jueves, 10 de noviembre de 2022

TREINTA AÑOS

 No podría decir el motivo de aquella silente y mutua hostilidad; todo lo más, que ambos éramos jóvenes. Y hablando por mi, demasiado joven. Pero la juventud es inestable, caótica como un problema de ajedrez de Lloyd: esas posiciones jamás se dan en una partida real. Esos problemas de fantástica solución son imaginarios. Un compositor de problemas de ajedrez, por muy bueno que sea, no es un gran jugador de ajedrez. El gran dolor del artista moderno está en la necesidad de extraer belleza del caos, porque del orden, de la verdadera belleza, ya está todo hecho. Pero el caos, el desorden, lo desnaturalizado deja un amplio margen de maniobra. Infinito.

En la juventud la gente se pierde de vista sin darse cuenta. Hoy estamos aquí jurándonos amor eterno bajo la luz de una pálida farola y mañana, tirando una caña de cerveza, nos sorprendemos intentando recordar el nombre de aquella chica. Quizá antes has visto pasar a alguna chica mientras fumabas en la puerta del bar. Y la memoria rebusca y encuentra y te lo trae y sonríes o no y cuando estás poniendo el pincho ya te has olvidado de todo.

¿Cuanto tiempo ha pasado? ¿treinta años? En todo caso cerca. Treinta años...


Está de baja por depresión. También tiene algunos problemas físicos y anda de rehabilitación, de ahí su venida al bar. Divorciado con cuatro hijos ya mayores de edad y con cuatro o cinco años más que yo a sus espaldas entró al bar recordándome en su mirada. Y hablamos por primera vez. 

La barra de un bar es un gran cosa. Yo estoy dentro y tú estás fuera. Tú pides y yo te pongo. Pagas y te vas. En ese orden.

¿Cuanto tiempo ha pasado? ¿Un año? 

Nos hemos hecho amigos. No hablamos más que de música. 

Llega al bar como una media hora antes de mi relevo. Le sirvo una copa y enseguida nos ponemos al tema. En mi bar siempre hay música, menos a la hora de los desayunos, claro.

- ¿Sabes qué? -le digo- Ayer puse el "Led Zeppelin IV" a las ocho y cuarto de la mañana. Me saltó una alerta en el móvil avisando que hacía cincuenta y un años de su publicación. 

Hablamos mientras trasiega una copa de Jameson. Hoy ha venido antes. Nos queda una hora por delante. Se beberá tres.

Controla muchísimo de música, me supera, lo reconozco. Ha vivido muchos conciertos que yo no viví, muchas escenas en las que no entré, muchos amigos que no llegué a conocer. 

- ¿Escuchaste el disco que te dije ayer?

No, no lo escuché. Ayer vi algunas cosas pero no esa.

- Pues no, la verdad. ¡Aunque espera, seguro está en el Soptyfi! ¡Coño, joder! ¿Por qué no escucharlo aquí?

Era un crooner americano cantando canciones hard con la compañía de una Big Band: Metallica, AC/DC, Ozzy Osbourne, Led Zeppelin, Guns n´Roses, Deep Purple...

¡Joder como sonaba! ¡Qué arreglistas! ¡qué artistazos!


Pasamos un rato estupendo mientras bebíamos hablando sobre la música.

- ¡Mira, mira, mira -decía excitado- como suena el "Holy Diver" de Dio!

Y empezó a sonar y era tan raro y al mismo tiempo tan bueno que aunque nunca me haya gustado Dio la celebré de corazón.

La hora de partida se acercaba y no tenía ganas de irme. Me eché otra cerveza.

- Joder, qué bien suena esto -dije.
- ¡Te lo dije, coño, Kufisto!
- Y tienes razón...¿Qué vi ayer? No me acuerdo


Llegó mi hermano y tras él una petarda amiga de juventud de mi colega, una de las tías más tontas que conozco. Y no tuvo más remedio que hablar con esa puta loca que esperaba al ignorante que ahora se la folla.

- ¿Y sabes qué? -decía la zorra riente- ¡Ahora mi madre se ha echao la manta a la cabeza! ¡Jajaja!


La tarde era fría, clara y despejada cuando salí del bar para meterme en el coche. 

- Hola, mama.
- Hola, Kufisto. En la cocina tienes el tupper con las judías.

Fui a la cocina. Volví al salón.

- ¿Qué tal?
- Bien...Pero el chico está malo.

El chico es su nieto.

- ¿Y eso?
- Hoy amaneció con fiebre...

Vive para su nieto. Y para sus hijos. Y vivió por su marido. Telecinco acompañaba al brasero eléctrico.

- Ahora voy a ponerme las vacunas -dijo-
- ¿Qué vacunas?
- Las dos. La cuarta del Covid y la de la gripe.
- Joder...Ponte una sola, ¿no?
- Ya, lo que me diga Carmen...Sabes que siempre ha estado muy pendiente de nosotros-
- Pero papa no eres tú...
- Ya...
- Joder...
- ¿Estás bien?
- Sí.
- Me han salido riquísimas. El chorizo que trajo tu hermano le ha dado un sabor...
- Mañana me las como.
- ¿Tú estás bien?...
- Sí 


Se levantó para acompañarme hasta la escalera.

- Oye, mama.
- Dime.
- Ponte sólo una, ¿vale? Y la otra para otro día.
- No sé...lo que me digan. Tu tía se puso las dos el otro día y no tuvo ninguna reacción.


Subí al coche.


En verdad ya ha pasado mucho tiempo.






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