lunes, 17 de septiembre de 2012

EN LA POLLERÍA




Yo solo quería comerme medio pollo asado, eso era todo. Bueno, y su caldo también, ese que si lo dejas reposar una hora te lo puedes comer con cuchillo y tenedor, y unas patatas fritas, de esas de las pollerías, de esas que solo Dios sabe que llevarán por dentro, pero están tan ricas, bien empapadas en toda esa grasuza...patatas, trozo de pollo, mojar bien y a la boca, un cacho de pan, a dos carrillos...el mejor sistema para curar una resaca infernal. Por los cojones.

Pero es que también me desperté con un hambre negra, loca, imposible, más aún cuando la noche anterior habíamos estado de boda y se supone que en las bodas uno se hincha a comer, y a beber, y a lo que haga falta, pero no sé qué coño pasa ahora que uno se queda con hambre, al menos yo, que muy a mi pesar me he fumado dos en un mes, los jodidos restaudores de pañolón en la cabeza han ganado la partida: ya ni en las bodas se ven los platos llenos. Recuerdo que terminé hinchándome a pastel, creo que era de chocolate, pero tampoco tengo ganas de recordar mucho más, la verdad...no me invitéis a vuestra boda. Por favor.

Así que me vestí con lo primero que encontré mientras no fuera el disfraz de pingüino y salí a la calle no sin antes echarle un vistazo a la cochera, vacía, por supuesto, pero a veces uno olvida las cosas, "sí...está aparcao allí...donde nos tomamos las cervezas para hacer tiempo antes de la cena...".

Arranqué y salí a toda hostia, que hambre y prisas siempre van de la mano aunque mi abuelo dijera que hambre que espera hartura no es hambre, pero yo no tengo paciencia, nunca la he tenido, creo que no somos peores de lo que somos gracias a que todo, o casi, lo tenemos a mano: si tuviéramos que hacer fuego con dos palos antes los utilizaríamos para pegarle al otro y comernos su trozo de carne cruda.

Salía una vieja cuando llegué, casi me la llevé por delante, no había nadie dentro, "¡BUENOS DÍAS!", apareció un chavalito joven, de unos dieciséis años, enseguida noté que se asustó, y es que los demás siempre te ven la cara aunque tú no quieras, y es viéndolos a ellos cuando te ves a ti, y entonces recuerdas que apenas hace cinco horas que caíste como un saco en la cama y que más que probablemente seguirías dando positivo en cualquier control que los hombres verdes atinaran a hacerte, pero eran las once y media de la mañana y esas ya no son horas. Y menos delante de una pollería de barrio.

- "Hola..."
- "¡DAME MEDIO POLLO...Y PATATAS...Y PAN...Y ÉCHALE MUCHO CALDO...POR FAVOR...!"
- "Enseguida salen..."

Las bandejas estaban vacías, era demasiado temprano, creí que iba a volverme loco.

Pero la fila de arriba de los pollos estaban a puntito. Me tranquilicé un poco.

El chico empezó a sacar bandejas con material: macarrones, albóndigas, ensaladas...estuve a punto de decirle que pasara del puto pollo y me diera una bandeja de esas, entera, por lo que valiera, pero no tardó en salir el pollero armado de sus grandes tenazas para engatillar la primera remesa, "hola, buenos días", "¡BUENOS DÍAS!", "enseguida...", "VALE, VALE..."

Los dejó caer sobre la mesa de trabajo, era como si estuviera desenvainando, era algo hermoso, hermoso de verdad, todos aquellos pollos...tan iguales, tan perfectos, echando humo...

- "¿Medio?"
- "¡NO! ¡UNO ENTERO!"

Siempre me ha gustado mirar a quienes saben despiezar la carne, la facilidad con la que lo hacen, supongo que algo parecido pensarán quienes me vean tirar cañas, es la experiencia, me encantan los profesionales, adoro a los profesionales de lo que sea, a los que se toman su trabajo en serio, no de cualquier manera.

- "¿Algo más?"

Me preparó lo demás.

- "¿QUÉ TE DEBO?"

Me faltaban diez céntimos. Diez jodidos céntimos.

