jueves, 6 de mayo de 2010

NARCISO PLUTÓN DESCUBRE EL AMOR


Lo que pudo haber sido y no lo fué


- "Creo que voy a besarte, Manuela"

Narciso Plutón, finalmente, se decidió a entregar su amor a alguien más que a sus dos manos (era ambidiestro, por supuesto).

Manuela de Cagliostro y Dos Calaveras era su paciente dos millones desde la histórica apertura de la clínica del Doctor Plutón: adinerada, de rancio abolengo, soltera, entera e histérica, se puso en manos de nuestro héroe por recomendación de su querido sobrino Mefistófeles de Cagliostro Von Auschwitz. Toda la familia alabó la preocupación de éste por su querida tía que, ya algo mayor (49 años), comenzaba a dar alarmantes señales sobre su estado mental (aunque hubo quien pensó que don Mefistófeles lo hacía a sabiendas del insignificante dato sobre el suicidio del millón novencientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve primeros pacientes de nuestro héroe).

Cosas de la vida, doña Manuela había sobrevivido a la primera consulta, algo inaúdito que aún sigue sin ser explicado convincentemente; se dice que fue debido a los oportunísimos ataques de narcolepsia que sufría, por lo que en ese estado difícilmente Don Plutón hubiera podido seguir aumentando su imbatible record.

Sea por lo que fuere, nuestro héroe vió en el hecho una señal que le mandaban Sus Vedaderos Padres desde el Cielo; por lo que creyó con toda su alma que se encontraba ante el gran amor de su vida.

Cuando los ardorosos labios del doctor se posaron suavísimamente en los helados de ella, aquel creyó que el cielo se abría e inundaba con su luz la última habitación que vieron el 1.999.999 de sus primeros pacientes; trompetas divinas, colores desconocidos, aromas de Lo Eterno subyugaron a Don Narciso hasta casi hacerle perder el sentido. Extasiado, tembloroso, patidifuso, se recompuso y volvió a mirar a su amor. Doña Manuela, inasequible al desaliento, tenía la misma expresión facial que las vacas cuando ven pasar el tren.

- "Éste momento quedará grabado a fuego en el Gran Libro de la Vida...¿no dices nada, cariño?...está bien...respeto tu comprensible Silencio...es normal...acabas de unirte espiritual y sexualmente con quien has estado esperando toda tu vida...Calle Yo también y disfrutemos este Sagrado Acontecimiento"

Después de 7 horas en las que sólo se oyó el monótono zumbar de un moscardón, Don Narciso, algo mosqueado, se incorporó de su sillón para dirigirse al sofá donde, verdaderamente, yacía doña Manuela: estaba muerta.

- "Es el sino de mi vida; ningún mortal puede soportar mi amor...sólo mis manos"



Fin de la primera experiencia sexual de Don Narciso Plutón.


Continuará....

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