viernes, 24 de febrero de 2023

¡¡¡QUE NO LA TOQUES!!!

 En la aplicación una mujer de cierta edad veía su juvenil rostro a modo de espejo. Arrugas, ojeras y flacideces desaparecían en la pantalla para dejar sitio a una guapa muchacha, aunque no las imparables lágrimas y la inevitable mano sobre la boca que las dos caras, la real y la creada, se devolvían desde los abismos del tiempo y, tal vez, de la memoria. 

Un cliente de otro tiempo bajó al bar por el café de la tarde para su anciana madre.

- Joder -le dije- mira esto.

Lleva tantos años cuidando de su madre que apenas se sorprendió. Pronto cumplirá sesenta años y desde hace algunos parece como si estuviera esperando la muerte de la madre para poder morirse.

Y en esas fue que entró un amigo de otro tiempo, un amigo de bar, de barras, alguien a quien no veía...¿desde cuando? ¿tres, cuatro años? ¿dos? ¿mil?

Chocamos las manos y entre risas nos saludamos sin yo poder recordar su nombre. Enseguida empezó a hablar: que si se había pasado por aquí para verme, que si estaban mi hermanos, que si yo ya sólo estaba de mañana, que anda trabajando en Tarancón, que esta más muerto que la Falange pero que tiene una empresa del copón...Y, cosa rara, me alegró verle.

La charla empezó típica pero de repente hubo un punto en el que sin saber ni como ni porqué derivó hacia sus problemas bancarios a cuenta de un préstamo, de tal manera que casi me quede tan loco como cuando era chico y sin darme cuenta no sabía por donde andaba la lección. Pero no se apercibió. y además el cuento era bastante gracioso contado por él; así que me dejé llevar, le di la razón, y cuando por esas cosas del pensamiento alcanzó su viaje a Méjico del verano pasado ya estaba bien dispuesto para reír a carcajadas. Y entonces entró otro cliente y él se fue despidiéndonos por nuestros nombres, el cual suyo había recordado mientras me contaba sus peripecias con la cocaína mejicana; muy buena, por cierto. Pero los guías mejicanos son unos auténticos hijos de puta que odian a los españoles.

Y el recíén llegado cliente, un chaval excepcional, también empezó a contarme sus cosas mientras se bebía el café previo al turno de tarde. Se va de vacaciones a Inglaterra, con su novia y una tía de ella con la pareja, un tío que, por lo visto, tiene un amigo allí que es un as de la barbería, un punky que está haciéndose de oro con su arte, uno que llegó un momento en el que dijo hasta aquí de drogas, de fiestas, de raves y de descontrol y se quitó de en medio para irse a la aventura antes que a la tumba.

- Ya no se mete nada -dijo- pero vamos, que tiene los tics de quien se ha metido mucho. Pela al hijo de Guardiola y a un montón de gente famosa...
- ¡Traételo por aquí cuando venga!
- ¡Sí, lo traeré! ¡El pobre flipa cuando viene a su pueblo! Él con la cresta y los tatuajes en la cabeza y su padre con la boina bien calada...Allí va por la calle como cualquiera y en su pueblo se siente un marciano.

Empezaba a dolerme la mandíbula.

No habían pasado dos minutos de su partida cuando otro buen amigo, este mayor que yo, entró al bar por su pacharanesco pre-entrenamiento.

Hoy empezamos por el cine. Es un tío muy cultivado tanto en música como en cine. A cuenta de algo (el jovencito Frankenstein) acabamos en el cine español de la época y por extensión en las pelis de Ozores, Pajares y Esteso, auténticas obras maestras. 

- Hola -dijo un tanto sorprendido otro cliente y tremendo amigo, algo más joven que nosotros, ante el fragor de nuestras risas- ¿Qué pasa?

Estábamos recordando escenas de "Yo hice a Roque III"...

Y entonces el más viejo de nosotros rememoró aquella escena en la que Mirta Miller está en el baño y llega el gorrón de Pajares para decirle que por fin se va y no se sabe como cae en la bañera y está como magreándola sin querer queriendo y en ese momento llega Esteso y grita qué cojones pasa aquí y Pajares no sabe donde poner la mano y Esteso, ante los gritos de su enjabonada y fidelísima mujer, no resuelve más que a decir "¡¡¡NO LA TOQUES!!!

- ¡Pero si no la estoy tocando! -gemía Roque III, todo enjabonado, mientras se agarraba de una teta.
- ¡¡¡QUE NO LA TOQUES!!!

Y se me saltaron las lágrimas de la risa.


- ¿Sabéis? -les dije ya un tanto tranquilizados tras el ataque- Yo vi esas películas cuando mi padre compró el vídeo. Yo era un niño, fue por 1984  o así. Y mis tíos venían a casa con las primitas y todos juntos nos partíamos de risa con aquellas películas de Pajares y Esteso..."Niños -decían las madres cuando se veía alguna teta- taparos los ojos" Y nos los tapábamos de aquella manera...


Qué risa. Qué risa...


En fin.

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