jueves, 31 de octubre de 2013

MENOS ESPAÑA, MÁS IMPERIO




No me hubiera parecido inquietante de no haber sabido su final, cosa que vuelve a certificar que todo cobra un cierto sentido cuando la muerte anda cerca.

En el vídeo, tomado por la cámara interior del ascensor, se ve llegar a una muchacha, más o menos normal, hasta que empieza a accionar los botones, como desasosegada, como si tuviera mucha prisa. Pero la puerta no se cierra y ella se pone en un rincón, parece temerosa, el ascensor no termina de funcionar como es debido y bueno, no sé, un ascensor desobediente es lo más cercano a HAL que espero conocer en mi vida, no me gustaría quedarme encerrado en uno de ellos, debe ser algo para perder la cabeza; estar ahí, suspendido en el vacío y en los circuitos de una jodida máquina jodida, tan pequeña como un ataúd de matrimonio. Estoy seguro que Poe hubiera escrito un buen cuento de haberlos conocido, dan para ello. Y Hitchcock una peli. Pero cumplió su parte haciendo aquella de la balsa, cameo incluido.

La chica, viendo que algo no va como debería quizá en el momento menos oportuno, se aventura a salir, lentamente, como esperando encontrarse con alguien que no querría. Y poco después la vemos hacer extraños movimientos con sus manos. Sólo eso, nada más.

Sale del plano y unos segundos más tarde se cierran las puertas sin nadie en su interior. Vuelven a abrirse, no vemos nada, y vuélvense a cerrar. Y ya está.

La muchacha, una joven oriental que vivía en los States, desapareció ese mismo día y su cadáver fue encontrado dieciocho más tarde en los depósitos de agua situados en la azotea del hotel. La misma con la que se ducharon y saciaron su sed los clientes que allá se alojaban. El como llegó hasta allí es la pregunta que se hacen: ella sola no pudo hacerlo. ¿Asesinada por un par de trabajadores (un hombre solo no podía mover las tapas de aquellos depósitos) del hotel con acceso a las llaves de esa parte del edificio? ¿tan listos y fríos como para saber de la existencia de la cámara interna del ascensor? ¿y como saber que iba a fallar, que no iba a ponerse en marcha? ¿y por qué razón la chica se queda ahí fuera, durante un rato, sin que veamos a nadie, moviendo las manos de esa extraña manera cuando en todo momento las había tenido entrelazadas? ¿Drogas? no las encontraron en la autopsia del cadáver, tampoco tenía antecedentes psiquiátricos, alguna enfermedad grave, delirios o paranoias. ¿Un brote súbito? Sí, bueno...pero ella no pudo meterse donde apareció muerta.

La mejor trampa del diablo es hacernos creer que no existe, dicen, y si yo fuera él haría lo mismo por dos sencillas razones: porque así también dejarían de creer en el bueno y porque los cazaría con la guardia baja.

Hoy es su noche por la gracia del Imperio, sin duda el más dañino de la Historia. Y resulta curioso y revelador hasta que punto están consiguiendo sus últimos objetivos; con que facilidad, sin prisa pero sin pausa, han logrado darle la vuelta a la tortilla hasta el punto de que ya ni nos acordamos si dentro llevaba patata o higos chumbos, ¡qué más da!: luce tan bien, está tan doradita, parece tan apetitosa que lo de menos es lo que lleva dentro. Como con lo demás.

Estaba a punto de salir del bar cuando un amiguete, ya más que medio borracho, nos ha contado de qué iba a disfrazarse esta noche, incluso nos ha enseñado fotos de su hijo de dos meses con un disfraz de esqueleto, sacaba la lengüecilla y todo, sonriendo, "esta se la enseñaré a sus amigos cuando sea mayor, que se joda", "qué cabrón"

De camino al tanatorio, mientras escuchaba a los Beatles, he empezado a ver niños travestidos de fantasmitas, brujitas, zombies y demás, se ve que estaban esperando que cayera la noche para salir a la calle y causar más efecto; de buena me he librado en esta ocasión, no ha aparecido ninguno durante mi turno, ya van diciendo hasta eso de "truco o trato", aunque todavía en español, siquiera castellano...Y es que no me gusta verlos así, aunque intente disimularlo para no herirles.

He visto a mi tío nada más entrar en las inmediaciones de la moderna pensión del moderno muerto, iba delante de mi, había salido a recibir a unos amigos de Madrid, "Jose", "¡Kufisto! -me ha dicho sorprendido- gracias por venir", nos hemos dado la mano y me he decidido a darle dos besos, después de todo es mi padrino y anoche se murió su madre, mi tía, o tía segunda, no lo sé, esta familia es un lío, antes las familias eran así, habían un montón de tíos y tías..."La mujer del hermano de tu abuelo, Kufisto" 93 años. Y sus dos hijos fueron los padrinos de mi católico bautismo. Dos jóvenes rojos y ateos como reservas para el primogénito de mi derechista y creyente padre. Pero eran de la familia. Y con eso sobraba. Además que el viejo nunca le ha hecho mucho caso a lo que digan los curas, los conocía bien. Él es, como tantos otros conocedores del percal, protestante sin saberlo. Un cristiano protestante a machamartillo. "Hay Dios" eso es todo. Y por eso su hermana sigue viva y su tía ha muerto cuando tenía que morir. Y un poco más.

Mis padrinos ya estaban en la capital de España cuando yo nací, han hecho toda su vida allí, por aquí vienen de higos a brevas: navidades, unos días en verano para ver a su madre y poco más. Era una mujer fuerte, como todas las que sobrevivieron a la guerra, y se valió por sí misma casi hasta el final. No quería irse a vivir allí, creo que estuvo una temporada que andó un poco pachucha, pero se vino para el pueblo en cuanto pudo, a su marcha, creo que con una asistenta o algo así, sí...

Se quedó viuda muy pronto, todavía no tenía los cincuenta, complicaciones derivadas de una operación de estómago, "yo podré comer chorizos y tú no" le dijo a su hermano, a mi abuelo, también él padeció toda su vida del estómago...Y llegó hasta los ochenta, hasta que no hubo más remedio que operarlo. Y no salió de ella, como su hermano, pero treinta años después. Sin comer chorizos, claro. A base de arroz cocido, merluza hervida, peras, leche, galletas María y agua. Y Kaiser´s hasta que dijo ni uno más. Eso era todo.

- Eran otros tiempos, Kufisto...-me ha dicho mi tío, dando a entender aquella España gris y carcelera, tan lejana a la que alguna rara vez le he oído a mi padre

Estábamos en una habitación pequeña, cosa de agradecer, era demasiado vieja para atraer multitudes, ha enterrado a todos los que tenía que enterrar y aún a muchos más. Y vivir sólo para enterrar no es vivir.

La última vez que la vi fue unos días antes de que cayera mala mi tía, la joven, hará poco más de dos meses. Mi padre me había dicho que estaba mala, desahuciada, terminal, algo de un tumor o así...93 años. Y una mañana que pasé por el barrio entré a verla.

Me abrió la puerta su hija, mi madrina, nuestra Carmen Sandiego, una mujer que siempre he querido mucho, ella fue quien me inculcó el gusto por la lectura y el gusano por las Pirámides, aunque esto fue muchos años después, ya lo llevaba yo dentro sin saber porqué. De hecho todavía no lo sé.

- Loli -le dije una noche mientras cenábamos en su piso de Madrid, cuando empecé a trabajar en las vías del tren- ¿cual es el sitio que más te ha impresionado de todos los que has visitado?

Lo pensó un momento, cero coma, nada.

- Las Pirámides -y ya había estado en los cinco continentes
- Yo quiero verlas
- Son...-ya no me acuerdo de lo que me dijo. ¿Qué vas a decir de algo así? Pero sí de como le brillaban los ojos mientras intentaba contármelo.

Ya está mayor, se ha jubilado recientemente. Exteriormente poco queda de aquella mujer diferente, atractiva, que sin ser guapa sabía llamar la atención sin necesidad de llevar un cencerro al cuello: culta, no sabihonda, discreta, que no pasota, elegante cuando tocaba serlo, snob sin quererlo ni jactancia si resultaba procedente...Recuerdo una boda que se presentó con un vestido rojo, apenas tendría cuarenta años...No se ha casado, perdió a su novio cuando estaban a punto de hacerlo, accidente de moto...Ha vivido su vida. Libre.

Se sorprendió al verme aquella mañana, no lo esperaba, le di dos besos y pasamos a la pequeña habitación que está a mano izquierda, la que fue la vieja tienda de su madre, una especie de colmado, por llamarla de alguna manera, que vendía todo lo necesario en aquellos años: comida enlatada, sardinas y mejillones, tomates y pimientos, cosas así, naturales, nada que necesitara un libro de instrucciones para desentrañar sus ingredientes, sifones, gaseosas, bacalao seco, embutidos...no sé, todo eso, no me acuerdo bien.

- ¡TÍAAAA!
- ¡¿QUÉ?! -respondía ella desde adentro, quizá estuviera en la cocina, o tendiendo la ropa, o fregando la casa
- ¡QUE ME HA DICHO EL ABUELO QUE ME DES...!
- ¡CÓGELO TÚ, QUE AHORA NO PUEDO!

