viernes, 22 de junio de 2012

"EL BULLI" ESTABA EN MADRID




- "Tú no te acuerdas de mi..."

Le eché un vistazo.

Pues no, aunque sí al otro capullo que lo acompañaba y junto al que diez segundos antes había entrado al bar cuando me faltaban treinta para bajar el telón de otro viernes pestoso.

Maldiciéndome por no haber esperado a echar la llave antes de liarme el cigarrillo les puse un par de copas al mismo tiempo que el Inolvidable me revelaba su identidad: un compañero de escuela de un hermano mío que hacía más de 20 años que no venía por el pueblo. Con un par.

Alucinado ante la presencia de semejante imbécil fingí interés por el motivo de su Venida, no sin tardar 0´2 en coscarme de que ya estaba cerca de Borrachera y en pleno centro de Enfarlopada, explosiva mezcla que dentro de la cabeza de un cenutrio de ese calibre puede dar a luz cualquier cosa y ninguna buena.

Y la razón era una cena conmemorativa que habían organizado para su clase de 8º de EGB.

Enternecedor...

Me preguntó por mi hermano, le dije que ya no trabajaba aquí, me preguntó qué hacía, le contesté con evasivas, me pidió su número de teléfono, se lo dí pensando "lo llevas claro", y terminó haciéndome el cuestionario habitual, qué tal me iba, "grrr...", si me había casado, "GRRRRR..." y si tenía hijos, "¡GUAU, GUAU!". Aproveché que fue al water para meterse una loncha y me fui a la esquina contraria con los otros tres clientes que quedaban, de los pocos a los que sinceramente me alegro de ver, una pareja y el ex de ella, gente educada, civilizada, y con quienes puedes beber y hablar a puerta cerrada de la narrativa useña del siglo XX sin temor a ser tomado por enfermo mental.

Pero el Inolvidable no podía permitirlo, el Inolvidable estaba de regreso al pueblo, puesto hasta las cejas, y todos los paletos teníamos que oír su historia aunque a ninguno nos importara una mierda.

Se había casado y se había divorciado, entre medias tuvieron un hijo que ya se hacía pajas y con el que estuvo de juerga durante las últimas Fallas, enseñándole el camino a seguir. Durante años trabajó en Madrid en un bar frecuentado por futbolistas, uno de esos donde van a ser engañados los mismos cazurros que luego protestan si les cobras 40 céntimos por una tapa más y callan sumisos cuando les hacen la clavada del siglo por comer lo que rechazan los chihuahuas de las putas que acompañan a sus hídolos, me enseñó fotos con algunos de ellos, el capullo carabinero lo miraba con arrobo: su amigo de la infancia era todo un Personaje. Una de las veces que se fue al water me habló de lo figura que era, lo buen tío, los huevos que tenía, estuve tentado en decirle que no era más que otro cocainómano desquiciado y que dejara de seguirle el ritmo con las copas si quería llegar a su casa como el homo sapiens cuando se bajó del árbol, porque ya apenas se le entendía lo que quería decir, es lo que pasa cuando uno de los dos hace trampas con las napias: que la cosa va a la pata coja y la hostia está a la vuelta de la esquina.

El Inolvidable salió del cagadero con renovados bríos, la grama debía de ser de primera, tal vez hubiera de haber invitado a un tiro a su lameculos,  poco a poco iba yaciendo sobre la barra, sus manazas ya no eran suficientemente fuertes para sujetar la cabecita, tan desproporcionada con el resto de su cuerpo de ex-jugador de baloncesto local, nada raro, no sé qué tendrá ese deporte pero muchos de los más estúpidos que he conocido en mi vida lo practicaban con asiduidad, será cosa de la falta de riego, pero el del Inolvidable estaba corriendo las 500 millas de Indianápolis, subiendo del tirón Galibier, la Cruz de Hierro y Alpe d´Huez, escalando el K-2 y bajando en helicóptero para subirlo otra vez...en dos palabras: estaba atacado.

Y entonces se acordó de la zorra de su ex, de como lo arruinó a base de quemar tarjetas de crédito, de porqué tuvo que marcharse a Valencia, "salir de Málaga para meterse en Malagón" pensé, de lo bien que le iba en la tierra de la luz, del amor, de las pastillas y de los jodidos petardos, de la tía con la que estaba, quiso enseñarme una foto pero se le acabó la batería, al teléfono, no a él, claro, aunque podía imaginármela perfectamente, "visto él, vista ella"...

Pero el remate de todos los remates fue cuando nos dijo que si conocíamos "El Buli":

- "El Bulli, querrás decir" me aventuré
- "NO, NO...JAJA...¡¡¡EL BULI!!!, ¡¡¡EL BULI DE MADRID!!!, ¡¡¡EL DEL ADRIÁ ESE!!!"

El Buli de Madrid del Adriá ése...gracias a Dios callamos los cuatro y nos mantuvimos a la expectativa.

- "Pues no..."
- "SÍ, TÍOS...UN SITIO DE PUTA MADRE...ES EL MEJOR RESTAURANTE DEL MUNDO...DICEN...PERO YO HE COMIDO EN SITIOS MEJORES...FUIMOS 5 Y NOS COBRARON 3.000 EUROS...LA HOSTIA...NO ESTÁ TAN BIEN...CONOZCO SITIOS MEJORES...NO TIENE NADA MÁS QUE NOMBRE...YO TRABAJÉ EN UN RESTAURANTE MEJOR...PERO ESTE TAMBIÉN ERA DE NIVEL...SE NOTABA LA CLASE...ES EL MEJOR RESTAURANTE DEL MUNDO"

Poco después se fueron mis amigos y se acabó el juego.

- "¡¡¡MAÑANA VENIMOS DESPUÉS DE LA CENA, KUFISTO, CON TU HERMANO...!!!"

Lo llevas claro.

Y lo llevó.

Porque el sábado no apareció ninguno. Y bien que lo agradecí.

Así que el Inolvidable se fue pensando que éramos unos palurdos y nosotros certificando que era uno de los más grandes y completos gilipollas que habíamos conocido en nuestras vidas. Todavía chisteamos sobre "El Buli de Madrid del Adriá ése".

Y todo por liarme un pito antes de tiempo...






jueves, 21 de junio de 2012

NINGUNA LÁSTIMA



Los mineros son algo así como la aristocracia del obrerío: unos decadentes aprovechados del mérito de sus antepasados.

Porque indudablemente lo tuvieron, tanto los unos como los otros, nadie crea una leyenda tal que no tenga parte de verdad, quizá hasta la mayor, pero el jodío paso del tiempo enmierda incluso lo más grande; fijaos sino en las pirámides que ya no son más que una inmensa mole de piedras despojadas de toda la magnificencia con la que fueron creadas: la única razón por la que seguimos admirándolas es porque todavía permanecen unidas, pero cuando llegue el día de su derrumbe, que llegará, nadie sabrá si esa piedra que patea formó parte de algo ante lo que hasta los mismísimos emperadores inclinaban la cerviz. Solo será una piedra más. Y estará bien que así sea, porque bien está todo aquello que puede acontecer.

La guillotina probó que los aristócratas no tenían la sangre azul, que era tan roja como la de cualquiera, y una vez rodó la primera cabeza y el pueblo comprobó que tampoco se abrían los cielos tardaron 0´2 en asaltar sus palacios para hacérselas pagar todas juntas, quizá no tanto por haberles hecho sufrir sino por mentirles. Cuando el personal está al límite prefiere recibir una hostia a que le tomen por gilipollas.

No puede ser que algo completamente superado como la minería del carbón se mantenga activa (por decir algo) cuando quien la barrió del mapa ya corre en retirada ante la llegada de energías más limpias y seguras, energías que gracias a X no necesitarán a ningún Víctor Manuel que cante a sus operarios porque estos, al paso que vamos, se limitarán a apretar botones entre chateo y chateo por el forerío de la Intenné a la búsqueda de alguien que les endulze el tazón a ellas o exprima el limón de ellos. Aunque también esto parece tener los días contados como bien nos mostró Houellebecq en "La posibilidad de una isla". ¿No queríamos Ciencia en lugar de Religión? pues a ella vamos. De cabeza, que finalmente será lo único necesario.

