martes, 14 de enero de 2014

AUTOPISTA HACIA ALGO




Fue bajarme del coche y las nubes empezaron a chispear como si yo fuera un grifo de agua corriendo. Pero sólo estaba empezando a caminar, tanto que aún no había tenido tiempo para taparme los oídos. Miré hacia arriba, hacia el cielo cubierto, y viendo sus malas ideas de diferentes tonos oscuros recordé la gran bandeja del festín de Saló. Regresé sobre mis pocos pasos y me pareció increíble haber llegado tan lejos.

Por un momento pensé en ir a casa a por el paraguas, pero enseguida deseché tan tonta idea. Y no sé como, sin venir a cuento, determiné que era el indicado para ir hasta Tomelloso: hacía cinco años que no salía del radio del pueblo.

Apenas había entrado en la carretera cuando quité Radio Clásica (hay música para andar y música para correr, que diría Salomón) y metí a los Beatles que ya estaban dentro, cosa de la que ya empiezo a estar un poco cansado; de hecho, mientras iba con ellos hacia la casa de mis padres para celebrar la última noche del último año muerto, decidí que ya había sido suficiente, que ya iba siendo hora de cambiar de onda, pero...me olvidé. Bueno, no, no me olvidé: volví a dejarlo estar. Los brindis todavía estaban demasiado frescos.

A veces uno encuentra el porqué cuando ya tiene la misma importancia que el último condón de la orgía; pero no por ello deja de ser curioso como los motivos mueven a tus actos tal que si no fueras más que un trozo de madera del retablo de maese Pedro sin Quijote alguno entre la concurrencia.

- ¿Cuantos kilómetros tiene tu coche? -me preguntó mi padre el otro día.
- Veinticinco mil y pico -le respondí. Precisamente esa mañana le había echado el ojo bueno.
- Joder...-contestó como si le hubiera pedido un chupito de avellana sin alcohol.

"Cinco mil en cinco años...mil por año...menos de tres al día...hostia puta...ni mi abuela"

Casi nunca me han gustado los coches, pero cuando los conduzco en una carretera abierta son como la cuarta copa. Ya más la tercera. O la segunda. Según lo que lleve en el estómago. Pero el pie derecho, si no te pide la imposible sexta, todavía anda cómodo con su quinta.

Miré el reloj cuando vi la desviación del regreso.

Y me pareció increíble que ya estuviera tan cerca.

Sonaba Algo

El cielo estaba tan lleno de mierda que parecía a punto de reventar.


jueves, 9 de enero de 2014

LO PRIMERO ES UNA PÉRTIGA NUEVA




- Bueno, hasta aquí hemos llegado. Se acabó -me dije al dejar sobre el cenicero la mitad del primer cigarrillo del día, hasta arriba de ellos y de pieles de plátano.

Y es que me había despertado con el pecho dolorido, aunque no tanto como ayer, que parecía como si alguien estuviera friendo mis pulmones, algo horroroso, de verdad; ¿pero qué podría haber esperado después de haber echado el absurdo lunes que eché? Con todo y con eso encendí uno nada más levantarme de una cama que más había sido esa noche la de Dorothy de camino a Oz, aunque no vi enanos al despertar. Sólo me hubiera faltado eso.

Como será el vicio, qué poder tendrá la adicción, que aún tan malo no dejé de fumar durante el día, aunque algo menos. Tampoco mucho más. Y con la inevitable compañía de tres o cuatro ibuprofenos vadeé un día más de esta puta vida.

Pero hoy, ya con los niveles regresando a la normalidad, el pecho al baño María, tras un sueño algo menos movido y mientras estrenaba el nuevo día ante el Ordenador y el Espíritu de la Nicotina, ha sido como si el Ausente me hablara y me dijera: Ya es suficiente, Kufisto...Ya es suficiente...

Una vez en la ducha, bajo el agua, lo he visto todo tan claro que era imposible verlo de otra manera. Y así, al tiempo que me enjabonaba ligeramente las pelotas, he tomado la firme determinación de dejar el tabaco; aunque decir firme determinación es quedarme tan corto como político ante aquellos atentados. No: lo mío era algo impenetrable sin todavía haber habido lugar para recibir el impacto de una mariposa. Sería cuestión de ir por la vida con un chorro de agua sobre la cabeza. Y que se joda a quien le salpique.

