sábado, 31 de agosto de 2013

RESPIRA




- "¿Sales a fumarte un pito, Kufisto?"

La verdad es que no tenía ninguna gana, acababa de fumarme uno y esa misma mañana había tomado la determinación de reducir el consumo, aguanté hasta la una y media para encender el primero, aunque eso sí, con la ayuda de nicorette 2 mg, siete años masticándolos, desde aquel susto, así fumo menos mientras no lo acompañe de su primo hermano, entonces todo es igual, ahí podría esnifar ceniceros, por no hablar de cuando escribo, es un no parar, y hay veces, como ahora, que mezclo las tres cosas.

- "Vale, ahora salgo, déjame que acabe esto..."
- "Vale"

Esto era los del tabaco, estaban contando monedas una vez recargada la máquina, necesitaba cambio, no para ayer, puede que ni para mañana, pero desde hace algún tiempo me ha dao porque no falte: llevo en el bolsillo casi todo el dinero que no tengo en el banco para cubrir gastos. No es mucho, pero mejor conmigo. Y así, me creo mi padre. Pero yo no tengo quien hurgue en mis pantalones. Si me doy prisa, quizá dentro de quince años.

Al final salí, le cogí un pito y me senté para escucharle, como siempre. De vez en cuando hago algún comentario, alguna acotación, que diría el cowfatty luterano, pero más que nada por seguirle la corriente, no me gusta provocar cortocircuitos, ya no, y en fin, bien pudiera ser que así olvidara por un rato el mal rollo.

Habló de sus vacaciones, nada especial, estuve bien y se animó a continuar, no necesita mucho, la verdad, pero bueno...es un amigo. O al menos un cliente de a diario: "un café por trescientos y pico días son..." Tampoco es eso. Pero ayuda.

Salió un antiguo compañero de estudios para que le cobrara, "Kufisto, ¿me cobras...? tengo que irme" Es igual que hace 25 años. Y viendo como me habla sé que él sigue creyendo que soy como le dijeron que fui en los años que llegaron después. Y ya no es tiempo ni hay necesidad para hacerle ver que aquello no fue más que una ilusión óptica, o de palabra, que a ninguno encontré por donde yo andaba...¿Qué más da? Tiene un buen trabajo en Madrid, mujer y un par de hijos, o tres, creo. ¿Qué más da?

- "¿Ya te vas pá Madrí?"
- "No...jajaja...el sábado se acaba lo bueno...jajaja..." Ríe igual que hace 25 años.

Pasó el otro y me pagó, y no sé como salió el tema de cuando se fue a Londres hace diez o doce años, a aprender el idioma y tal, supongo que le vendría bien para su carrera de maestro, ahora se ha apuntado a clases particulares de una amiga mía para perfeccionarlo, le suma puntos para pillar plaza en el pueblo..."joder tu amigo", "¿qué?", "es muy bacín", "jajaja..." Es increíble como habla nuestro idioma, incluso nuestra jerga, tuvo que enseñarme el DNI para que me creyera que era napolitana...

- "Me cago en la hostia puta..."
- "Jajaja..."

Ríe muy bien. Ayer me dijo que se acordaba de su madre. No recuerdo la razón que me dio para no poder verla en las vacaciones que está a punto de coger. También se pone triste bien.

La cosa empezó por las hamburguesas, por el McDonalds, ni idea del porqué, tampoco voy a buscarlo, ¿qué más da? El tema es el tema.

- "Pues sí, Kufisto, mi primer trabajo en Londres fue en uno de esos. Duré dos semanas, hasta que agarré del cuello al encargado...¡Yo! ¡que en mi vida me he pegado con nadie...!"
- "No jodas"
- "Me humilló de una manera, Kufisto...Eso es una mierda, ese negocio, todo es mentira..."

Bueno, es más rojo que un vómito de sangre, pero a mi cada vez me hacen menos gracia los putos yanquis de mierda.

- "Siempre estaban con la limpieza tal, la limpieza cual...Me llega un día y me dice que hay que limpiar las rejillas de ventilación que había sobre la freidora, ahora cuando acabemos, ¿no?, no, ahora Y tuve que destornillarlas, todo el polvo sobre el aceite de las patatas y nuggets, y tal...¿Sabes cual era su limpieza semanal? ¡FILTRARLO! me quedé loco. Por ahí la mierda, por ahí el aceite. Y otra vez adentro...¿sabes como hacen el famoso cuarto de libra con queso..?"
- "Pues no"
- "Sacas la hamburguesa del congelador, dura como una piedra, ¡Y ASÍ LA ECHAS A LA PLANCHA!, ¡VEINTE SEGUNDOS!...hay un reloj digital que se acciona al pulsarlo...veinte, diecinueve, dieciocho...y eso es como una sandwhichera, baja la otra plancha, aprieta la hamburguesa y vuelve a subir...¡VEINTE SEGUNDOS, CONTAOS, CRONOMETRAOS...! ¿como puede ser eso?"
- "Ni idea...Una vez que me comí una con patatas fritas en el Burguer King y estuve tres días sin cagar"
- "Y esto por no hablarte de la lechuga...viene en bolsas cerradas herméticamente, tan verdes como pudiera dibujarlas el mejor de los pintores...pero tienes que abrirlas fuera de la cámara, lleva un gas que te deja medio tonto, pasarán trescientos años y ahí tendrás la lechuga...¿y los tomates? madre mía...parecen de ordenador. Ahí todo está al milímetro, Kufisto, todo..."

Después me contó que se fue a un restaurante de Ramsey, el de Pesadilla en la Cocina, el que tiene frente a Sotheby´s. Allí sí estuvo bien, ganaba 1500 libras al mes:

- "¡Pero es que a mediados repartían las propinas...Y TE LLEVABAS LO MISMO O MÁS! Hubo una vez que un japonés dejó tres millones de pesetas, al cambio, todavía no estaba el euro. Eso sí, el Gordon ese era un gilipollas, un borde..."
- "¿Como en la tele?"
- "Sí...es un hijoputa. Se pasaba una o dos veces a la semana, a ver como iba el negocio..."

Eso sí, la cocina era otra cosa, y el restaurante ni os cuento...Con deciros que había cuatro camareros por mesa, la creme de la creme, no sé cual y donde va el acento, qué más da; el hermano de nuestra gueina era habitual, su mujer era aficionada a tocarle el culo a los camareros mientras la servían, "ningún veterano los atendía, esa era mesa para los nuevos" Me contó muchas otras cosas, como que si el cliente preguntaba por los servicios tenías que acompañarle hasta ellos, a su altura si se dignaban a hablarte y por delante si no. Había una cortina previa a la entrada, un separador o como se diga, y allí era el último sobe, esa clase de gente no sabe hacer otra cosa. "Había mucho sexo allí, Kufisto, mucho...Tenían modelos sólo para recebir y despedir a los clientes, MO-DE-LOS...un par de horas, entre sus sesiones fotográficas y todo eso...Había alguna que te saludaba, pero eso era la excepción: era como si fueras invisible. Pero vamos, bien...salvando al fascista de Gordon, bien...¡Y A LOS AMERICANOS! De verdad que son para vomitar. Prepotentes, idiotas...hubo uno al que tuve que llevarle tres veces un fresh coffee porque decía que la taza estaba manchada...¡POR DENTRO! ¡APENAS UN MILÍMETRO, DOS...! eran veinte o treinta metros, Kufisto, había una tía que sólo se dedicaba a hacer los cafés, ¿qué ocurre?, me dijo el manager a la tercera vez, porque esa es otra, allí todo esta monitorizado, todo, absolutamente todo...¡EL COCINERO ESTÁ VIENDO LA REACCIÓN DEL CLIENTE AL LLEVARSE LA COMIDA A LA BOCA! Si hacía una mueca de disgusto salía disparado, ¿qué ocurre, señor, no es de su agrado? Aquel manager me dijo que fuera otra vez, que tragara, yo no tenía la culpa...fui a paso de tortuga, como cuando éramos chicos, allí estaba PROHIBIDO CORRER, prohibido...pero eso ya era por demás, yo estaba a punto de irme y no me importaba demasiado...Y ¿sabes? le llegó frío, lo miró, lo probó y entonces dijo que estaba bien"

Todo esto lo escuché con vivo interés, yo no he hecho otra cosa en mi vida pero nunca así, o casi. Es tal y como cuando me ha tocado ponerme traje y corbata para una boda, que andas como el hombre de hojalata en China...Yo soy español. Un español que sólo saldría de España para ver las Pirámides.

Esta mañana he llegado al bar con un cierto ánimo, anoche recibí una llamada un tanto tranquilizadora, "está mejor...ya abre los ojos...nos ha hablado..." Con todo, me costó dormir, tres o cuatro veces me levanté después de rezar el padrenuestro y el avemaría de rigor, pero ayer de verdad, ni me acordé de aquella odiosa imagen...

- "¿Como está?" le he preguntado nada más llegar a mi padre por su hermana.
- "Bien...parece que mejor..."

A eso de la una, cuando estaba acabando de sofreír el material, oí el teléfono de mi padre, sólo estábamos él y yo, y no era la Damrau cantando esa aria de Mozart...

Miré a través de la puerta, escuché sus respuestas, entró mi hermano pequeño. Colgó.

- "Me voy para allá...se ha puesto peor..."

Me lo dijo con los ojos muy abiertos, con esos ojos claros, parecía como si le hubiesen caído diez años más en treinta segundos.

Lo acercó mi hermano y me quedé solo. Eché el arroz, lo sofreí y después le añadí el caldo.

Tengo que hacerlo por partes, es una vitrocerámica pequeña, hay que jugar con los fuegos, un minuto así, otro así, otro así...Es un kilo de arroz, cinco posiciones a cuatro vueltas, la mitad a fuerte y la otra a flojo, apago la cafetera para que no salten los plomos, mirando constantemente el reloj de mi padre, el suyo, el que me dio otra noche que nos reconciliamos...El vecino de arriba pasa de arreglar su piso de pepito, ya va casi un año, lo ha puesto en alquiler, me cago en su puta madre.

"¿He rezado hoy?" me pregunté mirando los borbotones. No, siempre lo hago, fue una costumbre que retomé al poco de irme a vivir por mi cuenta, un padrenuestro y a dormir, algún tiempo después añadí el avemaría. Y cuando me convencí de que me había quedado sin amor empecé a rezarlos al despertar.

Y entre eso y esto aquí sigo.

El mediodía fue mejor de lo habitual, un bar es la jodida caja de bombones de Forrest, pero cada vez que entraba en la cocina echaba ese cantecito, el maldito, en qué hora se me ocurrió escribiros esa historia, tantas veces postergada...Fairy y Dios, Jesucristo me cae mejor. Yo empecé limpiando los vasos con Mistol, por entonces no existía el lavavajillas...Los secábamos con un paño limpio, cogíamos la sera de los cascos, la subíamos al cuartillo de arriba y los colocábamos, "cuidao no os cortéis", por entonces todos estaban vivos. Pelábamos patatas con el tío Victoriano, arreglábamos mejillones con Pepe, le llevábamos el Marca al abuelo, y volvíamos al bar esperando la nueva orden de nuestro Superman.

No, no había rezado. Y recé mientras veía hervir lo que había mezclado.

La kryptonita es como todo lo demás, como todo lo que te haga efecto, y a eso de las tres regresó si no con la capa, al menos sin las gafas.

Y la tarde se ha ido entre gente que no sabía nada, gente para lo que hoy es un sábado cualquiera.

Allí sigue la mujer de la eterna sonrisa, con el páncreas y una piedra que no le deja respirar, ya ves tú, una piedrecilla...

Y ya no sé como enlazar lo de arriba para darle fin a esto, he bebido y he fumado demasiado.

¡Y eso que lo vi tan claro como para apuntármelo! ¡Hasta tomé notas!

Pero ya no las veo.

Acabemos con una canción repetida de una de mis mejores historias:

http://elblogdekufisto.blogspot.com.es/2012/05/solo-respira.html




miércoles, 28 de agosto de 2013

UNA VEZ VI EL CIELO...




El primer transbordo era en Madrid,  no tardamos mucho en coger el tren para Zaragoza, creo que ni salimos de la estación, por entonces ya teníamos la capital lo suficientemente vista como para perder por un descuido el billete hacia las montañas: Madrid siempre estaría allí, y las montañas más, pero nosotros no volveríamos a tener veinte años.

Mi hermano, mi mejor amigo de entonces y yo. Era el agosto de 1.993, puede que del 94, me acuerdo mejor del mes, sin duda, pero todo tiene una explicación.

La segunda parada nos dejaba un poco de margen, dos o tres horas, no más. Recuerdo la salida de la estación zaragozana, tenía dos largas y blanqueadas hileras de cemento a ambos lados, nos sentamos en la derecha para hacernos unos canutos, llegó un yonki, "eeehhh, tíosss, tenéis un cigarrillo...", alguien le dio uno, "¡hossstiaaa...pasármelo, tíosss!" Así lo hicimos, fumamos en comunidad, con esa edad cualquiera es un amigo, hoy me lavo las manos cada vez que la doy, o casi. Terminó por pedirnos dinero, le dimos algo y nos fuimos a dar una vuelta. Llegamos a unos jardines cercanos y nos tumbamos debajo de un gran árbol, era enorme, tenía un tronco que no podíamos abrazar entre dos, puede que los tres, no sé...Qué grande era.

La siguiente parada era Huesca, estaba de feria, San Lorenzo, el pañuelo verde...Un paisano nuestro, un amigo que acababa de convertirse en guardia civil, estaba destinado por allí, habíamos quedado en pasar un par de días de fiesta con él y luego seguir para arriba.

Era un chaval...Hijo único, su padre era maestro, creo que su madre también, él era muy inteligente, no he olvidado las cartas que nos enviaba al principio de irse del pueblo, unas cartas propias de un escritor, yo ya había leído el 80 % de lo que he leído para dar fe de ello. Recuerdo especialmente una que protagonizaban unas moscas...sentí envidia: yo no era capaz de escribir algo así. O quizá mi vida todavía no se había roto lo suficiente para escribir así.

Dejó de estudiar en BUP, poco después de que su padre se enterara que fumaba, "así que fumas, ¿eh?...pues vas a fumarte este paquete de Ducados delante de mi. Uno detrás de otro" Era un cabrón, dicho por él. Y fumador. Superó la mitad del desafío, potó hasta la primera papilla, el viejo le dijo que era un mierda y estuvo algunos días en cama. Se fue de casa una vez que se metió a recoger la basura, nadie se lo podía creer, "¿Raúl de basurero?", sí, de basurero, con dos cojones y una cabeza como la de los marcianos de Mars Attacks! Estuvo un año, hasta que se enteró de los exámenes para picoleto, los aprobó con un cuarto de punta del capullo y se hizo guardia civil. "¿Raúl guardia civil?" Pues sí.

Pasamos un par de noches allí, de fiesta, no sé ni para qué pillamos pensión, "no me importa si os traéis chicas -nos dijo la anciana- mientras no arméis mucho escándalo, hijos míos..." Qué gente más maja, todo el mundo estaba de buen rollo, ni peleas ni historias, ¡y eso que jamás en mi vida he bebido tanto alcohol ni fumado tanto hachís!...bueno, tal vez en el concierto de los Cure del año siguiente, en Madrid, otra historia a contar, pero no fue lo mismo. Vimos a Kiko Veneno (al Kiko de los primeros noventa, el de échate un cantecito) completamente de gratis, aunque decir vimos es decir mucho. Y no por la gente que había.

Huesca fue nuestro Woodstock. Al menos el mío.

Salimos para Sabiñánigo, no recuerdo por qué medio, pero sí que paramos en una herriko taberna, nos dimos cuenta al entrar, cuando vimos las banderas, las fotos de los presos y todo el material. Nos atendió una camarera muy maja, guapa, de larga melena negra rizada y ojos claros, boca grande y labios finos, iba sin sujetador, "¿de donde sois?", "de la Mancha", estuvo un rato hablando con nosotros, se fue y me fijé que tenían unas escaleras al final de la barra, de vez en cuando las subían tipos con cara de cabreados, "vámonos" Y nos fuimos a Biescas.

Ese pueblo era la última parada, estoy casi seguro que ya había sucedido lo de la famosa riada, paso de buscarlo, es igual. En uno de sus campings (no sé si tendría más) echamos un día, aquello fue lo que menos me gustó del viaje, era como estar en la playa las veinticuatro horas del día a su medio: demasiada gente y demasiado juntos. Y mucho mal rollo.

A la mañana siguiente agarramos nuestras mochilas y nos encaminamos hacia Ordesa.

Había una especie de última parada, de más allá no hay más que montañas, cuando caímos en que no llevábamos nada de comida, como si allí arriba las cosas fueran como aquí abajo, "¡hostia...la comida, tronkos!", íbamos tan fumados que no nos acordamos, aunque en el pueblo ir así era sinónimo de asalto al frigorífico o a la pastelería de Orlando, pero estábamos fuera, lejos, y nuestra comida era lo que íbamos viendo. Jamás encontrarás a un nómada gordo.

No sé qué coño le habría pasado, pero el caso es que sólo le quedaban latas de mejillones en escabeche.

- "¿Y no hay otra cosa?"
- "No"
- "(Cagon dios...) Venga, va...¿cuantos días vamos a estar ahí? ¿cuatro? por tres, doce...a cuatro por cabeza...danos sesenta. Y pan Bimbo. Pero alcohol tienes, ¿no?"
- "Sí...está allí"
- "Ah...sí...Cuatro días por tres...Ocho botellas, ¿no?"
- "Sí, yo creo que sí..."
- "Pues serviros vosotros mismos"
- "¿No tienes Jack Daniels?"
- "No"
- "Pues el Cuatro Rosas..."

Y así, con las mochilas cargadas de mejillones gallegos y whisky yanqui, empezamos a subir la montaña.

Al principio había mucha gente, unos subiendo y otro bajando, la Cola del Caballo era un sitio muy solicitado, fácil de alcanzar, sólo tenías que seguir la carretera que te llevaba hasta ella. ¿Que era para arriba? pues para arriba. Luego sólo hay que bajarla.

No olvidaré el agua que a veces caía entre las rocas..."hostiaputa...qué buena esta"

Jamás, jamás, me he sentido más fuerte.

Y allí íbamos, montaña arriba, con nuestras mochilas de no sé cuantos kilos, tan ligeros como los gorriones, al menos yo y mi hermano, que el colega se quejaba de vez en cuando, "hostia, tíos, vamos a parar un rato...", "venga, coño, no seas maricona"

Llegamos al valle de la cascada, la vimos a lo lejos, "me cago en la madre que me parió...¡vamos!", había mucha gente, pero no importaba un vídeo de Miley Cyrus...¡Oh, Dios...aquello era tan...tan...como la jodida Luna!

Nos bañamos, hicimos el imbécil y un montón de fotos, nos tumbamos en la hierba, el sol un poco menos que en todo lo alto, "hazte una trompeta" A la derecha vi un sendero que subía casi en perpendicular hasta arriba de la cascada, aunque parecía no alcanzarla, "vamos", "¿qué?, "arriba, coño, al Monte Perdido...para eso hemos venido aquí", "venga, joder, hostia puta...con dos cojones" y pillamos las mochilas.

No digo que fuera necesario el piolet...pero casi: aquello tenía una pendiente descomunal. Y la tierra era gravilla. Cero coma y te ibas para abajo. "¡Ayayayay...!" Ninguno se cayó. Al menos hasta el principio del camino.

Llegamos arriba sin cruzarnos con nadie, mirando a los pringaos de abajo, "menudos mierdas"...hasta que os dimos cuenta de que los últimos veinte metros había que hacerlos colgados a pulso de unas argollas que estaban clavadas en la roca: "¡ME CAGO EN LA PUTA MADRE QUE PARIÓ A...!" Allí no había nadie, nadie nos había dicho ni que sí ni que no, aquello era la montaña. Aquello era la verdadera tierra del tú verás. Aquello era la Libertad.

Con todo, me quede mirando un rato el desfiladero, la caída era de unos cien metros, mortal: esas argollas eran para llevar cuerdas. Y nosotros sólo teníamos mejillones. Aún así, estuve a punto de intentarlo, tipo tortuga ninja, "por mis güevos", pero no llegué a decírselo a los otros. Yo era el jefe, ¿por qué esconderme en ellos?

Lo mejor de ser joven es que el tiempo resulta como una espera en el hospital: eterno.

Bajamos y preguntamos por donde subir. Y cayendo la noche llegamos arriba.

No he visto un cielo así en mi vida.

A la mañana siguiente nos dimos cuenta de que no podíamos ir más allá: a partir de ahí era cosa de escaladores. Y no hay mejillón, ni bourbon, ni costo que permita ver las cosas como no son, mientras sean buenos. Y lo eran. Además que...estábamos en la cima, en nuestra cima, en la de nuestra clase...no había nadie más allí.

Subir más hubiera sido cosa de estúpidos.

Allí estuvimos tres días, mirándolo todo, me acuerdo de una gruta subterránea, casi nos perdemos, "¡juntos, coño!", había un agua que podías comparar al cielo de las noches hecho zoom, con ella rebajábamos el Cuatro Rosas, aunque decir rebajar es decir gilipollez...Bebíamos hidrowhisky y comíamos mejillones por hacerles un favor a las rocas.

Llegó la mañana del último día, yo quería quedarme allí, pero iniciamos el descenso, enseguida vimos a los demás, poco a poco todo se iba desvaneciendo.

Sin saber como, en un pispás el cielo se fue cubriendo de nubes negras, era impresionante, allí arriba todo va a otra marcha, a otra velocidad.

- "¡¡¡VENGA, VAMOS, RÁPIDO...QUE NOS PILLA LA TORMENTA!!!"

Llegaron los relámpagos y sus truenos, tan ensordecedores como nada, daba miedo, me acordé de mi abuela y su Santa Bárbara bendita, que en el cielo estás escrita..., nuestro amigo no podía con sus pies, "no puedo más...dejadme aquí...de verdad...", "¡¡¡VENGA, ME CAGO EN LA MADRE QUE TE PARIÓ...QUÉ COJONES TE VAMOS A DEJAR AQUÍ...!!! ¡¡¡VAMOS, HOSTIA, MARICÓN!!!", "¡¡¡ME CAGO EN TU PUTA MADRE!!!"

No había empezado a llover cuando regresamos a Biescas, pero los truenos casi te levantaban del suelo, "¡¡¡VAMOS, CHICOS, UN ESFUERZO MÁS...HASTA SABIÑÁNIGO!!!"

Y justo, justo, a su entrada cayó la que no está escrito. y nos refugiamos en un vagón abandonado.

Y allí pasamos aquella noche, bebiendo la última botella, comiendo las últimas latas y fumando los últimos petardos, oyendo la fuerza de la lluvia en el techo del viejo vagón, reventados, "jajaja...jódete"

El día siguiente amaneció como si nada hubiera pasado, recuerdo que hicimos tiempo al tren en un muro alto cercano a la estación, sí...colgando las piernas...sí...

En Zaragoza me asaltaron unos secretas de malos modos, como si pudiera ser de otra forma, es su trabajo y tal, y entonces la ETA todavía tenía gobernillo, y yo llevaba unas pintas...

- "ehhrrr...secreta -me susurró sacando la placa como el tahúr con el garbanzo- Contra la pared"
- "¡Pero esto qué es!"
- "¡QUE TE CALLES! ¡CONTRA LA PARED!"

Obedecí sin callarme, "¡CÁLLATE, KUFISTO!"  me dijo mi hermano

- "Documentación"

Se la di en plan Lennon cuando aquella rueda de prensa post somos más grandes que Jesucristo...

- "Circule"
- "¿Y ya está?"
- "¡¡¡QUE TE CALLES, KUFISTO!!!" dijeron al unísono mis dos compañeros de viaje.

Yo me sentía más fuerte que una tormenta.

Tres horas después estábamos en Madrid. Y dos más tarde en el pueblo. Todavía era de día. Paramos en mi bar de entonces, el mejor que no haya sido nuestro, era como si viniera de Júpiter...

- "Un Jack Daniels con mucho hielo, Nano"

Me faltaba media hora para terminar mi turno cuando he visto venir la tormenta, he recogido la terraza y me he puesto a hablar con la mujer de rojo y a hacerle momios a su criatura, una niña de nueve meses que sonríe y sonríe sólo con que la mires...

Y me he acordado de aquel cielo de aquellas montañas.


domingo, 25 de agosto de 2013

¿EL DRAGÓN? AQUÍ ESTÁ




Uno se duerme, ¡por fin!, empapado en sudor, despatarrado, recordando aquel vídeo de Robin Williams y las estupendas patinadoras, y despierta encogido, tal que si se hubiera convertido en Rip van Winkle, creo que se escribe así, y en lugar del esperado mañana se encontrara en uno mucho más allá. "¿Pero esto qué es?" No, hoy era ese mañana, ya casi es ayer, sólo había pasado lo justo. Y entremedias algunas inesperadas corrientes de aire. ¿Qué puede hacer un hombre que duerme, diosecitos? Eso es jugar sucio.

"Quizá la ducha...el desayuno y tal..." No, tampoco, continuaba estando diferente, quizá fuera porque ya me había convencido, porque ya había creado mi proyección de que quería estar malo, ahora están de moda, es su turno en este tiovivo pilotado por el hijo pródigo de Chimo Bayo, "todo lo que te pasa es porque así lo quieres", y ya está, todo arreglado, fin de la historia, fin de los problemas, fin del cabreo y bienvenido, míster Nirvana.

Las pastillas son malas, veneno legal de la industria farmaceútica, ese Leviatán con piel de arcángel...Claro, no conozco a nadie que le guste comer pastillas, a no ser que sea un pastillero, pero esos no cuentan. Recuerdo una tarde que le pregunté a Enrique, mi médico, aunque no sea el que figura en mi tarjeta sanitaria, a este ni le conozco, de hecho creo que es esta, no sé...Yo le cuento mis cosas a mis amigos, no a cualquiera. En la vida no existen los señores Lobo si no es con la talegada por delante.

- "Oye, Enrique, me he resfriao y tal, he empezado a tomar pastillas esta mañana...¿cuantos días tengo que estar?"
- "Siete"
- "Me cago en la puta..."
- "¡Ya estás!, ¡siempre cagándote en todo! Pues no las tomes"
- "¿Y entonces qué?"
- "Entonces estarás malo una semana"

Y lo decía en serio.

De todas formas me tomé un ibuprofeno, "retiene líquidos, causa tal..." Ya, pero también quien se metió por medio en la pelea más salvaje que he tenido en mi vida me dejó tirado poco después en un pueblo de mierda por una zorrilla de tres al cuarto de cuarto.

Fui al bar y me lié con el arroz, "¿un vaso de gazpacho?...espera un poco, es temprano. Mejor una cocacola, sí, como de pequeño, aquellos médicos la recomendaban, sí, cosas azucaradas, cocacola está bien. Ahora no haces más que leer lo venenosa que es, por no hablar de la light y su aspartamo, "¡¡¡NO LA TOMÉIS, AMIGOS, ES VENENO PURO!!!" Uno lee a cualquiera y se pone malo: no comas esto, no bebas eso, caga así, mea asao, huye del pescado radioactivo, la carne está podrida, el tabaco ni te cuento, ¿alcohol? córtate las venas y límpiate el culo con ellas, ¿azúcar?, ¡¡¡AZÚCAR!!!, huid, insensatos...Sí, yo soy de esos que vio fumar puros a los médicos mientras pasaban consulta.

No estaba demasiado fría, "¿quieres hielo?" ha dicho mi padre, "no, está bien", ya tengo cuarenta, al menos que sea sin hielo. Además, que seguro lleva algo, el muy cabrón. "Con hielo estaría mejor" Pero me la he bebido de la botella.

Bueno, tampoco es que me pusiera en órbita, pero me espabilé un tanto y eso es más que suficiente para mi, no me gustan las alturas si no soy yo el que conduce, de hecho ni las bajuras, y menos los llanos. Cosas de uno de secano.

A eso de las tres recordé que tenía un sobre de desenfriol medio olvidado entre mis cosas, ya había hecho estómago con un pedazo de tortilla y el vaso de gazpacho, "sí, me vendrá bien..." Lo he disuelto en un vaso de agua y lo he dejado reposar un tiempo para que se activara, tal y como recordaba su prospecto, que todo necesita un cierto reposo para causar el efecto buscado, todo lo bueno, quiero decir: la buena comida, la buena bebida, el buen tabaco, las buenas...en fin. Si no te comes unas putas habichuelas recién apartadas del fuego, ¿por qué vas a hacerlo con aquello que te puede quemar el alma?

- "Deberías llamar a tu tía" me dijo padre con las gafas del sol ya puestas.
- "¿Qué pasa?"
- "La tía Eulalia está mal..."
- "¿Sí?"
- "Sí"

La mujer del hermano de mi abuelo, es decir, tía de mi padre, segunda mía, ¿no?, vamos bien, creo...Su hija es mi madrina, pero yo siempre la he llamado tía, al igual que a su madre, un sindiós pero que está bastante claro, al menos para mi. Antes eran así las familias, cuando los médicos de John Ford y...¿Sáenz de Heredia? Lo comentaba la otra tarde con un amigo al contestar su pregunta de donde estaba Seattle, una amiga de su mujer se va para allá, "en la costa Oeste, arriba, al norte, en el vértice, lindando con Cánada, mucho frío...", "¡ah, sí, es verdad...donde Nirvana y tal...", "eso...¿te das cuenta?", "¿de qué?", "casi conocemos los USA como España, y eso nosotros...¡qué no serán los que vienen detrás!...¿puedes decirme alguna provincia, o estado, o lo que sea de Rusia? ¿o de China...?"

La he llamado a su casa, las quiero mucho, "¿como está?", "pues mal, Kufistín, mal", "ya..." Le he dicho que mañana me pasaría a verla. Espero llegar a tiempo.

Este mediodía ha salido a colación el tema del viejo bar, cosas de malmetedores, malrecibidoras, mejor dicho, mi padre no se ha cortado un pelo, nunca lo ha hecho con nada que no fuera asuntos del corazón, y menos ahora. Han salido a relucir los viejos tiempos, mi tío, su primo hermano, murió hace algunos años...Era como mi hermano...si hace cuarenta años me dicen que iba a pasar por allí mirando a otro sitio...no me lo hubiera creído, pero la vida es así, es verdad, no hay más, sólo hay que darle tiempo, dejarla reposar...

El caso es que he recordado una de sus recomendaciones, una que me dijo una tarde que llegué un poco chungo por un resfriado, poco después de que abandonara antes de empezar el curso de la UNED para convertirme en director de cine...treinta y seis mil calas de hace veinte años.

- "¿Qué te pasa?"
- "Estoy resfriao, tío..."
- "Tómate una aspirina y un dyc con cocacola"

Mano de santo.

Y hoy como ayer.

Estaba apurando el segundo cuando ha llegado un chaval que me recuerda a Julio Iglesias, estoy casi seguro de que es su padre, creo que él también lo sospecha, puede que harto de que se lo digan, "¡hostia, tío...como te pareces a los hijos de Julio, sobre todo al gay, a Julio José..." Y a él parece que le gusta, se lleva como él, que dirían los antiguos, o se conduce, que es término más moderno de esta era terminal...Una cosa es que te ahíjen con Pedo Vaca y otra con Julio, con nuestro Julio, el puto amo. Aunque esto te anime socio-culturalmente a mirar al que te crió como si fuera el chavo del ocho.

- "Hola" ha dicho como si yo fuera el dragón que guarda en su castillo a la princesa
- "Hola, ¿qué quieres?"
- "Estoooo...¿puedessss...?...¿tienessss vasos de plástico?...essss para unos cafésss"
- "Claro, ¿como los quieres?"
- "Ehhh...uhhh...síii...uno solooo yyyy...otro con hielo. Sólo. Tam-también"
- "Vale"

"Jajaja...la madre que me parió..."

- "Ahí los tienes"
- "Ah, sí...¿me lo cambiasss por sacarina?"
- "Claro"
- "Dos para essste y una para esesss...mmm...sí..."
- "Toma"

Le he dao siete.

- "Ehhh...¿están limpiosss lo vasos?...es que he vissssto que los lavabas..."
- "Jajaja (me cago en dios)...no hombre, es que como son de plástico hay que enjuagarlos antes"
- "Ah...ya...¿qué te debo?"
- "Dos con sesenta (por gilipollas)"

Y he cogido el billete de su mano.

Julio nunca paga así. Fijo.

- "¿Puedo llevarme unassss...unosss carrizosss?"
- "Claro (mientras no me pidas a la princesa que tengo encadenada en el falso techo...)"

He vuelto a casa, he encendido una breva de Guajiros, tres Marlboros y me he bebido cuatro whiskies mientras escribía esto.

Y ahora a pasear.

Y estoy así de bien, que decía el Robe.

Superior.



viernes, 23 de agosto de 2013

PARA TILA




El primer recuerdo que guardo del resto del mundo es el de un asesinato: el de John Lennon. Y apenas nada de lo habido antes de ese día, parecen sueños: una pelea con mi mejor amigo para ver quien empujaba el columpio donde se balanceaba una niña, un niño arrastrado por su madre, llorando a lágrima viva porque no quería ir al colegio, una vieja monja que se llamaba Rosa y me quería mucho...no sé. Pero sí que mi primer contacto con la vida de los otros fue en uno de sus días más tristes: habían matado a alguien que hizo feliz a mucha gente.

Yo tenía siete años.

A partir de entonces sí, enseguida llegó el golpe de Estado, estábamos jugando en la calle y nuestra abuela bajó llorando a recogernos. Arriba estaba el abuelo viendo la tele, muy serio, mientras la abuela lloraba, rezaba y nos besaba. Pero yo de quien me acuerdo bien es del abuelo, de su cara, no decía nada, tampoco era tan raro, solía ser así aunque no tanto, yo no podía entender porqué lloraba la abuela. Poco después llegó nuestro padre a recogernos, había cerrado el bar y nos llevaron a nuestra otra casa. Al día siguiente no hubo colegio.

Tres meses después ganamos la Liga, de eso sí que me acuerdo bien. Extrañamente escuché la última jornada en casa de mi otra abuela, la yaya, no le gustaba que la llamaran de aquella manera, todavía era joven; tenía una radio grande en la cocina, de gran antena y grandes botones, me gustaba mucho, en ella oí cantar el gol de Zamora en Gijón, el del empate en el último minuto, el que nos daba la Liga...

La mañana de los Santos Inocentes de ese mismo año nos llamó por teléfono su marido, nuestro abuelo, a él no le importaba que le llamáramos así, quizá fuera la diferencia de edad, creo que se llevaban diez años, puede que más...

- "¡CHICOS!"
- "¡Hola, abuelo!"
- "¿Os estáis portando bien?"
- "Sí"
- "¡OS HE COMPRADO UNAS BICICLETAS!"
- "¡¡¡BIEEENNN!!!"
- "Jajaja..." le escuchamos una vez que nos calmamos un poco "¡PERO QUÉ INOCENTES SOIS! ¿Es que no sabéis el día que es hoy?"

Nos lo explicó. Nuestra joven madre se sonreía. Este abuelo siempre había sido un bromista.

- "¡ERES TONTO, ABUELO!"

Nos echamos a llorar. Creo.

Dos horas después volvieron a llamar a aquel teléfono rojo colgado de una de las paredes de la cocina: había muerto de un infarto.

Y entonces sí que lloramos al ver como lloraba nuestra madre.

1981 fue mi 1492.

No pasaron tres años cuando un mediodía de febrero sonó el teléfono blanco de teclas de la tienda de abajo, nuestra tienda, esa en la que trabajaban nuestra madre y nuestra tía. Estábamos viendo la tele, esperando a que acabara para que nos diera de comer, "¡qué hambre!", cuando la oímos subir corriendo las escaleras, llorando como nunca la he vuelto a oír.

- "¡HIJOS MÍOS...PONEROS A REZAR!...¡VUESTRO PRIMO RUBÉN...SE LE HA CAÍDO UNA PARED ENCIMA!...¡¡¡REZAD, HIJOS MÍOS...REZAD!!!"

Poco después llegó nuestro padre y se fueron al hospital. La hermana pequeña de mi madre también estaba bastante mal, pero no tanto como su hijo. No tardaron una hora en regresar.

- "¿Como está?" les preguntamos cuando no habían empezado a subir la escalera.
- "Ha muerto"

Me agarré de la puerta del salón y le di de cabezazos hasta que mi padre me sujetó.

Catorce años después le tocó el turno a mi otro abuelo. Estaba ingresado en el hospital, operado de la úlcera guerracivilista que le acompañó tres cuartas partes de su vida, ya no quedaba otra opción, era eso o puerta, le tenía auténtico pavor...Salió bien, eso nos dijeron, yo iba a verle todas las tardes, poco antes de entrar al bar, "¿como estás?", "bien...¿y el bar?", "bien..." El bar. Siempre el bar.

Oí como mi madre me llamaba desde arriba, todavía vivía con ellos, "Kufistín...¡Kufistín...!" Eran las ocho de la mañana. Hacía siete años desde la última vez que había tenido que despertarme. Desde que dejé de estudiar.

- "¿Qué?"
- "Que se ha muerto el abuelo..."

Fui al bar, mi padre ya no estaba, sólo quedaba Manolo, el hombre a quien el suyo llevó a mi abuelo treinta años atrás, "haz con él lo que quieras", no valía para estudiar, "vamos a cerrar...se ha muerto el abuelo" Se echó a llorar y yo cerré el bar.

Algunos años más tarde, una mañana de septiembre, a eso de las ocho, oí el móvil, no lo había apagado la noche anterior, ni la anterior, ni la anterior...era cosa de días.

- "Kufisto..." Era mi madre
- "Qué" respondí como quien oye el último recopilatorio de los Rolling Stones.
- "Que se ha muerto la Cori" La madre de aquel primo muerto.

No lloré hasta un mes después, una tarde que salí a pasear por donde siempre, por el tramo en el que se adivina su casa y se ve el cementerio, como tantas veces...Había llegado el otoño de golpe, podías ver las primeras hojas muertas sobre las baldosas del paseo, tan cerca de sus árboles, sin el viento necesario que las levantara del suelo mojado...Me senté en él y rompí a llorar como si hubiera visto la luz por primera vez.

Le llegó el turno a nuestra abuela, la abuela, padeció de Alzheimer los últimos años de su vida, poco después de morirse su marido, su hombre...Su hija la cuidó con la ayuda de su bendito marido, un cordero con piel de lobo. Era para verla como la llevaban a nuestro bar, hecha un primor, peinada, maquillada, bien vestida...parecía una muñeca de las antiguas, de las que eran obras de arte...Poco a poco dejó de conocernos, "¿quién es este?", le decía su hija, "ehhh..." Y sonreía. No paraba de sonreír. "Este es Kufistínnn..." resolvía mi tía.

Se le rompió la cadera y la ingresamos en el hospital.

Estaba yéndose la última tarde de junio cuando fui a verla antes de ir al bar, sólo estaba el ogro con ella, su mujer había salido a fumar un cigarrillo.

- "Abuelaaa..." no respondió. "¿Como está?"
- "Mal, Kufisto, mal..."

Estábamos hablando de ella, mirándola, cuando dejó de respirar. No hizo ni un aspaviento, ningún estertor, nada...Simplemente dejó de respirar. Yo lo vi.

- "Ves a llamar a tu tía..."

La besé y fui a por su hija. Y allí la dejé.

Este verano está siendo tan infernal como todos los demás, no hay mañana desde hace dos meses que no me despierte con la almohada en modo una gota más de sudor y te mato a lo John Bonham, pero anoche, cosa rara, no tardé mucho en dormirme, tal vez fuera por seguir inconscientemente los consejos de un paleto que me entró al bar a última hora de la tarde, un albañil, un buen hombre que tuvo la mala fortuna de entrar poco después de una situación embarazosa, tres gilipollas cocainómanos de un pueblo cercano acababan de hacerle la pirula a uno de sus paisanos, otro buen hombre, uno que lleva unos días por aquí, las circunstancias, el hospital y tal...En fin, que tres copas, "ahora venimos", y no volvieron. Y él estuvo ahí media hora. Me di cuenta en cuanto salí a fumar un pito: "se la han jugado"

Me pasé adentro sin decirle nada. Le di el tiempo suficiente y se fue. No era culpa suya. Hoy ha vuelto y no se lo he recordado.

El tema es dejar una rendija de la ventana abierta, "y ver por donde entra la corriente de aire..." como me dijo el buen palet, en mi caso el respiradero del servicio que comparte la habitación. Mano de santo.

A eso de las ocho me ha despertado el sol, he encendido el teléfono para activar la alarma, he bajado la persiana para seguir durmiendo y poco después, justo cuando estaba a punto de quedarme bien frito, ha sonado el tono de llamada, "¡¿coño?!"

Mi madre.

- "Kufisto..."

Cero coma, no me ha hecho falta más para saber que se trataba de algo malo.

- "¿Qué?"
- "La gata...que se ha muerto"

Dieciocho años de gata. Más o menos.

He respirado aliviado, podía oírla emocionada, aguantando el llanto.

- "Joderrrrr..."
- "¡Y a ver el tuyo, que pierde mucho pelo...!"

Bueno, justo hace hoy ocho años que vine a vivir aquí, medio después me lo trajo de Alicante la hermana pequeña de mi ex, cabía en mi mano de peso mosca, así que siete y medio...y no veo que pierda tanto pelo como dice la vieja, sólo que tiene mucho y lo va cambiando y tal, ¿no?

Volví a dormirme hasta que sonó la hora. Me arreglé, compré algunas cosas y fui para el bar, ya estaba mi padre, "el bar...el bar...", somos parientes del cuerdo Kurtz, "¿te has enterao?", "¡coño!, menudo susto", hemos bromeado un poco con el cuadro que se ha encontrado, todo lleno de lágrimas y tal, entierro en la finca del familiar que se ha ido de vacaciones, "acaban de irse tu madre y tu hermano con buenas gafas de sol..." Dios nos perdonará a todos.

Y a eso de las dos se han juntado tres parejas de amigos con sus criaturas, el mayor no pasaba del año y medio y la otra parejita apenas se llevan días en sus nueve meses...Era para verlos: la pequeña no hacía más que mirarlos desde su cochecito, sonriendo, que eso es lo que hace esa luz del jodido mundo desde que nació, mientras los otros dos se arrastraban por el suelo, midiéndose, gruñéndose...Nos hemos reído tanto...

La vida es así, tron...ca

Buen descanso, querida.

En serio.








miércoles, 14 de agosto de 2013

STRANGE WORLD



Últimamente estoy yendo al trabajo como lo hacía al colegio, con la hora pegá, "¡QUE VAIS A LLEGAR TARDE, VENGA...!", casi nunca nos pasó, la puntualidad era una cosa seria en un colegio de curas, uno se sentía avergonzado si tenía que interrumpir la clase empezada, "es que...", "siéntese". Lo que menos deseaba un chaval que estaba empezando a cascar sus propios huevos era llamar aún más la atención de los mayores, salvo los tres o cuatro de arriba o abajo. Sí, tal vez habríamos de apedrear a quien destaque, y puede que mandar al ostracismo a los que no lleguen. Quizá así conseguirían el maldito mundo feliz.

Llegué y me puse al fuego, al calor, a la vitrocerámica, queremos los efectos pero abandonamos a sus causas, aunque las pocas veces que volvemos a verlas lo hacemos como el gato a la luna y esta al sol.

Apretaba bien cuando salí a fumarme el cigarrillo del final de las cañas, lanzas, más bien, y cuatro, como quien dice catorce, para el caso es casi igual: son los planetas quienes tienen que ir al milímetro, no los que vamos dentro. Me fijé en uno que estaba dudando en cruzar el paso de cebra pese a que se veían los mismos leones que en Bilbao, un cincuentón delgado, feo y desgarbado, soltero o divorciado, una mujer de las suyas no deja salir de casa a su hombre con una camisa que lleva el sofá tatuado en la espalda. "¿Por qué?" Recordé a los tullidos que ando viendo desde hace unas semanas, viejos sin nadie que los soporte excepto su silla de ruedas, de las viejas, de las del motor que quede en sus brazos. No hacía media hora que había abierto la mañana del pasado sábado cuando pasó una mujer a por tabaco, "¿me cambias?", siempre le cambio, está en el hospital y tiene buenas tetas, lleva meses ahí, creo que con su hombre, parece y está en la edad para que yo lo nombre así y no de ninguna otra forma, tampoco se lo he preguntado, un camarero es como el oráculo de Delfos: contesta, no pregunta.

