lunes, 15 de julio de 2013
EL TIEMPO MUERTO
La noche del pasado sábado, una vez que decidí dar por finalizada a lo Dogs la anterior entrada (a veces uno encuentra excusas sin buscarlas, como si ya fuera creándolas inconscientemente), determiné salir a pasear con la idea de aminorar el considerable globo que, sabiendo el como pero no el porqué, inflé con la ayuda de ocho cubalibres y dos brevas de Guajiro: estaba demasiado borracho para seguir escribiendo pero no para andar. Devoré media barra de chorizo con pan del jueves (creo) y salí a la calle fumando el enésimo cigarrillo del día.
A punto estuve de sentarme en la primera terraza que encontré, no llevaba ni tres minutos andando, pero dio la casualidad de que su único cliente era un conocido capullo, un tío contrahecho y con el alma en consonancia, y por no estar cerca pasé de lejos, aunque no sin antes saludarnos en la distancia. Cosas de los pueblos.
Pensé en llamar a los colegas, un par de rayas darían para ocho copas más, ayer y mañana son palabras que no significan nada cuando estás así, pero todavía no lo estaba suficientemente, aparte que apenas llevaba dinero e iba vestido como el viejo que sale a tomar el fresco a la puerta de su casa. Por un momento me vino a la cabeza la idea de regresar a la mía, cambiarme, coger pasta y coche y no dejar ni la muestra en mi caja de Pandora. Pero no lo hice, aunque varias veces durante las casi dos horas que estuve caminando tuve la tentación.
Casi al final del trayecto me topé con una procesión. Me la encontré de golpe, al doblar una esquina, ni siquiera había oído sus cánticos, iba con los auriculares, me los quité un tanto sorprendido, alucinado, "¿qué es esto?", me acerqué a la imagen de la esquina donde aguardaban algunos curiosos, no muchos, me persigné y le pregunté a un carapadre que estaba con su mujer, "¿de qué va esto?" Bueno, no son formas, de acuerdo, y si ya no estaba como salí tampoco como cuando desperté, puede que el aliento me oliera a infierno, no sé, pero el caso es que el tío respondió de una manera que no me gustó mucho, casi sin mirarme, como evitándome, dijo algo de una Adoración Nocturna, una Celebración, enseguida llegó la cabecera de la manifestación enarbolando banderas blancas con algo pintado en ellas, todos cantaban algo que no llegué a entender, me extrañó no ver al alcalde en primera fila, "qué raro", poco después apareció el cura vestido de blanco, llevaba algo en las manos, se dirigió hacia la cancela abierta que guarda la imagen callejera y todos pararon y callaron, yo me hice a un lado como el resto y miré a ver qué pasaba.
No tardó mucho, ni siquiera un minuto, qué va, y no sé qué dijo o si llegó a decirlo, sólo que se plantó ante unos cirios rojos que iluminaban el quicio de la puerta y movió la reliquia que llevaba entre sus manos, o eso quiero recordar, después regresaron los cánticos y reanudaron su marcha a una de las altas, la calle no estaba cortada, y viendo pasar al personal di con el señor alcalde en la parte trasera del menguado pelotón, este es otro de los que su abuela le dijo "tú, hijo mío, ni delante ni atrás: en el medio" Y ni te cuento si la cosa es un sábado por la noche y no han desviado el tráfico.
Seguí mi camino hacia nuestro bar, "quizá haya que echarles una mano", otra buena excusa para echarte un par de ellos sin que tu hermano te mire mal, pero sentía curiosidad por ver como acababa aquello, así que rodeé la manzana y cual no sería mi sorpresa al no encontrar ni rastro. Palabra. Era como si hubiese sido un sueño. Me quité los cascos y localicé los cánticos, venían de la iglesia de atrás, del colegio donde estudié, y apretando el paso hacia allá me dirigí.
Y allí estaban, la procesión había sido cosa de una vuelta a la manzana, como cuando éramos chicos y apostábamos a ver quien la corría en menos tiempo según el cronómetro digital Casio que algún padre le había regalado a algún hijo por algún acontecimiento, aquello era la hostia, ¡como molaba ver los números corriendo hasta perder su forma!, recuerdo que cuando tuve el mío había noches que me entretenía parándolo en un registro determinado, normalmente el récord del mundo de los cien metros lisos, 9´93, me acuerdo bien, Calvin Smith...A veces lo conseguía. Aunque casi siempre me quedaba corto.