La gente está bastante jodida, la cosa está mu mala, que diría el genio de la Calzada, y difícilmente puedes convencer a nadie de la necesidad de algo que hace décadas no es necesario. Antes se podía hacer la vista gorda, había para todos y a fin de cuentas la mina nos parecía lo más parecido al infierno, es en la abundancia cuando los mediocres se creen tan magnánimos como los Reyes, pero cuando llega la escasez y casi no te queda más que sorberte los mocos miras a todas partes para ver si de verdad es verdad todo lo que creíste o llegado es el momento de sacar el cuchillo cebollero, porque ya no hay ni material para construir guillotinas ni memoria de como se hacía. Pero uno aprende rápido cuando el estómago está en modo OFF.

Y entonces ves que unos tíos que trabajan en algo sin utilidad práctica alguna para la inmensa mayoría de la comunidad se lo están llevando crudo delante de tus narices, pre-jubilándose en el peor de los casos a los 40 con unas pagas escandalosas, ladygagayescas, de juzgao de guardia, y todo ello al mismo tiempo que servicios básicos de la sociedad están sufriendo recortes brutales a causa de la infinita estulticia de quienes nos han gobernado todo este tiempo creyéndose Reyes cuando no pasan de bufones. Y de los malos.

Hace poco vi un documental en el que te contaban la vida del tipo que revolucionó la navegación comercial en el siglo XIX, no recuerdo su nombre, era austriaco o algo así, pero sí que su idea intentó ser boicoteada una y otra vez por quienes en esos días eran los amos del cotarro y temían dejar de serlo con la llegada de algo nuevo que iba a jubilar irremisiblemente lo suyo si no impedían su nacimiento, sino lo abortaban. El caso es que lo lograron durante un tiempo, hasta el punto que el inventor se vio sumido en la miseria y murió sin atrapar su sueño. Poco después los británicos se apropiaron de él y se hicieron los dominadores del mar. No puedes parar lo imparable: lo que puede ser termina siéndolo. Es una cuestión de tiempo.

Y a los de la luz en el casco se le acabó hace mucho, ya no son necesarios, fueron importantes, admirables, pero hoy no son sino como esas ridículas recreaciones del Lejano Oeste que hacen los yanquis para sacarles los cuartos a cuatro gilipollas: un insulto a la Memoria.

Así que dejad de tocar los cojones y apretaros los machos como estamos haciendo el resto por culpa de unos bufones que creyeron ser Reyes y nos engañaron como a chinos. Los mismos que van a ser los dueños del mundo, si no lo son ya.

Los tontos de ayer son los listos de hoy, y nuestros listos de hoy deberían dejar de pensar que el resto lo somos menos que ellos.

¿O queréis seguir jubilados a los 40 y ganando el doble de quienes educan a nuestros hijos envueltos en mantas porque no hay ni para pagar esa calefacción que ya no recuerda si alguna vez funcionó con carbón?

La canción ya no hace gracia, no quedan ni las vendas de la momia del que en su juventud cantaba loas a Franco, ese otro bufón con crucifijo en lugar de gafas. Quitaos la luz de la frente y metedla en la cabeza.

Y si no tenéis valor para aprender ninguna otra cosa haced como los yanquis.

Aunque lo malo es que ellos primero tuvieron a Ford para crear el mito y vosotros a Garci, uno de sus más bastardos hijos.

Pero jamás se supo de uno que fuera mejor que el padre, así que...como decían nuestros abuelos: "el que vale, vale, y el que no, a la Renfe".

De nada.

miércoles, 20 de junio de 2012

DE PEREGRINACIÓN POR LA MANCHA




Lo que realmente me ha gustado y sigo haciendo siempre que puedo es estar a mi aire, a mi marcha, sin tener que dar explicaciones a nadie sobre el porqué hago esto y no hago aquello, es decir, tener la libertad de hacer con mi tiempo lo que quiero.

Y no quiero muchas cosas, más aún, estoy prácticamente convencido de que en caso de ser tocado por la porra de doña Fortuna lo único que haría sería quitarme de la circulación y, muy de vez en cuando, viajar a sitios muy puntuales: nada de fiestones, cochazos, mansiones o historietas varias. Una casita en el campo y lo estrictamente necesario para sobrevivir, a fin de cuentas ya tendría todo lo que quiero: tiempo. El dinero no puede conseguirte la felicidad pero sí la libertad, y tampoco creo que mi objetivo vital sea no tanto ser feliz como estar en paz conmigo mismo, cosa difícil de lograr cuando el entorno te empuja a la auto-anulación: si quieres ser tan feliz como nosotros ha de gustarte lo que nos gusta a nosotros.

Y una polla. No quiero ser feliz.

Mi ex y yo éramos como alfiles de distinto color en un montón de cosas importantes, pero en ninguna tanto como en el gusto por la gente: a ella le encantaba salir, hablar y relacionarse, y yo todo lo contrario. La cosa era medianamente soportable cuando estábamos aquí; yo trabajaba y ella andaba por el bar con unos y con otros, hablando sin parar, bebiendo sin parar y riendo sin parar, cosas que no me molestaban porque no tenía que participar de ello nada más que ocasionalmente, la santa excusa del trabajo hace que muchas parejas no se tiren por la ventana, a veces pienso que el trabajo tiene la buena fama que tiene porque sin él esto sería una matanza.

Pero cuando ella empezó a trabajar a la tierna edad de 25 años las cosas cambiaron: entonces fui yo el que hube de ir detrás aunque, santo trabajo, solo fuera en mi día de descanso.

Su primer destino fue en Brazatortas, pueblo manchego del que su nombre lo dice todo, así que me ahorraré describirlo. Bueno, solo diré una cosa: que no me extraña que su índice de suicidios sea de los más altos de España.

Como las clases empezaban justo cuando cerrábamos una semana por vacaciones me fui con ella para que la cosa se le hiciera menos difícil, aunque cuando vimos aquello se nos cayó el alma a los pies. "Oye, nena, ¿y por qué no te vas a vivir a Puertollano?", a fin de cuentas estaba a quince minutos de coche y podría haberlo hecho sin problemas, pero ella se empeñó en que no, en que viviría donde iba a trabajar, es algo normal cuando eres joven y empiezas cualquier cosa, te crees más fuerte de lo que eres, la ilusión podrá hasta con tus debilidades, pero estas también son jóvenes y a veces ganan . "Tú misma".

No llegó al puente de Todos los Santos.

Una noche me llamó de madrugada presa de lo que luego supimos fue un ataque de ansiedad, creía que se iba a morir, me asustó de verdad, estuve a punto de coger el coche y salir pitando hacia allá, aunque no fue necesario porque logré calmarla un tanto, pero aquella madrugada la terminó durmiendo en casa de unas monjitas de las que se había hecho medio amiga por razones del trabajo. Simplemente era una mujer que no podía vivir sola. Y menos en un sitio como ése.

Se fue a Puertollano y encontró piso compartido con una directora de sucursal bancaria y la cajera de la misma. Ella venía aquí los fines de semana y nos íbamos para allá el mismo domingo por la noche o el lunes por la mañana, día libre de mi sagrado trabajo. 

Estaba acostumbrado a todo ese rollo de pisos compartidos, no en vano me fumé toda su carrera en Madrid, pero en el poblachón manchego capital del Reino las cosas eran mucho más fáciles, Madrid es Madrid, y por entonces yo tenía pasta, todavía vivía con los papis y el dinero que ganaba era para fundirlo, no tenía ningún otro gasto, así que llegaba a mediodía, la sacaba del piso y estábamos por ahí hasta la noche, un ratito de cháchara con sus compañeras, cervezas, un par de canutos comunitarios y a la cama. Algunos de nuestros mejores días fueron aquellos en Madrid. Pero que te acostumbres a algo no quiere decir que te guste, al contrario, cada vez se te hace más odioso, pero había que hacer el esfuerzo.

El trabajo la mantenía ocupada durante la mañana, tiempo que yo empleaba en salir a dar una vuelta para conocer la ciudad minera, y he de decir que no me sorprendió lo más mínimo: no había nada que ver, es una ciudad sin alma alguna. Pero no necesitas estar en Toledo para animarte a echar unos tragos, así que por las tardes salíamos de bares con las otras dos y una extrañísima pareja que eran amigos de la directora.