Y a veces, mientras buscaba lo mío, llegaba una mujerona del barrio.

- ¿Y tu tía?
- No sé...está adentro..."
- ¡¡¡EULALIA!!!
- ¡QUÉ!
- ¡QUE NECESITO...! -lo que fuera
- ¡CÓGELO TÚ, QUE AHORA NO PUEDO!
- Váigame Dios...

Y lo cogía.

- ¡AQUÍ TE DEJO EL DINERO!

Y allí dejaba el dinero. O le cantaba a voces lo que se llevaba para que se lo apuntara en la cuenta.

Algunas veces le abría el cajón de madera donde lo echaba. No había mucho. Y creo que nunca cogí nada.

Hacia bastante tiempo que no la veía, puede que un par de años, y si siempre ha sido una mujer muy delgada, huesuda, lo de entonces ya era el extremo: era huesos y pellejos. Y ojos. Siempre los tuvo grandes, puede que fuera por las gafas. Me reconoció. Se incorporó de la bancada donde estaba tumbada.

- "Ay, Kufistínnnn..."
- "Tía..."

Nos dimos dos besos y me apretó fuerte.

Durante media hora estuve hablando con su hija, con mi tía tercera, o lo que sea, mientras ella no dejaba de mirarnos, ya estaba sorda, o casi.

- ¿Y tú -le pregunté a mi madrina- te has jubilado?
- ¡CHSSSTT...que no lo sabe!

Esta loca familia siempre ha sido de preguntar pocas cosas...

Me fijé en una foto de ella a los pies de la Torre Eiffel, casi de mitad de cuerpo, el pelo al aire, sonriendo con unas grandes gafas de sol, de cuando aquel vestido rojo...

No estábamos más de veinte personas en esa pequeña habitación, mis padres entre ellos, los únicos de lo que queda de aquella familia. También se han sorprendido al verme, puede que me esperaran para más tarde, o que no fuera, soy una caja de sorpresas...

He estado bien, en mi sitio y un poco más. Sé hacer las cosas si antes no he hecho otras.

Diez, quince minutos, suficiente, no hacia falta más, no conocía a nadie que no fueran los míos: los demás, quitando a cuatro viejas, eran de los suyos, de los otros, de los que iban a arreglar este país.

Al salir de allí me he topado con una caterva de pequeños diablillos que chillaban y saltaban alrededor de uno que enseguida he reconocido como un antiguo amigo de cuando jugábamos por las calles de nuestro barrio muerto, uno que está metido en cofradías de Semana Santa y Más Allá, un católico, apostólico y romano, padre de dos hijos, que, divertido, buscaba dentro de su coche en busca de caramelos o dinero para aquellas fieras entre las que es más que probable anduvieran las suyas, que este también es de los del puño cerrao en todos los sentidos...

Soy un chico con suerte, no ha podido verme, no he tenido que darle explicaciones, tampoco somos de los que gustan darlas.

El pueblo está hirviendo cuando voy de camino a casa con los Beatles y los demonios que todavía no han cambiado los colmillos de leche, tanto que casi me trago una prohibida que veo a diario, no atino a comprender el porqué. Mercadona está a reventar, al menos por fuera, yo no paso ahí, y antes lo haré al infierno que enriquecer a quien esta tarde he leído que debemos aprender de los chinos que viven aquí.

Yo nací en España.

Pero ya no sé donde moriré.

Descansa en paz de una vez.

Sí.

martes, 29 de octubre de 2013

HOJAS CADUCAS




De regreso a casa después de realizadas un par de gestiones bancarias, un tanto preocupado por la primera de ellas en la que me pidieron la firma en un documento que no leí ni apenas escuché al tipo de la caja bajo mis auriculares (parezco el autobusero de los Simpsons cuando estoy fuera de mi cueva o de mi trabajo...era algo para mi "firma electrónica" o así), reparé en una esquela que había al otro lado de la calle. Me acerqué y la miré: Fulano de Tal, de 81 años...Sí, era ese. El de nuestro primer bar, ahí al lado, lleva cerrado desde ni se sabe, creo que desde nuestra marcha, o poco más, y de esto hace veinticinco años...Me acordé de aquella mañana dominical en la que fuimos a desayunar un par de amigos y yo, "¿tienes churros?", "no, pero voy a por ellos si queréis", "vale" No había nadie más en el bar. Nos dejó solos. Éramos sus mejores clientes. "Mira a ver qué tiene en la caja", "pipea" Tenía cuatro perras y le cogimos dos. Volvió al rato, desayunamos juntos y nos fuimos casi convencidos de que se daría cuenta. "Ná, está medio gilipollas", "pero es que no había ná", "que le den por culo...para cuando nos cobra de más, que es muy listo" Puede que aquel fuera el canto de cisne en nuestro primer lago, sí...Hizo la prueba y la cagó bien cagá, como aquel curioso impertinente: no toques lo que no va mal.

A eso del mediodía me enteré del sorpresivo fallecimiento del padre de un cliente, un chaval algo más joven que yo que enterró a su madre hará como cinco años, cáncer, y mañana hará con aquel lo mismo por lo mismo, apenas tenía 65 años, todo parecía estar bien hasta hace dos domingos que empezaron a caérsele las cosas de las manos...Un tumor cerebral, por lo no visto no parecía tan grave como para hospitalizarlo, de hecho lo mandaron a casa, hoy era cuando iban a hacerle la biopsia..."Ya ves tú -me decía ya por la tarde su íntimo amigo-...Esa mañana la pasó jugando con el nieto y por la noche...Lo llevaron al hospital y se lo vieron, pero dijeron que se fuera a casa, aunque durante la semana ya se veía que la cosa era grave, me lo dijo su hijo el viernes pasado, ¿te acuerdas que estuvimos aquí?...Pero nadie se esperaba esto"

Poco después llegaron un par de colegas a por sus cafés, no recuerdo que música estaba sonando, alguna ful, supongo, música de ambiente que ponemos durante las cañas, música para hacerle caso nada más que cuando se acaba, el silencio en un bar es lo más parecido a un tanatorio, pero el caso es que uno de ellos (la cara alegre de la historia anterior) ha dicho algo de poner a Lou Reed como homenaje a su reciente muerte, "como hiciste la semana pasada con Manolo Escobar" Nos hemos reído recordándolo y he pinchado el Vicious y unas cuantas más, no con muchas ganas, la verdad, o al menos al principio, que es como si resultara fastidioso todo lo que te gustó y te dejó de gustar, como si tuviera la culpa de algo, sí...Me pasa lo mismo con la gente: ¿como van a ser buenas las segundas partes cuando está visto que no lo fueron las primeras?

Me quedé solo y salí a la puerta para encender un cigarrillo. Miré como caían las hojas de los árboles mecidas por el viento, ya muertas hace algún tiempo. Aún las más cercanas al tronco, las más resguardadas...Si no es hoy, será mañana. O pasado.

Pasé para dentro y me senté ante el ordenador mientras apuraba las últimas caladas, enseguida llegaron las moscas, son las últimas de esta temporada, las más pesadas, las más tocapelotas. Es como si ya les diera igual, como si olieran su próxima muerte, como si de algún modo supieran que su fin está próximo, a la vuelta de los primeros fríos que van llegando..."soy una mosca, me queda poco, ¿qué quieres que haga?"

Iba a decir que fui a por el fly, como de costumbre...

Pero sería decir mentira.


domingo, 27 de octubre de 2013

MIEL SALVAJE




Estuvieron a punto de comprarme un telescopio, aunque puede que no llegara a pedirlo; es raro que no lo hicieran, ¿o lo hicieron?, no sé, creo que me acordaría de eso...Pero la infancia ya está tan lejos que necesitaría un telememoria o algo así.

A mi me gustaban las estrellas, las galaxias, el Universo y todo lo demás, aquellos números tan grandes, "un uno seguido de..." Yo leía y miraba bien miradas las fotografías, ¿o recreaciones?, qué más da. Era estupendo.

Nací un 22 de julio, pero en mi DNI pone 23, no sé porqué; alguna vez lo pregunté y no recuerdo la respuesta, supongo que sería vaga, vagísima. Y qué más da, sólo es un día, tampoco será tan anormal, "tú naciste el 22, a las ocho de la tarde. Te costó salir, fuiste el primero. Estuviste a punto de morir, las monjitas te bajaron a la capilla para bautizarte. Pero te rehiciste en la madrugada...y aquí estás"

La Historia la escriben los que van ganando. Y los registros, los que van registrando. Pero la verdad de las dos sólo la saben los tuyos, esos para quienes eres realmente importante. Y poco a poco, cuando es pertinente, te la van contando.

