miércoles, 22 de mayo de 2013
EBASTEL. BIEN FORTE
Si mañana amaneciera un segundo sol en el cielo muchos creerían que el fin del mundo por fin habría llegado, que no son pocos quienes lo desean, más por ansia de venganza que ninguna otra cosa: con todo el miedo que le tienen a la muerte, no es tanto como el deseo de que nadie pueda ser feliz. Aquello que más les mata no es su fin, no, ni que siga existiendo la vida cuando ellos ya no estén...sino que, pese a todo, continúe siendo posible la felicidad. Aunque sólo sea a ratos.
Pero imaginad que tras el descontrol inicial la cosa se estabilizara, es decir, que no fuera a más, simplemente se trataría de otro sol, hay planetas que tienen tres, sólo sería cuestión de acostumbrarse, uno no puede luchar contra una estrella, hay que dejarla.
Pasado el suficiente tiempo (que lo hay de sobra) y las necesarias generaciones terminaría viéndose como algo normal, natural, algo a lo que ya estaría acostumbrado el hombre del año 5000, o lo que sea que llegue allí. Puede que incluso se le ocultara que una vez hubo un sólo sol, ¿para qué necesitaría saber eso? Sólo unos pocos quieren saber, la mayoría se conforma con repetir.
La tranquilidad nace de la costumbre. Por esto la Tradición pierde su importancia al perder las formas: si no la ves, es que ya no está. Es más, ¿estuvo alguna vez?
Si no se puede ver lo que ofreces, al menos vístelo bien. No hay que olvidar que más comemos por los ojos que por la boca.
Llevaba unos días un tanto preocupado, parecía como si esta primavera la alergia se hubiera olvidado de mi por primera vez desde que más o menos tengo uso razón, que uno ya tiene el suficiente pasado a cuestas como para mosquearse por cualquier cambio, aunque aparentemente sea para bien. Como dice el dicho, las gallinas que se van, por las que entran.
Por ejemplo, tengo un bulto detrás del lóbulo de mi oreja izquierda. Pues bien, hace tanto que está ahí (casi ni me acuerdo si no estuvo alguna vez) que me olería a cuerno si no lo encontrara una tarde de estas en las que salgo a la puerta del bar para quemar el enésimo cigarrillo mientras miro como lo nuevo está como siempre. Sólo cambia el fondo, pero yo sólo veo la forma.
No es nada, un abceso de grasa, eso fue lo que dijo mi médico (¿o era médica?) una tarde de hace muchos años en la que fui para cualquier otra cosa, "te lo pueden quitar, sí...pero si no te molesta, déjalo estar" Y lo dejé, aunque de otra en otra lo espachurro cuando empieza a supurar, pero siempre queda algo. No es malo, no me molesta, nunca he pensado ponerme pendientes y no se ve, ¿qué mas da? Pero hubo una chica que se dio cuenta, "¿me dejas que te lo explote?", la muy puta disfrutaba haciéndolo, sentada sobre mi espalda le clavaba las uñas, a pelo, "¡¡¡HALAAA!!!", casi podía verle la cara, los labios mordidos, los ojos apretados, era muy joven y tenía unas piernas que ya las hubiera querido como brazos el Tyson de sus buenos tiempos...qué tía. Pero jamás pudo dejarlo seco. Bien está mientras esté allí.
Sabéis que gusto de pasear por el campo, o más exactamente por sus aledaños, en la periferia de la ciudad, entre el cielo y el suelo, que dirían los Mecano, por siempre moñas: dentro cuando hay pocos y fuera cuando hay algunos.
El caso es que tanta agua ha caído durante estos meses de atrás que nuestra Mancha parece Asturias de tan verde como está, de verdad, nunca la había visto así, y sin haberlo hecho afirmo que es aún más hermosa que Murcia, por muchos especiales pro-caspa y para la casta que financien sus políticos...
No había llegado la primavera cuando ya empezaron con las advertencias, "este año será terrible para los alérgicos", pero yo seguí a mi marcha, me gusta hacerla sin ayuda de nadie hasta donde puedo, y aún así casi prefiero dejar de hacer que seguir haciendo. Casi.
Nacieron esas florecillas que nada valen porque sobran, esas que no necesitan ningún cuidado para ponerse a bailar a la luz del sol de la mañana, de la tarde y de la noche, que todo es sol, y eso que sólo hay uno, de momento, y yo iba paseando junto a ellas, mirándolas entre las malas hierbas que ningún daño me han hecho nunca, y pasaron los días y las semanas y empecé a oler el aroma de aquellas, que los fumadores también olemos lo que hay que oler, y no dejaba de maravillarme que pudiera hacerlo sin llorar, ni estornudar, ni dar a luz mocos, para que luego digan...
Todo ha cambiado esta mañana. Ha sido despertarme después de ¡9! horas de sueño (es lo que tiene la vida tranquila) cuando me he dado cuenta de que la primavera ha llegado para mi ahora que está empezando a recoger sus bártulos, o poniendo sus últimos, mejor, que nada que merezca alguna pena no lo es sino le sirve a quien viene después.
He cogido una pirula perdida antes de salir a caminar, "por si...", aunque ya estaba claro que no iba a haber tutía. Lo malo ha sido que no era una de las mías, sino de la vieja, una dexatavegil (por cierto, una de mis entradas más leídas, aunque más me temo por el título que por otra cosa), una pastillita diminuta, rosita, pero conocí a alguno que se comió un cuartillo de ajo color de rosa y vio al diablo en el asiento de atrás, "...arrancakufisto..." me dijo mientras intentaba calmarle, "¿Qué?", "¡¡¡QUE ARRANQUES!!!¿¿¿NO LO VES AHÍ DETRÁS???"
Las mías son otras, pero a falta de pan buenas son tortas para embrutecerte.
En fin, que sí, que pá dentro a los tres minutos de estar fuera...
Viendo que iba a ser imposible hacer lo normal he decidido coger el coche y perder la poca mañana que me quedaba en ir al banco, al menos así me quitaba algo malo para cuando esté bien, he ingresado lo justo (¡¡¡NI UN DURO DE MÁS, AMIGOS, NI UN DURO DE MÁS!!! Al menos que sean ellos los que por una vez paguen a los ladrones que quieran quitarnos el calcetín bajo el colchón) y me he ido a casa.
Y un rato después, al bar.
No digo que haya estado como esa tarde de mi primavera que le di tres caladas a un chino de caballo, ya os lo conté, eso fue diferente, era como dormir despierto, demasiado bueno para ser verdad, y no me gusta la mentira, y no estoy seguro que aquella me guste mucho más, pero esto...esto ha sido dormirte vivo, que no es lo mismo.
Al menos sé que no me ha dejado, que ha vuelto y eso, que más voy queriéndolo de cualquier cosa que no, que sigan habiendo chamizos si ya no van a haber castillos.
Lo que no te mata te hace más fuerte...porque no te ha matado.
Así que re-bienvenida, pero mis armas de mañana serán más adecuadas.
Y seguro que sólo por el nombre con el que voy a bautizar esto serás más conocida, ya que no celebrada.
Aunque para mi sea de lo mejor.
Son buenos estos japos...
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Hoy estoy espesito de cojones. No he cogido nada o poco de lo que querías decir. Cosas de las neuronas, que con los años se van, desaparecen y no vuelven más.
ResponderEliminar¡¡¡¡¡¡Me cago en mi puta.....!!!!
Bueno, en mi descargo diré que lo empecé sobrio y le di fin casi borracho...
EliminarYa tengo perfilao el de hoy. Y va a ser a palo seco.
Saludos, Pak