sábado, 11 de marzo de 2023

SÚPER

 - Mira -le dije- eso que dices me recuerda algo...Es una escena de la tercera temporada de "True Detective" El detective negro (papelón, por cierto) está hablando con alguien, una conversación íntrospectiva, uno de tantos magníficos diálogos, monólogos más bien, de los que están bien provistos las tres temporadas. No recuerdo con quien hablaba ni a cuenta de qué, pero sí de una frase que me quedó grabada. Venía a decir algo así como que él antes de ser padre no le tenía miedo a nada ni a nadie pero que todo eso cambió al otro extremo con el nacimiento de su primer hijo. Y que le costó Dios y ayuda sobreponerse a la idea, a la responsabilidad, al terror que conlleva transformarse en padre.
- Sí -respondió él- Así es -Y añadió una frase de Bill Murray en "Lost in translation" que yo no recordaba y ya he olvidado.

El chaval entró al bar, me saludó, pidió un café y enseguida habló de la madrugada pasada en una rave. Se había ido a dormir a las nueve y ahora, a las tres y media de la tarde, a trabajar su turno en la bodega. Pidió una piedra de hierbas y siempre dirigiéndose a mi nos contó su noche pasada.

El chaval ya tiene treinta años que todavía no aparenta. Guapete, malote de buen corazón y no demasiadas luces, convive con su madre viuda y en sus ratos libres saca a pasear al perrazo y a veces nos encontramos cuando regreso al pueblo tras bajar de los molinos. Él siempre me saluda por mi nombre e intercambiamos un par de frases típicas al cruzar nuestros caminos. 

Es amigo de mi hermano pequeño. Una nochebuena mantuvimos una conversación mientras se cerraba el bar. De esto hará no sé, ¿seis, siete años, ocho? Yo, claro, estaba bebido pero no tanto como para no hilvanar un cierto sentido de la vida al chico que escuchaba con atención, ya huérfano de padre en aquel tiempo. Y desde entonces hasta hoy.

La rave había sido la hostia, los chavales ahí en medio del campo, el musicón, todo dios poniéndose, buen rollo...Había pillado medio pollo de speed y todavía le quedaba mitad, así que tampoco había sido una cosa muy extrema pero con todo y con eso no había dormido bien.

- ¡Será que ya tengo treinta años! -dijo
- Bueno -dije yo- Con treinta años yo ya estaba casi cadáver para esos esfuerzos. Y ahora a punto de cumplir los cincuenta ni te cuento. 

El chico se vino arriba y orgulloso empezó a contarnos sus detenciones y retiradas de carnet, las peleas con los polis, las noches de calabozo y los juicios rápidos, todos arreglados, y ahí se atrancó.

- ¿Por qué, Kufisto, mi palabra vale menos que la de un poli?
- Porque la palabra de un poli vale más que la tuya o la mía cuando se está delante de un juez.
- ¡Pero él también me pegó!
- Nunca le pegues a un poli. 

Pidió otra piedra de hierbas y pasó al water.

- ¿Sabes? -le dije mientras tanto a mi amigo- Nunca hablé con mi padre hasta que la enfermedad cayó sobre él. Quiero decir, nunca hablé en el sentido de padre a hijo, o hijo a padre. Tuvo que llegarle el cáncer para decirnos las cosas. Claro que no soy padre ni creo que vaya a serlo; hoy por hoy me resulta una idea casi lovecraftiana, pero quien sabe...Y mi viejo enfermo, con los ojos brillantes, me decía lo que fue tener con él a uno cualquiera de sus cinco hijos, acariciarlos, "esa piel tan fina", verlos crecer uno tras otro, el mayor con el pequeño y el pequeño con el más pequeño y el más pequeño con el otro todavía más pequeño...Y así hasta el final. Y entonces, una de esas tardes, le escuché decir como en sueños que uno no sabe lo que es la vida hasta que es padre; que desde ese momento todo se transforma; que los chicos que ves por ahí dando guerra, los chicos que tanto te jodían, son reflejos de los tuyos, y entonces los miras a todos al modo de las abuelas, que todos los chicos son suyos, que todos los chicos tienen cien mil salvas antes de castigarlos...
- Así es, Kufisto -dijo mi amigo- Yo lo soy de tres y cuando vi salir la cabeza de mi primera hija fue un antes y un después. Sí, ya son mayores, viven su vida y no me necesitan...¡Coño! ¿Sabes lo que me dijo el otro día mi hijo? "Papá, no bebas tanto" ¿Como te comes eso? ¡Pasar de que tu padre te diga que no bebas a que lo haga tu hijo!

Nos reímos. El chaval salió del water tras meterse el resto del medio pollo de speed.

- Bueno, Kufisto, me voy a currar.
- Venga, tío. Quien no valga para gallo que lo capen.
- ¡Jajaja! ¡Eres el mejor, Kufisto!
- Venga
- ¡Adiós!
- ¡Y haz las cosas bien!
- ¡Claro!


- ¿Un chupito de whisky del barrilete? -le dije a mi amigo. Miró el reloj.
- Vale.


Súper.

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