Pensé en decirle que se tirara al rollo, fue cosa de un momento, un relampagueo en la cabeza, otro, pero se fue como vino, como los demás, era mejor ir al coche y rebuscar por donde fuera. Si se lo llego a decir y me dice que no...no sé lo que hubiera hecho.

¡Dios como olía aquello! Ni me di cuenta de como llegué a casa.

Agarré al gato y lo encerré en su habitación, y sin echar la comida en plato alguno me la comí como si me estuvieran cronometrando, aunque no pude con todo: sobró la mitad de un cuarto y una tetilla de la barra.

Y luego, cuando el sopor se daba un respiro, hice cualquier cosa que no me permitiera recordar demasiado de la noche anterior.

Misión cumplida.

14 comentarios:

  1. Pues me entro hambre, me largo a cenar, ajajaj.
    Saluditos.

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    1. Bon apetit.

      For destruction, que dirían los viejos Guns and Roses.

      Saludos

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  2. Yo tambien tengo Apettite For Destruction. Adoro un buen pollo grasiento con patatorras fritas mojadas en el caldo... ¡que ganas!.

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    1. Yo creo que descendemos del cerdo, más que del mono.

      Pero descendemos. ¿Por qué no se dirá ascendemos?

      ¿Somos menos que los monos?

      Preguntas en la noche a la espera del maravilloso otoño, con este verano que no acaba nunca.

      Saludos

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  3. Alguna vez me ha pasado llegar a casa pimplado y tener ese hambre voraz y salvaje. Que asaltos a la nevera hacía, chorizo, jamón queso, lo que fuera.. pan, aunque estuviera duro, no importaba; todo a la saca. Vaso de agua, visita al Trono y a la bendita cama.

    Las bodas si son de amigos sí me gustan, pero estas que vas por compromiso, porque son familia de .. que horror, insoportables.

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    1. No pienso ir a ni una más que no sea sangre de mi sangre, la que se acelera. Palabra.

      Tuve una amiga que cuando llegaba pedo a casa se comía el queso en aceite a bocaos.

      Saludos

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  4. Tengo un momento muy Saxon. Con tu permiso, un temazo:

    http://www.youtube.com/watch?v=vwPLExWJifA

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    1. Compartido.

      Aunque yo era más de Maiden, mucho, a Saxon apenas los escuché. Suena bien. Es curioso lo patriotas que eran todos aquellos jevis británicos, siempre con la bandera de la Union Jack, a Bruce no se le caía de la mano en según qué canciones, "The trooper" sin ir más lejos...

      Los anglosajones han colonizado el mundo con su música. Sin duda

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    2. Sí, así es.

      Pues los Saxon también estaban muy bien. Mucho más fiesteros y menos complejos que los Maiden... muy buenos.

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    3. Sí, me ha gustao el tema, pera ya no tengo la edad nada más que a ratos. Cada vez menos.

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  5. Esos diez centimos que te faltan a ti son los diez centimos que le falta a muchas amas de casa para comprar una barra de pan
    Y no tienen gato
    http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/

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  6. Kufis, convéncete (si es que no lo estabas) de que este blog es mágico, algo así como un vórtice de singularidad en el que lo chic y lo kitsch, lo lumpen y lo snob conviven en una armonía perfecta. Sólo en esta tierra de nadie (y ya dijo Céline que toda persona es libre de escoger su patria) es posible combinar el pollastre asado (oigo cantos de deglución en torno a mí), la música clásica, los Maiden (sobre todo los Maiden, ya sabes algunas de mis debilidades), las bodas rutilantes que te dejan con hambre y el sobrecogedor cántico de la reina de la noche. El día que hagas pasaportes de esta nación de parias, incomprendidos, desolados, solitarios y, a la vez, orgullosos de serlo, apúntame. Eso sí, si se puede elegir, las pastas que sean duras. Y las hojas del pasaporte en blanco, of course.

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    1. Para mi es un placer, un orgullo, tener compañías como la tuya.

      Y también yo soy de los libros que se tocan, como Petra, la de Escobar, cuando le decía a la señorita Patro que no sabía comprar en los supermercados porque no la dejaban manosear el producto.

      Esta es mi patria, nuestra patria, donde no se necesita más documento que la buena educación.

      Un abrazo, amigo mío.

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