Acabando el desayuno he decidido tirar a la basura no sólo el tabaco, sino todo lo demás. He cogido una bolsa grande y la he medio llenado con decenas y decenas de botes de Marlboro, los guardaba para dárselos a mi antigua asistenta, su hijo los coleccionaba no sé para qué; pero ya había pasado más de un año y todavía no había encontrado el momento de llevárselos, que yo para encontrar uno con según qué cosas soy peor que la conjunción entre Plutón y Mercurio, tanto que al final iban a acabar donde deben acabar las cosas vacías: en el vertedero.

Ya puesto, casi desatado, bolsón en mano, se la he echado a las boquillas, al papel, a los cantes que dormían el sueño de los descuidados sobre la mesa, a las hebras de tabaco caídas ante del combate, a la ceniza pesada, tanto que ya la dejas caer en cualquier parte, a los cartoncillos que mantienen firme el papel, a sus cajas vacías, al plástico seco de algodón, veneno sobre veneno, joder, "qué asco, me cago en su puta madre" Por último he reparado en los mecheros, esos seres demoníacos, y cogiéndolos como si fuera a exprimirlos ya iba a tirarlos cuando me he acordado de mi hermano pequeño y su perpetua carestía de ellos. "Pues para él" No me ha hecho mucha gracia la idea de ayudar en lo malo a alguien que quiero, pero me ha podido mi sentido de la utilidad, o mi temor a perder para siempre lo que estuvo conmigo, como si de esa forma, estando juntos aunque sea para nada, esta todavía parezca lo bastante lejana, lo suficientemente impensable como para darle una oportunidad. Y como de lo malo saca lo que puedas, esta idea ha traído a mi cabeza el recuerdo del peor: la botella de whisky. "Esta, para el bar" Que se la beban otros.

Y de esta manera, como un don Quijote en su primera salida, un poco más tarde, he salido a la calle a lomos de mi Kalos y con mis dos más fieros briareos en sus respectivas alforjas.

Lo primero ha sido determinar donde iba a deshacerme de él, pues sino un cuerpo mutilado sí era algo lo bastante grande como para llamar la atención de cualquiera, y yo todavía no tenía los nervios muy en su sitio como para aguantar algún comentario del tipo "no son horas" o por el estilo, algo que nunca me ha pasado, pero no era hoy el día para abrir el melón. De esta manera, y viendo que hacía una buena mañana y tenía algo de tiempo para pasearla, he pensado que lo mejor sería tirar la basura en un contenedor de las afueras que me aprestaba a andar.

Pasa a veces que uno mira pero no ve; y según quien, más es la regla que la excepción. Yo no sé mi lugar dentro de ese baremo pero de fijo que no muy arriba. Digo esto porque al llegar a mi destino me he dado cuenta de que carecía de un sólo contenedor en el que desembarazarme de toda la mierda que llevaba conmigo. "Años paseando por aquí y no he sido capaz de caer en ello" Tampoco era cosa de difícil solución, únicamente había que ir hacia el otro lado de la avenida, alcanzar la siguiente rotonda y girar a la izquierda, nada más, además que era ideal, apartado de miradas indiscretas. Pero ya era tal mi asqueo por la compañía que he estado a punto de dejarlo de cualquier manera, como pasa cuando uno al fin decide desembarazarse de algo que lleva mucho tiempo con él, que es como si así fueran a desaparecer todos tus problemas: de golpe. Y cuanto antes mejor.

Finalmente he llegado al contenedor y sólo me ha faltado escupirle o darle una patada al lanzarle mi carga.

Después he dado un paseo escuchando Radio Clásica, pensando en recuperar los ejercicios con el saco de boxeo ("¿tengo vendas? creo que sí...esta noche lo miro y mañana empiezo"), en olvidarme del pitido nocturno, en regenerar todo lo degenerado y volver a sentirme bien, que no es sino sentirse fuerte. En esas iba, absolutamente convencido, cuando he dado en desear que me asaltaran ganas de fumar un cigarrillo para decirle que no. Con todas las dos letras. Y de esta manera, como si ya todo estuviera hecho, me he ido al bar casi que dando palmas.

