domingo, 23 de septiembre de 2012

¡CORRE, KUFISTO, CORRE!




No hay mejor pintura del cielo que cuando se aproxima la tormenta.

Me senté a verla venir después de mucho dudar en fumarme el pito bajo un puente, en la parte de arriba del terraplén, frente a la vía, quizá pasara algún tren, pero el viento era tan fuerte que desistí. Había obedecido mi deseo de la tarde, pero no tanto como para dejarse graduar a mi antojo.

Caminé un poco más, ahora hacia el ocaso, y entonces me di cuenta: "¿lo estás viendo, Kufisto?"

Parecía como si en cualquier momento fueran a aparecer los extraterrestres con sus naves.

Oí a uno de los chiquillos que iban en sus bicicletas gritarle al otro que si estaba viendo el cielo, excitado, quizá fuera la primera vez que lo veía así, yo tampoco lo he visto tantas veces, no las suficientes como para no sentarme en un desvencijado banco de un fantasmal parquecillo infantil, uno de esos que continúa esperando a los promotores como aquellos dos a Godot, encendí el cigarrillo, pensé que sería un buen momento para Shine on your crazy diamond, el mp3 estuvo de acuerdo y me la sirvió a la siguiente, a veces pasa lo que deseas si no pides un imposible, y de esa manera tan de mi agrado vi venir a la tormenta.

Cuando acabó la intro de la canción, al mismo tiempo que el cigarrillo, me levanté, detrás de mi los chicos seguían mirando el cielo que se oscurecía por segundos, y eché a caminar lentamente, mirando a la tierra, las cagadas de los perros, las bolsas rotas de plástico entre la maleza, los árboles agitados como animales ante un peligro, como animales antes de la tormenta...enseguida, sin prisa, alcancé el cemento, no sin antes pasarme la mano por la cara, como leí a Zaratustra que hay que hacer cuando uno regresa a la realidad, pero no tanto como para no dejar huella, que la cosa había sido muy intensa, y vi a cincuentones intentando correr, y a viejas luchando porque el viento no les robara sus paraguas, y niñ@s reír nerviosamente, y tan ensimismado iba aún que al principio ni noté las gotas de lluvia, sentía como pinchazos en mis piernas pero no pensaba que las responsables fueran aquellas, eran ardientes, te quemaban, hasta que miré al suelo y vi que solo era agua, gotas grandes, veloces, que caían con la fiereza de quien se inmola confiado en la Promesa, y mientras caminaba las primeras calles vi más gente resguardándose entre risas y voces, que así es como se hace cuando tienes donde y con quien hacerlo, y creo que también yo me sonreí, y poco después, en una calle nueva, me cambié a la acera donde más llovía para no perderme nada del espectáculo que había arriba, y entre medias de las nubres negras y naranjas se abrió un claro de un azul como de mediodía, y parecía tan irreal como pueda llegar a ser lo real, y vi a una mujer joven acercándose penosamente a mi, tirando de un carrito, y cuando estuvimos más cerca vi que dentro iban dos gemelos y que ella continuaba con su brega, intentando protegerles de la lluvia, pero sonriendo, sonriendo..."¿te ayudo?", "no, gracias" dijo sin temor, y yo también sonreí, ya sin que me hiciera falta ninguna mano por la cara, y veinte pasos después me volví y vi que ya no estaba, que ya había llegado a su casa...

Paró de llover, pasé cerca de la iglesia más fea del pueblo, vi bajarse de un coche a una cincuentona toda emperifollada, de verde, con un perfume demasiado bueno para ella, y mientras la miraba dirigirse al templo vi a sus pobres en la entrada, eran tres, creo que había una tía, pero para diferenciar a estos tienes que acercarte, y vi como el viejo se llevaba las manos a la espalda, quieto, firme, como si fueran a pasarle revista, y entonces llegó la mujer verde y el otro le abrió la puerta, y vi que ella no le dio nada de lo que quería, y pensé que si yo fuera Dios me daría vergüenza que se acordaran de mi de esa manera.

Y cogí el teléfono y vi que mi madre me había llamado, y la llamé yo, y me dijo si podía hacer la comida de mañana, y le dije que sí, y después de preguntarme sus cosas nos despedimos, "¿quieres venir a cenar?", "no, tengo que acabar una cosa", y nos dimos un beso y se puso a llover otra vez, con más fuerza, pero yo no cambié de marcha...

Justo hasta la esquina de mi casa.

Cuando el mp3 me dijo que tocaba "On the run"

Y eché a correr.

Y me pareció que lo hice como el masai de los 800 en las Olimpiadas de Londres.

Se lo debía.


4 comentarios:

  1. Yo también cocino algo. El viernes hice un estofado de costillas de cerdo, que me salió de rechupete...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Porque no has probao mi paella con las mismas costillas de cerdo, que si no...

      Un abrazo, amigo mío

      Eliminar
  2. Oí una vez a una señora con estupendo aspecto que al salir de misa del Cristo de Ayala en Madrid le decía a una pobre que pedía limosna a la puerta de la Iglesia entre un buen montón de pedigueños
    Mira guapita, es que tengo un problema
    Y la pobre
    ¿Cual es ?
    Pues que antes pedías tu sola y ahora sois muchos...y no tengo dinero para todos
    Pues eso
    http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar