Anoche acabé realmente cansado. Por segundo día consecutivo me había excedido con mis paseos matutinos, lo que unido a que amanezco tan temprano como el sol (llevo tres semanas bastante centrado) provocó que las dos últimas horas del trabajo se me hicieran aún más largas de lo habitual, que no es tanta la pesadez de tu oficio si tienes quehacer como cuando no. De todos modos decidí que esa noche no iba a haber paseo nocturno, tampoco nada que escribir, ni siquiera fumarme un puro: cenar algo, quemar un par de pitos y echarme en el sofá para leer cualquier cosa hasta que se cerrara la noche. Y viendo que tardaba más de lo que deseara puse la tele, el partido de baloncesto, sin volumen, aunque lo mirara tantas veces como la bragueta antes de salir a la calle. Faltaban ocho minutos de su reloj para que terminara cuando vi que ya no quedaba ni el rastro del sol. Apagué el televisor y me fui a la cama.
Bajé la persiana hasta sus topes, me arropé y poco después me quité hasta la sábana, tenía calor, pensé en levantarme para fumar el último medio cigarrillo que suelo dejar en previsión, casi nunca ve la mañana, a veces incluso varios de sus hermanos, pero al hacerlo me di cuenta de que no había dejado la muestra, no lo recordaba, casi ni se me ocurrió rularme uno, regresé a la habitación, volví a tumbarme y decidí que hoy no saldría a pasear. Apagué el teléfono donde había estado leyendo por encima el Protágoras y me pasé al Rompetechos, el último, el escatológico, tiene viñetas absolutamente antológicas, como esa en la que ya muy cabreado por un aciago despertar confunde su periódico con el vestido de la portera que está recogiendo con el culo en pompa la basura del pasillo, "¡Y ENCIMA EN EL PERIÓDICO VIENE LA FOTO DE LA FOLKLÓRICA ESA QUE NECESITA UN AFEITADO!", es para ver la cara que pone la pobre mujer...¡¡¡PTAF!!!
Desperté un poco más tarde de lo habitual, no mucho y no muy descansado, que esa es la prueba del nueve en lo referido al paso de tus años. No es que no puedas hacer lo que hacías, que puedes si te pones y no hace demasiado de ello, sino que no te recuperas igual; y si verdad es que quien manda es la mente, también tiene su parte el cuerpo, y aunque sepas que una buena ducha seguida de un desayuno semejante consigue llevarte a la marcha suficiente no es para tanto que te haga olvidar tu horizonte diario, ese que está subyugado al trabajo, y entonces aquella se lo piensa mejor recordando como se durmió, que casi todo está olvidado al despertar, y concediendo el inevitable prólogo se replantea el inicio de la historia de todos los días, "hoy, lo que acordé ayer".
Si la vida es una no se debe empezar cada nuevo capítulo como si nada hubiera pasado: no existe más memoria que la tuya.
Con todo, pasé de quedarme en casa tirao como un lagarto, o como mi gato, que tampoco es manco, pero yo soy un hombre, y lo que es bueno para los animales no tiene porqué serlo para mi, y al contrario también, cosa tan sencilla y evidente como difícil de comprender para muchos que viven en un sueño inducido por los que están bien despiertos, que otra cosa no, pero el peor de todos nosotros es un ángel si está durmiendo. Así que pillé el primer libro del que no recordara nada, las llaves del coche y demás apichusques, y motorizado me fui a un sitio al que llego andando todos los días.
Hacía una buena mañana, apenas eran las nueve y ya picaba el sol, me senté en el banco y abrí el libro, Las aventuras de Tom Sawyer, creo haberlo leído hace muchos años, tantos que ya ni me acuerdo, aunque sí de otros. Tres hojas y al asiento del acompañante, entre las botellas de plástico vacías de agua.
Puse radio Clásica en el teléfono y eché a andar viendo por donde iba a volver. Entré al cementerio y llegué a la casilla de salida en menos tiempo que el cuarto movimiento de la sexta sinfonía de un noruego que me ha dicho menos que Iñaki Saez. Me resenté e intenté tumbarme a la manera en que lo hacen los vagabundos, no había nadie, o al menos cerca, o que yo lo viera, pero si daño me hacía en la espalda no era tanto como en el cuello, y entonces visualicé que ellos suelen ponerse su hato debajo de la cabeza haciendo funciones de almohada, durante un segundo busqué en la mía por si llevara algo parecido en el coche, pero era una gilipollez, y me incorporé justo al mismo tiempo que daba comienzo un concierto para laúd de un inglés del siglo XVI...
"Esto es demasiado"
Y me puse el Rock n´roll de los Zeppelin, que curro en un bar y no montando bombas.
Arranqué el coche y llegué a casa con D´yer Maker en las orejas.