- "En la terraza hay uno que quiere una cerveza, no veas la que te ha caído..."
- "¿Qué pasa? ¿un guarro?"
- "Ese tiene hasta gusanos...le he visto por el hospital"
- "Me cago en..."

Salí y vi a un viejo que parecía lo siguiente en una silla de ruedas, estaba en las mesas de la sombra, junto a los maceteros, me acerqué y vi que había perdido las piernas de leche.

- "Dígame"
- "Una cerveza, por favor"

Se la puse. Un rato después se repitió la misma película con diferente co-starring pero semejante fraseo.

- "Cóbrese" dijo sonriendo. Le di el cambio en un plato que volqué en su mano antes de dejarlo en la mesa que no podía alcanzar. Al final tuve que tocarlo para que no se le cayera.

- "Muchas gracias"

Se fue y veinte minutos después aún no había recorrido ni cincuenta metros, estaba parado junto a la exigua sombra de un pequeño árbol, cuesta arriba, en dirección al hospital.

Ayer estaba haciendo lo mismo a la misma hora que hoy cuando media después volví a ver a uno que estaba en una silla de ruedas en la otra acera, seguía con el mentón sobre el pecho y seguía sin moverse, la sombra de sus árboles estaba yéndose un poco más allá, "¿pero qué le pasa a este?...¿será el del otro día?...¿estará muerto?..." Me acerqué, vi que todavía tenía sus piernas y que estaba respirando. Y regresé a mi sitio.

Diez minutos después pasó un cliente, un currante, me dijo que si había visto al viejo de enfrente, "sí", este ni se acercó, le dio una voz al bajar del coche, "¡EH!", reaccionó y echó un poco hacia delante, hacia otro árbol más grande, que lo vi una vez que escuché a aquel.

Dos horas más tarde conquistó una posición cien metros más allá, bajo un gran olmo que a pesar de eso poco le faltaba para perder contra la primera o del ocaso. Los demás pitos me los fumé en la cocina.

Ha regresado al pueblo un extraño que ya nadie echaba de menos por gorrón y mal pagador, un tipo preso de todos los vicios y de ninguna de las virtudes, pero como ahora aquel es este, tiró bien durante algún tiempo, hasta que no quedó ningún tuerto tan ciego como él. Desapareció todavía más que Bobby Waitzkin.

Me di cuenta de su estado actual en el mismo momento que lo vi hace cosa de un mes: si antes te miraba como si fueras aquel zorro de Homer en la feria del chili, ahora lo hace como Nicholson a la puerta de aquella despensa.

Pero este no está cambiando las piernas de leche, ni tira de veta con brazos de vate iphonesco, no...este cabrón está fuerte. Y un par de tres puntos más allá de medio loco.

"Veo cosas..." le dijo a mi hermano.

Cuando uno ve cosas con 43 años y tiene el hígado al 15 %...

- "Sin alcohol, Kufisto..."
- "Vale, Miki"

Y es que todos queremos más.

De lo que falte.




lunes, 12 de agosto de 2013

DIETA ABUELÍTICA




Suelo comprarle un pan blanco los lunes, uno pequeño, el que tiene. Es de una panadería de toda la vida, creo que son familia, pero este se dedica a venderles chucherías a los chicos y prensa a sus padres y abuelos. También vende pan. No es trabajo para tener otra cara.

- "¿No te ha quedao pan de ese...?"
- "No, pero si quieres el colón..."
- "Vale, dámelo, ¿cuanto es?"
- "Un euro"

Lo mismo. Pesarán igual. Solamente cambia la forma del pan.

Al no comer en casa me dura varios días, han habido semanas que lo he terminado en su domingo, y bien, se podía comer sin problemas, ahí está la calidad de un pan, no como esas horrorosas barras que ni aguantan una tarde, ¿como era aquello?, ¿ese palabro que define el tiempo útil de cualquier cosa? ¿eso que sostiene al capitalismo?, "crear con fecha de caducidad", "hacerlo mal para que vuelvan a comprarlo"...Obsolescencia, eso es, sí...Hasta el pan de nuestros días es obsolescente.

Procuro cortarme en su consumo, me gusta demasiado y leí en internet que es malo para la salud, especialmente el blanco. Claro que quien lo decía era partidario de la dieta paleolítica, tampoco hay que ser tan extremista. Que sí, que las cosas están jodidas, pero tanto como para añorar la vida en las cuevas...De todas formas le hice caso en lo de cagar, aunque sólo un par de veces, eso sí. Aseguraba que la postura que adoptamos al hacerlo es mala para nuestro colon, de ahí la aparición de su correspondiente cáncer con la creación de los tronos higiénicos, el único lugar de la casa donde uno está a salvo, razón suficiente para lo prolongado del acto, que si fuera por lo que tardas en soltar lastre no habría tantos problemas con los intestinos occidentales, pimpán y fuera, ¿no sale más? no lo fuerces, no quieras quedarte tan "limpio", anda, como si de esa forma hicieras lo mismo con tu conciencia. Aunque bien mirado es así, este mundo que nos ha tocado vivir está obsesionado con el culo. La manera correcta de hacerlo es como si lo hiciéramos en el campo, en cuclillas, esa es la posición natural, así todo lo importante sufre menos, "¡tronco va!" y fuera, que lo incómodo es lo mejor para el cuerpo y puede que también para la cabeza. El quid está en apoyar los pies sobre la taza, sujetarte a algo con una mano y con la otra agachar el nabo para no mearte fuera. Noté la diferencia, el tema salió como los churros crudos a la sartén, pero hostias...Probé una segunda vez y ya no ha habido tercera.

De vuelta a casa iba pensando en el acompañamiento de los spaghettis, normalmente los hago con atún de lata, pero también he leído que el mar está más lleno de mierda de lo que se pensaba desde el "accidente" de Fukushima, una cosa bárbara, el 100% del material, vamos, "¿y si me los preparo con chorizo?", no tenía ganas de coger el coche y hacía mucho calor como para ir andando a ningún sitio, que esa es otra, he salido con un sombrero de paja, uno de esos de propaganda, y parecía una jodida gorra de cuero, ni la paja es paja, o lo gratis en el imperio de lo obsolescente es una mierda, ¡qué sudores, por Dios! He recordado al chino de la otra esquina, "seguro que tiene algo", era de ese cortado en lonchas, de Revilla, ese que lleva más vinagre que los boquerones del mal vestío, al menos así sabe fuerte, "85 grms, 1 euro", he pensado en la prioridad numérica del mercado, lo importante es el precio, no el material, "100 grms, 0´85 euros" Aquí manda lo que manda.

Pero hoy me los he hecho de los normales, nada de integrales, llevo meses comiéndolos, "todo integral", dicen los que entienden, sólo he probado con la pasta, apenas hay diferencia, pero un día es un día, y hoy lo es de descanso para mi, aparte que tampoco eso es el bálsamo de Fierabrás, "de los buenos y con chorizo", los hago con un sofrito de tomate triturado Apis (el frito es veneno puro en forma de azúcar, que lo sepáis, lo vi en la Red ) el único que no lleva jeroglíficos entre sus ingredientes, según afirmaban en Internet y después certifiqué en el bote, y porque no tenía queso curado, algo abominable a los ojos de los nutricionistas, esos estómagos más débiles que aquel corazón dostoyevskiano, el del joven atormentado que paseaba solitario las noches blancas petersburguesas.

¡Qué ricos!, ¡y qué bueno el pan!...

Rompí a sudar como un cerdo cuando aún no los había terminado, y eso a pesar que el aire acondicionado estaba a todo lo que da, que no es mucho, no sé qué coño le pasa, supongo que carece de la potencia suficiente para un lugar como La Mancha, y más aún después de una comida así, y ni te cuento si está en un piso de los modernos, de esos que tienen paredes casi translúcidas, sino de qué iban a venderse bicharracos de aire, he recordado la casita que teníamos en el campo, lo fresquito que se estaba dentro aunque el sol se estuviera derritiendo, allí sí que cagábamos como los paleolíticos, viejos y niños, en las viñas, por no haber no había ni televisión. Y no hace ni una vida, treinta años, quien nos vio y quien nos ve.

He pasado la tarde tumbado por las sofás, fumando cigarrillos y escuchando a los Beatles. Por un momento he estado a punto de salir a por mi paseo dominical, el de sube y baja, pero me he echado atrás después de cagar como todos. Un rato después me he comido medía sandía, sigo sin encontrar una que sepa a sandía toda ella, y va acabándose su temporada. Llegaron las ocho, a las nueve ya está yéndose el sol, me gusta verlo ahora que no puedo hacerlo cuando viene, pronto llegará octubre, puede que septiembre; he cogido la tableta de chocolate y he pensado en comerlo con esa pan tan bueno, como cuando éramos chicos y la abuela nos lo daba para merendar, ahora lo como tal cual por las mañanas, con el zumo, pero ya llevaba unos días sin hacerlo, me despierto demasiado tarde para empezar tan fuerte. He partido un buen pedazo y otro de pan.

Al principio no le he cogido el punto, no estaba como me esperaba, pero a la tercera onza, una vez encontrada la proporción, ha sido como si mi paladar hubiera recuperado unas cuantas pieles perdidas. Y he parado al llegar a la media tableta. El buen pan y el buen chocolate tienen demasiada mala prensa como para buscarles obsolescencias demasiado rígidas.

Me he vestido y he salido a la calle casi saltando, poco ha faltado para que riera y nada para ponerme a cantar el estribillo de Hey Jude, un chaval se me ha quedado mirando mientras me encaminaba hacia la periferia, me gusta ver el último rojo del sol en las nubes.

Hoy era especialmente intenso.

O quizá lo he mirado con otros ojos.

Más bien.


HEY KUFISTO




- "Anda si bajaras un poco eso, Kufisto..."

Me he sonreído, es lo que tiene dormir bien, y le he hecho caso. Después de todo estábamos solos.

Y no es que la música estuviera fuerte o fuera estridente, nada de eso, sólo era jazz, jazz del modernillo, de ese facilón que siempre imagino como banda sonora de la gente guapa, adinerada y relajada que pasa la vida tumbada en las calas de Ibiza, que lo suyo no son playas, entre cócteles helados, fruta pelada y perennes sonrisas, ¿qué pinta la música ahí?, es más para ocupar el sitio del silencio que ninguna otra cosa, el silencio es demasiado parecido a la muerte y eso corta cualquier rollo.

- "Aunque lo mejor sería que la quitaras del todo..." Es un extremista con aquello que no le gusta.

He vuelto para la cocina sin dar gusto a su segundo deseo, mi lámpara se rompió una noche de hace mucho tiempo, aunque le he dado un poco de volumen a los campeonatos de atletismo, "a ver si así se olvida de la política", no sale de ahí, cuanto más viejo peor, en el ABC está la verdad, o en La Razón, por encima sólo está la Biblia que es la Palabra de Dios, los rojos son idiotas y a Franco habrían de hacerle santo. Mañanas han habido que mi padre ha tenido que llamarle la atención en vista que parecía no darse cuenta de que no eran los únicos clientes del bar. Y no es Cayo Lara, precisamente.