Un día puede que no sea gran cosa cuando nos medimos por años, pero tú no puedes estar seguro de nada que contenga un margen de error, por pequeño que sea. Imagina que vas a lanzar un cohete a Júpiter, en dirección al Monolito, y vas y calculas la trayectoria (o lo que sea que tengas que calcular) como si dejaras la olla exprés en acción mientras bajas a por el pan. Tienes tiempo de sobra, pero puede que olvides las llaves, o que te encuentres con alguien que haga que te olvides de la comida, y por una cosa o por otra puede que vuelvas tarde y por lo tanto mal, y entonces te encuentras la cocina hecha cisco, "jodeeeerrrr..." Tampoco pasaría nada...mientras no fuera la cena de Nochebuena.

Teóricamente soy Cáncer del último día, o al menos así me tuve durante un montón de años. Y no porque fuera un adepto a todo ese rollo de los horóscopos y tal, qué va, pero uno va siendo de cosas conforme va creciendo, aunque no te interesen demasiado, peor es no serlo de nada, entonces sí que estás jodido, liquidado...Como ahora, más o menos.

Esas, las preguntas horoscoperas, eran propias de las chicas, supongo que seguirán siéndolo. Hay algo de femenino en eso de buscarle las vueltas a las cosas, de visión de cerradura, de buscar una parte que cambie el todo. Esto no significa que sea algo exclusivo de las mujeres, y no lo digo por quedar bien, hay hombres que no son homosexuales y también gustan del tema, aunque creo que eso es un indicio de "latencia", si es que existe tal palabro. "Los hombres piensan, las mujeres traman" leí el otro día.

Una de estas, hace muchos años, una gordita que estaba chiflada con todas esas cosas, me preguntó por mi signo un rato antes de llevármela al R7:

- Cáncer
- ¡Lo sabía...lo sabía! ¿de qué día?
- Del último, del 22
- ¿22? ¡pero si acaba el 21!
- ¿Pues no era el 22? -yo recordaba haberlo visto así de pequeño
- ¡No, no! ¡es el 21! ¡el 22 es Leo!...Pero no, tú eres Cáncer, nacerías en la madrugada, todo lo más...

Me corté de decirle que así fue mi resurrección, pero en el 23. Y qué más daba. Además que todas me han dicho que soy Cáncer. Y alguna hubo que terminó creyéndome uno.

Y no es que yo piense que las estrellas estén ahí de adorno, no, ¡qué va!, estoy seguro que pintan en nosotros algo más que nosotros en ellas, que no salimos del ¡oh, qué bonitas! o del pesado uno seguido de un trillón de ceros. Pero como no puedo saberlo, al igual que nadie vivo, no me preocupo. Y es que si soy de los que creen que la misma Meteorología, tan caótica pero menos, es indispensable para explicar la Historia, el Devenir, e incluso el Porvenir de la Humanidad...¿como una alma tan ajedrecística como la mía no va a tener en cuenta un orden tan matemático como el del firmamento? Y a propósito de esto recuerda una anécdota que cuentan sobre Smyslov, aquel grandioso jugador soviético: una vez le preguntaron el motivo por el que las mujeres jugaban peor al ajedrez que los hombres, y el respondió que porque eran incapaces de estar calladas durante seis horas, algo muy machista y tal...Aunque yo creo que es más por la naturaleza del juego: todo está a la vista. Mirad como sí las hay en el poker.

Pero una cosa es estar convencido de su influencia sobre nosotros...y otra creer en cualquiera que diga entenderlas. A las estrellas, que luego me regañan. Bueno, a las dos.

Pongamos que soy Cáncer, que es por lo que me tengo y por lo que me han esquematizado...Pues bien, conozco a gente nacida en sus días que es como mi noche; "una carta astral es más que eso -dirán- Se necesita la hora exacta, hasta el minuto, y el lugar exacto. Cualquier variación de un cuarto de grado, siquiera una décima, y todo se va al garete. Además que..." Lo que sea. Lo que pidan. Siempre he desconfiado de quien pide demasiado.

Lo que sé, lo que certifico, es que hay gente que nace con estrella y gente que nace estrellada.

Entra uno al bar, uno que conozco de toda la vida, la misma en la que todavía está por darle un palo al agua. Está casado con una mujer encantadora que le mantiene, han sido padres hace poco, suelo verlo por las mañanas paseando a su retoño, muy digno y orgulloso, muy metido en su papel...Luego, en el bar, con sus amigos, cambia la careta y no se le cae la sonrisa, bastante sardónica para un buen observador, cosa que me la sopla, incluso me llevo bien con él, yo ya estoy fuera de todos esos juegos desde hace mucho tiempo.

- Kufisto, un café, por favor -es muy educado mientras no hables mal del Real Madrid o de los socialistas, sus dos pasiones. Por mi, aunque lo fuera de Kasparov y las Femen.

Voy hacia la cafetera, hago la carga y le doy caña, cojo el platillo y la cucharilla, echo mano del azúcar y...es el último sobre. Justo el último. Será el próximo quien me obligue a coger la escalera para echarle mano a la caja del altillo. Y el siguiente es, invariablemente...un desgraciado. Tan verdad como lo que voy a contaros a continuación.

Esta tarde, justo al final de la que hubiera debido de ser dentro de un mes y pico ("nos han robado un mes por la cara" precisamente le he dicho al vividor esta tarde. Hoy había azúcar de sobra) ha llegado un chaval que viene de vez en cuando y siempre por la misma razón, cosas de la mala salud de su madre. Es un poco más joven que yo, pero parece más viejo, y a mi siempre me han echado más años de los que he ido teniendo; también es un colega, un camarero, me lo contó la única vez que hemos hablado, allá por la tercera o cuarta, lo demás no ha pasado de lo típico, qué más da, y además entre nosotros...Se le ve buena persona, un tanto apocado, parece cansado, mucho, pero no a lo fariseo, bastante tendrá que aguantar de cara al público y a la que le parió, como para hacerlo cuando va a tomarse una puta caña. Coño.

- ¿Quieres un pincho?
- No...gracias

Al rato, después de un tímido comentario a uno de mis hermanos que me ha hecho ver que también es del Barcelona, me ha dado un billete de veinte para que le cobrara.

Voy a la caja y no hay pequeños. Voy a los del cambio y tampoco. Me echo mano al bolsillo, ya con la media sonrisa. Tengo. Pero no hay monedas de euro entre aquellos billetes, es una bolsa de las pequeñas, "jodeeeerrr..." Voy al cajón de de debajo de la caja, ahí guardo una que está entera, "oye -me dice tímidamente viendo las vueltas que estoy dando- si quieres te lo doy con monedas, pero es que necesitaba cambio para tabaco...", "no te preocupes...ya está" le respondo de espaldas sonriendo abiertamente mientras intento deshacer el nudo de la bolsa sin romperla.

Y al final he tenido que meterle la uña.




sábado, 26 de octubre de 2013

MIENTRAS MIS DEDOS PUEDAN ESCRIBIR LO DE MI CORAZÓN




Estaba a punto de tumbarme en el sofá cuando vi que el gato estaba tumbado en el suyo, sobre la manta. "¿Y si salgo a pasear?" pensé. Todavía era temprano, apenas habían echado a andar las nueve de la noche y si me quedaba en casa no hubiera habido más que leer algo y fumar unos cigarrillos, y esto en el mejor de los casos. Así que no le di más vueltas y decidí salir a dar una, que uno piensa las cosas y acaba por no hacerlas, y últimamente más, que casi me da miedo lo fácilmente que vas acostumbrándote a dejar de hacer las cosas que siempre has hecho, cada vez me cuesta más salir a la calle, ya no lo hago sin el tabaco y eso que ando poco más de la mitad que hasta hace cuatro días.

Pasé a la cocina para coger la basura que debería haber tirado ya hace un par de días. De hecho, al llegar esta tarde de trabajar, me sorprendió la cantidad de mosquitas que pululaban alrededor de la bolsa que tenía colgada de la silla: fue moverla y aparecer una nube de ellas. "Me cago en la puta...No pases, Suerte, que te comen" le dije al gato. Me hizo caso. O quizá se hizo caso a sí mismo.

Anoche me pasó algo curioso con él mientras veía a un cura de los de antes en el ordenador.

Se acercó al sofá donde yo estaba tumbado, alzó sus patas sobre él y estiró la cabeza para que se le acariciara, cosa que hice, faltaría más, no puedo negarle nada a un gato, se venden tan caros...Al menos el mío. Pero lo curioso, lo sorprendente, fue que una vez que se cansó para irse a tumbar en el suelo me miré las manos y vi que estaban limpias de pelo: ni uno. Y no diré que fue como si viera a un platillo volante, pero casi.

Hará una semana que mi madre compró un spray para gatos, "para la salud de su pelo" como leí poco después de esto que os estoy contando. Y lo he notado, en verdad que sí, ya apenas se le ven esas moñas tan feas, tan apelmazadas; veces han habido que se las he cortado con unas tijeras. Ahora luce todo su pelazo lustroso, brillante, y todo por un spray de Mercadona...No sé los años que habrá estado en ese estado. Hasta que dejó de venir mi asistenta y empezó a hacerlo mi madre:

- El gato tiene el pelo mal, te va a pegar algo
- Qué me va a pegar si no ha salido de aquí en su puta vida
- Bueno, yo te lo digo

Mentí. Salió un par de veces: una para ponerle las vacunas a los seis o siete meses (y porque me obligaron las que me lo trajeron) y otra para caparlo. "Ya te llamaremos para las próximas vacunaciones" me dijo la veterinaria. Pero yo no cojo teléfonos que no tenga registrados. Y los que sí, a veces.

