martes, 28 de marzo de 2023

PUES VENGA

 Mirado sin acaloramientos, con pensamiento lógico o mejor aún, aplicado, la verdad es que una historia bien montada lo aguanta casi todo. Un poco como pasa con "Pulp Fiction" o todavía más con "JFK": la primera es inverosímil, casi fantástica, y la segunda no deja resquicio a la duda; pero ambas dos mantienen el tipo ante el paso del tiempo y de la vida. Y todo gracias al montaje.

¿Cuando debe nacer un buen dios? en el primer día que el sol remonta el vuelo. Y aquí hay lugar para una pregunta o, mejor dicho, una cuestión: el sol no remonta nada, el sol sigue su camino, pero el ojo del observador no puede abarcar todo el arco. El ojo del observador, utilizado a la máxima potencia, sólo puede mirar desde sí mismo.

Es como la escena del baile en "Pulp Fiction" vista desde detrás de la cámaras: la maravillosa canción resuena entre los ecos del decorado, ves a Tarantino haciendo el mongo tras las operadores de cámara, los extras que están fuera de plano y también a John y a Uma clavando una de las tomas de la memorable escena: no hay planos cortos, no hay sonido editado, no hay intimidad. Pero de eso se encargará el montador. Tal vez quienes vivieron esos momentos lo prefieran a lo que luego vieron; pero quienes no lo vivimos no tenemos lugar a la duda.

"JFK" va a degüello desde su inicio. Toma partido. Todo está claro. El resto es tan sólo una lucha por atraer y convencer. Y perdiendo, gana. Tal y como el juez Garrison le dice a su hijo pequeño que esté presente cuando muchos años más tarde se abran los archivos secretos. "Mantén la fe. Pase lo que pase" De eso se trata. Aunque los supuestos archivos secretos puestos a disposición del público sean algo así como un mal chiste. A nadie le importará ya aún cuando pudieran ser los verdaderos. Pero mantén la fe.


Los profetas, esos hombres enloquecidos por el dolor, anunciaron la venida del Señor. ¿Y por qué la anunciaron? Porque era su analgésico, su "Painkiller" frente a la extrema dureza de la vida en aquel tiempo donde la canción de los Judas Priest hubiese pasado por una tonadilla. Real o no, vivida o no, los montadores hicieron su trabajo; deslabazado en muchas ocasiones, sí, de acuerdo, pero nunca aburrido. Resultaba poderoso, fuerte en su odio primario. La gente, el pueblo, estaba más jodida que una mujer de la limpieza en un garito de pijos drogados bailando rocanrol de los cincuenta.

Y entonces fue que llegó Pablo, el Apóstol, el caído del caballo en un ataque epiléptico, el único que no había estado con Él. ¿Quien es Pedro en la historia? Nadie. Pedro, figura clave del Cristo, no es nadie al lado de Pablo. No es Travolta, no es Kevin Costner, no es Samuel L. Jackson, no es Donald Sutherland...¡ni siquiera es Patricia Arquette con su piercing lingual para mejorar las felaciones! Pero a Pablo le han reservado un papel: el del señor Lobo, el que soluciona problemas mientras va conduciendo por ahí a toda hostia.

Es un tío duro, uno que pone las cosas claras. "Esto se hace así y esto no se hace así. Y si queréis salir vivos haced lo que os digo" 

- ¿Y por qué? No me gusta que me hablen así.
- ¿Y como tendría que hablarte si llevas a un soldado romano reventado para quitarlo de en medio de cualquier manera? Venid.


- Hay un Dios que vela por nosotros, aunque no lo parezca a vuestros ojos. Es un Dios incognoscible, un Dios errado a vuestros ojos; también, ¡ay!, a los míos, pero a veces le veo. Y es un buen Dios. Es el mejor Dios. No hay como otro Él.
- ¿Sí? ¿Donde está?
- Murió
- ¿Murió?
- Sí, murió, pero resucitó.
- ¿Resucitó?
- Sí. Salió de entre los muertos.
- ¿Y tú lo viste?
- Le he visto. Y a veces habló con Él
- ¿Y qué te dice?
- Que por muy buena que sea la historia que tengas en tu cabeza es mejor encontrar a un buen montador. 
- ¿Montador?
- Sí...Un buen montador. ¿Oye, tú has leído a Ezequiel?
- No, no sé leer.
- Bien...Muy bien. ¿Tú crees en mi?
- Sí.
- Pues venga. 




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