No había llegado a la puerta de mi cocina pinponesca cuando le he oído decirle al otro, uno que parece el cartero de Crónicas de un pueblo:

- "Si es que ya no se hace música...Todo esto ya lo vi venir yo con los Beatles (sic) esos, mira que decían que si eran buenos y tal, ¡ni entonces me gustaron! Ahí empezó a degenerar todo, y así está todo como está, que es una degeneración que no la arregla ni Dios..."

A primera hora de la tarde llegó una pareja joven, ella olía como para no despegarte ni aunque se fuera al infierno, hay mujeres que se conocen tan bien que dan hasta con su perfume. Charlé un rato con ellos desde el ordenador, no quería olerla delante del otro, en la tele estaban retransmitiendo la marcha, les he explicado que una vez eché cuentas y me salió que dan ciento veinte pasos por minuto, "yo una vez intenté hacer la prueba, paseo bastante y tal, y cuando llegué a 100 no me respondían las piernas. No que me faltara el aire, no...mis piernas no daban mas de sí. Y así 20 kilómetros, o 50...un locurón" Se han reído, eran agradables, con gente así da gusto estar detrás de una barra. O al menos se soporta.

Salí a fumar un cigarrillo y vi como alguien estaba aparcando el coche como si fuera una tía. Finalmente lo dejó por imposible a cosa de un metro de la acera, bajó riendo, era la zorra de ayer buscando lo mismo de ayer con una amiga, también eran las cuatro y media de una tarde del agosto manchego e iba desvestida como si fuera a un casting de Mario Salieri, el Ernst Lubitsch del porno. Apestaba a perfume cargante, no ha parado de reírse, "¡qué caló!", "sí, a ver si llega ya octubre...", "¡NO, QUE CON EL FRÍO HAY QUE TAPASE!" Se me ha puesto morcillona, han pasado adentro, "enseguida os atiendo", tacones de siete centímetros, medias de rejilla, me ha dado la impresión de que ya iba colocada, le gusta un pollo más que una polla. A esta hay que darle como Rocco cuando está de mala hostia.

Se fueron buena y mala y llegó un amigo, un vividor, uno que pegó el braguetazo y está dándose la gran vida. Tiene cincuenta y pocos, siempre que lo veo me acuerdo de Bertín Osborne, no resulta difícil imaginarlos de fiesta, siempre está de buen humor, es de risa fácil, también se pone, me ha contado que estaba de paso, a ver a la familia y todo eso, mañana se van para Marbella, "me encanta ese sitio, Kufisto. Yo siempre digo que si me toca la Primitiva me quedo a vivir allí, jajaja..." Me ha enseñado su nuevo teléfono, le gusta alardear, pero no demasiado. Que se sepa, pero no tanto como para memorizarlo. Me ha hablado del gran televisor que se ha comprado, de unos altavoces para el nuevo móvil que emiten la música que lleves guardada con sólo darle al Bluetooth, "unos LG, doscientos euros, no veas como se oye, qué maravilla, ¡con la de dinero que me dejado en equipos de música!...El otro día, sin darme cuenta, estaba mirando unas fotos ¡y las pasó por el televisor!, me lo dijo mi mujer, es la leche..." Me ha hablado de una aplicación, un programa que se ha descargado para bajarse música y que va de maravilla, "mira por ejemplo esta de Barry White", le gusta mucho, es normal, es SU música, no va a llevar a los Black Sabbath. Tanto ha alabado las maravillas de ese sitio de descargas que he intentado hacer lo mismo con el mío, pero no aparecía, será cosa de clases de teléfono, todo en la vida son clases, y puertas, y cerrojos, y palabras mágicas y conjuros impronunciables...Al final he actualizado el viejo, uno que olvidé tan pronto como lo descargué, soy un dedazos, pero hoy lo he hecho bien y nada más irse mi amigo he empezado a bajarme material: Black Sabbath, The Beatles, Mozart.

Llegué a casa y salí a pasear con los Bitels, la última vez que los escuché pensé lo mismo que hoy, "esta es la mejor banda", al día siguiente tuve una de mis peores discusiones con mi padre, esta vez no lo veré hasta el miércoles, puede que de este modo su satánico influjo sea menor, al menos no tanto como para estar a punto de liarte a palos con quien te puso en el lugar correcto.

¿Por qué son los mejores? Porque son los Pablos de Tarso de la música popular. Nada más por mi parte.

Apenas llevaba media hora andando cuando me he sentado frente al gran olmo del paseo principal donde debía hacerlo hora y media después para fumarme el cigarrillo.

Ha empezado Hey Jude y cuando estaba terminando me he acordado de un episodio de Los Aurones, uno en el que toda la aldea está a punto de irse al carajo aterrorizada por la aparición de un ser monstruoso que no hacía sino crecer y crecer con el paso de los días, hasta que regresó Gayofas, el tonto, y como lo era no le tenía miedo, y dándose cuenta el listo de cual era la salvación les explicó a todos que debían vivir como si el monstruo no existiera, sin hacerle caso, sin tenerle miedo, y al final terminaban con él cantándole una canción que no recuerdo, una canción que lo convirtió en una papilla pestilente.

El día que llegue el Apocalipsis deberíamos cogernos de las manos y cantar esa canción.

La de los Bitels.

Puede que así nos concedieran una prórroga.

Pero hay muchos que, simplemente, más que ser felices quieren no ver así a quienes no les gustan.




sábado, 10 de agosto de 2013

AQUÍ ESTÁ MI ORO




Había un bar, uno que todavía no habrá cumplido su segundo año de muerto, que tenía al camarero más triste que he conocido en mi vida.

Tenía solera, ocupaba el bajo de una casa cercana a una de las iglesias más antiguas del pueblo, la que pintó desde atrás aquel tipo del que os escribí hace unas semanas, la más grande si no recuerdo mal, que puede ser así, hace tanto tiempo desde que hacíamos las estaciones del Viernes Santo (creo) que no las recuerdo bien, aparte que luego hicieron dos nuevas, feas como ellas solas, al menos vistas desde afuera, parecen cualquier cosa, lo mismo puede ser la casa de Dios que la de la federación de baloncesto. Dios tampoco juega a la pelota.

El local era de perfecta planta cuadrangular, tenía un par de mesas de madera carcomida a ambos lados de la entrada, la barra con el setentero posapié al fondo, haciendo recodo para dejar espacio a los sucios servicios, de taza turca el de tíos, el suelo cubierto por grandes baldosas malheridas nadie sabía cuando, tan viejas como todo lo demás. De tan simétrico como era tuvo que ser hermoso, pero entonces ya había pasado demasiado tiempo sin cuidarse como para que siguiera siéndolo lo que albergaba en su interior.

Quizá pasara alguna vez cuando era chico, no me acuerdo bien, a por tabaco o unas litronas para llevar, sí, seguro, allí no había problemas de que te vieran tus padres, o sus amigos, o nadie a quien temer, pero tampoco para quedarse, ya tenía mala fama hace veinticinco años, gentuza y tal, coge la bebida y corre...

El año anterior a empezar con esto (mi anus horribilis, que diría la culta Echevarría) acabé allí muchas de aquellas malas noches, era lo único que estaba abierto para quienes por una razón u otra no podían estar en ningún otro: eso era lo último. Y acogía a los últimos.

Yo, aquí, soy alguien. Es decir, el hijo de alguien: me conoce hasta quien no he visto antes. Y si no, se lo dicen.

Por esto, y a pesar de mi estado, no tardé mucho en cerciorarme del tema, encuentra la diferencia, y te ponen las fotografías de Cervantes, Mozart y Velázquez junto a la de Bertín Osborne.

Pero uno tiene sus cosas, aunque no demasiadas, y una de ellas, quizá la primera que aprendí en la calle, es que tienes que andar como los demás si quieres estar entre los demás: ir de listo es volver estropeado.

Enseguida me di cuenta de quien era el Normmmm del garito, el ex-yonki bebedor de anís de quién os hablé hace cuatro días. Él me conocía, o se lo conocieron, le invitaba de vez en cuando y charlábamos de asuntos tales que no me acuerdo de ninguno, hicimos la amistad de los borrachos, me presentó a su chica, una tipa tan desastrosa como Liza Minelli sin perras. La sobé un poco una noche con el otro delante, estaba a punto de llevármela al water cuando su hombre se mosqueó un tanto a pesar de lo ciego que iba, el puto bar tenía más luz que el circuito de Bahrein, era de la vieja usanza, nada de mariconadas...que nos veamos las caras, ahora todo es a media luz, como el tango, puede que ni un cuarto, la intimidad de los cobardes, pero estuvimos a punto de bailar el pogo, tu mujer es tu mujer, sea la que sea y Cristo Rey...Invité a bebidas para todos y se acabó el mal rollo. Y él se la sentó en sus piernas mientras yo miraba el cartel con un pez dibujado como cuando éramos niños bajo la leyenda de "Hay mojama" Jamás vi a nadie pedirla. Yo lo miraba mucho. 

El resto del personal se componía de lo más tirado de nuestra localidad, que diría alguien que se lo lleve crudo: viejos cojos o medio muertos con gorda panchita del brazo, rumanoides más allá de cualquier alcoholímetro, camareros desesperados sin nadie que les esperara, algún que otro moro de boquilla y así, por no haber no había ni camellos, al menos ejerciendo, allí había muchas ganas de rascar pero poco o nada con qué hacerlo, y en fin, teníamos botellines baratos y whisky DYC, "¿no tienes Johnnie?", tardó poco en traerlo para mi, a pesar de todo era un profesional, y llega un momento en que uno no desea más que encontrar a otro para seguir creyéndoselo.

Tenía una mujer que era de lo más fea que he visto, y esta una hermana que la hacía guapa y coleccionaba barajas de tíos en pelotas. A veces lo observaba yendo de acá para allá, rápidamente, sin rechistar, no había otra forma con semejante clientela, pero era tan feo y parecía tan asustado que casi siempre acababa mirando al pez.

He despertado temprano, la tregua del sol nos ha dado un respiro en sus noches, aunque mientras escribo esto se nota que ha decidido darle fin, cualquiera le dice nada, a tragar y tal, y hace bien, qué coño..."¿Eres tú el sol?", "no", "pues yo sí", "vale...a la orden" Hoy no estaba el carnicero mal tensionao, me he fijado mientras compraba el pescado, "chirlas y gambas", he pillado material en la sección de verduras para hacer un buen fumet junto con las cabezas de aquellas, anoche estuve dándole vueltas antes de dormirme, "hoy triunfo como la cocacola..."

Diez, contaos, tal vez quince...casi toda la paella muerta de asco. No tendría que haberla probado: me he puesto de peor hostia.

Llegaron un par de parejas, divorciadas ellas, una ha estado con un amigo mío, uno de los que tarda 0´2 en sacar los puños, 0´3, más bien, que ya le dieron el toque hace algún tiempo vía juzgados, "la próxima..." No es zorra, no...lo siguiente. ¿A qué coño vienes aquí? No nos gustamos y espera que le ponga las copas para sacárselas a la terraza, "te las llevo yo", una excepción por angustia, "no, me espero", y todo sin mirarnos a los ojos. Yo estaba bastante tranquilo, la verdad, es lo que pasa con las decepciones, que cuanto más son, mejor te hacen; realmente me sudaba el nardo tenerla delante, en serio, aunque ella hiciera lo imposible para que me diera cuenta de que no le gusto.

Así he estado un buen rato, solo, navegando mi Red, tan pequeña como mi vida, cuando ha entrado una pareja como Dios manda (y puede que el Opus) con su niña, una que echa de menos a mi hermano, yo no soy tan simpático, ¡qué le voy a hacer!, también a este le veo forzao, intenta hacerse el colega y tal, ya ves tú, un carapadre desde que lo pariera su madre, pero al menos lo intenta, teatraliza, tan importante en la vida de quienes no quieren hacer daño.

Estaba sonando el último disco de Meschiya Lake, lo he descubierto hoy y me parece que se ha vendido un tanto, pero de todas formas sigue sonando bien, y cuando ha terminado, no sé porqué, he puesto un recopilatorio de los U2, puede que fuera por la camiseta que llevaba puesta, una del Joshua Tree, no por nada, hace tiempo que paso de ellos, pero es muy ligerita y viene bien para cuando se supone tienes que moverte como un diablo, que por algo soy cristiano y sudo como un cerdo, pero el caso es que me ha gustado, sobretodo al sonar Pride, hacía AÑOS que no la escuchaba, se lo he comentado a míster Martin Miller, otro amigo aunque nunca nos hayamos emborrachado juntos, pero este sí es una buena persona.

- "Pon otras dos..." ha dicho el compadre de Santi Acosta.

¡Y se ha puesto a cantar por lo bajo y a mover la canilla al ritmo de los irlandeses! No me acuerdo de la última vez que estuve a punto de partirme la polla mientras ponía una copa. Era demasiado. Tan malo es el defecto como el exceso. Bueno, tanto no...pero puede serlo.

Poco después me vino su adorable hijita y me pidió a los Dover, se lo puse al terminar Sunday bloody sunday y sólo las cantaba su padre cuando sabía que podía oírlo, de camino al water o a la barra a por un zumo para la chica. Al final se ha decidido, "vaya camiseta...", déjalo, de verdad, que todavía me voy a reír...

Se fueron mientras comía mi arroz, llegaron amigos de mi hermano con sus chavalas, más jóvenes, más modernos, más en la onda, yo no soy más que la pleamar de esta playa, y está bien así, todo está bien, todo lo está cuando ya no puede ser otra forma, sólo hay que darse cuenta.

Mientras ellos bebían y reían yo hablaba con los dedos, que es como mejor se me da, y recordando a Wagner con un viejo amigo he dado en caer donde Nosferatu, la versión de Herzog, ese artista. Y viendo sin oírla la secuencia del viaje de Harker (no Reinfeld) hacia el castillo de Drácula he visto el oro del Rin entre nubes, montañas, oscuridad y soledad.

Y al llegar quien todos esperaban y ver en nuestra terraza a quienes no quieren ni verme me he acordado de aquel camarero.

Pero yo lo cuento.

Y por eso me entiendo.




viernes, 9 de agosto de 2013

UN PELÍCANO DEL GUSTO DE DIOS




Le había ganado las cuatro partidas, la última de ellas en buen estilo, me dolía un poco la cabeza y le he dicho de salir a fumarnos un cigarrillo, a fumar yo, que él se ha quitado y bien que se le nota. Estábamos ahí, en la puerta del bar, charlando de algo que no tenía que ver con el ajedrez y de lo que ya no me acuerdo, y me he sentido raro, como si acabara de hacer algo bien, tanto que inconscientemente apenas le he hecho caso ni a él ni a sus palabras. Y no es que hubiera sacrificado hasta el último peón, nada de eso, al contrario, ha sido algo posicional, de trabajo en equipo, todas las piezas perfectamente coordinadas, en sus casillas, atacando al mismo tiempo que se protegían las unas a las otras, una tela de araña, vamos, tan rara, tan excepcional en mi, que me ha parecido más de lo que realmente puedo. Sí, lo he sentido más que pensado: "he jugado como un maestro"

Sin muchas ganas, aún sorprendido por lo que acababa de hacer, le he ofrecido la quinta, "la última", y hemos hecho tablas después que yo simplificara conscientemente (esta vez sí) la posición, "son tablas", tenía peón de ventaja pero no podía progresar, ni tampoco tenía mucho interés en buscarlo, la verdad, "¡uf!, menos que te he arrancado un empate", "sí...se ve que estoy inspirado"

Me he sentido cansado, jugar al ajedrez cansa, "esto se lo dices a quien no lo entienda y se ríe de ti", se ha reído, y hablando del tema he recordado algo que me pasó ayer.

Un amigo me pasó una cita de un autor romano, Lucrecio, que me gustó mucho. Se lo dije y me envió un enlace a la Wiki, dentro del artículo venía otro a su obra más famosa, "De la naturaleza de las cosas", o del Universo, según otras versiones. Lo pinché y empecé a leerlo, era hermoso, un canto a una diosa, así empezaba, pero buscando el meollo del tema bajé al tuntún, ya me había advertido de lo dificultoso de su lectura, pero es que de verdad...no me enteraba de nada. No tenía nivel para ello.

Se lo he dicho a mi amigo y enseguida nos hemos puesto de acuerdo en que no entender algo no significa que tengas que despreciarlo, y ni te cuento si ha resistido el paso del tiempo hasta contarlo por milenios: no hay mayor prueba del algodón que esa. Por esto todo, o casi, debería mirarse con una cierta distancia. Estaremos bien muertos cuando quienes todavía no han nacido digan si verdaderamente merecemos seguir viviendo en ellos.

La interesante conversación ha conseguido disipar la nube en la que me encontraba, son tan raras que cuando tienes una pareces un niño otra vez, y he llegado a casa con una cierta excitación, dispuesto a cambiarme de atuendo para salir a quemar asfalto con mis zapatillas, la mejor manera de hacerlo, no iba a haber descanso previo ni nada, pimpán. Y a la calle.

Pero no ha sido así por culpa de la persiana, extrañamente la había levantado nada más llegar, hoy no ha hecho tanto calor, y al darme cuenta que el sol no estaba demasiado bajo he decidido tumbarme en el sofá en el último momento, "luego salgo...a eso de las nueve y media...como siempre..." Estaba a punto de dormirme cuando le he echado un último vistazo al reloj, las nueve y diez, "levántate y anda, Kufisto" Y eso he hecho.

Las nueve y veinticinco eran, el sol ya no estaba pero su luz sí, a y treinta y cinco suelo ver bandadas de pelícanos que vuelan hacia la noche en forma de uve, es un espectáculo, pero hoy no las he visto, alguien se ha atrasado o adelantado, el sol de hoy ya no es el de ayer ni será el de mañana, y después de todo es su luz quien marca nuestro tiempo.

Iba escuchando el "N.I.B" de los Black Sabbath, un temazo, y me ha venido a la cabeza que hoy era cita ineludible con el programa de las diez de Radio Clásica, ayer anunciaron su repertorio y era difícilmente mejorable: Bach, Mozart y...Gesualdo

"Una más y a la radio" ha saltado Stairway to Heaven, versión Londres 2007, la avenida parecía más iluminada de lo normal, yo iba por el paseo central, el menos transitado, y me ha llamado la atención, ha sido como si la viera por primera vez, aparecía realmente hermosa, simétrica, como de estreno, recuerdo andarla de noche, ya hace años, sin iluminación alguna, cuando estaban reconstruyéndola...hubo algunas que apenas podías sostener la mirada de las estrellas de como brillaban sin la presencia visible de la luna.

La canción me ha sonado fantástica, tanto que un poco a regañadientes me he ido para la radio, apetecía de la repetición, pero ya no quedaba tiempo, sólo dos minutos y...Gesualdo.

Mi mayor troleada en la Red tuvo como protagonista al músico italiano, así que al saber que abría el programa de hoy no lo dudé un minuto en advertirme para no perdérmelo, y gracias a los Black Sabbath que me lo han recordado, será que lo oscuro atrae a lo oscuro, no os perdáis su historia, pero justo a las diez, y cuando parecía haber concluído el concierto que estaban emitiendo, ha empezado el siguiente movimiento, "¡no jodas que me quedo sin Gesualdo!", aunque lo ha salvado que reconocía la música, Kubrick la utilizó en El Resplandor, "este es...este es...¿Berlioz?", era su Sinfonía Fantástica, me gusta, la han terminado unos diez minutos después, "veeeennngaaa...", "parece que no va a haber propina" ha dicho el locutor, pero la ha habido, y no mala, pero al escuchar la sintonía del programa esperado yo ya había perdido toda esperanza: eran las diez y veinticinco.

Y entonces la meliflua y afeminada voz de Trujillo ha anunciado que íbamos a escuchar a Gesualdo..."¡Bien, coño!"

Como no podía ser de otra manera, y eso a pesar de la escasez de tiempo, no se ha reprimido en contarnos algo de la vida del protagonista, que lo macabro tiene buena prensa, la mejor, aunque finalmente ha hablado de su música, de lo adelantada a su tiempo, de lo vanguardista, de lo rompedora..."Vamos a escuchar el madrigal número..."

En fin, que me ha pasado algo parecido a con Lucrecio. Y en esas iba, esperando a Mozart, el Nacho Vidal de la música clásica, pensando en él como si en verdad el nombre definiera la vida entera de una persona, cuando me he dado cuenta de que andaba absorto por la música que estaba escuchando, por las voces, seis voces, seis, que ni el tiempo ni la autoridad lo han impedido (y mejor traído no puede estar) "Hipnótico" ha dicho Jesús después de su inesperado final. Y así ha sido. Si no fuera tan sensible daría gusto escucharle.

"Y ahora vamos con una obra maestra de la música..." Para mi lo es cualquier cosa del salzburgués, enseguida he reconocido el "motivo" principal, la música de Mozart está en todas partes y en todo tiempo, "¡anda! ¿esto es Mozart?", pues claro que es Mozart, si suena bien es Mozart, hasta el último mono reconoce a Mozart aunque no sepa ni su nombre.

Y desde el primer compás de piano no he podido mirar a otro lado que al suelo, hasta mi sangre corría de otra manera, como si la música del genio hubiera limpiado de un plumazo la mierda que encuentra en su camino, era demasiado, era tan hermoso...¿como es posible?...¿como se quedaba este tío después de crear algo así?...Oh, Diossss

No sabía ni donde estaba, he oído al otro presentar a la siguiente, una monja del siglo XI, una que ha empezado a describir como una especie de proto-feminista o algo así, "¿pero de qué cojones me está hablando este tío?", me he quitado los cascos, la mirada en el suelo, "vuelve y escribe, Kufisto"




martes, 6 de agosto de 2013

EN LA PLAZA




Si no tienes el tiempo suficiente para hacer lo que te gusta empléalo en quitarte de en medio lo que te disgusta, que uno aparte de años ya tiene hasta máximas, lo mío me ha costao, pero voy aprendiendo.

Por esto dediqué la mañana de ayer a hacer algunas compras que no eran totalmente imprescindibles, podría haberlo hecho hoy, pero viendo que ya no tendría mucho sentido pasear el amanecer del mediodía (que sea mil veces maldito quien dijo que no iba a haber verano) pensé que ya puestos era mejor solucionar aquello en mi día libre que esperar al siguiente y hacerlo (esta vez sí) deprisa y corriendo.