Yo, la verdad, paraba poco en casa por entonces, así que el gatillo creció con pocos mimos, puede que incluso viniera de serie, realmente nunca ha sido cariñoso, aún de pequeño. En aquel tiempo todavía venía gente por aquí. Y a todas les sacaba las uñas cuando le tocaban los cojones, que era casi siempre.

Normalmente me busca en invierno, con el frío, cuando me tumbo en el sofá con la manta y el brasero. Entonces sí. Viene, alza sus patas delanteras, me mira a los ojos y se sube a mi estómago en dirección hacia mis piernas; le hago un hueco y él un ovillo. Y no me muevo hasta que no me queda más remedio. Soy su radiador. Y no me parece mal.

Pero durante esta última semana apenas lo había acariciado, he estado leyendo y uno no puede agarrar un libro de mil páginas con una mano, coño, por lo que se tenía que conformar con restregarse con el tomo II de las obras completas de Dostoyevski, pronto se cansaba, después de todo tengo más tacto que unas tapas duras.

Es por todo esto mi sorpresa de ayer al comprobar que por primera vez no me había dejado su rastro.

Lo llamé, "ven...ven..." Vino y lo agarré para subírmelo al pecho, lo cogí bien, el pobre se puso tieso como un palo, los ojos como platos, no se lo esperaba, intentó desembarazarse pero no pudo, dejó de mirarme como si supiera que así me despistaría, pero no, yo quería tocarlo como en los anuncios, llevármelo a la cara y todo eso, hacerle mimos, el cura y el otro ya me tenían frito, yo sólo quería hacer lo que se supone hacen los demás que tienen gatos. Pero no tenía la cara de los suyos, no...Así que me corté y lo solté, se revolvió en el suelo y volvió a mirarme desde una distancia prudencial. Y poco después empezó a limpiarse como si le hubiera caído lluvia ácida por encima. Y antes de salir a pasear me vengué echándole una buena rociada de spray en el último pegote que le quedaba justo donde le comienza el rabo. Se volvió loco de rabia. Pero hoy ya no lo tenía. Ahora sí que parece un gato de los de la tele, aunque sólo sea por fuera. Por dentro...ya lo cambiará la vejez.

Pero estábamos con la basura, sí...

Bajé las tres bolsas hasta arriba de ella, tanto que pasé de coger el correo que saltaba a la vista. Además que era un aviso de Correos, todavía no he tenido uno que sea bueno, como tampoco me he encontrado a nadie en mis miles de paseos, algo que pensaba mientras me ataba las zapatillas sin mucha convicción, "aquí no va a venir nadie, Kufisto, tienes que salir..." Sí, pero...seguimos empatados.

Me fijé en el primer bar, uno que hace poco ha sido reabierto por unos chavales jóvenes, ya estaban cerrando, "estos no duran ni cero coma", cierran los lunes, abren a las nueve de la mañana...Sólo es una pantomima para engañar a sus papás. Tanto lo iba pensando que no me di cuenta de una pareja conocida que estaba apenas diez metros delante de mi, iban con su hija pequeña, son clientes, él fue amigo de la infancia y ella un lío de hace veinte años, una muchacha a la que le gustaba mi pose destroyer, creo que me tenía por nazi, ella era judía, según me confesó. Recuerdo que me miraba raro cuando nos lo hacíamos en el coche. No sonreía ni nada, simplemente me miraba fijamente, con la boca entreabierta, entonces yo la agarraba y le metía bien la lengua. Mucho tiempo después se ennovió con este chaval, se casaron y como él venía con sus amigos ella tuvo que venir también, ni me miraba, a mi me hacía un poco de gracia, incluso pensé que quien fue mi amigo lo sabía, que se lo había contado ella o se había enterado por ahí, desde entonces no me mira igual, pero bueno...El caso es que esta noche no tenía escapatoria, hubiera quedado fatal de haberlos evitado, además que iban mirando a su pequeña que iba detrás de ellos, como jugando...

- Buenas noches, pareja -les digo bajo los cascos en plan profesional. El negocio es el negocio-
- Adiós, Kufisto

En el parque casi me arrollan un par de chavales con sus bicicletas y sus gorras ladeadas, uno de ellos me mira como perdonándome la vida, como si fuera un viejo de mierda. Poco después vuelven a superarme por detrás, no sé si dicen algo, voy escuchando a los Beatles, esta tarde me han pasado dos copias de los discos que ha empezado a entregar El País, ¡como suenan!...Me salgo por la puerta de siempre y entro en la noche casi absoluta, es un tramo que apenas está iluminado y hoy no hay luna. Veo que un tío alto va a tomar el mismo camino, me fijo que lleva un perro suelto y al verlo reconozco a su amo, un tipo de mi edad que casi atropellamos una vez y encima estuvimos a punto de inflarlo a hostias, conducía un amigo que lo había dejado la novia y estaba medio ido, creo que en tiempos de mi relación con aquella, con la judía, ¿o puede que fuera con la proto-perroflauta? una tipa siete u ocho años mayor que yo que me miraba como si no hubiera nadie más en la Tierra, o al menos en el pueblo...Qué años más locos.

Desde aquel frenazo nos miramos mal, solemos cruzarnos por ahí, él con su perro orejón, pelón, manso, tal que el amo, aunque al menos no anda con el culo apretao, que es cosa de verlo, parece como si llevara algo bien dentro. Y ahí estamos, andando casi en paralelo en la casi más completa oscuridad. Él va más rápido pero tiene que pararse de vez en cuando para llamar a su único amigo, hace años que no le veo con otro, el animal no hace más que caminar olisqueándolo todo, a veces se para y se pone a escarbar, algún amago de venir hace mi, "verás..." Casi acabando el ineludible trayecto compartido, ya un tanto alejados, diviso la figura de un corredor. Y al tenerlo más cerca, con los ojos ya acostumbrados a la situación, reconozco a un chulo putas de aquellos años, uno que hizo la mili conmigo, o yo con él, que por algo estaba antes. Y ahí lo tienes, corriendo un viernes por la noche, cosas de la figura, siempre lo veo corriendo, se conserva bien, tiene que hacerlo para seguir viviendo de las mujeres, es su oficio, "hijoputa..." Llegando a lo claro, pero aún en lo oscuro, me adelantan un par de dos por el carril-bici, van andando, o casi marchando, me doy cuenta de quienes son al verlos de espaldas ya en la luz, van hablando animadamente, uno es otro chulo-putas cuarentón, pero al menos trabaja en algo, cosas de deportes, claro, y el otro es un cincuentón casado con una mujer que me recuerda a la madre del jevi satánico de Carabanchel al que una tarde que mi ex y yo pasamos al bar que siempre íbamos ella lo vio besándose con el jefe, un chulo-putas de marca mayor, uno que dio el braguetazo, un ser lleno de vicio, uno que acabará follándose no sé, un oso polar, no sé qué coño le pasa a la gente, o a algunos, será que el exceso de cocaína produce monstruos..."¿Lo has visto?", "el qué", "SE ESTABAN BESANDO", "venga, coño", "¡que sí!"...Pero desde entonces no les he vuelto a mirar igual. Y poco después dejamos de ir a ese bar.

Culo apretao por fin le pone la correa a su amigo, por fin nos podemos separar sin yo tener que desviar mi camino, cosa que agradezco aún más al ver que los otros dos siguen la misma senda. Pero al enfilar la avenida veo que la pareja la coge por la otra acera, "esto es demasiado" me digo sonriendo. Otra vez en paralelo, paso de mirar, salta When my guitar gently weeps y me olvido un tanto, aunque no lo suficiente: decido volver a casa sin haber dado cumplimiento a la mitad de mi paseo.

Atajo por un paso estrecho, de frente viene una lolita, sola, supongo que de regreso a casa, puedo sentir su temor, paso siquiera de mirarla y fijo la vista en el suelo, pensando en lo que voy a escribir. Salgo a la paralela y me dirijo hacia el 24 horas a por hielo y unos puros. Estoy a punto de llegar cuando vuelvo a cruzarme al tío del perro, "no puede ser...no podía venir por aquí...habrá entrado al parque por una puerta lateral..."

Compro lo mío, empieza A day in the life, el bar del principio ya está cerrado, apenas son las diez, "todavía no habrán salido los del Mercadona", no me gusta verlos, ni verlas.

Tengo suerte, ahora salen un poco más tarde, ya no están tan contentos. "La Secta", les llamábamos en sus buenos tiempos, ahora están comiendo mierda como los demás. Y a callar.

Abro la puerta de mi bloque y vuelvo a tener más suerte, no tengo que llamar al ascensor, paso de recoger el correo y subo a mi planta, a la última.

Ya no hay bichos en la cocina, voy a dejar la ventana abierta toda la noche, a ver si el frío acaba con los que queden.

