jueves, 6 de septiembre de 2012
NUESTRO ECLIPSE DE SOL
Sí, tuvo que ser aquel verano, cuando los hijosputas del Ayuntamiento cercaron el bar con vallas bajo el pretexto de las obras que estaban haciendo, casi ni se veía, casi había que entrar con pértiga, creo recordar que fueron dos los veranos que estuvimos sin terraza, y eso supone un descenso mínimo del 50 % en las ventas. Por supuesto que no nos dieron ningún tipo de ayuda, ni nos eximieron de ningún pago, a fin de cuentas no éramos de los suyos y nos boicoteaban sistemáticamente, esos malditos malnacidos deseaban nuestra ruina, todavía no sé como coño pudo soportarlo mi padre, el mismo que jamás contaba un solo problema en casa ni malmetía contra nadie en nuestra presencia para no envenenarnos, se bastaba él solo, se lo comía él solo...claro que mi viejo, nuestro viejo, siempre ha sido un hombre. Un hombre de los de antes.
Debido a esto pudimos hacer lo que los demás chicos de nuestra edad hacían durante el verano, es decir, lo que queríamos. En mi caso coger algunos libros, una botella de agua, los cachivaches de rigor y me iba a una pequeña casita de campo que teníamos (¡ay!) en el coche de segunda mano que acabábamos de comprar al vecino de una de nuestras abuelas, un viejo Renault verde mierda que a pesar de su mayoría de edad estaba tan impoluto como podía estarlo, aquella gente cuidaba las cosas que compraba, a nosotros nos duró un par de años, quizá menos, hacíamos unos trompos cojonudos, íbamos a toda hostia por los caminos, de rally, en fin...dieciocho años.
Aquella casita por no tener no tenía ni servicios, uno meaba y cagaba junto a las cepas de la viña, normalmente en las del vecino, y casi siempre te limpiabas el culo con las pámpanas, nunca nos acordábamos del papel higiénico, ¿pero quién se acuerda de eso a esa edad?. Estaba dividida en dos habitaciones: el salón-comedor con un par de mesas grandes rodeadas de bancadas y sillas que delataban las numerosísimas visitas que tuviera en sus buenos tiempos, un pequeño fregadero con un deposito de agua y un fuego bajo al fondo de la estancia, eso era todo, ni había frigorífico, ni televisor, ni pollas en vinagre, algunos cuadros en las paredes pintados por gente de la familia, nada más, y en la otra habitación tres viejas camas, de esas que te hundías, y un viejo armario. Bueno, también había una ventana enrejada, una pequeña ventana enrejada por la que cada mañana entraba el aroma de las cuatro rosas del otro lado de la pared que mi abuelo cuidaba lo mejor que podía. Pero estas ya no estaban. Los abuelos se habían hecho viejos y ya no iban por allí.
Así que la transformamos en una especie de picadero, sobre todo mi hermano, claro, en aquellos días se dedicaba prácticamente full-time al asunto del folleteo con las tías más deseadas del pueblo, a veces pensaba en la cara que aquellas pijitas pondrían al ver esas camas...pero el tema no es donde, sino como.
Cultivábamos marihuana, no mucha, un par de plantas para nuestro consumo y el de los cuatro amigos que vinieran ocasionalmente, era todo un arte, es una planta tan delicada como dulce es su fruto, y tan bonita, tan llamativa, que nuestro propio tío nos la regaba por las mañanas, era el único que iba por allí aparte de nosotros, siempre estaba enredando y chapuceando, más aún cuando se enteró de que la habíamos convertido en nuestra base de operaciones, "al menos que esté medio presentable" pensaría. Resultaba gracioso que un tío más de derechas que el grifo del agua fría cuidara con tanto mimo la droga de sus sobrinos, "¿y esas plantas?", "ná...una amiga...nos trajo las semillas del extranjero...¿a que son bonitas?", "sí lo son, sí..." Después, en el momento justo, secábamos sus hojas y nos las fumábamos, entonces aún me sentaba bien, muy bien, eran unos "globos" cojonudos..."¿y las plantas?", "ná...se ve que vinieron los perros salvajes y las destrozaron..."
Solíamos hacer barbacoas en el fuego bajo, aunque no me gusta esa palabra, me suena como finca, algo propio de otra clase social, nosotros simplemente asábamos carnaza, gorrino por la vena, chorizos, morcillas, salchichas, panceta...vino, cervezas y canutos. Y como banda sonora, los Pink Floyd.
