lunes, 31 de octubre de 2022

BUENAS TARDES

 - Buenos días, Dominga -dije al abrirle la puerta del bar.
- Buenos días, Kufisto -respondió y volví a echar la llave.

La señora de la limpieza semanal dejó el gran bolso sobre una de las mesas, se quitó el abrigo y sin más dilación que un breve comentario acerca del cambio del tiempo agarró el cubo y la fregona para darle a la zona donde apilamos las cajas con las botellas retornables. Es lo primero que limpia desde hace muchos años. 

- ¡Ah, no me había dado cuenta de que no las has quitado! -la oí decir. Yo estaba en la cocina preparando las pulgas del mediodía con el "Use your ilusion II" sonando por el teléfono.
- No -respondí- Ahora después te las quito.

Es cosa de poco para ella y no tanto para mi. Serán unas treintas cajas a mover y aún estando vacías de contenido pesan lo suyo. Más o menos como aquel cuádruple álbum de los Guns n´Roses.

Terminé con las pulgas, moví las cajas, presencié la recaudación de la tragaperras por el "maquinero" (así lo llama ella), envolví en papel film el bolsón de pan para tostadas que le había encargado al panadero (mañana no harán de este tipo) y un buen rato más tarde de lo acostumbrado y tras alguna que otra tarea accesoria me despedí de ella para regresar a casa.

Eran las diez menos cuarto, poco más de la hora de mi primera salida habitual del bar. Claro que en un día de excepción como hoy tendría que volver una hora antes para abrir, a las doce o así, por lo que la idea de entrenar y comer para llegar al bar con el último bocado entre los dientes resultaba un tanto estúpida teniendo toda la tarde a mi disposición. Pero no me había sentido bien ni al despertar tras un largo sueño sólo trastornado muy al final por los maullidos de la gata y sus pataditas en el infernal quicio de la puerta cerrada del dormitorio. 

"Lo tiene todo -pensé cuando me despertó- Recuerdo que anoche rellené el bebedero y el comedero...¡Qué cojones quiere esta hija de puta!"

Miré el teléfono; disponía de una larga hora más de sueño. "Hija de puta" Decidí ignorarla, ella insistía entre gritos y patadas a la puerta. "Ya se cansará -pensé- No es bueno ceder" Y cuando creías que lo había dejado por imposible, en mitad del último silencio previo a caer en la más profunda sordera, otra vez su terrible "¡Mau!", tan lastimero que dan ganas de levantarse sólo para cogerla del pescuezo y tirarla por la ventana.

Claro que ya estaba amaneciendo y los gatos no saben de cambios de hora. La pobre estaría extrañada de que yo todavía estuviera en la cama.

"¡Despierta, Kufisto, cabrón, hijo de la gran puta, borracho indecente, que vas a llegar tarde al bar!" Pero anoche no bebí a pesar de acabarla a eso de la diez y media viendo un vídeo sobre como se grabó el "Use your ilusion"

Y esta mañana entrené, claro que entrené. Cuando más me gusta entrenar es cuando más dolor siento. Sacrifiqué la comida que había preparado antes de la llegada de la Dominga y me fui al bar con el tupper en la bolsa de trabajo.

El entreno y la consiguiente ducha me sentaron bien. Los dolores musculares tras el brutal entrenamiento de ayer por la tarde habían aminorado sin necesidad de recurrir a los anti-inflamatorios a los que ni siquiera entonces, con una buena resaca, había accedido. Dolor. El dolor es bueno. 

De regreso al bar vi a Paco el Gato hurgando en el contenedor de basura de un chino. Ahora sé uno de los motivos por los qué huele tan mal el hijo de la gran puta. No sé como no no le digo que se vaya a la mierda cuando por la mañana temprano viene al bar a tomarse un café con leche. Es insufrible el hedor. Le salva que a esa hora no hay casi nadie, permanece callado y se va pronto. Por muchos años que haga que lo conozco, por mucha pena que cause su estado. Uno no puede heder así si quiere estar entre personas.

Mi hermano y la Dominga estaban esperándome con cierta impaciencia. Tenían que seguir haciendo cosas por ahí, nada más. Yo no soy un gunsanroses.

Todo estaba listo. Sólo faltaba subir las persianas del ventanal, abrir la puerta, descorrer su cortina, enchufar la tele y Spotyfi y esperar la reacción de la clientela en este extraño lunes de descanso caído este año en víspera de fiesta.

La primera en entrar fue Estela. 

- ¿Tienes ya zumo de piña? -preguntó con su delicioso acento portugués. 
- Creo que no -respondí al tiempo que, convencido, miraba por mirar en la zona de los zumos. Si no lo había ayer, ¡como iba a haberlo hoy!- No, no hay. Sólo de tomate.
- Pues una cocacola zero -Y se fue a la tragaperras.

Le gusta jugar a la tragaperras. Lleva un par de semanas viniendo por aquí para jugar a la tragaperras. Todavía es joven, tiene un buen par de tetas y un aire a Barbra Streissand. Ayer salimos a fumar un pito a la puerta del bar. No tenía fuego y salí con ella para dárselo.

- Yo me llamo Kufisto -y le di la mano.
- Yo Estela -y la cogió

Hablamos un poco  y volvimos para adentro.

- ¿Quieres una pulga? -le dije hoy al dejarle la cocacola
- Sí...¿de qué las tienes? -respondió sin dejar de mirar los displays de la máquina.
- Atún, chorizo, anchoas, salchichón...
- Salchichón.

Estela se fue a recoger su móvil averiado.


No estuvo mal. Hubo más de lo esperado para un mediodía tan raro. Hubo hasta brujitas a las puertas de la menopausia para beber cerveza como cosacas. Y un buen amigo también, un compadre, un animal, uno de los tíos que más saben de música y de drogas.

- Kufisto, me cago en Dios -dijo tras su quinta cerveza- Me vas a poner una buena tosta de jamón, ¡me cago en Dios y en la puta virgen! Una como las del sábado.

En ello andaba cuando desde la cocina oí la voz de la yonqui desquiciada, pidiendo.

- Te vas a tomar por culo -fue la respuesta de mi colega. 


En Soptyfi sonaba la radio de otra buena canción. Es la hostia. ¿Te gusta una canción? Aquí tienes una radio con temas relacionados. 

- Me voy a beber un buen whisky, Kufisto.
- Y yo contigo.


Y lo era. Tanto que al pagar, ya a punto de irme, le invité a otro.

- Joder como está esto, Kufisto...
- La madre que me parió...Un buen whisky arregla mucha cosas.
- ¡Y que lo digas! Dame que me rule un pito de esos tuyos.

Salimos a la puerta dejando solas a las brujitas chupando sus cervezas.

La tarde era muy gris, de nubes bajas y perezosas.

- Me encantan estos días -dijo.
- Sí, están bien.
- Un poco más de frío y lluvia no vendrían mal...
- Sí...Es un poco como el "Use your ilusion"
- ¿Qué?


Un tipo bajaba por la acera de enfrente apoyándose en unas muletas. Una de sus piernas, la derecha, era un muñón a la altura de la cadera.

- Joder.
- Hostia.

Enfiló el primer paso de cebra.

- Viene aquí -dijo mi compadre.
- Pues si llega...ole sus huevos.


Y llegó un poco después de hacerlo mi relevo.

Le aparté la cortina antes de irme a casa.

- Buenas tardes.
- Buenas tardes.




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