Acabo de servirme la primera copa justo cuando termina "Un día en la vida"

Pero la historia de hoy es gracias a esta:


martes, 22 de octubre de 2013

OTOÑO MANCHEGO




Cuando uno es tan joven como lo fuimos nosotros, los solitarios, tiene tal necesidad de conocer a alguien semejante que al encontrarlo no puede sino obviar su parte menos interesante. Y no sólo eso, sino que la eleva al nivel de la que más le gusta.

Suele decirse que eres lo que comes. Yo lo perfecciono y píntola a mi manera, que dijo Aquel:

Eres como comes.

Yo, por más que lo intentaran mi madre y mi abuelo, siempre he comido como sigo comiendo: mucho y rápido. Y no estoy gordo, aún menos delgao, de hecho uno de los motivos por los que empecé con mis largos paseos fue ese, el perder peso; llegué a pesar casi cien kilos, mido metro ochenta, "estás gordo, Kufisto" recuerdo que me decía mi tía, la que esta tarde acaba de regresar a la vida...En verdad no hubo más motivo: fue ese. Aunque ahora sí que hay otros.

Lo mío con la lectura se pierde en la noche de mi memoria...

Y no es que fuera un niño parado, ni mucho menos, puede que hoy hubiera sido catalogado como hiper-activo, no paraba nada más que cuando tenía que estarlo, en clase y tal; pero eso era fácil, a mi me gustaba aquello, los libros y tal, tocarlos y olerlos, mirarlos, pasar las páginas rápido hasta que exhalaran aire, sí, como si estuvieran vivos...Y también los estudiaba o me los leía.

Llegaba a casa después de jugar al fútbol en la calle con nuestros amigos, yo era el portero, había que estar loco para serlo en esas condiciones, sobre el asfalto, los bordillos de las aceras como postes, ¡la de golpes que me di contra ellos!...siempre estaba desollao. Mi pobre abuelo se asomaba por la ventanilla de la cocina y me gritaba que no me tirara así, yo nunca le hacía caso, yo era Arconada y a mi no me daba miedo ni Cristo bendito. Después nos íbamos a nuestra otra casa, nos bañábamos y entonces era cuando pillaba un libro, o un tebeo de Mortadelo y Filemón, ¡lo que me reía con ellos! Y es que la tele de aquellos años sabía cuando aburrir a los que no tenían que verla.

Novelas de Salgari, de Julio Verne, de Agatha Christie...Esta fue la última antes de ponerme a lo serio, me gustaba como hacía que el asesino siempre fuera quien menos te lo esperaras, aún recuerdo la escena decisiva de uno de sus libros, Las Manzanas, creo que era, Kennedy se llamaba él. La releí hará un par de años y no me pareció tan estupenda, al contrario. Pero de todas formas es la única mujer que ha captado mi interés. Literario, se entiende.

Con la llegada del bachillerato empezaron a abrirnos el melón de los grandes, que ya ves tú como está el tuyo con catorce añejos y compartiendo por primera vez aula con las chicas...No leí ninguno, no se puede leer así. Pero un par de años después me quité de la circulación, con mis cosas pero fuera, y di en retomar mi antiguo hábito, si es que se puede hablar así cuando apenas hace un rato que lo dejaste. Y sí, se puede, que el tiempo en la adolescencia parece como el de Los vigilantes de la playa. Ahora es como el de Benny Hill.

Tanto fue la cosa que en mi último año de estudios (aunque más exacto sería llamarlo trimestre de nirvaneo) saqué la mejor nota de Literatura. El resto fueron cinco muy deficientes y un insuficiente en inglés. Y este porque yo le gustaba a la profesora, una chica joven e inteligente, Esperanza...¿Qué habrá sido de ella? Ya tendrá cincuenta años. "¿Y vas a dejarlo ahora, Kufisto, a las puertas de la Universidad?", "Sí"

No volví después de las vacaciones de Navidad.

Y fue entonces cuando me puse a leer a saco y a mi marcha. No tenía otra cosa que hacer.

Recuerdo perfectamente la impresión que me produjo El lobo estepario, lo leí por recomendación de una golfilla, una chica muy guapa que era un par de años mayor que nosotros, el tiempo tipo vigilantes de la playa. Estaba liada con un malote, ¡como no!, vestía tipo jipi y miraba como si tú fueras virgen y ella no. Pero era excitante hablar de esas cosas con una mujer así. Aunque tuvieras que estar borracho para hacerlo.

Ahí estaba yo con mis diecisiete años. Ése era yo. Sólo para locos. Sí...

Me comí entero a Hesse, y rápido. Y si bien ninguno de sus otros libros me llegó tanto no era como para reconocerlo, que uno de nosotros encuentra algo suyo y todo lo pinta a su manera. Aparte que Siddharta también me gustó de verdad, cosas del hachís. Recuerdo una tarde en el puesto de la Cruz Roja...joder. Yo estaba leyéndolo en la cama, en mi catre, cuando hubo de pasar el jefe de puesto para preguntarme algo, siempre poníamos al más tonto, y llega el tío, amigo mío, y abre la puerta y me dice con su monótona vocecilla:

--Kufisto, que...
-- ¡¡¡ME CAGO EN DIOSSSSS!!!-- Yo estaba como en trance, creo que incluso me había puesto en posición de Buda, era como si estuviera sintiéndolo todo, de verdad, me acuerdo bien...El pobrecillo se quedó blanco, se puso a temblar, "per...perdona...yo no sabía...", "¡¡¡LÁRGATE, GILIPOLLAS!!!" Y ya no pude recuperar el Nirvana. Después le pedí disculpas.

Hace algún tiempo volví a leer el lobo...y me pareció ridículo.

Es curioso, recuerdo lecturas de libros que ahora no me dicen nada, hasta el donde y en qué época del año, pero no tengo la más mínima idea de cuando leí por primera vez Crimen y Castigo.

Sí, hubo de ser después de aquella lupina sigloveintentez...

Y este...este sí que era yo: ahí, en el medio, estaba El Jefe.

Hoy se estima como lo más importante, lo natural, lo bueno, el ser tú mismo, como aquella malhadada frasecita de Chaplin que bajo su odioso careto colgaba en nuestro garito de aquellos años: "Sé tú mismo e intenta ser feliz. Pero ante todo, sé tú mismo"

Si yo hubiera sido yo mismo ahora estaría en Siberia. O en Herrera de la Mancha.

Está muy bien eso de pensar a la roussoniana, en la "bondad intrínseca del hombre" y tal...Pero eso está bien para cuando tu tiempo lo cronometra David Hasselhorf, o el director de aquella basura. Así cualquiera. Hasta Gary Oldman en la segunda parte de "El silencio de los corderos"

En la vida, como en el comer, hay que tener cerca el freno de mano. A mano. Porque sino te crees Jimmy Page después de girar el "Untitled" por los States.

Y luego llega Knebworth y haces el ridículo.

Por razones que todavía no vienen al caso me leí la Opera Omnia de Dosto, como lo llamaba Bukowski...Y sí, también me pasó lo mismo, como me pasará de aquí hasta mi tumba, aunque mi vieja prefiera el fuego, le tiene pavor a los gusanos...Cayó entero. Enterito. Y esto ya es "declinar plurales", como felizmente dice Cansinos Assens de Demonios en comparación con Crimen y Castigo.

Seguro que os acordáis de esa reciente historia donde os conté que fui a la biblioteca para devolver un libro más caducao que los jamones de El Pozo, la de la gorda que me castigó con un mes de sanción. Yo estaba de vacaciones y sólo quería leer un puto libro, además que estaba resfriao, ya ni me acordaba del librito lovecraftiano, el de Charles Ward, uno de los pocos que tienen un pase, aunque sea ayudado por bajo y con corchos en los márgenes.

Bueno, pues su "no" me llevó a mi viejo Dosto, versión Cansinos Assens, "directamente traducida del ruso..." Conste. Y todavía no me parece ridículo. Y ya, me temo, no tendré tiempo para otra cosa.

-- ¿Qué leo?-- me pregunté. No me apetecía volver al raskolnik, tampoco vi el tercer tomo, el de Demonios, El Adolescente y Los Hermanos Karamazov, siempre que he vuelto a leerlo he tirado por el primero, por los endemoniados, que diría un franchute, es tan actual además de gracioso...de verdad que te meas de la risa. Además de lo demás.

Pero el primero no tenía ganas, ahí vienen todas sus obras de juventud y ninguna me ha dejado huella más que las Noches Blancas y el "te miro como si fueras el sol" de La Patrona.

"Espera un momento...¿no está las Memorias de la casa muerta en el primero?" Sí, es el último.

Es el momento para leerlo. Y ahora lo entiendo.

Me paso a las del Subsuelo. Me veo hasta hacerme daño. Ahora lo entiendo.

Y ahora sí, mi alma está preparada para volver a encontrarse con su almax en forma de hacha en la cabeza de un puto piojo. Y ahora lo entiendo mejor.

¿Quién es Raskolnikov? Un estudiante que se avergüenza por salir de "tapadillo" ante la hijaputa de su patrona. Eso es lo que es.

