miércoles, 15 de mayo de 2013
VIVIR PARA CONTARLO, NO PARA CONTAR
En dos ocasiones estuve quince días sin fumar; o sea, que durante mis últimos veinticinco años sólo un mes lo he superado sin ayuda del tabaco.
Recuerdo bien la segunda. Y digo que no la he olvidado porque jamás lo haré de la sensación que me entró por el cuerpo al dar la primera calada del cigarrillo que me ofrecieron: es lo más cerca que he estado de correrme por la cabeza. Casi me mareo del gusto. Más o menos como con aquella puta que se lo tragó todo sin acuerdo previo. Es el factor sorpresa quien te lleva un punto más allá.
Muchos son los beneficios cuando se abandona el fumeque, dicen, y con el loco correr de quince o veinte años, aseguran, tus pulmones recobran el aspecto que deberían tener, es decir, que en el caso de que al acabar esto decidiera dejarlo, los míos podrían confundirse con los de cualquiera nacido en el 73 y que no hubiera fumado en su puta vida. Bueno, contando que para entonces tendría cerca de sesenta palos no sé para qué cojones me iba a servir. Quizá para aguantar mejor la respiración al rebuscar comida en los contenedores hispañistanís.
Conozco a bastantes que lo han dejado en serio alguna vez, pero son más quienes han vuelto. Dentro de los que no, hay un caso curioso, y es el de un bon vivant que le tiene un miedo horroroso a la vejez y aún mayor a la muerte. Lo dejó poco antes de cumplir los cuarenta, a pelo, y fue porque la tipa que estaba follándose le dijo que le oía como un pitido, que ya es oír en ese trance, por mucho que las mujeres guarden la mitad de su potencia sensitiva en el oído, pero logró darle tan mal rollo que se la cortó, quisir, la cadena de la nicotina. Y se machacaba tres paquetes diarios. Pues bien, más de una, de dos y de tres veces me ha dicho que él no se muere sin volver a fumar, que cuando la sienta cerca, volverá. Claro que tiene una gran ventaja para soportar la espera: su vida es agradable y no le falta nada más que el tabaco. Y es que sólo teniéndolo casi todo uno le puede hacer frente a lo poco que queda fuera.
También sé de quien tuvo que dejarlo porque no le quedaba más remedio, era eso o morir pronto, y sólo acababa de entrar en la cincuentena, así que se quitó. Y aún hoy, pasados casi veinte años de aquello, sigue confesando que a veces siente unas ganas terribles de echarse un cigarrillo, y eso a pesar de que ya tendrá los pulmones como cualquier otro nacido en los cuarenta y que no haya aspirado más humo que el de los coches, las fábricas y las hogueras de San Antón.
Quiero decir...aquel mes mío, aquel mes que duró varios años, lo viví pensando una sola cosa desde que me despertaba hasta que me dormía: no fumar. Y eso sin contar lo que soñara, que si lo recordara no sería difícil de adivinar. Y será sano para el cuerpo, pero no para todo lo demás. Y como dicen aquí si no tienes lera, tienes cagalera, que viene a significar que cuando se va algo malo es que algo parecido está al llegar.
Todavía no he recibido ningún ultimatum, cosa complicada si tengo cerradas casi todas las conexiones, y tampoco soy alguien con uno de los platillos de su balanza tan pesado que pueda contrarrestar al de sesenta winstons diarios, no...Y yo no fumo tanto.
Ando, como nueces, no abuso de las grasas, huyo de los azúcares, abomino de los fritos y de vez en cuando me chispo bien.
Y qué queréis que os diga...Para vivir contando los días que han pasado y el dinero que te has ahorrado desde el último cigarrillo...
Pues menuda mierda.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
https://fbcdn-sphotos-f-a.akamaihd.net/hphotos-ak-frc3/969779_10201125638200104_395096295_n.jpg
ResponderEliminarHostia qué cosa más guapa...Gracias por acordarte de mi, amigo.
EliminarTienes toda la razón del mundo. Porqué coño todo lo que nos gusta es malo para la salud?. Aunque mira la vieja de la foto. Yo lo he dejado hace ahora un año, y estoy to el dia amargao y encima me atrevo a aconsejarte que lo dejes. Y una mierda, fuma hasta que explotes, que no es cuestión de sufrir por sufrir.
ResponderEliminarBastará con hasta que me siente peor que no hacerlo.
EliminarUn abrazo
Pues si. A mí me gusta fumar. Y, q diantre, para cuatro cosas q me gustan…
ResponderEliminarTambién es más sano no tener tensiones, ni preocupaciones y vivir en paz con uno mismo y con el mundo, y mira…así q…
Un poco de sentido común y un mucho de placer. O algo así.
Beso, Kufis.
Como será de malo el remedio que sé de ginecólogos que han permitido a sus embarazadas fumarse dos o tres pitos diarios porque eso le iba a perjudicar menos al feto, que ya hay estudios y tal...
EliminarBesos, preciosa
Me has recordado a la escena aquella de Clerks con el tabaco. "¿Qué es eso?" "Es una cánula. Era de un hombre de sesenta años... la llevó hasta el día de su muerte." "Deja el paquete y coge estos chicles..." "Yo sólo cumplo órdenes" "Hubo un grupo de desalmados que cumplían órdenes...¡se llamaban NAZIS!" "Ah sí, los nazis, los nazis, claro, los nazis...".
ResponderEliminarJajaja pedazo de escena. Me suena que estaba en youtube.
Un saludo.
Jajaja...ay, madre
EliminarSaludos