Ésta era una tía que andaba cerca de la treintena, alta, hombruna, no guapa pero tampoco fea, sabía resaltar lo bueno que tenía y disimular lo malo, me gustaban sus labios, casi siempre estaba sonriendo, parecía tan natural de tan artificial como es una sonrisa así en alguien de su oficio, tenía un cierto gusto vistiendo, no hablaba demasiado y apenas se le notaba que pasaba mucho de todo lo que oía, estaba a punto de casarse con su novio de toda la vida...

La cajera era una de las tías más feas que he visto en mi vida, bajita, con una nariz y una barbilla que parecían querer fugarse de su rostro, horrible voz nasal, un culo enorme, fofo, que la traía de cabeza las 24 horas del día, siempre estaba hablando de sus regímenes, iba a apuntarse al gimnasio según decía, apenas comía ni bebía, pero aquello no perdía volumen de ninguna de las maneras y se amargaba. Tenía un novio al que vi durante una de aquellas visitas, un chico de pueblo, muy zamuzo y nervioso, era mecánico o algo así, llegó una mañana al piso mientras yo andaba dándole a la ciclostastic que le había regalado a su novia, en esa mañana le hice más kilómetros que ella en toda su existencia, era una perra, ese era su problema, todo el puto día sentada, en el trabajo, ante el televisor, "¿y por qué no sales a pasear o a correr?" le pregunté una vez y me miró sorprendida, como si no tuviera piernas...

La extraña pareja estaba compuesta por una ella que hacía dos veces y media a él. Parecían un planeta y su satélite, lo menos pesaba ciento cincuenta kilos, tenía aspecto de cíclope, y no por su tamaño sino porque los ojos estaban tan juntos que parecían uno, cuando la mirabas mientras hablaba y hablaba no hacías más que preguntarte cosas, a cual más irritante. Él no alzaba tantos centímetros como ella pesaba kilogramos, lucía una poblada barba, cosa que me he fijado hacen muchos de su estatura, como esos peces que se hinchan para atemorizar a sus depredadores o esos perros que parecen grandes y son solo pelo, igual. Ella trabajaba controlando la hora azul y él no recuerdo qué coño hacía, quizá era su guardaespaldas, yo que sé...

Entrábamos a cualquier bar, nos sentábamos en una mesa y pedíamos de beber, cosa que siempre hacía yo, más que nada para quitarme de en medio durante un rato, era insoportable aguantar aquellas conversaciones, los malditos programas de Telecinco y su puta madre, el Gran Hermano y toda aquella bazofia...podía entenderlo en el caso de esos engendros, pero que a mi chica le gustara eso era algo que me sacaba de quicio, no podía comprenderlo: una mujer guapa, inteligente, que se había sacado la carrera con la gorra, que en las rarísimas ocasiones en que la escuché tocar la guitarra clásica tenía que mirar al equipo de música por si estaba encendido, esa misma mujer tan maravillosa era una adicta a toda esa basura. Aún hoy sigo sin encontrarle una explicación, a no ser que fuera la forma en que consiguió todos aquellos títulos, su vieja siempre le apretó una barbaridad, no bastaba con aprobar, tenía que ser la mejor, y eso puede crear un sentimiento de rechazo cuando lo consigues y te dejan en paz: jamás la vi leer un libro que no estuviera relacionado con su trabajo, o una buena película sin que se durmiera, o escuchar buena música, mejor cuanto más pachanguera...ella, que en una de nuestras primeras mañanas juntos tocó para mi algunas de las páginas más famosas del "Concierto de Aranjuez", completamente desnuda, con la guitarra sobre sus piernas, mirándome a los ojos...se volvía loca con el "Mambo number 5".

Pero en fin, nadie es perfecto, así que mientras discutían sobre si este merecía seguir en la Casa o aquella tendría que ser expulsada yo bebía y bebía, no había otra manera, y es que una vez que salió el tema del cine ella les dijo a los demás que a mi me gustaba mucho, más que nada para hacerme entrar en la pantomima, también les dijo que me encantaba Kubrick, "no lo conozco" dijo la planeta estudiándome con su Ojo, "no conoce a Kubrick, no conoce a Kubrick...tira a por otro cubalibre, todavía no estás lo suficientemente borracho". Y cuando conseguía estarlo agarraba cariñosamente de las barbas a su satelitín y le decía al oído: "Afeítateeeee". Y él se reía, y yo cogía como podía a su amor para bailar un pasodoble, o la lambada o lo que fuera la jena que vomitaban a chorro abierto los altavoces, y a veces nos caíamos, y todos reíamos.

Pero es que no había otra forma de hacerlo para mi.

Un año después la mandaron a otro lugar en el culo de nuestro mundo, otra vez la misma historia, otra compañera de piso, otro novio, otras compañeras de trabajo...estaba cansándome, empecé a fallar algún que otro día, empezó a dejarle de importar. Al año siguiente le tocó más cerca, podría haberse venido a vivir conmigo e ir a trabajar con el coche, pero le tenía mucho miedo a la carretera, cosa que era verdad, aunque no tanto como que nuestra escapada estaba llegando a su fin, no había mejor prueba que esa.

Poco después todo acabó.

Y cuando quienes más me quieren estaban comenzando a pensar seriamente en la posibilidad de llevarme a un psicólogo, o a un psiquiatra, o a un matamolleras de los cojones, o directamente meterme en un barril de whisky para dejar de ver como me mataba, empecé con esto y poco a poco también a salvarme de mi mismo.

Mi paz estaba oculta tras el papel en blanco.

Ahora solo me falta tiempo.

Porque lo demás está en mi cabeza.




martes, 19 de junio de 2012

BIENVENÍO, MÍTE SERDON





La enfermedad de los ladrillos locos empezó inmediatamente después de las Navidades de 2007, que yo lo vi, que hablo de veras, que no me lo han contao...

Y es que lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible, que dijo el torero cobarde y sabio.

Llegaban sobre las diez de la mañana, veinte o treinta juntaladrillos, con sus monos llenos de mierda, sus voces roncas, su rancio hedor y su nula educación, un par de cervezas y un par de pulgas, algunos café y copa, o copas, según fuera su grado de alcoholismo, hay que tener un cierto pulso hasta para pegar ladrillos, y tres cuartos de hora después regresaban a lo suyo dejando lo mío hecho una pocilga mientras el jefe de la cuadrilla fanfarroneaba con los aparejadores de la obra.

Era un tipo alto y fuerte, un bruto alcoholizado, llevaba tanto oro encima como los negratas hip-hoperos que salen por la tele, su peluco valía un año de mi piso, siempre pagaba él, "¿QUÉ TE DEBO?" voceaba sacando un enorme fajo de billetes, "PON OTRA RONDA", hubiera estado así toda la mañana si no fuera porque los otros decían de marcharse, pero por las tardes, después de la comida y las putas, no había límite, ya estaba todo el ladrillo vendido, y entonces era una cinta sinfín: cubalibres, chinos, chistes, sus queridas, sus hijos, su santa...era todo un sentimental.

No era de aquí, vivía en un pueblo cercano, durante treinta años lo había hecho en su estado natural, esto es, sorbiéndose los mocos, hasta que los ladrillos perdieron la cabeza y se fue al Ayuntamiento con el carnet del Partido en la boca. Poco después era millonario.

Un juntaladrillos levantaba 2.500 euros, 4000 si se iba a Madrid, tan así era la cosa que las putas y los camellos merodeaban las obras, a un currito lo pillaron chingando en el despacho de uno de los aparejadores, lo echaron, todo tiene un límite, vale que trabajes medio chispao, que no se te caiga el canuto de maría de la boca, que le eches uno rápido detrás de aquel encofrado, ¡pero que encima lo hagas en la mesa donde dibujo mis planos!...como que no. Aunque no creo que tardara mucho en encontrar algo, en Madrid mejor, con un poco de suerte ahora cambiará los ladrillos por las cartas si la momia yanqui se decide a instalar su Eurovicio en la capital del muy católico Reino de España. Cuando lo haga, si lo hace, las putas y los camellos seguirán estando allí: donde se huele la pasta. Igual que los del Ayuntamiento.

La obra terminó poco antes que ZP ganará por segunda vez, estuvieron unos cuantos meses haciéndose los remolones para que coincidiera con esa fecha, que me lo dijo el aparejador jefe, "las cosas funcionan así: se inaugura cuando le interesa al que paga". Inaugurar y desaparecer todo dios fue cosa de un instante.