Luego mata a una vieja usurera y a la imbécil de su hermana. Pero esa es la consecuencia, no el motivo: mata al piojo que no es justo. Si Rodion hubiera matado a su patrona no habría habido caso ni Lizaveta que valiera. Mata mal. Mata como un marica. Pero si hubiera matado bien ya nos habríamos olvidado de él tanto como dentro de algún tiempo nos olvidarán a todos. Menos a él y a unos pocos legionarios, que diría...ya no me voy acordando.

El acierto del escritor, lo que hace grande a la novela, es presentarnos al asesino, no al estudiante que poco a poco va degenerando, no...Ese tío no es trigo limpio desde el principio, desde que sale de la puerta de su zaquizamí, como leí la primera vez, que me acuerdo...

Razumijin, el comisario, su jodido ayudante, la madre, la hermana, la mismísima Sonia...nada. La clave es Svidrigailov.

Svidrigailov...

Lo cacé aún de chaval, pero ha sido ahora cuando me lo he comido.

Svidrigailov es Raskolnikov sin ir a Siberia...Por eso lo odia tanto, por él se entrega. Porque se ve en él, porque, definitivamente, no tiene ninguna grandeza, porque sin ese perro no hubiera sido capaz de arrollidarse y pedir un perdón en el que no cree, porque sólo confiesa cuando ve que se quedará solo si no lo hace, cuando ve a Sonia, como un cobarde cualquiera...Pero va a Siberia como si le preguntaran por la diferencia entre Napoleón y una vieja usurera. O una jodida patrona.

Y sin embargo...¡como muere Svidrigailov!...como se nota que Dosto quería verse en él, en ese pedazo de cabrón, en ese superhombre degenerado...La escena (porque la ves gracias a la indecible maestría dostoyevskiana con los diálogos cuando se dejaba de tonterías) en la que "secuestra" a Dunia es...

--¡Déjame!--dijo, implorante, Dunia
  Svidrigailov se estremeció; aquel  habíalo pronunciado de otro modo que antes
--¿Conque no me quieres? --le preguntó quedo
  Dunia movió negativemente la cabeza.
--¿Y...no podrás? ¿nunca? --balbució él con desesperación
--¡Nunca! --murmuró Dunia

La deja marchar y se va a por Sonia para hacerse cargo de todas sus desgracias, de los huérfanos, de su amor, "sólo le queda Siberia o un tiro en la cabeza...coge el dinero. Tú irás tras él y allí os hará falta...yo me voy a América" Me voy a América...

Pero antes se va a un sucio hostal, bajo la tormenta, empapado en agua y barro, y entra y pide un cuarto, y pide de comer, y no toca la comida, y se duerme y se despierta viendo ratones revoltosos y niñas lúbricas, y se despierta más y ve que ha sido un sueño, o una pesadilla, y tú tienes tal acojone al leerlo como si estuvieras viendo El Exorcista, y sale a la noche blanca petersburguesa y se llega a un judío que hace guardia, y se lleva a la sien la pistolita con la que su amor le había disparado a la cabeza por dos veces...

¿Se puede morir mejor? ¿no hubiera dado Rodion todo lo que le quedaba por hacerlo así, a pesar de todo? ¿no es Svidrigailov el claro ejemplo de no soy digno de que entres en mi casa? ¿un hombre bestial, un gran pecador, haciéndose justicia? ¿hubiérase entregado Raskólnikov, como un niño malo, de saber el fin de Svidrigailov por mucha Sonia que le siguiera? ¿alguien se cree que va a Siberia convencido de haberse equivocado?

No, Crimen y Castigo es el Quijote.

Pero sin gilipolleces.

Cosas de las noches blancas.

Tengo que verlas.

Esas y las Pirámides.


domingo, 13 de octubre de 2013

PRESTUPLENIE I NAKAZANIE




Me acosté temprano, poco después de no encontrar en Youtube la segunda parte de Crimen y Castigo en adaptación británica del 2002. Fue la que elegí al no encontrar la soviética del 69, una que vi hace más de veinte años y todavía me acuerdo lo suficiente como para desearla. Era en blanco y negro. Y Raskólnikov parecía Raskólnikov. O quizá era yo quien se parecía a él.

No estuvo mal, podría haber sido peor, al menos tenía una buena banda sonora, su motivo, un compás de violines que me cuadró; no así el protagonista, me bastaron cinco segundos para expulsarlo de mi cuadro mental, "Lisa necesita un aparato" Siempre me acuerdo de Homer cuando veo algo que no me gusta.

Reconozco que ha de ser muy complicado adaptar una obra hecha para un medio a otro totalmente diferente, y más si es famosa en el buen sentido, en el de los siglos, el que da y quita razones, como decía aquel: me pasa con Mortadelo y Filemón, no me a va a pasar con Kufisnikov...

Cosa rara (homenajeando, que es gerundio): de las tres novelas dostoyevskianas que releí durante las vacaciones solamente me acordaba de la última, de esta, pero algo bárbaro, tipo El Quijote. Desde el inicio, desde ese "A principios de julio, con un tiempo sumamente caluroso..." era como si mi cabeza me hablara antes que mis ojos leyeran las líneas, igual que con el ingenioso hidalgo, igual...Sí, verdaderamente son los dos libros que siempre han estado conmigo. Y eso que me encantó las Memorias del subsuelo, no lo cogí de chaval, pero hay libros que son como las medicinas, que deberían llevar un prospecto: "leer a partir de la edad con que la escribió el autor" por ejemplo. La que yo ya tengo. Así me sentó. También disfruté Memorias de la casa muerta, libro del cual creía recordar algo pero que luego no fue tal, ahí no viene lo de esos dos hermanos tan brutotes que se declaran cómplices del crimen del pequeño (el más joven y débil) para no dejarlo solo. Sí, salen tres hermanos con la misma características pero no se cuenta la historia. Ahora que recuerdo...sí, puede que lo leyera en el tomo IV, en el que viene todo lo accesorio fuera de la opera omnia publicada por el genio ruso, sí, allí tiene que estar, donde las colaboraciones para los periódicos, las cartas, y tal, sí...También hay capítulos inéditos de sus grandes novelas, ¡incluso una Confesión de Raskólnikov escrita en primera persona, tal y como era la idea original! Por no hablar del capítulo inédito de Demonios, ese en el que Stavroguin (¡qué nombre!) rememora su violación a una niña: tremendo, pero demasiado fuerte para aquel tiempo. ¿O para quien lo escribió? Publicar bajo tu nombre real debe tener sus límites. Por esto ya nada sorprende en los desvergonzados tiempos que corren, en los que no habiendo vergüenza no hay porqué hacer un arte de ella, cuando si algo tiene el hombre que piensa es vergüenza. Sin ella todo está permitido, que diría Crowley. Y así le pasó a Jimmy Page por tomárselo en serio.

Eso de la opera omnia...Já, ¡qué latinajo, eh! Yo de latín muy poco, apenas nada, frases comunes y tal, para quedar bien y todo eso. Y lo estudié dos años, bueno, tres, que repetí segundo de BUP, creo que una de las culpables fue ella, ya escribí de aquello al principio de todo esto, cuando le di un repaso a mis maestros de entonces, apenas tuve uno, pero este, el de latín, sin merecer tal nombre superaba de largo el de santo varón: era un niño de sesenta años. Una buena persona, que se dice. Pero aparte del rosa, ae y los diferentes ritmos de la noche, nada. Jodidas catilinarias...Yo tenía catorce años y era 1988: ¿qué coño esperabas?

Pero cuando me compré las obras completas de Dostoyevsky ya tenía casi los veinte. Y aquellos años van a diferente velocidad que los que vienen después.

Era la feria del pueblo, mi hermano y yo acabábamos de salir de trabajar y nos fuimos para allá en compañía de un colega, un chico que luego se volvió medio loco cuando fue destinado a la guerra de Irak, la de soldados del amor. Paramos en los puestos de los libros antes de ir a los del alcohol y cuando estábamos a punto de irnos con la misma cara de quien ve un telediario de antes de ayer me fijé en unos que no estaban al alcance del manoseo general, unos de alto standing, de los que necesitan intermediario, vamos, que bastante es caer en manos de cualquiera que pueda permitírselo como para no pasar un pequeño filtro, el que sea, que la rana está a media vuelta, puede que a un cuarto, siquiera un cuartillo mal cortao...Grandes Clásicos (filigrana dorada) Fiodor Dostoyevski. "¡Hostia!" Cuatro tomos...

- Oye, ¿cuanto cuesta eso?
- Dieciséis mil

Me eché mano y sólo llevaba doce talegos, de sobra para hacer lo que me saliera de los cojones pero no tanto como para lo que me saliera de la cabeza. Y era la última noche.

- Tíos, dejadme dinero...

Entre los dos pusieron lo que me faltaba. Pagué y me fui a casa como si tuviera trece años y una peli porno entre los calzoncillos y el pantalón. Yo leía mucho. Y ya hacía algún tiempo que Fiodor había reemplazado a Traci Lords. Y ahí seguía.

