domingo, 13 de diciembre de 2015

DOS CICATRICES Y UN RAYO DE SOL




He despertado con dos cicatrices en la parte derecha de la frente; una de ellas especialmente grande, de unos cuatro centímetros. No es la primera vez que me pasa. Me las causo yo mismo con la uña. Creo.

La mañana gris y no demasiado fría. Todavía era casi de noche completa cuando llegué aquí. Limpié, fregué y coloqué el bar. Después abrí la puerta y sólo me quedó esperar.

Ha entrado poca gente. Un ciego y un viejo con sus dos hijas; una de ellas todavía tiene buenas tetas. Un colega me contó que eran las mejores que había tenido entre sus manos.

Acaba de pasar un cliente habitual. Otro solitario. Le pongo su café y volvemos a ignorarnos. Una vez estuve a punto de discutir con él. ¿Y qué otra cosa se puede hacer?

En el cielo cubierto de nubes grises se ha abierto una brecha por la que ha se ha filtrado un poco de sol que ha alcanzado mi ventana. Por un momento he pensado si sería el Fin y si lo haría con la de las otoñales tetas entre mis brazos. Después no ha pasado nada de eso y he pensado si lo mejor no sería esperar la muerte mientras limpio, friego y coloco el bar.


Ha entrado más gente, demasiada, mientras escribía estas pocas líneas. Quizá algo no quería que lo hiciera. ¿O he sido yo?


Pero aquí están.


Y yo he vuelto a quedarme completamente solo. Creo.