lunes, 24 de septiembre de 2012

ES UNA TONTÁ...¡PERO ME GUSTA!




Nosotros queríamos un saco para darle puñetazos, eso era todo. Bueno, y patadas también, si se terciara, o incluso mordiscos, o cabezazos, o rodillazos, o...lo que fuera, que cuando eres joven no te das de hostias porque no puedes dártelas bien, tal es la superabundancia de fuerza, que diría Nietzsche.

Se lo dijimos a padre y, como de costumbre, nos derivó a madre, quien también como de costumbre se negó a semejante tontá, que hay una edad en la que no piensas más que en tontás, pero para eso (entre otras infinitas cosas) están las madres: para decir NO a tus tontás. Y menos aún cuando es necesario hacer agujeros en SU casa. Así que aquella tontá durmió el sueño de tantas otras, aunque no había como salir a la calle para hincharte de ellas, lejos de los antitontás.

Pasaron los años, me tocó la Bonoloto y me metí en un piso con una cómoda hipoteca a treinta años, que a fin de cuentas no son sino diez más que veinte, y como dice el tango estos no son nada, así que...veinte, treinta, ¿qué más da si dentro de cien todos calvos? pero en lugar de 800 pavos al mes me lo saco por unos 300, cinco menos en esta última revesión del Euribor: pago menos ahora que cuando empecé hace siete años.

Tenía un cliente habitual que era el encargado de una tienda de deportes, y una tarde en la que andaba por el bar con sus amigos me acordé de la vieja tontá, después de todo el piso era mío, ya podía hacerle a placer todos los agujeros que quisiera que nadie podría prohibírmelo, que esa es una de las cosas buenas de vivir solo, que no todas las noches son Nochebuena, y esta la sigo pasando en la casa familiar, en mi casa también, porque esta no lo será ni aunque me muera aquí dentro de cincuenta años: esto es un...un...un...sitio donde cagar sin el temor de que otro lo haya hecho poco antes. Aunque sea tu padre.

Estoy seguro que si ese chico no hubiera estado en el bar en ese momento ahí habría quedado la cosa, que yo soy de esos que igual que me llegan se me van: dame una noche para pensarme algo y no lo haré. Pero estaba. Y hablé con él.

Me dijo que no tenía, pero que podía encargarlos, "pídeme uno", "¿de cuanto?", "y yo que sé...¿50?", "eso es mucho, uno de 25 te iría bien", "como tú lo veas" Y ahí quedó la cosa, tanto que pasaron los días y las semanas, y ya que casi lo había olvidado me llamó para decirme que pasara a recogerlo cuando quisiera, y bueno, uno tiene que cumplir, pero como que ya me daba igual, como que ya no tenía edad para tontás, que una tarde tonta es solo una tarde tonta, pero un encargo es un encargo, además a un buen cliente que iba con otros muchos buenos clientes, no La Tienda en Casa o El Corte Inglés, de esos puedes olvidarte porque nunca te darán de comer, "no sé de qué me habla, yo no pedí nada" y fuera. Y fui.

Un amigo me preparó una especie de escuadra metálica fijada a la pared por 6 grandes tornillos con sus no menos hermosos tirafondos, del extremo de ella colgaba un gancho y ahí era donde se colgaba el saco, "yo creo que aguantara", "eso espero", y una vez que lo vi colgao pensé que porqué no liarme a puñetazos con él, que aunque ya no quedaba ni rastro de aquella superabundancia tampoco me iba arrastrando, ni aún ahora que ya pasaron otros cinco años, todavía queda algo, todavía queda...

No tardé en darme cuenta que mis muñecas iban a tardar 0´2 en abrirse si le zumbaba a calzón quitao, por lo que compré vendas y guantes de boxeo, y entonces sí, presto y dispuesto que diría Butanito, di inicio a mis solitarias sesiones de boxeo, porque lo eran aunque tu rival solo fuera un estúpido saco, pero puede hacerte daño si te despistas, la verdad es que cualquier cosa puede hacerte daño si te despistas, que este mundo no es el de los Teletubbies, aquí quien no puede morder te tira la dentadura postiza a la cabeza, así que despistes, los justos.

Y aquello me funcionó, me funcionó de verdad, no como las maquinitas de los anuncios, chismes que por otra parte nunca he probado, pero era estupendo liarte a hostias con el saco durante veinte minutos, gradualmente, claro, nada de a lo loco, eso es para negras zumbonas y uno es tan blanco como el primero de los españoles, al menos eso, aunque creo que coincidimos en bastantes más cosas inconfesables para él. Os puedo asegurar que cuando terminaba había tal charco de sudor en el parqué que ni todo el equipo de Jackass hubieran podido con él ni aunque les prometieran un año de gratis en el Caesar´s Palace de Las Vegas. La hostia, te quedabas nuevo, ya podías haber agarrado la noche anterior la borrachera del milenio que solo necesitabas veinte minutos y una ducha. Ni aspirinas, ni ibuprofenos, ni cocacola helada, ni un botellín del tiempo, ni bloody marys, ni la madre que parió a todos los aconsejan métodos anti-resacas: puñetazos al saco. Ese el único método válido, hermanos.

