domingo, 5 de marzo de 2023

¡GOOOLLLLL...NOOOO!

 Fui guardando todos los sobrantes de la semana en el bar. Creo que fue el miércoles cuando lo pensé: "¿Y si el lunes se los echo a los patos?"


Hoy dormí lo de dos días. Anoche acabé realmente cansado. Cada vez me pesan más los domingos. Trabajo demasiado.


Terminé por levantarme y me fui de bancos. No entiendo como la gente puede trabajar en esos sitios. Claro que hay mucha gente y no conozco a nadie.


Comí y volví a dormir. Me despertó una llamada desconocida. Era la compañía telefónica. Una chica. Le compré un seguro para el móvil.


"Venga, al parque" me dije.


Cogí el bolsón de churros descongelados, me despedí de la gata y marché hacia el parque.


Era una tarde esplendorosa, brillante, amarilla y azul, de esas que uno va empezando a apreciar. Me encaminé donde los patos y sólo vi a unos pocos. Pensé que los demás despertarían enseguida.


Partí en dos una de las veinte o treinta porras y la tiré al agua. Un pato gordo nadó hacia ella sin mucho entusiasmo. La olisqueó y se largó por donde había venido no sin causarme un recuerdo de infancia, de cuando uno rezaba a Dios con fervor antes de dormir por meter un gol decisivo en el partido de mañana.



Dejé el bolsón colgado de un madero del cercado, salí de allí y regresé a casa.






No hay comentarios:

Publicar un comentario