Soy de los que piensan que las drogas no son buenas ni malas, en realidad nada lo es, eres tú quién le das el apellido, y algunas de ellas casan mejor con unas cosas que con otras, tal que los vinos, "éste para las carnes rojas, ese para el pescado, aquel para el postre..." y así se hacen mejores las comidas. Con las drogas y con la música pasa algo parecido, y ya que no teníamos güevos como para fiarnos de los ácidos (que dicen es lo mejor para escuchar a Waters y compañía) lo hacíamos de la mano de doña Mari Juana. Y era simplemente glorioso.
Recuerdo una tarde que estaba anunciado un eclipse de sol, para allá nos fuimos mi hermano, una amiga común de la infancia, yo y una parte bastante considerable del gorrino habitual, incluso nos llevamos un chisme de esos para verlo bien, uno de esos que no sirve para nada, más aún cuando el asunto era casi al final del camino solar, podías verlo a simple vista, con cuidado, claro, que las cosas siempre hay que hacerlas con cuidado cuando padre y madre no están cerca. En fin, que nos fumamos unos cuantos y esperamos el espectáculo con la compañía de Pink Floyd.
Y lo creáis o no, justo cuando estaba empezando dio inicio la introducción de "Shine on your crazy diamond", no puedo imaginar una canción que maride mejor y fue por pura casualidad, a veces pasa que encuentras una buena sorpresa, y aquello fue, aquello fue...recuerdo que nos cogimos las manos, puede que incluso lloráramos, era tan hermoso, tan perfecto...
Después cenamos, bebimos y fumamos, tan relajados, tan a gusto, tan bien, que creo que mi hermano se enrolló con la amiga que prácticamente era la hermana que nunca tuvimos, era una chica dulce, con una cara, una expresión, a la que solo le faltaba la flor en el pelo para imaginarla en Woodstock.
Yo me dormí, feliz, después de todo alguien se despertó e hizo lo mismo con los demás, puede que fuera yo, no lo recuerdo bien, volvíamos a la realidad, todo lo bueno se había ido, las conjunciones son eso, conjunciones, que duran poco y luego se van hasta dentro de un millón de años.
Pero aquella tarde, mientras vimos como el sol se apagaba antes de tiempo, mientras nos cogimos de la mano en silencio, mientras escuchamos aquella eterna composición algo pasó, algo que no puedes preparar, algo que, simplemente, o te toca o no.
Y eso es más difícil que el Euromillón.
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Me ha gustado bastante la entrada.
ResponderEliminarLo de las vallas del ayuntamiento, ya sabes. En esta vida hay que ir con el carnet por delante para que no te jodan porque si no te las llevas todas.
Lo de la casita de campo me ha sonado como una cabaña como en esas películas useñas: de madera y en medio del bosque. Lo que cuentas sobre ello suena muy bien la verdad. Tienen pinta de muy buenos recuerdos... y lo del eclipse es una muy buena "escena". Lo que ya no comparto tanto es a Pink Floyd, jejeje...
Por cierto, anoche me pequé doble sesión de clásicos como "Todos al suelo" y "Yo Hice a Roque III". Esta última, para mi es una obra maestra de Pajares, Esteso, Ozores... mi favorita de ellos desde que era pequeño. Ahí va lan intro con la música principal que me encanta y una escena mítica:
http://www.youtube.com/watch?v=YMtRoBqKgFo
http://www.youtube.com/watch?v=wkJrysJhU7s
Un abrazo.
Yo no he nacido para chupar pollas, amigo Sergio, y no te creas que me gusta mucho lamer coños.
EliminarLa guarrilla de Los Yébenes ha nacido con retraso en varios frentes; uno de ellos (no el más importante) es el temporal: hubiera ganado algún dinero enseññando las tetas en aquuellas inolvidables películas. Aunque me temo que ahora se forrará. Será cuestión de hacerse pajas, grabarlas y colgarlas en la Red, como si fueran en un despiste...pero qué hijosputas es todo el mundo menos yo y los míos.
Un abrazo.
http://m.youtube.com/watch?feature=relmfu&v=_cMRt2eTDwc. Videovde apoyo a la concejal olvido hormigo tras los insultos recibidos
Eliminarhttp://m.youtube.com/watch?feature=relmfu&v=_cMRt2eTDwc. Videovde apoyo a la concejal olvido hormigo tras los insultos recibidos
EliminarA veces esas Conjunciones tan efímeras se convierten en un tesoro vital.
ResponderEliminarBonito recuerdo. Espléndido texto.
Un beso Kufis.
Gracias, encanto.
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