar, aunque cuando lo hacen siempre vienen a nuestro bar, que ellos me lo dicen y yo lo veo, cosa que por otra parte es lo natural: ¿dónde va a ir a tomarse unas copas una solitaria pareja de recientes cuarentones que, por simple derivada, no son ni George Clooney ni Mónica Belluci? pues adonde suelen ir porque están a gusto, tranquilos, y seguros de que sus cubatas no los prepara uno de los infinitos hijos de los Borgia, que no hay tantas leyendas como la gente cree.

En muchas ocasiones mucha gente cataloga a las personas según su oficio, si este se dedica a esto le tiene que gustar eso y no aquello, incluso a mi me pasa sin conocer en que trabajan, solo recordando como eran de chavales, como si nadie cambiara con el tiempo, que los hay y muchos, pero otros no, otros digievolucionamos como Pokemons, y cambiamos y mejoramos, que quieras o no lo más parecido a la sangre es el vino, y este suele mejorar con el paso de los años.

Así que me sorprendió un tanto bastante algunas de las cosas que me contó, pues no lo esperaba de él siendo un simple guindilla, pero me habló con tanta propiedad de su admiración por Italia, su cultura, gente y costumbres que no pude hacer otra cosa que escucharle con atención, más aún alguien como yo que lleva años sin salir de su pueblo y jamás de su país, además que el antiguo Imperio y uno de nuestros padres (creo que Grecia sería la madre) es uno de los lugares que me gustaría conocer, sobretodo Roma, claro, aunque mi amigo dijo que prefería Florencia, una ciudad mágica en palabras suyas, ha viajado bastantes veces allí y conoce un montón de sus grandes ciudades, y de todas dice cosas interesantes, curiosas, y de tal manera y con tanta pasión como jamás esperarías de un policía municipal de un pueblo perdido en La Mancha.

Y es que la pasión es importante para todo, hasta para mear. Estoy convencido que si alguien me hablara de parecidas formas sobre su gusto por la decoración, o por los sudokus, o por la recogida de la aceituna, lo escucharía con agrado e interés, como hice con este al notarlo emocionado hablando de las tiendas de ropa de Milán, cosa que nunca me importó una mierda, la moda, digo, pero basta con que alguien lo sienta de verdad y sepa expresarlo para que el otro, sino es un zamuzo, le atienda con gusto, que uno ya no puede más con tanta furbo, tanta crisis de los cojones y tanta bazofia de maldita política, de verdad...

Aunque lo mejor fue cuando me descubrió su pasión por la música clásica, en especial la ópera italiana, se declaró un rendido admirador de Puccini, y como a mi cada día me gusta más (la Gran Música, quisir) enseguida cogí el guante, que ahí sí voy sabiendo algo, al menos lo suficiente como para situar en su siglo con un pequeño margen de error música desconocida hasta entonces para mi, o fallar muy pocas veces cuando algo que escucho por primera vez me recuerda a Mozart, así como con otros, aunque no tanto como con Wolfgang Amadeus. Pero entonces, al abrirse este melón, el monólogo se transformó en diálogo, y como de costumbre cuando hablo (ya sea de lo que me gusta o de lo que no) metí una marcha más con la bebida y el tabaco, que ya iba haciéndose tarde y quedábamos los justos, "¿podemos fumar ya, Kufisto?" es la pregunta que nunca falta en esas noches.

Enseguida me di cuenta que no hablaba con un snob, con uno de esos que leen libros como "Las mil cosas que debes saber para no quedar como un capullo en una conversación cultural", no...ese tío sabía de lo que hablaba porque lo amaba de verdad. Y cuando se juntan dos que inesperadamente descubren raras aficiones en común pasó que nos emocionamos, pude ver como se le erizaban los pelos de la cara hablando de Puccini y sus óperas, y yo sentí lo mismo en la mía con Mozart y su música, y así, entre más cubatas, más cigarrillos prohibidos y más charla extraordinaria nos tiramos un buen rato, que a su mujer la había enganchado un cansino histórico no peligroso y la estaba durmiendo con sus tontás, cosa que a la siguiente ocasión que los vi, y entre grandes risas, nos hizo jurar que no volviéramos a hacer, aunque al menos ese no la cansineará más: al irse ellos aquella noche se quedó él todavía un rato más, ya era el último, y empezó a terquearme con la política de las narices, y yo que ya iba subío en los caballitos terminé por mandarlo a tomar por culo en lugar del habitual "modo pasando del tema ON", cosa que le llegó al alma y consiguió que de momento haya cumplido su palabra: no ha vuelto. Y a no ser que la noche esté fatal no le echo de menos.

Durante estas vacaciones que, ¡ay!, terminan mañana, he tenido tiempo hasta para dedicarme a ver óperas en Youtube, claro que empezando por lo mío, por Mozart y su Don Giovanni, la más representada en la actualidad, y he de decir que me gustó como no podía ser de otra forma, muy especialmente el que hacía de Leporello, uno que luego supe se llamaba Laszlo Pólgar y del cual se me quedó el nombre porque es igual que el del padre de las Polgar, las ajedrecistas húngaras. También me gustó el que hacía de don Juan, Rodney no sé qué, daba el pego de macho bribón y embaucador, y una cosa que me sorprendió fue que quien yo creía era Cecilia Bartoli (doña Ana) hacía en realidad de doña Elvira, y es que de los dos papeles principales femeninos este fue el que más me había gustado, así que di en la diana correcta con los ojos vendados, que es como sienta mejor, pues la italiana está considerada como una de las más grandes. Y con razón.