Y a partir de entonces las grúas y su infernal comparsita desaparecieron del paisaje urbano. De la noche a la mañana todo quedó en silencio, seguían allí pero calladas. Hasta que también ellas fueron desaparecidas, pero no así sus medios-obras, ahí siguen, esperando que alguien las remate, como un monumento funerario a la locura de un pueblo que creyó ser otro.

No es posible que pasemos de ser los limpiapajas de Europa a productores de las películas en diez años, por mucho que tanto el bigotes como el nublao se empeñaran en hacérnoslo creer. Para lograr eso, para que alguien pase del arroyo a la piscina privada sin más equipaje que su trabajo honrado, tienes que haber nacido en un país que desde luego no se llama España. Y no porque los españoles seamos especialmente peores que el resto, no lo creo, sino que quienes nos gobiernan sí son bastante peores que quienes gobiernan al resto que pintan algo en este melodrama. Y como vemos lo que hacen quienes deberían ser ejemplares nosotros no les vamos a la zaga: uno ve normal lo que es normal dentro de casa, aunque sea una aberración. Solo saliendo de ella se le caerán las legañas y conocerá la verdad:

Que papi y mami no eran tan buenos como parecían.

Y ahora llega Mr. Sheldon con su bótox  para que la vieja puta aún pueda sacarles los cuartos a cuatro despistados en busca de toros, paella, sol, mar y flamenco. Y tute subastao.

La España Eterna.

La España de Monipodio.

La España que ya no da más de sí: el typical spanish ya no les hace tanta gracia a los guiris tontos que no saben una mierda de ná.

lunes, 18 de junio de 2012

MAL ROLLO



- "¿Se lo vas a contar?"
- "Nooo...creo que no..."
- "¡Venga hombre! ¡si nadie los va a reconocer!...tú y tus remilgos...¿crees que alguno de ellos dos dudaría en largarlo por ahí, con pelos y señales, si tú hubieras sido el co-protagonista?"
- "Ni por un momento. Los conozco y sé que no pueden vivir sin hablar de los demás, si es mal mejor, pero yo no soy como ellos..."
- "Yo no soy como ellos, yo no soy como ellos...¿y qué eres? ¿un sacerdote?. Eres igual, o parecido, para no molestarte, a la gente le chifla regodearse en el infortunio ajeno, cuanto más grande mejor, ¿pero no ves que solo vende el mal, que solo es popular el dolor? hasta el humor más blanco tiene algo de hiriente para otros, vivir es dañar, y si no hazte budista...además, casi no has pensado en otra cosa desde que los vistes...y oíste..."
- "No lo pude evitar, estaban delante de mi y no podía irme del bar. Alguien tiene que darles el alcohol."
- "'¡Y tanto! estaban bien borrachos, más él que ella, por supuesto..."
- "Ya lo estaban cuando llegaron..."
- "Vale, vale...pero otras veces no han salido de tus dominios y no has tenido problemas en emborracharlos"
- "Yo no emborracho a nadie, se emborrachan ellos, es mi forma de ganarme la vida"
- "Sí, sí...pero no me negarás que ayer, cuando él ya estaba a punto de meter la pata, le cargaste bien la segunda copa..."
- "Quería que se callara un poco, no dejaba de decir gilipolleces, es tan cansino, tan pesao, tan..."
- "¿Estúpido? venga, dilo, tú siempre lo has dicho..."
- "Sí. Estúpido"
- "Y entonces llegó la otra..."
- "Sí, he conocido a pocas más malas que ella, es un dolor..."
- "Un dolor que no para de hablar...al menos te lo quitó de encima, te hizo un favor, ¿viste como callaba mientras ella le hablaba y hablaba y hablaba?"
- "Sí, y mientras tanto su amiga dándole cuartelillo a la mujer. No sé cual de las dos es peor, a veces pienso que van por ahí como la peste, sembrando cizaña deliberadamente, quizá se alimenten de ella, mucha gente lo hace, digo...alimentarse creando malos rollos..."
- "Ves como hablas, ves como hablas..."
- "Tú eres quien me está haciendo hablar, yo no quiero"
- "Pero lo haces"
- "En fin...esto es absurdo...mira esa pareja de subnormales, ¿crees que se la follará?"
- "Seguro, nadie folla más que un tonto. Y si son dos ni te cuento. Pero estábamos hablando de otra cosa, de esos cuatro, tres tías y un tío, todos colocados, solo podía acabar de esa manera..."
- "Bueno, ya está bien, solo quiero pasear tranquilamente, olvidar el asunto y encontrar alguno sobre el que escribir después...mira el sol, está nublado, hoy va a hacer un calor de tres pares de cojones..."
- "Sol y sol y sol...¡déjate de sol, coño!, siempre estás con el puto sol, ¿acaso crees que lo conseguirás escribiendo del sol? Vísceras, hígados, corazones, cuernos...todos rotos a poder ser, eso es lo que vende, eso es lo que le gusta a la gente. Estamos en el siglo XXI, amigo, Dios está olvidado desde hace mucho tiempo, ahora no se mira arriba, sino a la entrepierna, de hecho no miramos a ningún otro sitio, así que déjate de historias y dale hilo a la cometa voladora. A la buena"
- "A la buena...me parece que no escribiré nada hoy, ya son siete días seguidos, creo que nunca lo había hecho, quizá me convenga un parón..."
- "¿Parar? ¿parar ahora que por fin puedes contar algo interesante, vendible...? la lianta también lo intentó contigo..."
- "Sí, pero solo me interesa si estoy borracho. Sereno no me lía ni Cristo. Y ayer lo estaba. Bueno...hace tiempo que lo estoy."
- "No sería el martes de hace dos semanas...ni encontrabas el coche para irte a tu casa, por cierto, con tu sol bien alto..."
- "Ese fue un error que cada vez pasará menos"
- "...y cuando lo encontraron tus amigos volviste al garito. ¡Qué cosas, eh!"
- "No quiero hablar de aquello"
- "No quiero hablar de aquello, no quiero hablar de esto...eres otro lamparillas"
- "Sí, bien pudiera ser...Mira lo que pone ahí: por el culo tmbn es amor. Ja, ja, ja..."
- "Ja, ja, ja...sí es bueno, coño, sí...y verdad. El amor duele, que se lo digan a tu parejita de ayer, ¿eh?"
- "Me pregunto como se sentirá hoy"
- "¿Quién?"
- "Él...bueno, y ella también"
- "Están a puntito de llegar al final de la escapada, ¿eh?"
- "Sí, sí, lo veo desde hace tiempo, desde que su único candado encontró la llave que unía sus cadenas..."
- "Ohhhh...¡qué poético te ha quedado eso, amigo mío! seguro que tus lector@s están aplaudiendo esa metáfora sobre su hijo emancipadito..."
- "Es la verdad: sin hijos que dependan de ti no hay razones para seguir juntos. Solo miedo a quedarse solos o a encontrar algo todavía peor"
- "Eso lo sabe hasta el que se divierte haciendo pompas de jabón...Se acaban los cinco minutos reglamentarios, ¿no vas a contar la apoteósica coda?"
- "No. Fue muy triste y vergonzoso. Dejémoslo ya"
- "Está bien, está bien, como quieras...por cierto, y con ésta te dejo escuchar tu maldita música: ¿sobre qué vas a escribir hoy?"
- "Hoy no escribiré, no veo nada más que la película de las cojones"
- "Flácidos"
- "¡Ya está bien, coño!"
- "Descuidado"
- "Y dale..."
- "Hoy escribiré yo.Te dejo escoger la canción"
- "Vale. Esta es buena"




domingo, 17 de junio de 2012

MIL MANERAS DE MORIR



Así se llamaba un programa que emitían en Nitro los jueves a las diez y media de la noche, pocas veces se me pasaba, era una hora ideal para verlo con tranquilidad, mejor durante el otoño-ivierno, incluso me apuraba en cerrar el bar si tenía la menor posibilidad de hacerlo, apagas algunas luces, quitas la música, das volumen al televisor, sacas la escoba y muy gilipollas tiene que ser el otro para no decir ipso-facto "¿qué te debo?", y si no basta con esas todavía hay más. Los camareros también tenemos mil maneras de echar a los clientes sin darles una patada en el culo.

Los episodios son cortos, no en vano su número es mil, apenas llegaran a los cinco minutos, pero en una noche de esas podías ver quince o veinte, aderezados con la inevitable publicidad, of course, por lo que entre pitos y flautas te daba la una de la madrugada hasta que te marchabas, aunque en muchas ocasiones no era a casa sino a cualquier garito que estuviera abierto, pues normalmente me abrochaba cinco o seis Johnnies aderezados con nosecuantos cigarrillos mientras lo veía, lo que añadido a tanta muerte y tanta hostia hacía que la cuenta atrás para otra futura mañana en el infierno fuera imparable. No hay botón rojo que lo consiga a partir de mi cuarta copa. "Una es demasiada y mil no son suficientes". Cuatro. Incluso tres. Pero una, todavía, no.

Son muertes reales, quisir, basadas en casos reales estupendamente dramatizados por una compañía de anónimos actores a los que vas reconociendo en sus diferentes caracterizaciones. Una voz en off hace de cicerone mientras te pone en esa situación, que siempre acaba con la estúpida muerte del protagonista y, muy a menudo, con tus risas. Como cierre, el número de la muerte en cuestión y una leyenda sobreimpresa en el finado: "Manera de morir número 236: muerto por imbécil".

De todas las que vi, y os aseguro que fueron unas centenares, ninguna como la del frontman de la banda jevi que se quedó tirada en el estado de Utah, en pleno corazón de la mormonería.

La cosa fue que andaban de gira por los Estates cuando la furgoneta tuvo una grave avería, y no en una gran ciudad donde las averías de cualquier tipo son tan comunes que enseguida pueden ser solucionadas, enseguida que tengas pasta, claro, si no que te vayan dando, a veces pienso que una gran ciudad es una gran avería: si nada se rompe todo se viene abajo. Pero el caso es que estaban varados en la peor de las playas para un vicioso: un pueblecito idílico. Es decir, el infierno para un jevi como Dios manda, aunque quizá en su caso sea mejor decir el cielo.

En fin...que no había manera de hacerse con drogas y las reservas empezaban a escasear, por no haber no había ni alcohol, así que nuestro héroe, desesperado, le dijo a su manager que se iba a volver cuerdo si no conseguía colocarse de alguna manera, por lo que aquel, perro viejo y sabido, le contestó que había oído hablar de un método nuevo y barato para seguir viviendo en las nubes. O en las criptas.

Oler mierda.

Sí, daba asco solo oírlo, pero cuando uno es un yonki tirado en un pueblecito idílico de Utah está dispuesto a agarrarse de cualquier liana con tal de seguir colgado, además que, según le había dicho su jefe, eran la hostia las alucinaciones provocadas por esos gases. La rehostia.

Así que el tipo probó con los suyos...y le gustó.

La cosa era como sigue: jiñaba en un cubo y aún sin limpiarse metía la cabeza para aspirar todo ese hedor, logrando el efecto deseado; pero tanto le gustó, tantas cosas buenas le hacía ver su mierda, que de tanto forzar la máquina se quedó más seco que la mojama: aquello no daba para más ni comiéndose un paquete de salvacolinas.

Doblemente desesperado, y al borde del derrumbamiento definitivo, mientras deambulaba por el parque maldiciendo la hora en que hubieron de pasar por ese maldito pueblecito idílico de los cojones, en un extraño rapto de lúcida locura mental dio con la solución a todos sus problemas: los cagaderos públicos.

Escondido entre la maleza vigilaba la entrada y salida de los depositarios, más o menos como si fuera a atracar un banco, solo que en lugar de su dinero quería sus gases y un gordaco enorme en lugar de un tipo con un Rólex. Las prioridades cambian que no veas si eres un yonki tirado en un pueblecito idílico de Utah.

Aquello estaba bien, realmente bien, era aún más duro, todavía no se conoce el diamante del vicio ni creo que llegue a conocerse, si algo es propio e intransferible del ser humano es el aroma de sus cagadas, no hay pedo soportable aparte del propio, pero cuanto peor mejor cuando uno es un puto vicioso de la mierda...

Y en una de esas se quedó.

Quiero decir que le pegó tal viaje que se desmayó sobre la taza y se asfixió.

Y allí lo encontraron.

Si tenemos que morir, a la mayoría nos gustaría hacerlo de cualquier otra manera, pero bien pensando no hay mejor forma para cerrar el círculo: oliendo a mierda vienes y oliendo mierda te vas.

En un pueblecito idílico de Utah pasó que...

sábado, 16 de junio de 2012

DE COLIFLORES Y LINTERNAS



- "Ni apuntándome con una pistola me como eso..." le dije al topo (ver http://elblogdekufisto.blogspot.com.es/2010/08/el-miedo-es-peligroso.html) mientras veíamos a un cheflauta vegano preparar una coliflor.

No sé, será que la infancia nos marca como el fuego al ganado pero veo esa verdura y me entran ganas de mirar una fotografía de Paquirrín, ¡cómo no será la cosa!. Y es que una coliflor esta muy cerca de una mierda, al menos para mi. Recuerdo a mi madre cocerlas cuando se ponía a régimen, apestando toda la casa, aquello era nauseabundo, aunque parece ser que una vez cocidas y preparadas no están tan mal, ¡pero explícaselo a un crío que no podía entender el porqué no comer siempre patatas fritas con huevos y un filete!, ¿coliflor? cométela tú.

Pero al topo sí que le gustan, con locura, según me dio a entender anoche en un extraño arrebato parlanchín, sería cosa del alcohol, estaba apurando su segunda copita, límite innegociable para él, y se ve que le dolió mi desprecio hacia algo tan querido por él, cosa que no es tan rara: si llevando cuatro copas en el coleto me dicen que los Zeppelin son una mierda es más que probable que mande a tomar por culo al autor de esa majadería, y es que hay cosas que las llevamos tan dentro que mejor no menearlas, aunque el flojo topo, evidentemente, no llegó a tanto. Y es que una jodida coliflor jamás te hará subir la Escalera al Cielo. O al menos subir unos cuantos peldaños. Pero sí da, por lo visto, para defender sus virtudes ante un anti-verdulero como yo.

Así que durante quince eternos minutos estuvo hablándome de las ventajas que tiene comer coliflores, coles, berenjenas, acelgas, repollos, espinacas, y demás. Yo lo miraba y callaba de hacerle la inevitable pregunta, cosas de la buena educación recibida: "Y si tan buenas son...¿cómo es que estás más acabao que la Falange y apenas tienes cincuenta años?".

Me habló de su huerto y de lo que en el cultiva con tanto ardor y entusiasmo que por un momento temí que traspasara sus límites y pidiera el tercer dedillo de Beefeater con fanta de limón, pero no llegó a tanto, y cuando por fin se dio cuenta de que me estaba sudando la polla todo lo que estaba contándome pagó y se marchó, no sin antes prometerme que me traería unos tomates y huevos de su cosecha, cosa que agradeceré si la cumple, pues con esos dos sí que me llevo estupendamente, que uno no es un talibán en nada, joder, que también me gustan los Stones...y muy poco más.

Poco después cerré el bar y no tardé mucho más en dormirme cuando llegué a casa. Un par de horas más tarde ya estaba con las pilas cargadas, desayuné y recordando la errónea decisión de ayer he salido en camiseta a la calle: acierto. Pero hoy, enseguida, me he dado cuenta que sí habían cosas por rascar.

El mendigo estaba tirado junto al parque, pero no ha sido hasta que me he encontrado a diez metros de él que me he dado cuenta de lo que era, tapado como estaba por un montón de harapos, y es que dormir en el suelo tiene que ser parecido a hacerlo sobre el hielo, aunque estemos en pleno mes de junio y la infernal canícula esté a la vuelta de la esquina. Lo he dejado atrás pero he vuelto sobre mis pasos para dejarle un leuro, tenía el culo de una botella de leche a modo de limosnero, al menos era lo que parecía, pero al acercarme para darle mi contribución me he dado cuenta de que había agua, bueno, quizá sería mejor decir que había bichejos con algo de agua, increíble, entonces he mirado a sus piernas y he visto a un perrillo arrullado junto a ellas que me ha mirado de tal forma que se me ha puesto un nudo en la garganta, "¿dónde coño le dejo el euro?"...total, que con mucho cuidado se lo he dejado a escasos centímetros de su cuerpo, y cuando me incorporaba para continuar mi camino él se ha revuelto, despertándose, bufando, sobresaltado, ni nos hemos visto las caras ni nadie ha dicho nada, pero al alejarme he pensado que quizá he hecho mal dándole ese susto, porque sustos son lo único que espera quien duerme tirado por las calles y siente que alguien se le acerca mientras está durmiendo, y no hay euro que merezca romper un sueño para regresar a esa realidad. No me volverá a pasar.