Estaba esperando que me pesaran la fruta y la verdura cuando me fijé en el carnicero de enfrente, tenía que comprarle un pollo y normalmente se lo encargo mientras termino de comprar lo demás, es un tío todavía joven, tendrá mi edad o así, fuertote y solícito, por la cuenta que le trae y veréis, pero el gesto, el semblante, no corresponde con la apariencia, parece un tanto tenso, inseguro, cosa rara en alguien de su corpulencia. Estaba fuera del mostrador, sentado sobre algo, había una pareja de pie junto a él, hablándole, llevaban tarjetas de identificación, de esas que utilizan los encargaíllos de los centros comerciales, parecían como una de esas parejas de telefilme norteamericano, buen aspecto, demasiado, ningún problema anímico, todo claro, meridiano, sí...Llegó la ayudanta del carnicero para pesar lo mío, también echa una mano en la pescadería, donde haga falta, tendrá veintipocos años, bajita y rechoncha, ojos grandes, parece una albondiguilla, la veo como a un final de reyes con peones bloqueados, ella me mira raro, como si fuera raro, pero no ayer.

- "¿Qué le pasa a tu compañero?"
- "Que le ha dao un vahído...la tensión, que la tiene dispará y no hace caso  -me dijo por lo bajo-...nos aprietan mucho en el trabajo..."
- "Hay que joderse..."
- "Sí..."
- "¿Vamos para allá?"
- "Venga"

Le pedí lo de siempre, "ahora me paso", pude oír al par de dos como le aconsejaban al tensionao que hiciera lo que tenía que hacer, es decir, ir al médico; él seguía ahí, la cabeza baja, sin decir nada, fui a coger algunas cosas del primer pasillo, ya no estaba ninguno cuando regresé, sentí lástima por el chaval, imaginé el cuadro con su familia, los hijos y todo eso, las estrecheces que ya serán perpetuas...Y malo, enfermo, puede que de baja, quizá no le renueven el contrato cuencoarrocista, ¿y adonde va un cuarentón con mala salud? No me gusta la gente, pero menos verlos sufrir, por eso entiendo la última prueba de Zaratustra, la más difícil, la inhumana. Un poco más allá volví a ver a la pareja, hablando entre ellos, el gesto serio: un dinosaurio no puede dejarse ver con el moco colgando. Se suena y a otra cosa.

Estaba abriéndose la puerta de la cochera cuando me fijé en un viejo que salía del supermercado vecino, lo conozco desde siempre aunque nunca me cayó bien, siempre estaba con la puta política en la boca, hacía años que no le veía, parecía inquieto, angustiado, estaba tocándose, se había meado encima, muelle flojo y pantalón claro. Y tan lejos de casa. Uno siempre lo está demasiado cuando vuelve adonde empezó. Entré en la mía y poco después no me acordaba de nada. Pasé la primera parte de la tarde subiendo y bajando cerros bajo un sol abrasador.

Un amigo me ha contado esta mañana que a primera hora de la tarde tenía que llevar hasta la capital a su novia y a la hermana pequeña de esta, abortó hace un mes y era la última revisión o no sé qué, conozco a las dos, buenas chicas, muy jóvenes e inocentes, apenas veinte años la más joven, me ha chocado bastante, no lo esperaba, no he dicho nada, le he dejado hablar, tenía ganas...

Trabaja en una pizzería, dejó pronto los estudios, es de familia muy humilde, su padre lleva años en el paro, está con depresión, no sale de su habitación y apenas habla, sólo fuma y fuma sin parar, la madre está harta, no sabe qué hacer, cuarentaipocos años y parece un chico pequeño, no le han dicho nada, y a ella porque no les quedó más remedio, ni sabían hacer la prueba del embarazo, en fin...

¿Qué son tus fobias, tus ideas, tus recuerdos, tus convicciones cuando te encuentras con la vida de los demás?

¿Quién soy yo para poderle a la compasión?

domingo, 4 de agosto de 2013

DE LA SOMBRA AL MAL SOL




- "Y a mi me pones un café cortito, muy corto -me ha dicho al mismo tiempo que casi juntaba el pulgar y el índice de su mano izquierda- y lo demás de coñac"
- "No entiendo como puedes tener ganas de beber...¡con la borrachera que llevabas anoche!" le ha dicho el que luego he sabido era su hermano.
- "Tampoco fue para tanto..."
- "Tú que no te acuerdas"

Tendrían treinta y pocos, si acaso, estaban con una chica que tal y como ha terminado el asunto supongo que era su prima o algo así, se notaba que no eran del pueblo, no llegaban a pijos pero andaban cerca; altos, razonablemente fuertes, parecían educados, de buena familia, por esto me ha llamado más la atención el coñac manchado de café: no le pegaba.

Hay bebidas que dicen cosas de según quienes las toman. Y esta es una de ellas.

Otra es el anís, licor que está como los vampiros: no muerto.

Mi primera borrachera fue con Machaquito, seco, la cogí del viejo almacén y me la bebí junto a un amigo, apenas tendríamos catorce años, nos reímos mucho y montamos un buen cirio en la misa de aquella tarde, "¿estáis beodos, Kufisto?", ¿beodos?, todavía me hace gracia. No he vuelto a probar esa bebida, ni siquiera el pacharán, cualquier cosa anisada me causa parecido efecto que cagada ajena. No puedo.

Los dos o tres clientes, por llamarlos de alguna manera, que beben anís en nuestro bar son de lo más borracho y vicioso que ha parido madre, alcohólicos o ex-yonkis, vienen por rachas, hace tiempo que no les veo, tampoco les echo de menos aunque no eran problemáticos ni nada de eso, no...Me costó cogerle el punto al borrachín, estaba reciente lo mío, pero una vez que le di cuerda me reí mucho con él, ya os escribí algo, sí, no me importaría que volviera cualquier día de estos, no...El otro es más chungo, es lo que pasa con los ex, que nunca lo olvidan porque los demás se lo recuerdan sin necesidad de abrir la boca. Quizá si no tuvieran ojos...o estuvieran rotos...

Pero conocí a otro que lo mezclaba con coñac, un sol y sombra, eso sí que es ya del Pleistoceno Superior, y lo mejor de todo es que apenas tenía 25 años, cara de dibujo animado moderno y una novia de la que siempre me hablaba y creo que logré ver una vez, una cualquiera. Hará tres o cuatro años de esto, hace un par que ya no viene, no recuerdo bien si me dejó a deber cinco o seis copas, a veces andaba pillado, bebía como una esponja de las buenas, en cero coma, nos quedábamos alucinados, "¿será posible?...¡SE HA BEBIDO TRES COPAZOS EN CINCO MINUTOS!" Una tarde me contó que su padre había muerto de cirrosis, que eran no sé cuantos hermanos y que al faltar él se fue a la mierda el boyante negocio familiar, no recuerdo cual, se metió en las ambulancias, de esto sí me acuerdo bien, ¡la de chistes que hacíamos!, puede que alguna vez nos oyera detrás de la puerta, quién sabe...En fin, tampoco a este le echo de menos. De hecho, a nadie.

Lo del coñac es todavía peor, puedes estar un mes con una botella, y gracias. Hace treinta, cuarenta, cincuenta años era la bebida nacional, la de los hombres que iban a trabajar, ¡pues no escuché historias cuando era chico de los viejos tiempos en el viejo bar! Tíos bragaos, de esos que trabajaban como mulas y que antes de entrar al tajo se abrochaban tres o cuatro copas de aquellas, de las que llevaban la línea roja para la medida, "para entrar en calor", yo las llegué a ver, pero no creo que pusiera ninguna, sería en el viejo almacén, en aquellas cajas de madera rellenas de paja, sí...joder.

En fin...que le he puesto mitad y mitad. Y me ha sonado a "esto se lo ha visto hacer a su padre"

De reojo y casi sin querer, desde el otro extremo de la barra, junto al ordenador, me he dado cuenta de que estaba sentándole como una patá en los cojones. Estaba que no se encontraba, sé de lo que hablo, se rebullía, no conseguía mantener la atención, como si en cualquier momento fuera a aparecer Jason con su cuchillo, tanto que al final ha salido para no volver hasta media hora después, supongo que habrá ido a potar por ahí, a gusto, que cualquier cosa tiene su compañía, y la mayoría es ninguna.

El extraño caso ha sido que me ha hecho recordar a un subnormal, un chaval que venía con su pobre y vieja madre hará como unos diez años, o más, no controlo bien el tiempo...

Por entonces tendría unos treinta años años, más o menos como yo, era alto a pesar de su andar encorvado, como si llevara una bola de esas de los presos de Mortadelo y Filemón, estaba fuerte, quiero decir que pesaba sus ochenta o noventa kilos, algo que resaltaba todavía más junto a su escuálida madre, una señora con grandes gafas y voz ronca, no paraba de hablarle, sólo cambiaba el tono cuando su hijo se enfadaba más de lo normal, siempre estaba enfadado, entonces su madre le reprochaba su comportamiento, a veces pegaba unos alaridos tremendos, ella no, ella le hablaba un poco más fuerte, no mucho más, y le tocaba, siempre estaba tocándole, poniéndole la pajita en la boca o qué sé yo, no me acuerdo bien, sólo que todos queríamos que se marcharan. Y no me lo dijo nadie.

Un par de veces vi a su padre, parecía gente de dinero, vivían en los pisos de arriba, pero casi siempre eran madre e hijo. Menos un par de veces.

No sé qué fue de ellos, nadie dijo nada cuando desaparecieron, y si alguien lo hizo no me enteré.

Recuerdo una tarde en el viejo bar, yo era un crío, era domingo, estaba atendiendo la terraza, pillando comandas, memorizándolas, mejor dicho, yo entonces era tan bueno como el mejor, el viejo personal acababa de salir de misa de ocho, todo eran zumos, granizados, bitters y mucho porculeo, lo de siempre entre las viejas viudas que salían de misa como quien lo hace del water. Y de repente vi las espaldas de una señorona con su hija del brazo, una chavala con una figura espectacular a pesar de lo recatado del vestido, "¡coño!", fui hacia ella en cuanto se sentaron, olvidándome de "¡¡¡CHIIIICOOO!!!" y demás...

- "Hola...¿qué...vanatomar?" les pregunté casi temblando.

Tenía la cara de una actriz, de cuando esto se decía con un cierto sentido...era guapísima. Que se lo pregunten a mi corazón.

- "Yo, un bitter, ¿y tú, hermosa, qué quieres?"

Y entonces se le descompuso la cara en una sonrisa horrible.

- "Y para ella una fanta de naranja" me dijo mientras la muchacha emitía gruñidos y hacía momios.

Todavía hoy no me explico como fui capaz de soportarlo.

Cuando ha regresado el del café lo ha hecho en compañía de una pareja, "aquarius de limón, por favor", quizá hayan venido por separado, no lo sé, yo ya andaba con mi historia, se fue con su hermano poco después, supongo que a la ciudad, y allí me he quedado, oyendo su borrachera de ayer, sus risas, sus "¿no te acuerdas?", todo eso...

He salido a fumar un cigarrillo, había una pareja sentada, una chica de carácter que exuda inteligencia, poquita cosa, mona y tal, pero se la ve que tendrá lo que se proponga.

Y mirando a cualquier otro sitio me he preguntado como estaré dentro de diez años.

O de veinticinco.