domingo, 19 de febrero de 2023

COMO SI TE ESTUVIERA VIENDO

 Reí a carcajadas. La anécdota era tan buena, tan representativa y real, que ni pude ni quise evitarlo; por no hablar de la magistral gesticulación, tan natural y fuera de todo artificio que hasta un sordo podría haberse partido de risa. 

Eché el último trago del tercio, abrí el segundo y les invité a un par de cervezas. Eran las cuatro de la tarde de otro domingo casi deshecho.


Despiertas; con los párpados todavía cerrados sobre tus ojos, pero despiertas. Eres consciente, regresas del sueño a la vida. Tu brazo derecho tantea por el móvil. Y casi cegado ves la hora y compruebas que te queda poco tiempo.

Una buena ducha lo arregla casi todo en su mayor parte; te salva de ayer para dejarte en hoy. El agua es amor.

Ocho de la mañana. El sol ha salido. "El sol ha salido" Jajaja, ¡joder!, el sol ha salido...¡Saldremos nosotros al sol! Una estrella como criado de un planeta. "Tráeme el desayuno, Sol" Jajaja

Pero sí, ya amanece mucho más pronto. Estamos a un mes de la primavera y se nota desde hace semanas para todos los trabajadores que madrugamos. El ciclo cósmico. Será curioso verlo de viejo y sin nada por hacer.

Paso al bar y apenas dejo la bolsa de trabajo cuando entra el primer cliente que al mediodía sería el compañero de aquel cómico. La cafetera está arrancando, todavía no hay churros, pero se queda. Acto seguido, un volao; conocido, muy amigo y un gran profesional de la medicina, pero volao. 

- Ponme la tragaperras mientras, Kufisto.
- ¿No está puesta?
- Pues creo que no.

Es extraño. Es la segunda o tercera cosa que hago nada más entrar al bar: cafetera, luces interiores y la tragaperras. 

Veo que es verdad, le doy al botón y la despierto. Tardará unos minutos en abrir los ojos tras chequear todos sus parámetros. Después estará disponible para jugar con quien sea.


No hace mala mañana. Las previsiones meteorológicas prometían algo mejor pero no es mala. También ayer pasó algo parecido; decían que iba a hacer más calor del que al final llegó de parte de nuestro criado. 

Pasan los desayunos y poco a poco vienen los mediosdías. Y se hacen.


Tú estás ahí, tras la barra, duchado y afeitado tras otra mala noche, dispuesto a lo que venga. Y una vez más puedes con todo.


Y entonces, a las cuatro menos cuarto de la tarde, una vez fregados los últimos platos y con el salón limpio agarras un taburete, abres un tercio y estás con tus colegas domingueros.


Y ríes a carcajadas cuando uno de ellos va contando sus penurias como si las estuviera viendo.














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