Recuerdo la emoción que me embargó al abrir el primer tomo tumbado en el sofá de nuestra habitación. Y no digo "recuerdo" para ponerme en situación, no...es que lo recuerdo. Había leído todo lo que había en la biblioteca municipal, que no era poco. Por poneros un ejemplo diré que me leí los Karamazov en dos días. Dos. Y eso repasando tres o cuatro veces El Gran Inquisidor. Claro que por entonces yo no hacía nada, es decir, había dejado de estudiar y todavía no había empezado a trabajar, aquella fue una buena época, siempre lo es cuando haces lo que tienes que hacer solo y sin compañía de otros.

De todas las novelas que me faltaban por leer (básicamente las menos famosas, las primeras) de la única que me acuerdo bien es de La Patrona. Y no porque fuera la que más me gustara, Noches Blancas me llegó mucho, pero fue allí donde leí una de las tres o cuatro frases que se me han quedado grabadas.

El protagonista está recuperándose de uno de sus ataques epilépticos cuando por fin abre los ojos y ve a la mujer que ha estado cuidándolo, que como no podía ser de otra forma es su amada no correspondida.

- ¿Por qué me mira usted así? -le dice ella asustada-
- Te miro como si fueras el sol

Te miro como si fueras el sol...

Te miro como si fueras el sol.

Aquella Opera Omnia continúa conmigo, y es cosa que ha sido punto menos que milagrosa, pues dejé a alguien que no debía algún tomo que me costó recuperar, que uno dejaba las cosas por amistad como si esta fuera a durar más que aquellas...Y no. El prospecto de la amistad lo escribes tú con los años que van pasando. Y es más intimidante que...el de la aspirina. Tampoco hay que pensar más.

Pero a mi la que me gustaba era Crimen y Castigo, aunque algún tiempo después me hiciera de Demonios, su novela más cervantina, tan trágica como graciosa, con pocos libros libros me he reído más, sobretodo en aquella sesión revolucionaria, cuando los tontos útiles se reúnen para discutir muy democráticamente mientras esperan y esperan a los cabecillas...Se me caían las lágrimas. Y con intervalos de años. No hay mejor prueba del 9.

Prestuplenie i nakazanie...Confieso que lo he mirado en Google para asegurarme, aunque sólo tenía la duda de la i intermedia, estúpido...Hay ocasiones en las que estoy por ahí, no sé, en cualquier sitio, haciendo cualquier cosa, y sin buscarlas me salen ciertas "coletillas", tanto que a veces las digo en voz alta, entiéndaseme, no a gritos ni nada de eso, no, sólo por oír como suenan, sólo para mi, "para mi solo...". Y esta es una de ellas.

¡Y cuanto la he disfrutado esta vez! ¡Más que la última que leí el Quijote, apenas hace cuatro o cinco meses...! Esta obra sí que es para todas las edades, pero al igual que la de Cervantes: los chicos ríen...y tal. Aunque de humor hay muy poco. Nada. Y por eso es aún más raro que siga gustándome tanto.

De ahí que anoche me decidiera a ver alguna adaptación cinematográfica, estaba tan cansado por la noche anterior y el día siguiente que ni me apetecía abrir un libro, sólo tumbarme en el sofá con un bocadillo y ver la teleburra, como Súper López, pero la mía, la elegida por mi, no la de los otros, por ahí ya sí que no paso.

Y vi cada aberración hasta que di con la menos hiriente...Joder.

Si de algo vale haber visto mucho es para discriminar mucho mejor, que no somos ctulhus, que lo nuestro es cosa de años, y hace muchos que perdí la vergüenza de darle más de media oportunidad a cualquier cosa que pueda dársela:  los gitanos no quieren buenos principios. Yo sí.

Una de aquellas se iniciaba con una especie de desfile real, como si fuera una boda. La aristocrática pareja salía de una iglesia, se subía en una lujosa carroza y saludaba en plan perdonavidas a la famélica multitud que los vitoreaba. En esto que suena una explosión y se lía la de Dios es Cristo: tumultos, palos, detenciones y...ahí está un Raskólnikov con aspecto de quaterback. "¿Pero esto qué coño es?"

Un Estudio 1, del sesentaitantos, no aguanto ni los títulos de crédito, son tan patéticos...

Abro otra y ya escamado la pincho un poco más arriba de la muñeca, en su primera visita a la comisaría, en la falsa alarma...y aparece un energúmeno sobrealimentado aporreando la mesa del interrogatorio tal que si fuera un yonki de bajada.

"Me cago en la puta..." Miro en Google por versiones soviéticas y me sale el enlace que buscaba, pero...en ruso sin subtítulos. Por un momento tengo la tentación de verla, son cuatro horas y media y el diálogo casi que no es problema...Pero no. Estoy muy cansado.

Finalmente doy con una producción británica del 2002, casi que tiemblo al ver la fecha, pero en fin, vamos a ver...

No, no es él. Ese tío parece el cantante de cualquier banda de ahora, de esas que hacen canciones para que te sientas mal. No, gracias, para eso ya me tengo a mi cuando me sale de los cojones.

Pero ya no hay más que no sean del año la nana, ¡hasta Peter Lorré haciendo el papel! ¿estáis de cachondeo? No, no, no...¡Oh, Dios!

Me venzo y la dejo, "total, ya son casi las diez y desperté a las seis..." Me anima un tanto el motivo musical del que os hablé, le va bien, pero él anda tan mal, tan acelerado, tan como si estuviera haciendo Trainspotting 2...No.

La vieja no está mal, es más, está bastante bien, pero cual no es mi sorpresa cuando veo una especie de flirteo ojeril entre Lizaveta y Raskólnikov, "Oh, no..." Y ya la cosa pasa de castaño oscuro con la aparición de Marmeládov, que no es más que un borracho estúpido al que sólo le sacan lo de un hombre tiene que tener un sitio donde ir. Y entre medias de la turba, Sonia, ¡Sonia!, tal que si fuera Miley Cyrus en uno de sus vídeos. Casi me pongo a hacer el pino. Hasta mi gato se bajó del sofá para irse a su habitación.

"Bueno, va, es igual...me cago en la puta..."

Y desatino tras desatino, haciendo un Ayax Pino a estas alturas, llegamos a la salvación, que no es otra que ver como se follan a Sonia en un sucio callejón.

"Sí, mira, esto está bien, es el contrapunto necesario para nuestro tiempo...tenemos que verla en acción, sí. Es poderoso, necesario, justo...Esto es el siglo XXI, ya hemos visto mucha tele y no nos creemos ná"

Por esa escena aguanté la hora restante de la primera parte, absolutamente desastrosa.

Por supuesto no había ni rastro de Dios, tan sólo cuando Raskólnikov le da todo el dinero que tiene a la viuda de Marmeládov y baja la niña tras él para pedirle su nombre y dirección, lo único pasable. Claro que con ese material es difícil hacerlo mal.

O sea, una novela en donde Dios es el supra starring pasa a ser un ochocientas balas en el celuloide, tal que de tan negro como tiene que estar no haya sitio para su luz, estupendo...

Aparece Svidrigáilov (eso es un nombre para tal personaje) y me animo un tanto, lo veo, pero justo en ese momento acaba la primera parte. Busco la segunda y los subtítulos están en portugués. "Estupendo"

Me voy a la cama y empiezo El Idiota, otra que no cogí. Sólo leo cuando él está por medio. Y lo dejo con la generala y sus tres hijas.

He despertado como si me fuera a dormir, no sé donde habré pasado la madrugada, sólo que me he tirado media hora quitándome legañas, sin levantarme. El espejo me ha devuelto unas ojeras tamaño me cago en mi puta vida. Me he dado una buena ducha fría y me he ido a trabajar.

Y estaba ahí, sin saber porqué cojones estaba así, cuando a eso de las cinco de una tarde de octubre, con un tiempo que ya va cambiando, han llegado unos colegas.

Y entre pitos, flautas y gaitas han conseguido lo que no pudo ni la aspirina, ni la comida, ni la cocacola, ni el ibuprofeno.

Loado sea...

El que es.

Aunque hagamos como si esto fuera una producción del siglo XXI.




viernes, 11 de octubre de 2013

NINGÚN CRIMEN Y ALGUNA JODIENDA



"Oh, Dios...¡si es que tenía que ser así!", me digo nada más verlo salir del 24 horas, andando como si estuviera en el agua, camino de su todoterreno que está aparcado en mi sitio. Es plaza única, está pegada al paso de cebra y a la salida de un bloque de pisos. ¿Por qué tiene encendidas las  luces de emergencia? Está bien aparcado, seguro que está comprando, espera...Siempre aparco ahí cuando a esa hora voy a comprar allí; siempre está libre. Diez segundos después, si llegan, la realidad verifica mi suposición. Se sube y cierra la puerta como si tuviera la edad que aparenta, acciono el intermitente derecho y me incorporo a la circulación, apenas diez metros; enseguida me echo a la derecha, justo detrás de él, está esperando que tiren los dos que tiene delante, me pego bien y me acuerdo de Zodiac. Tira y entro en mi sitio. ¿Por qué hay tanto tráfico? Y es que diez metros cuentan lo suyo si eres de pecho débil y acabas de darte cuenta del de sí que dan diez días, sólo diez. La última vez todavía podía ir sin luces Ya no. Y tampoco es muy recomendable apearse diez metros más allá: recuerda tu pecho. Los peores resfriados se agarran cuando no hace ni frío ni calor, cuando todo te sobra tanto como te falta. 