Estamos a sábado pero parecía un domingo, o lo siguiente, vale que eran las seis y media pero es que a esa hora ya hay bastante movimiento en un día laborable, y aunque el sábado solo lo sea a medias se supone que algunos ya deberían andar en marcha, pero quitando al ejército de la limpieza no había ni dios, de verdad que me ha llamado la atención. Levántate pronto si quieres ver de verdad lo mal que está la cosa, sin intermediarios de la desinformación. Da miedo.

En el último momento he cambiado la habitual coda del paseo por la ciudad para hacerlo por las afueras, cerca de las vías del tren, el sol empezaba a calentar y he pensado que su solsticio, su Gran Día, está al caer;  ha sonado el "Let it bleed" y me ha pegado un subidón increíble, y justo después, sin solución de continuidad, cuando iba con una sonrisa de oreja a oreja, ha comenzado una música de lo más triste que he escuchado en mi vida: la que envuelve el inicio del viaje a Júpiter en "2001". No podía escuchar nada más, realmente emocionado me he quitado los cascos, y un rato después me ha venido a la cabeza lo del topo y sus verduras, y acto seguido Nietzsche y aquello que dijo sobre aquel célebre dietista de su tiempo que aseguraba las bondades de su parquísima dieta para vivir tantos años como él, algo a lo que la Gran Linterna de nuestra Era respondía que era una equivocación: la causa de su longeva vida no era su alimentación, la verdadera causa era que su metabolismo, ese débil cuerpo, no podía admitir las comidas fuertes, y que alimentándose como lo haría un pajarillo podría hinchar el grisáceo globito de su vida tan lentamente que apenas se notaría. Era su debilidad la razón de su longevidad, no la dieta que había llevado porque no otra podía llevar.

Lo que es bueno para la mayoría no significa que lo sea para ti.

Así que mientras pueda seguiré comiendo lo que me gusta, seguiré evitando las multitudes, seguiré sin creerme ni media palabra de lo que nos cuentan y seguiré levantándome temprano aunque me acueste tarde.

Y cuando no...quizá sea llegado el momento de adelantar mi viaje a las estrellas.

"Vivir como uno quiere o no vivir"

viernes, 15 de junio de 2012

UNA DECISIÓN EQUIVOCADA




Hay amaneceres en los que ves a Dios hasta en una nube de mosquitas, pero hoy no ha sido uno de ellos.

Y es que hubiera debido seguir durmiendo cuando desperté a eso de las cinco y media, o al menos intentarlo, he llegado a pensarlo mientras me ataba los cordones de las zapatillas, en ocasiones no hay nada como un buen desayuno para volverte a la cama, la paz interior empieza con la del estómago, pero...

Anoche terminé realmente cansado, no tardé ni cinco minutos en dormirme, cosa inaudita en alguien que como yo necesita horas y varios levantamientos de cama con sus correspondientes pitos para lograrlo, a no ser que llegues completamente borracho, entonces sí, entonces no tardas ni 0´2 en planchar la oreja, pero lo malo es que también despiertas con el alma planchada. No es un buen sistema.

Fue una buena noche, la gente se animó con la Selección, yo también, es increíble lo que están logrando estos chicos, hasta a mi, que paso olímpicamente del fútbol, me emocionan sus triunfos, y más aún por como los consiguen. Las formas, siempre las formas. Aunque pienso que esta Selección es para el país lo que José Tomás a los toros: su canto del cisne. Tan hermoso que bien podrían darles una prórroga. A los dos. Pero me da a mi que va a ser que no.

Sigamos con la nuestra...

Nada más salir me he dado cuenta de que iba a sobrarme el abrigo. Todos estos días saliendo a pelo, pasando un poco de frío al principio del camino, y hoy que tomo la precaución no me hacía falta. He pensado en regresar y dejarlo, solo eran dos minutos, pero soy como el conejo de Alicia: siempre se me hace tarde. Aunque sean las seis de la mañana y duerman hasta los pájaros.

No he tardado mucho más en darme cuenta que hoy tocaba poco que rascar, más aún cuando en Radio Clásica estaban emitiendo música brasileña, no samba, ni batucadas, ni gilipolleces de esas, no, música sinfónica escrita por brasileños, lo cual me causa la misma sensación que ver "Pastel de Queso" en una carta de postres: un sindiós. Fuera cascos, a ver porque palo se arrancan hoy los pájaros...ná, tampoco.

Sí, ya se veían los dorados cabellos del sol y toda esa mierda, el verde riachuelo paseando bolsas de plástico y botes de bebida, el coche del último polvo de la noche con las luces puestas, de vuelta a las respectivas casas, galgos o podencos abandonados trotando estúpidamente en busca de comida, me ha parecido ver una liebre, tal vez fuera una rata, todo se parece a estas horas, mejor fiarse del oído, más aún cuando O Pastel de Queso continuaba con su empalagosa tabarra a través de las ondas hertzianas, he creído oír a una rana pero puede que fuera un cocodrilo, me dolían las piernas y encendí un cigarrillo, vi a los cipreses del cementerio ponerse de puntillas en busca del sol, es lo malo de estar enterrado aunque solo sea por los pies, ¿qué será lo bueno?

Que te funcionen las piernas es lo bueno. A casa, a dormir.

Y me juego doble contra sencillo que ahora no puedo.

Hay amaneceres en los que no verías a Dios ni aunque apestara a zarza ardiendo.

jueves, 14 de junio de 2012

DE UN AMOR PASADO Y UN IMBÉCIL CONTEMPORÁNEO




No he sabido su nombre hasta hoy, aunque sí donde estaba y por eso, al volver a verlo esta mañana, he  recordado que allí fue la primera vez que le metí mano a una tía.

Begoña se llamaba ella, teníamos catorce añitos y ella un ligero problema de halitosis, cosa que no me importaba demasiado porque entonces yo respiraba por la polla, además que era una chica muy mona aunque no vivía en Barcelona (perdonadme, no he podido evitarlo): bajita, morenita, larga y rizada cabellera, labios carnosos aunque un tanto secos y con un ligero sobrepeso que a mi nunca me ha supuesto carga alguna. Al contrario.

No sé como llegamos al callejón aquel, oscuro y maloliente, pero a mediados de los ochenta en un pueblo de La Mancha tenías que esconderte poco menos que entre la basura para hacer con un poquito de intimidad las cosas que había que hacer, aparte que todo fue bastante inocente, nos besamos abrazados e intenté tocar un poco de culo que ella, con suavidad, me impidió; luego una tetita y lo mismo, las tenía casi tan duras como yo el nabo, que no hacía más que restregárselo por su entrepierna amenazando con torpedear mi pantalón y el suyo, pero al intentarlo con el coño se sofocó un tanto y lo dejé por imposible. Total, al menos nos estábamos besando, eso era bueno aunque estuviéramos rodeados de porquería y tinieblas, tan bueno que al salir de allí a la luz de las farolas no nos importó que alguien nos viera caminar abrazados, aunque no tanto como para no mirar de reojo por si...la dejé en casa de sus padres y me fui corriendo a la mía para meterme en el water. Esa vez no hizo falta ni el Interviú de padre. No duramos demasiado, yo quería estar con mis amigos y un rato con ella, al contrario que Bego. Días después me dijo que se enamoró de mi una tarde que llegué con retraso a clase, estudiábamos en los curas, dijo que le gustó mi chulería, mi vena de macarrilla, ¡ya ves tú!, ¡ni camisetas negras me dejaba llevar mi madre!, pero ya era jevi, fumaba y bebía, y todo eso, en un colegio religioso de un pueblo La Mancha a mediados de los ochenta, te convertía en una especie de James Dean para algunas chicas. Luego me enteré que inició la carrera de monja y no he vuelto a saber nada de ella. ¿Cómo será ahora?.

El que sí ha cambiado de cojones es el callejón, ahora está limpio y asfaltado, hay cocheras y farolas, viviendas y arbolitos, lo único que permanece es su nombre. Es curioso que solo sobreviva lo que no recordaba. Y verlo me ha traído a la cabeza una noticia aparecida la semana pasada en el infame periódico local: habían tirado una esquina emblemática del pueblo y algunos viejos lloraban con letras el hecho de tal forma y manera como si se tratara de la Pirámide de Keops, cuando su último inquilino del bajo fue la maldita Telefónica. Que si debía haberse conservado, que si la memoria se estaba perdiendo, que si es vergonzoso el poder del dinero, que si era un ¡monumento! nuestro a restaurar...todo muy cañí, muy hortera y, lo peor de todo, horrorosamente escrito. Leo ese periodicucho subvencionado y me creo Cervantes, de verdad, es para verlo: auténticos ceporros cuasi analfabetos escribiendo en el Boletín Oficial del Pueblo. Claro que como paga papito Comunidad, o Diputación, o quien coño sea, no hay problema: con el dinero de los otros juegan hasta los monos, basta con regalarlo por los bares para decir que tiene una difusión tal o cual. Mentira. Todo mentira: ad maiorem gloriam partitum.

A mi que tiren una esquina, un barrio, o un pueblo entero me la trae flojísima, "dejad que los muertos entierren a los muertos" que dijo aquel. Y tenía más razón que su padre. ¿O acaso ese ridículo viejo se cree Ramsés, como si todo aquel lugar por donde se haya arrastrado merezca ser recordado y celebrado por la posteridad?. Solo permanece lo que merece la pena, lo verdaderamente grande para los que son grandes, y no creo que una jodida esquina de un pueblo manchego merezca ser preservada para las futuras meadas de los gatos, únicos seres vivos que de verdad tendrían razones para su derribo, ahora andarán perdidos, los pobres, se pierden sin sus marcas; pero no eternamente, enseguida encuentran otro rodal, son listos, ¡por algo eran sagrados para los que dicen que construyeron esas absurdas maravillas que miran de frente a la Osa Mayor!.

No como el viejo gilipollas que llora su inconmensurable e irremediable estupidez.

Tampoco me he puesto a gemir cuando he visto ese luminoso y limpio callejón: no fue él de quien creí estar enamorado.

Y la verdad sea dicha...me importa una mierda lo que haya sido de ella, ahí yo ya no tengo nada que ver.

Dejé mi marca y encontré otros rodales.

Después de todo es de lo que se trata: marcar los territorios que te vayas encontrando sabiendo que jamás lo serán para siempre.


No quiero morirme sin ver y marcar la Pirámide de Keops.



Post scriptum:

No tiene nada ver con el texto que escribí anoche, pero durante el paseo de la mañana me he encontrado con una música muy bella y quisiera compartirla con vosotr@s, más que nada para tenerla en sitio seguro y no perderla. Ni olvidarla

miércoles, 13 de junio de 2012

UNA REVELACIÓN




Siempre va deprisa lo que solo puede ir en una dirección.

Se la compré a la panadera con mirada de loca, una cuarentona de labios finos y apretados, su hermano se colgó hace un par de meses, es un método bastante habitual por aquí, otros se pegan un tiro con su escopeta de caza; recuerdo a uno de estos, un tío de pasta, era cliente mío, solía venir en verano, a la terraza, siempre bebía Gordon´s con cocacola, me acuerdo porque echaba un sorbo de la ginebra antes de que le completara la medida, "para", la probaba, "echa", una vez me dijo que le pusiera de otra botella, "esta sí...echa". Era la misma. Es algo normal entre los adinerados, constantemente tienen que demostrar a quienes les rodean que no lo son por suerte, sino porque saben. Aunque quien les sirva sepa que no tienen ni puta idea, pero nosotros no contamos; digamos lo que digamos, aunque sea la verdad, no será tenido en cuenta: el Dinero siempre tiene la Razón. Una mañana se levantó, cogió su escopeta, se fue al campo en su cochazo y se descerrajó un cartucho en la boca.

Está riquísima la torta de la panadera con mirada de loca, la rellenan con chocolate que preparan ellos mismos, sientes el cielo en tu cabeza cuando está recién hecha y le das el primer bocado, me gusta tanto que solo la tomo una vez cada dos semanas. Y ayer tocaba.

Es un despacho pequeño hasta decir basta, cinco clientes son una multitud, normalmente hay gente haciendo cola en la puerta, viejas en su mayoría, es el barrio madre del pueblo, donde me crié, aquello era un pandemonium de tantos chicos como correteábamos por las calles en aquellos años, era como si todos se hubieran puesto de acuerdo para tenernos al mismo tiempo, como la película aquella, "El pueblo de los malditos", pero no matábamos a nadie, dábamos mucha guerra, sí, estábamos bien sanos como para no darla, algunos viejos solitarios enloquecían con nuestro continuo alboroto, pero antes de que el viejo solitario llegara a perder la cabeza solía aparecer la abuela de alguno, o la madre, "¡chicos, venid aquí!", e íbamos allí, "id a jugar a otro lado, ese hombre está loco". Desde luego había que estarlo para ser viejo, vivir solo y hacerlo en un sitio como ese. Y no dejábamos de recordárselo en cada ocasión que se nos presentaba, "¡¡¡LOCO, LOCO, LOCO...!!!". Y hacía el amago de venir a por nosotros, insultándonos todo lo fuerte que podía, pero cualquiera nos echaba el lazo...ahora han cambiado las tornas: los chicos crecieron y se fueron. Ganaron los locos. Al menos los pacientes. Ahora un viejo solitario sí puede amargarse a gusto, ahora su mundo sí es una perfecta mierda, ahora no oye la vida. Así es como mejor se olvidan las cosas: uno  puede permitirse el lujo de cerrar los ojos, pero taparse los oídos...eso es mucho más complicado.

La tienda de la panadera con mirada de loca tiene varios cuadros de motivos panaderiles, calendarios de la vírgen perpetua patrona del pueblo, y anuncios de Triduos en la Iglesia del barrio, siempre me he preguntado qué coño será eso de Triduo, pero yo, durante la inevitable y eterna espera, miro los cuadros, algunos de inocente apariencia son especialmente malignos si se saben mirar, el del viejo panadero con gafas de culo de sifón que extiende una barra de pan al chico con las manos en la espalda y el llameante horno al fondo es de museo de los horrores, pero como no hay lugar donde mires que no esté tapado por algo se mitiga su efecto. No creo que exista otro lugar en la Tierra con tanto horror vacui como La Mancha. Quizá esta sea una buena razón para explicar la religiosidad del pueblo: no puede haber nada vacío, hay que taparlo. Y si dudas, reza. Y los platos son para llenarlos, aquí la nueva cocina tiene menos futuro que Karina, quien por cierto suele cosechar grandes triunfos cuando viene en la Feria con su mohoso baúl de los recuerdos para que meneen la canilla las últimas momias que van quedando.

Por fin me tocó y compré la torta de la panadera con mirada de loca, volví a pensar en su hermano cuando nerviosamente me devolvió el cambio y las gracias, salí con cuidado de no pisar a ninguna vieja, dando gracias a Dios por estar en una panadería y no poder olerlas, y cuando gané la calle y mordí mi tesoro tuve una Revelación:

Siempre va deprisa lo que solo puede ir en una dirección.

Lástima que no tenga dinero.

martes, 12 de junio de 2012

EL GRAN ASCO




Bueno, la verdad es que no podía recordar si alguna vez había tenido tan vacía la despensa, anoche me cené un mejunge de aspecto vomitivo que hice con los restos de aquí y allá: un tupper que llevaba varios días en el frigo, un extraño puré bajo en calorías que es la base alimentaria de mi padre, "lo comemos todos" dijo mi madre, no sé...

Como tenía hambre y eso no sabía a nada laminé uno de los tres dientes de ajo que me quedaban, el último pedazo de jamón duro cortado en trocitos y un puñado de spaguettis que sobraron de una comida anterior, aunque tuve que desechar algunos porque ya estaban más tiesos que la pata de Cristo, daba angustia solo tocarlos. Una vez sofrito volqué el puré sobre aquello, lo removí y me lo comí con el último pedazo de pan duro. No estaba mal, al menos sabía a ajo, hubiera comido más. El hambre...

Y es que vuelvo a estar pillao, me han clavado tres IBI´s a la vez, las cuatro perras que tenía ahorradas han volado embargadas por los democráticos ladrones que nos gobiernan, hoy me ha llegado una factura de electricidad por trece euros que no sé de qué coño va, imposible de entender. Van a saco estos hijos de puta.

Pero a lo que iba...que no tenía comida, no teníamos, mejor dicho, ni yo, ni el gato, ni la periquita. Aquel llevaba tres días con una loncheja de jamón york y ésta creo que ya había empezado con su mierda. El pobre ya no tenía fuerzas ni para arañarme, yacía macilento por el suelo, en el sofá, ni maullaba, ayer le eché media latilla de sardinillas con tomate que llevaban en el frigo desde que lo compré. En situaciones parecidas las ha despreciado, los gatos son muy suyos, pero anoche no tardó ni 0´2 en devorarlas, me quedé ahí, mirando como se las comía, a punto de atragantarse...el hambre.

Así que después del paseo matutino he cogido la VISA, el DNI, el certificado de penales y la fe de bautismo y me he ido al Carrefour, aunque antes, "¡qué coño!", he ido a la gasolinera, el coche también andaba con la reserva encendida, "échale 20 euros, te pago con tarjeta". Normalmente le echo cinco, he pensado decirle que lo llenara, pero no. Al arrancar he mirado la aguja del nivel, apenas alcanzaba la tercera parte, pero eso es algo que no veía desde hace años. A por la comida.

Arroz, pasta, huevos, queso, nueces, miel, atún congelado, gulas, fruta, leche, galletas, magdalenas, conservas, tomate frito, cebollas, ajos, el mijo de la periquita, la comida del gato, su arena para las cagadas, el papel para las mías, paquetes de caldo, servilletas...la carne no, la de ahí no vale, eso lo compro en otro sitio, al pagar he saltado los cien euros. Jamás me había pasado.

- "Se deja los huevos, señor" me ha dicho el cajero cuando ya me iba con el carro hasta arriba.
- "Solo me faltaba dejarme los huevos. Gracias"

A por la carne.

Es un mayorista, tiene buenos precios y ofertas, la carne está bien, empezaron dedicados exclusivamente a ella, pero después, viendo que la cosa iba para arriba, intentaron abarcar más: pescadería, frutería, panadería...y la cagaron. Ya no va ni la quinta parte de gente. Que yo lo veo una vez al mes.

Como la mayoría de los carniceros, éstos también son medio gilipollas, se ve que el continuo trato con las marujas reblandece los sesos; hay uno, el que parece mandamás, que es un absoluto capullo, se cree que todos somos marujas, "llévate esto, y esto, y aquello...", metiéndote la carne por los ojos, intentando hacerse el gracioso, pero eso no da resultado conmigo: sé lo que quiero y no tengo coño. Se salva un rumano cincuentón, de rostro duro, hasta antipático, pasa de todo pero hace bien su trabajo, sabe manejar los cuchillos y a fin de cuentas es de lo que se trata. Una vez me regaló un kilo de chorizos por la cara. Los tipos listos nos reconocemos cuando callamos dentro de la jauría.

Porque eso es lo que eso es: una jauría de chusma maleducada.

He cogido número, el 11, iba por el diez, no me cuadraba con la gente que había, "atento, Kufisto...atento". Poco después ha llegado una especie de mono con cadenas de oro del que caga el moro acompañado por dos guarras, una morena y una rubia de bote, reían y reían, "atento, Kufisto..."

- "¿Quién va ahora?" ha dicho el viejo carnicero de cara desesperada
- "YO" he dicho.

Y entonces ha saltado el mandamás, el gilipollas más grande de todos esos gilipollas:

- "No, espera...ponle primero una oferta de aquellas a este, que estaba antes pero ha ido..."

Me he callado. "Tranquilo, Kufisto". Las guarras seguían riendo, creo que estaban hablando sobre el tamaño de los chorizos, el mono dorado que las acompañaba sonreía muy ufano, nos hemos cruzado las miradas, he tenido la tentación de romperle la cabeza y zapatear sus inútiles sesos, pero el hedor que desprendía la bruja que seguía comprando carne como si fueran a tirarnos la Bomba me ha despertado de la ensoñación, tanto que he dado un par de pasos atrás, "¿cuando se lavaría esta tía la última vez?", y venga voces, y venga chistes malos, y venga caras feas, animalescas, sin gracia ninguna...

- "¿Quién va?"
- "YO"

Y ha sonado un gruñido entre la manada que acompañaba a la bruja maloliente: "NO...MI CUÑADA". Lo ha emitido sin siquiera mirarme, abriéndose paso a codazos, tan fea y maloliente como ella, riente, sonora como un camión de la basura, el mono dorado seguía con sus monas, mirando las orejas del cerdo, riendo como reiría él...

He hecho un buñuelo del 11, lo he tirado al suelo y cagándome en Dios me he ido de ese asqueroso zoo, jurando no volver.

No hay Educación en este jodido país. Ni Respeto. Ese es el único problema.

No soy yo amigo de la chusma, ni cantor de sus supuestas bondades, para mi son peor que los animales, me importan menos que los ríos de trabajadoras hormigas, ordenadas y silentes, que me encontraré ahora cuando salga a pasear la amanecida. Jamás las pisaré, respetaré su camino, después de todo ellas estaban antes y no me hacen mal.

No como la gentuza.

A esa sí que la borraba del mapa sin remordimiento alguno.

Pero me conformaré con cambiar de carnicería.




lunes, 11 de junio de 2012

BORED DICK




Llevo tanto tiempo sin salir de aquí que apenas recuerdo si me escapé alguna vez.

Hace demasiados años...una muchacha sola...en el tren...ya estaba allí cuando subí...

No recuerdo de donde venía, pero sí que regresaba aquí; busqué un sitio libre de todos, el vagón estaba casi vacío y me senté junto a la ventanilla, me gustaba mirar lo que descubría el camino del tren, todo fugaz pero muy parecido, sin tiempo para los detalles, aquel olivar de la lejanía no tardaba ni quince segundos en quedar atrás, y tú ni dos en olvidarlo, allá se acercaba un rebaño de vacas, o un inmenso campo de trigo dorado por el sol de ese verano, o una pequeña estación abandonada...lo que fuera, nada permanecía, nadie tiraba del freno de emergencia, nadie lloraba cuando alguien se bajaba y nadie reía cuando alguien subía: solo íbamos de un sitio a otro. Eso era todo.

Siempre me gustó viajar en tren, no hay mejor forma de hacerlo cuando no son tus piernas las que te llevan, pero hay viajes en los que no son suficientes. Entonces, el tren.

Pero aquella tarde mi ventanilla dio al interior, no tardé nada en verla, en la otra fila, un par de asientos más hacia delante: morena, pelo largo, piel blanca, estaba leyendo un libro sobre sus piernas, hay pocas cosas mejores que ver como una mujer hermosa lee un libro mientras el sol ilumina la escena. Y allí no había ninguna.

Así que eso hice: mirarla. Y pedir porque no se bajara en las estaciones que iban saliendo al encuentro del tren.

En algún momento pensé en acercarme y decirle algo, o hacerlo sin moverme, a la Belleza no le disgustan las estatuas, tan quietas, a fin de cuentas todo movimiento es una posible amenaza, eso lo sabe hasta el que le echa cocacola al vino, pero un "¡qué calor!", o un "¿tienes fuego?", o un "ese libro que estás leyendo es buenísimo" puede dar lugar a una conversación...o a que mire para atrás y se vaya al siguiente vagón.

Y la cosa era demasiado buena como para arriesgarse: así estaba bien.

Llegaba mi destino y mientras me preparaba vi que ella seguía igual, inmejorablemente igual: esa no era su parada.

Y por otro momento pensé en decirle algo cuando pasara a su lado, no sé, "llevo mirándote toda una hora, tengo que bajarme aquí, pero dime una sola palabra y me voy contigo".

Quizá oyó el bonhamnesco latir de mi corazón cuando sintió que iba a perderla de vista para siempre, "¡con lo bien que estamos aquí, cabeza tonta!".

Pero ni media palabra.

Aunque "Moby Dick" estuvo atronando mi pecho hasta que del tren no quedó ni la n.

Después no sé lo que hice, aunque lo imagino. Y ahí seguimos, en plan Kraftwerk.