A eso de las doce, a la hora de mi primer cigarrillo allí, he tenido ganas de comer algo, lo que por otra parte no era nada anormal, es a la que almuerzo después de preparar el guiso del día; lo he hecho como de costumbre y he pillado un chicle de nicotina por si las moscas, chicles que también habían estado a punto de acompañar a lo demás, cosa que hubieran hecho de haberme acordado de ellos en ese momento de euforia. Pero tuvieron suerte. Y yo, ¡ay!, también.

Una hora más tarde ya me había comido casi que lo del día.

- Enseguida vengo -he dicho cogiendo abrigo y llaves. Nadie sabía que había empezado a dejar de fumar.

Hacía años que no conducía así por el pueblo. Podría haber ido al estanco y comprarlo allí. Pero no. Tenía que volver para rescatarlo.

Ahí estaba mi bolsa, pero ya no sola; hay una nave para animales en las cercanías y ya se habían deshecho de algún material. No pasaba nada, solamente había que aguantar la respiración y coger la mía, perfectamente cerrada. Pero al ir a echarle mano se ha roto al rozar unos ladrillos. Y se ha desparramado todo entre la mierda. "¡OHHH, NOOO...!" No podía alcanzarlos, no a todos, casi a ninguno, y yo buscaba uno entre cincuenta. "¡OHHH...DIOSSS!" Por un momento he pensado en dejarlo estar y resignarme a visitar el estanco, y no por el dinero, me la sopla, pero me había jodido tanto la cosa, me había parecido tan de chiste, que por mis cojones no me iba de allí sin mi tabaco. Y me he encaminado hacia la tienda de animales a ver si tenían una pala o algo así para dejarme. Yo, que no paso a un bar ni para pedir un vaso de agua, ahora me veía pidiendo algo absurdo en un sitio que no conocía de nada.

Había un chico negro en la entrada, uno de los que van vendiendo cosas por ahí, lo conozco, como él a mi.

- Eh...Kufito
- Holaaa  

Estaba con quien parecía el jefe, llenando unos sacos o algo así. Cada uno se gana la vida como puede.

- Ehhh...sí, mira -he empezado a decirle al tipo, un tío pelón, fuerte y tuerto de un ojo- Venía a ver si puedes dejarme una pala o algo así...He tirado antes una cosa al contenedor y ahora me he dado cuenta de que me hace falta.

Me ha mirado con el bueno, "vale", y le ha hecho una seña a una tipa que no ha dicho ni mú, puede que fuera extranjera, o quizá muda, pero no ha tardado en volver con una hermosa pala.

- Estupendo...Enseguida vuelvo -Y he salido disparado a revolver la mierda.

Claro que no ha sido tarea fácil, tenía que mantener abierta la compuerta con uno de mis pies mientras bregaba con la jodida pala, tan familiar para mi como un maldito corno inglés; pero poco a poco lo estaba consiguiendo, ya había descartado unos cuantos cuando he sentido una voz.

- Dale bien, con fuerza.

Era él, el tuerto, el tío de la pala. Como un rayo ha cruzado por mi mente la imagen de Dustin Hoffman en aquel pueblucho galés. Y le he dado con más fuerza, ya liberado de hacer peso en la barra de pie.

- ¿Por qué no lo vuelcas?

Hostia nooo...ya lo había pensado antes. ¡Pero como iba a volcar un jodido contenedor por una lata de tabaco! Soy Kufisto, coño, ahora te lo explicará el negro. Ojalá no lo entiendas.

- No, si ya va, ya va...¡MIRA! ¡ESTE ES! -enterito, sin empezar...
- Yo dejé de fumar. A pelo. Me machacaba dos paquetes diarios
- Ya, ya...Muchas gracias

He dejado por imposible recuperar los librillos de papel, para eso hubiera tenido que volcarlo y ya tenía lo principal, incluso las boquillas.

"Menos veinticinco, quizá esté abierto el estanco..."

Sí, lo estaba. He aparcado como mi abuela cuando se sacó el carné a la 25ª vez.

- Hola, dos librillos de Smoking. Del corto.

Y mientras la chica los buscaba le he preguntado al chico si tendrían una tapa de sobra para mi lata, "la he perdido" Tenía a ese tipo encima de mi, un señorito capullo revolviendo en la basura por su tabaco, estaba oliendo a jena, ¡como coño iba a acordarme!

Y me han dado una. Soy buen cliente.

Sin mover el coche me he rulado uno.

Y ahora voy a comer algo, que ya va siendo su hora.

