viernes, 3 de febrero de 2023

NO FEAR IN THE DARK

 - ¿Tomatín? -dijo el cliente mirando el expositor de los whiskies.
- Sí, bueno -respondí desde la cafetera- En realidad son tres palabras, Tom-at-in, pero supongo que por razones de mercado lo han dejado así. Es escocés, significa "El arbusto de la colina" Pero vamos...Tomatín.
- Ah -dijo llevándose otro pedacito del desayuno a la boca.

Llevé los cafés al salón, volví a la barra, hablé con él.

Está muy enfermo. Pronto morirá. Lo conozco desde siempre. Mis hermanos y yo éramos amigos de sus hijos. Conocí su ático, más bien la habitación de sus hijos, y tuve un altercado con él por mi culpa, un golpe con el coche sin tener ni el carnet. Nunca le vi por el viejo bar de mi padre. Él no era del pueblo. Vino aquí desde Madrid como primer marido de una deshonrada que hubo de irse a la capital tras quedarse embarazada de uno de otro pueblo que se desentendió de ella. Y con un hijo pequeño a cuestas y otro, el suyo, en camino se vinieron para acá. Eran los primeros años ochenta en La Mancha.

Aparte de todo, tiene una herida muy visible en el labio superior a causa de la quimioterapia. Es imposible no verla. Es imposible que él no se dé cuenta de que la ves. Es imposible que él no sepa que lo miras como a alguien que pronto dejarás de ver. 

Hará un mes, ¿dos, tres?, que desayuna en nuestro bar. Según me contó su hijo adoptado discutió en el habitual por algo que más parecía quitarle de en medio que otra cosa. 

Solté la tela habitual acerca de los whiskies premium. Él me miraba con ojos benevolentes entre bocado y bocado. Sonreía. Me acordé de cuando le di aquel golpe a su coche.

- Tu chico mayor -le dije- controla mucho de whiskies. Tiene muy buen paladar. Y el pequeño también.
- Son buenos chicos.
- Sí que lo son. 

Y sonrió.

- Bueno, Kufisto, me voy.
- Adiós, Juan.
- Adiós.


Eran las tres de la tarde cuando Jan entró al bar. 

- Kufisto
- Jan
- Una sin alcohol.

- ¿Qué tal por Barcelona?
- ¡Hostias!
- Me lo ha dicho tu padre esta mañana
- Jajaja

Jan está casado y es padre de dos hijos más uno. Y lleva el negocio de su padre.

- Barcelona es una mierda -contesto a mi pregunta- De diez años para acá cada vez a peor. Es como si sólo quisieran patinetes, bicicletas y perros. ¡Es imposible circular por ahí! Aparte el trato, cada vez más malo. Mira, yo voy a Euskadi y me siento como en mi casa o mejor, ¿pero en Barna? Yo no sé qué pasa allí. Hay pasta, porque hay pasta, pero es como si quisieran construir una muralla alrededor. No lo entiendo.

Chalamos sobre los viejos tiempos, nos reímos y se fue.


- