lunes, 19 de noviembre de 2012

ECOS




Cuando uno sueña profundamente, despierta profundamente; es como si durante un breve intervalo de tiempo, tú no fueras tú, como si solo hubiera despertado tu cuerpo y no tu mente, como si esta aún continuara dormida, como si aún permaneciera allí de donde vienes, y esto en el caso de que te haya acompañado, es como si tu alma quedara libre por unos momentos, como si se hubiera escapado...y entonces, mientras está libre, ves las mismas cosas de siempre como nunca. O al menos como nunca que puedas recordar, que para el caso es lo mismo: eres un cuerpo con alma que siente la de lo demás.

Iba caminando sobre la tierra húmeda, mirando sus hojas muertas y las que estaban muriendo, escuchando aquella canción de los Pink Floyd, cuando vi a una mujer que se acercaba, una de las que ya ha visto caer a la mayoría del árbol de quien todavía forma parte, y mientras se acercaba a marchas forzadas, disfrazada de los últimos restos de ridícula vanidad, tuve la sensación de que estaba perdiéndose algo importante por ir demasiado rápido, que cuando uno lo va en algo es que renquea en otras cosas, y puede que su búsqueda, la de todos, la que te lleva, esté delante de tus narices y no la huelas por respirar para ir más rápido a ningún lugar.

Miré y no encontré a la ardilla de ayer, la que llevaba algo en su boca, algo que enterró para después, me quedé mirándola y me pareció tan torpe sobre la hierba como uno de esos robots de último grito que provocan el orgasmo de los sprinters de nuestro tiempo, pero todo cambió cuando se subió al árbol: ahí la admiré con delectación. Hasta que se fue como la mujer que andaba rápido. Y sentí curiosidad por lo que había escondido e hice el amago de encontrarlo...pero amagar no es dar. Y volví a andar.

Y vi los árboles...

árboles sin apellido conocido, al menos para mi, árboles tan grandes como catedrales vacías, árboles de troncos fuertes y rugosos, árboles de ramas bajas, podadas, que habían dejado su huella en forma de muñón, demasiado cerca del suelo para merecer clemencia, algo que está reservado a quien tiene la suficiente altura para quien los planta. Y aunque todos tenían ramas había algunos que no tenían hojas, o casi, que a cada paso que iba dando las veía caer a decenas, centenas, millares, y sentí que quizá, cuando las perdiera de vista, volverían a subirse a su agarradera, pues no era normal tantas muertes en tan poco tiempo, era poco natural, era como si ellas supieran que no tenía tiempo para dar otra vuelta y comprobar que ya no estaban allí, como si supieran que esta tarde no era capaz de jugar a los dados y tentar la verdad, y dar vueltas y vueltas hasta que no quedara ni una hoja sobre sus ramas, verlas caer a esa marcha, a la que le dictaba un viento con toda la fuerza de una sala de espera para eugenésicos...

A lo lejos vi a dos jóvenes moros sentándose en un banco y sentí el primer lazazo a la cabeza de mi alma. Fallaron. Pero supe que le quedaba poco.

Todavía había tiempo, todavía...

Y entonces aparecieron los árboles más grandes y frondosos, los perennes, los que siempre son igual, los que nunca cambian, los de las hojas sin florituras. Y cuando pasé entre ellos, allí donde su sombra transforma en cerilla al sol, sentí que era el final del principio.

Poco después desperté y me fui al bar. No hubo otra vuelta.

Y no por falta de ganas, pero uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. Siempre.

Y viejas, ardillas, moros y árboles caducos que hagan lo que puedan.

Que yo sé quien soy.

Y esta tarde más que ¿nunca?


5 comentarios:

  1. Evocador aunque confuso, onirico y profundo. Me cuesta encontrar matices que probablemente solo ves tu, que eres el que sueña y el que evoca.
    Pero, como casi siempre, para hacernos pensar.

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    1. No hubiera podido hacerlo sin la ayuda una entera botella de "Solaz". Buen vino, por cierto, de esos que piden el carnet.

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  2. El acierto me parece: que siente la de lo demás. Un cuerpo con alma que siente la de lo demás.
    menorqui.

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    1. Si me hubieran preguntado: "Kufisto, de aquellos que te leen...¿quien va a darse cuenta de ese detalle?" "Menorqui, mi hermano de alma, sin duda"

      Y habría acertado.

      Un abrazo

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  3. Sueños…el otro día, curiosamente, soñé muy profundo. Tanto q soné que me decía a mí misma que algo tan absurdo no podía ser sino un sueño, y me imponía pruebas d que estaba despierta porque no daba crédito.
    Nada malo. Solo absurdo, y bellísimo, original, vívido.
    Y luego desperté, profundamente. Me sorprendí. Sonreí. Y la vigilia volvió a teñirne de gris.

    Cosas q pasan.

    Soñar dormido está bien. Igual q soñar despierto. Sueñas bonito.

    Lo malo son las pesadillas. Dormidos y despiertos.

    Un beso Kufis.

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