Tengo un amigo (en verdad creo que no hay otro y puede que ya no haya ninguno más) que una tarde en la que estábamos "conversando", es decir, escuchando su ametralleo dialéctico, acabó por decirme algo que yo ya había sentido cuarenta mil veces antes: "Joer, Kufisto...Hay veces que no sé, que estás por ahí, no sé, pedaleando, o andando, o lo que sea...y es como si todo lo entendieras de golpe, como si todo estuviera claro, como
si nunca pudiera ser de otra manera, aunque no puedas explicárselo a nadie"
Yo estaba hoy ahí, detrás de la barra, como siempre, y no podía darle respuesta al porqué de mi flojera. Anoche me dormí temprano (y más que lo hubiera hecho sin el concurso del furbolnazi del piso de abajo), he despertado bien, con mis horas de sueño bien cumplidas, y tampoco había llevado a ningún cabo nada tan extraordinario en lo que iba de día, sólo que me costó un poco más el traslado del mobiliario del bar. Pero eso había sido más por su ubicación de la noche anterior que por el peso en sí: no son tanto los kilos como la forma en que tienes que echarles mano.
Así que a eso de las cuatro me serví un gintonic sin muchas ganas, "al menos he comido algo" pensé. Lo dejé reposar mientras veía la última ronda del Torneo de Candidatos.
Pronto llegó una bien conocida pareja y su acompañante, un "rodríguez" por este fin de semana, gente normal,
buen ambiente y trato agradable, que diría el satánico de Carabanchel, es decir, que jejeje, jijiji, jujuju. Me he salido con ellos para echar un pito mientras ella hacía como que leía el ABC
, como si yo quisiera algo de sus arrugas, neuras e hijos de otro que no son con el que estaba. Afuera la cosa iba del cáncer, la tarde estaba nublada, y yo, por decir algo, he recordado a uno de nuestra quinta que ya se murió después que por tres años lo "curaran" hasta transformarlo en una especie de orco sin pelo que ni podía hablar, ni podía oler, ni podía saborear nada que no fueran Johnnies Walkers con agua y chocolatinas procesadas. Y Viagras para follarse a las putas que le permitía su exigüa pensión de autónomo, que la rumana tardó algo más de cero coma en desaparecer cuando lo vio sin cuello. No mucho más.
Apuré la ginebra y me serví un Johnnie con agua, que cuesta más. Beberlo.
El Feo hizo acto de aparición en busca de sus cervezas tras una dura mañana de trabajo, o eso quisiera su jefe,
Ratatouille, un hijoputa, pero bueno, eso es lo de menos, basta con no verlo, más o menos como este, que ve menos que una polla liá en un trapo. Poco después llegó el ciego, "buenas tardeeees"; suelo dirigirlo desde la barra, si me da tiempo a verlo, que en ocasiones es jodido, como ayer, que estábamos llenos...Tuve que echarle mano al primero de la barra, un melenitas cuidadosamente barbado que estaba comiéndose a una zorra con pinta de anuncio de Evax: "haz el favor...este es ciego..." Noté que me miró mal, pero se apretó un poco más a aquella guarra descompuesta que ojalá deje de sangrar más o menos mensualmente. Y, de miligramo en miligramo, siguió mirándome el resto de la tarde, el muy gilipollas, tal que si hubiera osado a romper ese momento MTV... Bueno, el ciego es de diario y a ti no te había visto la careta en toda mi puta vida. Me importa una mierda que ella pensara que no eres lo suficientemente malote, tron-kito.
Tocaba el turno para el de los "concienciados", unos chavales jóvenes, bien educados, que hace algún tiempo vienen por aquí. Gente comprometida, ellos y ellas, sólo hay que oírles hablar a lo lejos, que se les oye aunque por encima esté el "Paranoid". Me sentía tan cansado, tan a deshora, tan invernal, que volví a echarle un vistazo a la fotografía de la chica del As; los domingos se salen del bote, pero esta tarde ya no era esta mañana: ya había cogido aspecto de imagen sobre un papel con el que limpiarse el culo en un momento de apuro.
Normalmente cago en el de tías, son más limpias, la necesidad hace virtud, pero ya era tarde para dejar el sello sin temor a ser descubierto, hasta ahí no llego, todavía, y espero que dure por el bien de mi cabeza. Pasé al nuestro, camaradas, compañeros, y dejé un aroma a ajo crudo que olía a gloria. Justo estaba cerrando la carta cuando se oyó la puerta, "este es este" pensé. Y al abrirla vi que era ese, esperando en la barra, el más concienciado de todos aquellos, uno que me recuerda a mi cuando tenía veinte años, aunque él ya peinará casi treinta en su cabellera. Curiosamente hoy, absolutamente sobrio en la mañana más resacosa del año, me he dado cuenta de que no utilizo el peine que yace en el armarito del lavabo casi que desde que me vine a vivir aquí. Y viéndolo he recordado las fotos que quemé la noche del viernes, al igual que el lanzamiento a la basura del último plato que no era mío, aunque sin antes romperlo, cosa de la que me arrepentí después, cuando ya no había más remedio, a no ser que bajaras abajo, volcaras el contenedor, encontraras tu puta bolsa y estamparas la cerámica de aquella bruja a las ocho de la tarde y a las puertas de un supermercado. No fue por nada en especial, estaba bien, sólo que las quemé y lo tiré. Y monté una zorrera en la cocina de aquí te espero. Pero quemadas y triturado, supongo, están. Ya sólo falta el nombre de usuario y la contraseña, pero no sé como hacerlo.
En esto llegó un concejal rojo, uno que cree que yo soy facha, ya sabéis, cosas de los pueblos, por menos se lió parda en Puerto Hurraco. Socialistas ellos, por cierto.
Nunca me mira a la cara. Tampoco es tan raro. Sólo lo hace quien me conoce. Y no son tantos.
Pidió de beber, un cubata y dos zumos para sus chicas, dos treintañeras de buen aspecto, delgadas y altas, pelo largo, descuidadamente bien cuidadas, serias, comprometidas, o lo que Dios quiera que signifique eso, pero eso es algo que se ve, que se siente, sobretodo cuando tú no tienes un puto duro y llevas toda tu maldita vida sin haber hecho poco más que el cabrón, cuando ya no te hace falta el peine, ni las cuatro mierdafotos, ni un puto cuenco que no sabes qué cojones pinta entre tus platos, los tuyos, tan hermosos.
Casi me descojoné vivo mientras le echaba el Brugal, puajj, recordando a un familiar mío cuando hace años le soltó un buen pedo a hurtadillas la primera vez que lo vio por allí.
- Que se joda -me lo contó al pedirme su JB
- ¡No me jodas!
- A la mierda. Por hijoputa
- La madre que te parió...No me hagas esto, coño.
Vino una camarera de la que me enamoré cuando más jodido estaba, cuando todavía comía en aquel plato, esperando un milagro. No es gran cosa, casi nada para una foto, pero tenía unos ojos, una juventud, y una forma de mirarte mientras te hundías...Mil pedos me agarraron allí. Ya no está tan bien para mi. Ya también me da igual.
Acabó entrando una vieja en chándal, como si hubiera dejado a medias el Sálvame, se fue a la tragaperras buscando la máquina del tabaco, "no, no...allí" le dije, "ahhh" Cinco minutos después todavía seguía mirando a los botones como yo a las variantes del final de la partida entre Aronian y Karjakin. Al final lo encontró y salió por la puerta equivocada, como el armenio una hora antes, aunque no dejó de joder al ruso hasta que ya no podía hacer más que el ridículo.
Anand será el Candidato por el Reino del Ajedrez. Ni Dios lo hubiera dicho. Yo tampoco. Pero me alegro, me alegro mucho, como en aquel saludo de Nicholson en "Batman" Que todos aprendan con quien se juegan los cuartos.
Salí del bar. Todavía era de día. Han cambiado la hora. Otra vez amanecerá más tarde. Otra vez anochecerá después.
El gato me miró raro al verme llegar a la misma hora de siempre.
Y es que el sol entraba por el ventanal como si todavía le quedara una hora.
Una puta hora.
Mi Corona por vuestros minutos.