Aparte que físicamente, y también mentalmente, te sentías mucho mejor, más fuerte, más seguro, más decidido...no es que fuera por ahí buscando bronca, no soy tan imbécil, pero como que el aumento de la producción de testosterona hace que disminuyan los temores, reales o infundados, pero si uno está débil de cuerpo también lo está de mente, y esto es lo peor. Recuerdo que una mañana al salir de casa me encontré con el vecino de abajo y su mujer, unos listillos, salían de la cochera, "ven un momento" me dijo sobrado sin bajarse del asiento de copiloto, "dime", " a ver si haces menos ruido con el martillo...", "es un saco de boxeo" le dije muy tranquilamente, mirándole a los ojos, y volviendo la suya hacia el parabrisas dijo "bueno...que hagas el favor de..." Y seguí boxeando a la misma hora de siempre, que no eran las tres de la mañana ni las diez de la noche, sino las once o doce del mediodía, una hora en la que se permiten hasta los asesinatos múltiples, ¿y no veinte minutos de bailar un saco de 25 kilos? No me molestó más.

Ni yo mucho más a él, porque poco después se me vino abajo la historia, que le pegué un mal hostión y se desprendió de la pared dejando un hermoso boquete en la escayola, y como de costumbre no lo arreglé, yo no arreglo nada, siento como que no valiera la pena arreglar algo roto, ni siquiera intentarlo, no sé, es como si fuera un aviso de mal fario, algo inconsciente, o simplemente dejadez, incapacidad, pereza...si los alemanes del 45 hubieran sido como yo se hubieran ido de allí.

Así hasta que hace dos sábados, durante la boda de infausto recuerdo, ametrallando a hablar a mi tío "el manitas" como solo lo hago cuando voy de aquella manera, entre recuerdos, risas, meteduras de gamba y demás, le dije que a ver si podía echarme una mano con el saco, volverlo a colgar, es curioso que me acordara de él en ese momento...y sintomático. Recordaba que había aceptado, pero como pasaban los días y no daba señales de vida supuse que terminé por meterla hasta el corbajón y que se había "olvidado" del tema. Hasta que ayer me llamó, "bueno, qué, ¿hacemos eso?", "cuando quieras", "mañana a las seis, ¿te viene bien?", "claro"

Y hay solución, que si los alemanes del 45 hubieran sido como mi tío ya estaría toda Europa hablando alemán, y no a las puertas. "Necesito una barra de hierro, de metro sesenta y unos cinco centímetros de diámetro, porque lo vamos a hacer así...cuando la tengas me llamas" A la orden.

He llamado a un colega que si lo mandaran en un viaje en el tiempo con los alemanes del 45 todavía estarían dando botes, de fiesta, entre las ruinas, pero aparte de eso es un tío a lo Keitel en Pulp Fiction: si no te lo arregla él conoce a quien lo arregla, "¿puedes conseguírmela?", "claro, mañana te llamo por la mañana...¿qué tal las vacaciones?", "tranquilas...¿y las tuyas?", "como un delincuente"

Sí, quiero hacer al saco bailar. Otra vez.

Y que esta caiga yo antes que él.

Pero al menos que sea cuando haya terminado de pagar la hipoteca y venda mi cagadero privado para fundirme la pasta en el Caesar´s Palace de Las Vegas como un jackass de La Vida.

Y cuando se me acabe...dirección desierto, al fondo a la derecha, bajo el cactus que mira al Norte.

¿Qué más dará donde?


2 comentarios:

  1. Ay señor, Kufis!!

    Muy bien contado! Me he reído por dentro con 'el sucedido'. Sonriendo por fuera. Bajo la furibunda mirada de un par de ojos que deberían mirarme distinto.

    Me vendría bien un asalto diario a un saco de esos. Muy muy muy bien.

    ¿Que no es femenino? Me la trae al pairo.

    No me gustan los gimnasios. Algo privado. Por si al darle lloro. De rabia.

    Cuando le des, acuérdate de mí y dale una de mi parte.

    Besos!

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    1. No jodas, guapa, ¿cómo me voy a acordar de ti en ese momento? y la verdad es que no pienso en nadie, no me hace falta, lo llevo por dentro. Me está quedando como una canción de Enrique Iglesias...

      yeah (dice lo mismo que padre, ¿no?)

      Un besazo

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