Pero Johnnie Walker se ha quedado en su destino final. Ese sí.

Primero la A.

Y después la B.

Sí.

Ese el orden correcto.

sábado, 4 de enero de 2014

¡¡¡VIENTOS!!!...¡¡¡VIENTOS!!!...




Es el viento.

O el sueño agitado.

O no andar el sol.

O las medicinas que anoche dejé.

Pero algo tiene que ser...

Cobró el que me esperaba; tampoco había habido tiempo para nadie más. Callé el último habiendo sido el primero. Y, entre medias tan corridas, apenas hubo nada. Yo a mi sitio y él al suyo. Logré que se diera cuenta de mi deseo de ignorarlo. Y así, de esta manera, pasamos el primer rato: yo picando ajos y él esperando las patatas salvajes que no llegaron.

Apenas había llegado al pimiento verde cuando me reconcomió la conciencia; pero nada dije: lo hice una vez y no he vuelto a hacerlo. Será porque estuvo bien. Y yo no suelo estarlo.

Poco a poco, como el tiempo, empezamos a volver a olvidar; tanto que al irse le dije hasta luego dos veces: así es como el padre sabe que su hijo está pidiéndole perdón. Así estamos. Así estáis. Así está el mundo.

Como una jodida película de Buñuel...

Salí a fumar y vi como todo seguía igual que esta mañana, igual que hace treinta años, cuando llegábamos a septiembre y su colegio, aquellos septiembres grises y fríos, lluviosos, oscuros, de campanas a muerto...Ahora son de otra manera, lucen como mayos, ya no abriles; no sé qué cojones está pasando con ellos. No sé qué coño está pasando. Sólo que pasan.

Fumé. Vi las últimas hojas muertas arrebatadas por el viento, yendo de un lado a otro sobre el suelo pegado al agua, como la última trampa. Miré si una se juntaba con algo, no me acuerdo que era, pero sí que no era otra hoja; estaban como bailando, tan cerca que hubieran podido olerse de haber tenido nariz. Pero no.

Tiré el pito a la pista de baile y entré adentro sin mirar donde había caído.

Comí algo, bebí un poco, pillé un taburete y me puse a hablar con quienes ya creen que no quieren ver, con los últimos de Misoginia, con la sentimental hez de la Red: la cárcel está en tus ojos.

Abrílos un poco después, no para muchos, la tarde estaba como me había levantado.

¿Hay algo que no esté cuando te levantas?

Me serví una copa, y leyendo a unos y viendo a otros fue como si en verdad fuera Kufisto: interesante.

¿Será que no me he afeitado hoy?...

Ahí estaba la gente. Tus amigos de la infancia, ahora tan lejanos como Plutón, tu rollete de la juventud, ahora tan lejano como un satélite de Plutón, tus desconocidos del día, tan estimulantes como el de hoy, tus colegas de ahora, tan fiables como un reloj de los negros, tus recientes clientes, tan vistos como los que estuvieron antes que ellos...Pero también estaba ella, tan ¿es posible?

Y entonces un mierda me pidió una canción de mierda, algo a lo que jamás se hubiera atrevido de no haber estado colocado: yo soy Kufisto, el que tira para atrás.

La busqué, me daba igual, me veía bien...Y entonces, al no encontrarla, les pregunté a ellas, que estaban a la vuelta.

- ¿Me dejas que pase?
- Claro

Y pasó. Y la estuvo buscando muy cerca de mi.

- ¿A ver esta?

La pinché.

- Nnnnno, no es la buena...¡pero bueno!

Y se rió tan bien que la puse.

Era horrorosa.

- Kufisto
- Dime
- Me pones al Barrio
- Claro

Y he puesto al puto Barrio.

Ha llegado mi hermano, he salido yo, ella estaba con el suyo junto al mierda y otro truño, no sé como irá el tema, me da igual...pero parece tan posible como esa isla de Houellebecq...

Ya vestido de sherpa, como me gusta, he visto que me miraba.

- Vaya día, ¿eh?
- Sí...
- ¡Te habrá gustao la sesión de Barrio!
- Jajaja...¡pero a ti no te gusta!
- No mucho
- Jajaja...
- Bueno, me voy...

A mitad del camino he pensado en pillar un litro de cerveza y escribir algo.

Johnnie tenía en casa.

Es el viento.

Y el sueño.

Y la noche.

Y el hielo