Comí bien y descansé un poco más, que hoy es sábado y ayer fue 10, día de cobro para los parados, que ahora ese es el día uno para nuestras cuentas, es decir, el fin de semana fuerte y tal, pero Mayo es mes de comuniones y bautizos, y si nadie tiene un duro sí pesetas, que los restaurantes se ponen de bote en bote para celebrar tales eventos, como escriben los snobs, pero nosotros no lo somos, ni esto ni aquello, así que el mediodía se ha ido como si nunca lo hubiera estado, esto por lo que se refiere al tema económico, pero no tanto al musical, pues no sé porqué (mientras estaba haciendo el arroz de todos los días y del que ha sobrado las tres cuartas partes) me ha venido al magín la música de los Beatles, normalmente canturreo algo al mismo tiempo que cocino, y de pronto me he sorprendido haciéndolo con uno de sus temas, ahora no recuerdo cual, pero el caso es que he ido al ordenador y he puesto su recopilatorio 62-66, el primer vinilo que abrasé, y me ha dado muy buen rollo, tanto que después he pinchado el 67-70, hasta mi viejo ha canturreado algunas de las canciones, sobre todo al principio, cuando todavía estábamos a tiempo de echar una buena mañana, pero al llegar la hora del azul ya estaba claro que no lo iba a ser, y ya no ha habido tarareo por su parte, que si de Fraga dijeron que era un animal político, mi padre es un animal trabajador, y lo primero, tras su familia, es el negocio, y después creo que si hay algo se la suda bastante; aunque no ha perdido la ocasión de contarle a un cliente que él los vio en Las Ventas en 1964, cosa que nunca me ha contado a mi pero se la he oído contar decenas de veces. En ese momento todavía giraba el rojo, ¡y nada menos que con She loves you!
Estábamos recogiendo y ha sonado el Hey Jude, y ha sido...ha sido como si por un momento tuviera claro, de manera impepinable, que no ha ha habido ni habrá otra banda como esa. Los más grandes, los eternos, son aquellos que le dan la forma correcta a la masa inventada por otros: no es tanto ser el primero como serlo en saber qué hacer con ello.
Luego llegó la tarde, y mientras preparaba, pletórico de fuerzas, todo lo necesario para que no me pillara en bragas el previsible aluvión, le he dicho a un amigo que probablemente no iba a serlo tanto, que no hay como esperar algo para que llegue alga, pues no parece sino que los antiguos griegos estaban pensando en los camareros cuando dijeron aquello de "si quieres hacer reír a las dioses cuéntale tus planes", es más, creo firmemente que estamos entre sus payasos de preferencia...Y efectivamente: el esperado geiser ha devenido en gaseosa de La Casera.
A veces pienso que nos miran, "a ver como está hoyyyyy...jodío. Pues tralla" Pero como lo estaba en superabundancia, übernosequé, que cansinearía Federico, pues no: "¿Está estupendo? pues me busco a otro"
Nadie se lo pasa bien viendo como otros lo hacen.
Y de esta manera la masa de hoy no ha pasado de churro con poco azúcar y sin chocolate.
Y mi superabundancia se ha ido por el sumidero de Marianico el Corto, Belenes Estebans, clones de Alfreder Lander y borrachos que ríen antes de irse al water para llorar.
Poco de todos. Tanto que me ha dado demasiado tiempo para reparar en ellos.
Mucho menos del que he tardado en moldear esto con unas cuantas latas de Mahou y una indecible superabundancia de tabaco.
Pero no creo que acabe comiendo mi mierda.
Soy lo suficientemente amado y creo lo suficiente en Dios como para saber que un caballo no es más que un caballo.
Y como dice mi vieja...si no te gusta, vete a vivir debajo de un puente.
O a las montañas nevadas, con la abeja Maya y Gusy-Luz.
Los leones no viven en las alturas.
Estoy de acuerdo en lo de los Beatles, inmensos, inigualables y compañeros de mi juventud junto a Serrat. Un día de estos te contaré mi experiencia comercial. Una cosa parecida a la tuya, ya sabes, hoy vendrá mucha gente, y al final solo viene cuando no la esperas. No, no era un bar pero era otro negocio en el que mi padre ponía toda su alma para que funcionara. Ya te contaré.
ResponderEliminarNo me haces caso y sigues fumando. Allá tu.
Creo que los Beatles no admiten comparación con nadie de la música popular. Nadie. Voy a empezar a darles una buena vuelta desde ya, digamos que va a ser una especie de "reencuentro" Y esta vez será bastante más largo. Después de ellos sólo queda la gran música clásica.
EliminarLo veo tan claro dentro de mi cabeza como si lo tuviera delante de mis ojos. Escribiré sobre ello.
Espero tu historia, amigo.
Y ahora que tengo medio controlado lo que más daño me hacía es hora de empezar por lo siguiente. Pero poco a poco, que es mucho más fuerte.
Gracias.
Por fin ha visto la luz Kufisto...
ResponderEliminarJajaja...
Eliminar;)
Unos días más que otros, pero ya van siendo mayoría más que suficiente.
Un abrazo