También he visto La Flauta Mágica, con la increíble Damrau en el rol de Reina de la Noche, aunque no en la versión que una madrugada de hace un par de años me dejó clavado a la silla, estuve viendo una y otra vez su aria más famosa hasta que noté dormidas mis piernas, pero también esta era buena, puede que incluso mejor interpretada vocalmente, pero la imaginería, vestuario y maquillaje de la otra eran tan soberbios, tan perfectos, tan ideales...por increíble que pueda parecer la forma lograba estar a la altura del enorme, inaudito, fondo.

Y anoche, para variar un poco, busqué en la Red las óperas más famosas y tal, las más representadas, y vi que entre las diez primeras solo había italianas, exceptuando tres del salzburgués, y entre ellas varias de Puccini, el ídolo de mi amigo, así que me decidí por La Boheme, que me sonaba bastante y de la que estaba convencido reconocería algunas partes. La cosa empezó bien, ¡nada menos que Pavarotti!, pero...solo vi los primeros quince minutos, hasta el primer corte, pues así está subida, no me estimuló a más: todo había sido parloteo y parloteo, y...como que no. Y menos ayer, que estaba jodío aunque no tanto como ahora, seguro que será una obra maestra y terminaré por verla completa, pero hay días y días, casi tantos como longanizas, pero también se acaban aunque parezca imposible cuando las ves todas colgadas del techo, pero...no hay secadero tan grande como para desear que no lo hubiese sido más, mucho más.

Regresé a Mozart, Las Bodas de Fígaro, y fue oír su famosa (y para mi ahora con nombre) introducción y cambiarme la cara, llegar la sonrisa, como un niño que deja a un lado el juguete nuevo que no le gusta tanto como romper las burbujas de aire del envoltorio que lo protegía...

Y cuando acabó el primer acto, tres cuartos de hora sonriendo, me pregunté si no habría que inventar una palabra diferente a genio para referirse a unos pocos, que ahora se le llama así hasta a alguien como Adriá, y con todos mis respetos (pocos en este caso) no hay comparación posible entre algo que por muy bueno que esté en tu boca terminará tres o cuatro horas después en cualquier cagadero y la música de alguien que por más siglos, milenios, o años luz que pasen seguirá causando en el afortunado que la oiga una alegría tan sana y natural que le llevará a pensar si fueron dioses aquellos que una vez habitaron la Tierra.

O al menos ese tipo.

El que fue capaz de componer algo tan maravilloso.


Os dejo el vídeo que me dejó, me deja y me dejará clavado:

11 comentarios:

  1. A mi de Mozart (de lo que he escuchado) lo que me gusta más es el Réquiem...

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    1. Una música terrible, terrorífica, extraterrenal...fue el primer disco de música clásica que compramos, apenas éramos unos críos que flipaban con los Maiden y demás, satanillos de la Mancha, de ahí dedicidirnos por el Réquiem en lugar de la Novena, jamás olvidaré la impresión que me produjo Kyrie Eleison y sus coros como escaleras de caracol...asustaban.

      Aunque quien se quede ahí, se pierde el resto. Y este es Mozart, no tanto su Misa de Difuntos, aunque también.

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  2. Me gusta la musica clasica, me gusta escucharla, pero soy un perfecto ignorante respecto a la misma. A veces voy en el coche, oigo al tipo presentar la siguiente obra. Da unos datos que me suenan a chino, a arcano casi indescifrable, y luego viene la música.

    A veces me inspira, o tranquiliza, o me remueve todo. Otras veces me agobia y lo quito. Seguramente el coche no sea el mejor sitio para escuchar esa música, pero en casa es cuasi imposible.

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    1. A mi me recuerda a lo de leer las partidas de ajedrez: es hermoso.

      La mayoría de músicos tienen su Opus ordenado cronológicamente, pero otros como Bach, Mozart, Schubert, Wagner...llevan el nombre de quien catalogó su inmensa obra, luego el número (que también suele ser cronológico) y la clave y el título si lo tuviera.

      He escuchado poca música que me disgustara, ya que no celebrar, pero todo cambia a partir del siglo XX, salvo excepciones, claro, y la contemporánea ni te cuento: me voy a mi rock.

      En la música, también en la Gran Música, cualquier tiempo pasado fue mejor.

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    2. El video de la aria, impresionante. Como dice un comentario "..eso no puede salir de una garganta humana. Ella no es de este planeta."

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    3. Es apabullante, Ogro, y no solo eso, sino todo lo demás: vestuario, maquillaje, decorados...hay un momento, al 1:10 o así, que parece Hitler dirigiéndose a las masas en Nuremberg.

      No creo que pueda superarse ni así que pasen mil años. Es de esas cosas que dices: ¿y quién lo hará después de esta?

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  3. A veces el aspecto engaña
    Las mas de las veces...NO
    http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/

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    1. Como la hija del ex-jefe de los espías patrios, que la estoy viendoy me recuerda a Madalena Allbran (por los cojones), la bruja yanqui

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  4. Mozart, forever. ¡Lo que sea! Y esa Reina de la Noche de la Darmau, ya pa qué decir. Pero ahí no se acaba el mundo.
    Para Puccini, si te va la escenografía bestia, mira la "Turandot" del MET con Domingo y Eva Marton (está entera aquí http://www.youtube.com/watch?v=y8cU7DTuxQ8&feature=related). Igual la conoces, pero bueno...
    Y por salirnos del sota, caballo y rey, échale un tieno al desgarro amoroso de "La mamma morta" de "Andrea Chenier" cantada por la Callas: http://www.youtube.com/watch?v=QhT6nAFJFp8
    Soy novatillo con la ópera, pero tengo claro lo que me gusta y lo que no, y hay cosas con las que me corro de gusto...

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  5. Perdón: "Damrau" es "Damrau", y "tieno" es "tiento".

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