domingo, 12 de febrero de 2023

FERMÍN

 Fregué la última pila de platos y tras darle un par de caladas al cigarrillo salí a la barra, abrí otro tercio y volví a sentarme con mis dos amigos. Algo mayores que yo, ambos divorciados y con hijos adultos, hijos del rocanrol y tan rojos de nacimiento como otros tuvimos que serlo de derechas, seguían con la apasionada charla abandonada por la ineludible obligación. Sí, estamos en 2022, y no he conocido lavaplatos y creo que ya no lo conoceré.

Uno de ellos se fue poco después de beberse su única copa, algo extraño, aunque también lo había sido verlo por aquí en domingo, cosa que me explicó, pero el otro se quedó en el mismo taburete donde llevaba varado tres horas a base de tercios y pinchos. El domingo es el único día de descanso de su duro trabajo y lo aprovecha bien. 

La conversación derivó. Con él no hay lugar para florituras cinematográficas o de amplio espectro musical como con el otro. Este ha sido un currante de verdad durante toda su vida; y ahora que no le falta demasiado para la jubilación anda podando viñas. Lo que toca en este tiempo. Y por ahí empezó la conversación a dos.

- Nunca he sabido realmente -le dije- lo que es podar. Alguna vez vendimié, pero podar no sé ni lo que es.
- No quieras saberlo, Kufisto -dijo riendo.
- No. La verdad es que sólo me fijo en el campo cuando subo a los molinos. Y no durante mucho tiempo. Allí arriba es raro que no corra el viento. Y uno llega sudado y no conviene hacer el macfly...A estas alturas pronto te llevas de regalo un resfriado.
- Sí -dijo él- ¿No vas a poner algo bueno ahora que no hay nadie?

Motorhead. "Overkill" al 4.

- Hostia, tío...

Le conocí cuando yo todavía era un chico y él empezaba a ser un hombre que, según se decía, estaba follándose a la mejor tía del mercado cercano a nuestro viejo bar, la que le luego sería su esposa y madre de sus hijos y la que, con el divorcio, estuvo a punto de no dejarle regresar de la depresión en la que se hundió durante algunos años.

Y una vez oído a Lemmy recordamos nuestros años de juventud en el mercado y en el viejo bar, de aquellos años, de aquellos hombres bestiales que no llegaron a viejos, de aquellos que murieron reventados por el trabajo y el alcohol, de aquellas hirvientes madrugadas en el viejo bar de mi padre en las que los currantes se calentaban a base de café torrefacto y copas de coñac o de anís y a bregar por ahí, al mercado o al campo...

- Recuerdo a uno del mercado -le dije-...Yo le tenía terror. Yo era un niño que salía del colegio y que antes de ir a casa me pasaba por el bar para pillar el "As"...Me gustaba leerlo mientras comía. Ya sabes, Arconada y todo eso...Y había días en los que mi viejo me decía: "Kufisto, vete a Femín y dile que te dé la carne"...
- ¡Joder! ¡Fermín! -dijo descojonándose.
- Sí, Fermín...Y yo llegaba allí, a su carnicería, ¡fíjate tú!, con no más de ocho o diez años, recién salido de un colegio de curas, el mejor del pueblo y tal; yo tan limpito, tan apañao, por entonces hasta llevaba gafas, y mi padre me enviaba al encuentro con la carne de ese monstruo...
- ¡Jajaja...!
- Y yo llegaba, y veía el puesto lleno de mujeres, de aquellas mujeres, ¿te acuerdas?
- Joder que si me acuerdo
- Y veía a Fermín con el mandil manchado de sangre reseca de varios días, el cigarrillo en los labios, esa cara abotargada, de resaca perpetúa, blandiendo ese cuchillón, despiezando carnes a hostia viva delante de las mujeres...
- Jajaja
- ...y yo me decía, "joder, que me vea antes de hablar"
- Jajaja
- Y entonces me veía: "¡Kufistín! Toma" Y me acercaba, y cogía la bolsa con la carne y el cabrón apestaba de tal manera que casi me mareaba...
- Jajaja
- Te ríes pero sabes que era así-le dije riendo.
- ¡Joder que si lo sé! ¡Mejor que tú! ¡Y aquí estamos! 


Y aquí sigo.


Ya no hay que fregar los vasos, eso pasó a la historia hace mucho tiempo. Pero los platos sí. Nos quedamos en los platos. 


Me he varado en los platos.


Qué se la va a hacer.

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