La cabecera estaba empezando a entrar a la iglesia cuando llegué, vi a un antiguo compañero de estudios sentado junto a su madre en el primer banco disponible y me senté junto a él, dije algo y su vieja se levantó sin mirarme para acercarse un poco más hacía la banderolada, noté un tanto incómodo a mi amigo, el mismo que el otro día me confesó su preocupación por haberse comido ya "medio gorrino", es decir, ya tiene 40, está de maestro en el mismo sitio en el que estudió, su mujer le ha regalado un viaje en Ferrari en un circuito de Madrid, no sé qué tiene que ver lo uno con lo otro pero no es el único, tiene dos chicos, chicas, creo, últimamente no nacen más que chicas, tampoco sé qué cojones pasa con esto.
Y viendo el panorama me fui para el bar: aquello sigue sin ser para mi.
Bastó un vistazo de mi hermano y ver que aún no había mucha gente para que diera media vuelta, no sin antes rechazar un par de invitaciones. Llegué a casa, pasé al dormitorio, me quedé en pelotas, puse el ventilador, abría la ventana y me dormí en menos de lo que tarda un cura en hacer su paripé.
No desperté mal, es lo bueno de beber alcohol sin adulterar, y salvé la mañana dominical como aliñan los toreros sus faenas agosteñas en los pueblos de la España que ya procesiona de cualquier manera. Pero al llegar la hora de los cafés me sentí realmente cansado: la tarde iba a hacérseme larga.
Llegó un amigo y echamos la media tarde viendo el Tour, cada vez sale menos gente los domingos, mejor una buena borrachera que dos medias, no hace tanto que incluso había para cocaína con la que mitigar los daños colaterales y seguir tirando, aunque sea lanzando bombas atómicas, pero los buenos tiempos de los demás pasaron a mejor vida, la mierda ya es para todos, algunos acabarán volviendo al pegamento, sino están ya con él. Y es que no hay nada como el primer amor. Otra cosa es que seas tan cenutrio como para creer que todo puede ser como entonces.
Como el que vino después con su hermana, un ser brutal que está medio loco y del que fui amigo hace 25 años, después cada uno se maleó a su manera y no hemos tenido más contacto que las contadas ocasiones en las que viene a nuestro bar.
No, no me gusta re-encontrarme con quienes empecé en el rollo. Ni con los que vinieron y se fueron después.
No sé si es que siempre va puesto o es que directamente ya es así, como si tuviera una loncha atravesada permanente en la napia. La cosa es que da la impresión de estar a punto de pillar su butaca para ver el combate del siglo de los pesos pesados, lo que unido a que parece uno de ellos hace que no sepas por donde cogerlo, en el caso que seas tan estúpido como para intentarlo. Lo mejor es dejarlo, ya se irá. Nada dura tanto, aunque sí lo suficiente como para tener que tragarte "de buen rollo" sus gilipolleces entre los tiempos muertos que dejaba mientras discutía con su hermana, una que hace poco de su entrada en la cueva y por ello resulta todavía más ridícula cuando sale de ella. Tiempos Modernos, que diría Chaplin, ese saco de mierda.
Se fueron al terminar su primera copa, casi tuve que darle un abrazo, "¡¡¡SIGUES IGUAL, KUFISTOOO!!!", la madre que me parió...
Mi amigo empezó a notar los efectos del alcohol y le dio por recordar cuando se iba de vacaciones a la costa con los que tenía entonces, hará cosa de veinte años, "una vez me follé a una alemana...no veas como gritaba...aunque uno nunca sabe...pero sí, esa sí..." Claro que la noche anterior se había hecho una paja en la hamaca que tiene en el patio mientras su anciana madre tomaba el fresco con las vecinas.
Yo ya no hacía más que mirar el reloj de la pared, es de manecillas, por lo que el tiempo se va más despacio, tanto que hay tardes en las que no le quito ojo con la esperanza de pillarle en un renuncio. Por cabrón.
Tengo que cambiarlo por un cronómetro que sólo marque las centésimas.
Uno de bolsillo, sí. Y mejor con el botón de stop roto.
Ya no lo necesito.
