jueves, 3 de noviembre de 2022

VAGABLUNDER

 King Diamond, ya maquillado en su sala privada del back stage, respondía divertido a las preguntas de su mujer. Un niño, su hijo, trasteaba una tablet sentado en un trono de aspecto tétrico que desentonaba en la habitación blanca y bien iluminada. El resto de miembros de la banda tocaban sus instrumentos desenchufados o hacían ejercicios de estiramiento o se miraban ante al espejo como la chica joven que ahora llevan con ellos, la bajista: era su noche de estreno y se la veía tensa y nerviosa. Mercyful Fate no será la banda más grande del mundo pero llevan cuarenta años girando con su música.

El chico dejó la tablet para tirarse sobre el alfombrado piso y dar vueltas sobre sí mismo, riendo. Su madre grabó algo más hasta que otro tipo de rudo aspecto entró para anunciar que faltaban quince minutos para salir a escena. Entonces salió afuera con la cámara para encontrarse con algunos espectadores VIP´S con derecho a pase en el back stage. A todos los saludó, reconoció a unos cuantos. Varias parejas tan adultas como ella, nada de locuras. Risas, abrazos, algunos besos...un ambiente casi familiar. Era el primer concierto de la gira en Estados Unidos y parecían encantados de volver a verse. Después de hablar un buen rato con ellos atendió a dos chavales de serio semblante con camisetas de símbolos satánicos. Les dio otras dos pulseras identificativas y, como a los otros, les indicó donde debían colocarse cuando el concierto diera comienzo, recordándoles igualmente que tras él también tendrían acceso al back stage. Mientras tanto una marabunta de operarios andaba de acá para allá con los últimos preparativos.

La mujer salió para enfilar el frontal del escenario todavía oculto por el telón. De fondo se podía oír el "Metal Gods" de Judas Priest. Los "pipas" ajustaban por última vez el sonido de los diferentes instrumentos. Y entre la valla de separación y el escenario se movían los seguratas y el personal encargado de recoger la inminente caída del telón. El clamoroso "Wrathchild" de los Maiden de DiAnno tomó el relevó como música de ambiente. Y la peña lo recibió con más aplausos.

Era el heavy de los ochenta en el 2022. Y la cámara lo dejó bien claro en su barrido por las primeras filas.

La mujer alcanzó la otra esquina del escenario y filmó el lugar. Era algo así como una nave grande, una de esas discotecas peladas y mondadas con un segundo piso para los reservados. Estaba lleno. Después de todo era el regreso a América de Mercyful Fate con la formación casi original.

Por un resquicio del telón filmó el interior del escenario. Una grande y blanca cruz invertida envuelta en una luz roja era el motivo central. Y cuando DiAnno estaba dando fin por los altavoces a su mítico "Wrathchild" el telón cayó, unas nubes de humo blanco inundaron el escenario y Mercyful Fate y King Diamond con su horrible voz asaltaron el escenario entre los vítores de la multitud. Y ahí fue cuando lo apagué. Tenía que regresar al bar. Aunque hubiese hecho lo mismo de no tener que hacerlo. Jamás en la vida me gustó Mercyful Fate. Ni King Diamond.


Eran las tres de la tarde y no me sentía nada bien. Me serví un buen vino tinto que me entonó al tercer trago. "In vino veritas" pensé. Es increíble. 

Tenía por única compañía al abogado con su tercio y su teléfono sentado a su mesa. Yo estaba fumando afuera cuando salió a hacer lo mismo para contarme sus cosas. Menos mal que lo mío era una chusta y la acabé pronto. No me dio ninguna vergüenza pasar para adentro tras apurar la última calada. 

"Está bueno este vino" pensé. Y me eché otro.


Eran las cuatro y media cuando salí del bar en bastante mejor estado anímico que a las tres.

"Tengo que tenerlo por aquí, me cago en Dios..." Y lo tenía.




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