"Es la primera prueba superada" le digo al padre que mira a su hijo trasteando fuera del carricoche, "sí...", es de los que se creen muy listos, va en su oficio, sé que me tiene por menos de lo que soy, puede que tenga razón, pero veo que se queda con la idea, no por nada soy todo un literato, decimonónico, por lo menos, pero de letras puras. Ellas sí. Poco después la madre nos dice que se ha cagado, "segunda prueba a superar" sentencio, estoy apurando mi segundo gintonic, ríen, "¡y las que nos quedan a nosotros!" replica la madre, una mujer que nació para serlo aunque ha estado a punto de pasársele el arroz...Estoy que lo tiro. A veces soy ingenioso; monotemático, pero con chispa. Va en el oficio. "Llévatelo -dice el padre- yo me quedo con estos chicos tan agradables, tan conversadores..." acaba de llegar mi hermano para relevarme. Son amigos. "Un café" escribo en el papel de las cuentas bajo su apodo, que es el nuestro. Y dos vasos de agua, pero eso no cuenta. Y eso que están de fiesta...

Estoy mirando cosas en el ordenador, cosas mías, ya está yéndoseme de la cabeza el borracho de afuera, un tipo despreciable que pasa a devolverme su cerveza de 1´43 cuando eran dos, acabo de cobrarle a su amigo que llegó después acompañado por su novia, o su puta, esta gente jamás conocerá a la mujer, esta gente sólo conoce lo que quiere.

- "Dos Ballantine´s con agua"

Es un hijoputa. Me fijo y veo que se sientan con el borracho.

- "Tu amigo me ha dejado a deber cincuenta céntimos" le digo.
- "No te preocupes, ahora te los pago"

Nos conocemos. Salgo y le pongo sus dos copas. Ella parece lo que me imaginaba.

- "¿Qué te debo?"
- "Ocho con cincuenta"
- "¿Le has dicho que te debo cincuenta céntimos?" me dice el borracho.
- "Sí"
- "Son cincuenta y siete, que te di cuarenta y tres"
- "Ya"
- "Eso no está bien"
- "Lo que no está bien es pedir como si tuvieras"
- "¡¿Cómo?!"
- "Eso"

Paso para dentro y apuro mi primer gintonic.

Cero coma después entra él y deja su cerveza sobre la barra.

- "Toma, muchachito, no la quiero"
- "No te equivoques..."

Estoy fumando en la puerta, mediando el primero junto a un amigo, hablando de ajedrez y de la muerte, y de la vida, y de la enfermedad y del Alzheimer, también de Raskólnikov, sí...es profesor y es inteligente: "el otro día se murió nuestra vecina, 73 años, de un día para otro, no nos lo podíamos creer" Él ya corre casi los cincuenta aunque aparenta menos que yo, tiene miedo, se ha quitado de fumar, lleva la muerte joven en los genes, está con una tía brava, valiente, más roja que un vómito de sangre, más que él, "yo no podría estar con un hombre de derechas, Kufisto" me dijo una vez que estábamos de borrachera, nosotros, claro, las chicas listas controlan...Pero me quedé con la forma que dijo hombre. Era lo que me faltaba para verla. Las orejas, amigo, las orejas...

Veo llegar al borracho. Se pone a nuestro lado y se equivoca al preguntar:

- "Hola, ¿eres tú el camarero?"
- "No, soy yo"
- "Pues vamos para dentro"

En diez días se va mucha luz, ¡no vas a irte tú! Pasamos y mi amigo se quita del medio.

- "Dime"
- "Una cerveza" dice mirando por lo bajo.

Voy a coger una copa del congelador y me dice que no, que mejor un tercio "frío".

- "¿De la Mahou?"
- "Vale"

No lo están mucho, los habrá cargado mi hermano pequeño esta mañana.

- "Mira a ver" le digo. Lo palpa y dice que sí. Retiro la copa y cuando estoy a punto de regresarla me dice que se la dé.
- "¿Qué te debo?" dice extendiendo el puño cerrado antes de oírme.
- "Dos euros" Vuelca su mano sobre la mía y veo que faltan. "En fin; bébetela"

Le da un trago de mujer y me siento delante del ordenador.

- "¿Tienes un pincho?"
- "No pretenderás que te dé uno, ¿verdad?" Y se sale a la terraza sin decir nada.

"Mira -le digo a mi compadre mientras hablamos del caluroso octubre-, las cosas no son de un día para otro, la vida no es así...La gente está como si viviera en un thriller donde todo pasa en dos horas...y no. Ahora mismo estamos con qué calor, esto no es normal y tal...Pues no sé, yo llevo toda la puta vida trabajando en esto y siempre hemos sacado la terraza en la mañana de los Santos, esto es la Mancha, granaíno...Lo que pasa es que no nos acordamos, que vamos perdiendo la memoria como tú mismo acabas de decir, sí...¿Que hace veinte, treinta años llegaba septiembre y tenías que ponerte el abrigo? sí, pero más por las madres que por ninguna otra cosa...éramos pequeños, yo más que tú, y tú estabas más abajo, casi en la sartén, y ahora estás aquí, sí...Yo...yo me acuerdo de la lluvia de septiembre, de su segunda quincena, poco después de volver al colegio, sí...yo tenía un anorak, uno azul con ribetes amarillos...me lo robaron, ¿sabes?, nunca lo olvidaré, ¡y lo mejor de todo es que poco después supimos quien fue!, pero nada podíamos hacer...nada que valiera un puto abrigo. Me compraron otro del que no me acuerdo. las cosas valen cuando las pierdes, amigo mío...Octubre es como es, la última semana del año pasado hizo un frío de tres pares de cojones, me acuerdo bien...luego llegaron los muertos...y respetaron su mañana, siempre lo hacen, es curioso...Creo que te voy a acompañar por lo bien que he hablao, jajaja...sólo uno, un gintonic, sin limón ni ná, sólo hielo, que esté frío...¿te acuerdas de lo que acabamos de hablar, de lo de quien se intenta convencer es porque no está convencido...? No tengo remedio, jajaja..."

Hablo con mis amigos y me preguntan por las vacaciones, ya casi ni se sorprenden de que no me haya ido de aquí, al menos tanto como fuerza hago yo para justificarme, me da igual, o casi, todavía me falta un poco. Me chispé el primer día y lo único que me llevé fue un resfriao, luego había que recuperarse, sí...es más fácil si no tienes que trabajar, claro, pero bueno...en fin...Me curé a mi manera y volví a ponerme malo a mi manera, y todo sin montar mi manera, la única que me da la vida, pero...pero yo soy así. Hasta hoy, hasta esta mañana.

- "¿Qué haces aquí?" le digo a mi hermano pequeño.
- "Ná...esperando a la Susi..."
- "¿Y eso?"
- "Unos análisis y tal..."

Sale riendo, me da dos besos y me pregunta por las vacaciones. Y nos subimos en el coche.

Y al bajarme en la esquina de mi casa no encuentro a la avispa que subió conmigo.

La chica de los grandes ojos claros me ve llegar tanto como yo estoy viéndola venir y me sonríe.

- "Toma"
- "¿Pero no empezaba hoy a trabajar?"  Se lo dije ayer.
- "Sí, dentro de un rato" Y ese usted me suena a algo.

Dos horas después salgo de la cochera, con cuidado, pitando, así me enseñaron en la auto-escuela, un maestro más rojo que un vómito de tuberculosa, sí...Miro a la izquierda tal como mandan los cánones y veo que me mira. Saco la mano sonriendo y ella me sonríe desde el suelo.

Llego donde empecé

- "Hola, buenas noches"
- "Hola"

Una barra de pan, sí, apenas he comido hoy...

- "Una barra"
- "¿Más hecha o menos hecha?"
- "En la mitad"

¿Y una litrona?

- "Y un litro de cerveza"
- "¿Cuanto?"
- "Tanto"
- "Espera...dame una botella de Johnnie Walker"
- "¿Etiqueta roja?"
- "Claro"

Arranco el coche. Cuanto tráfico. ¡Qué coño pasa hoy! Tengo que escribir más. Sí...¡¡¡LOS PUROS!!!, oh, Dios...Hace cuatro días juré olvidarme de ellos, y del otro también, y de la otra...

- "¿Cuanto?"
- "Nueve euros"

Por ese precio me pillo veinte de los míos, y sólo vienen siete, pero ya es tarde, ya es de noche, ya todo está cerrado y he tenido que aparcar en cualquier esquina, sí...aunque he vuelto por otro lado.

Y justo al llegar a casa me doy cuenta del día que es cuando veo a reventar el super-mercado. ¡Doce de Octubre, Kufisto!

Lo peor, siempre, es la previa.

Que se lo digan a Raskólnikov.

¿Pero sabéis qué? A mi, ahora, el que me gusta es Svidrigáilov.


Escrito con la inestimable ayuda de mi gran amigo, PRIEDE.