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El otro día te puse este enlace, para escucharas este álbum, que a mí me gusta mucho, y no debiste verlo, porque no hiciste ningún comentario. Estuvimos conversando Catlo y yo sobre Birthcontrol, un conjunto de rock progresivo, que a mí me gusta mucho. Aquí te dejo el enlace nuevamente. Es un álbum prácticamente conceptual, así que hay que escucharlo de un tirón, y con los auriculares puestos. Son 38 minutos, pero vale la pena: https://www.youtube.com/watch?v=XQaNoB1uIlg
ResponderEliminarLo vi y lo oí. Eso sí, quince minutos. El rock progresivo me cansa, pero está mejor que muchas cosas.
EliminarSaludos, Miguel Ángel
De acuerdo...
EliminarIgual os gusta esto. Lo encontré anteayer en el archivo de vídeos de mi Real Player. No sabía ni que existía.
ResponderEliminarNo me gusta esa música, pero me hace gracia. Esas pintas, tan de aquel entonces. Lo mismo el local, y la iluminación. El vocalista, en estos tiempos de hormona y depilado, tendría que ganarse la vida como soldador o jardinero, nunca de nene cantor, o duro con cara de malo.
http://www.youtube.com/watch?v=54H3EUAzpVg
Parece a Juan Tamariz, el mago:
ResponderEliminarhttp://www.eljueves.es/medio/2010/10/22/tamariz.jpg
Llega un alienígena a la Tierra y se encuentra con una procesión: iba con los auriculares, me los quité un tanto sorprendido, alucinado, "¿qué es esto?", me acerqué a la imagen de la esquina donde aguardaban algunos curiosos, no muchos, me persigné y le pregunté a un carapadre que estaba con su mujer, "¿de qué va esto?" "¿de qué va esto?"
ResponderEliminarY encima habitualmente bebe de garrafón. En casa del herrero, cuchillo de palo.
Si nos conociéramos me caerías bien; yo a ti, no. No caigo bien. Cuando me esforzaba conseguí algunos éxitos, aunque era frecuente que acabara metiendo la pata. Hoy no me esfuerzo. Por eso meto la pata antes. He decidido lo que tú: No, no me gusta re-encontrarme con quienes empecé en el rollo. Ni con los que vinieron y se fueron después. Yo no empecé ningún rollo, siempre fui aparte; hoy, ni aparte; lejos, muy lejos. Y eran buena gente. El raro eres tú, Kufisto. Y yo. Y los raros no casan bien entre ellos, solo por temporadas.
¿Cómo será este tras la barra? Me gustaría verlo por un agujero. Primero a Kufisto, y luego a Gaditano en la consulta. "No te preocupes, Carmiña, que nunca llovió tanto que no escampara. Son cincuenta euros"
Kufisto es un broncas.
Eso me soltó el briareo, que siempre he sido raro, pero de buen rollo y tal, siempre que viene me dice lo mismo. Menudo gilipollas.
EliminarNo se ve tu primer enlace.
Por cierto, hilo nuevo. Me voy a andar un rato que se me ha puesto dolor de cabeza con el jodido puro.
Saludos, Pedro.
Kufisto: cambia ese reloj de manecillas de la pared y pon un Casio en su lugar, o directamente quítalo. Yo llevo una década sin reloj en la muñeca y ya nunca se me ha vuelto a pasar el tiempo despacio. Mi único reloj es el del móvil, que apenas lo miro, y el del ordenador, que lo mismo.
ResponderEliminarJoer, ocho cubalibres, qué bestia. No tengo estómago para eso. Ni para ocho vasos de agua.
Pedro: Los Budgie. A mi sí me gustan. Galeses, como John Toshack jaja. Grande Tamariz.
A mi me pasa igual que a usted: no caigo bien y la verdad es que ya paso de esforzarme. Claro, nadie me ha dicho nunca "Sergio, me caes mal", pero los actos... se pilla siempre antes a un mentiroso que a un cojo porque si fuera por frases bonitas viviríamos todos en las Bahamas. La mayoría de veces he ido aparte, muy aparte y cuando no, cuando me he esforzado por alguien en el pasado, no ha salido bien. Me pasa algo así como suele decir Doiraje, que no encajo en "esto".
Un saludo.
Gracias, Sergio.
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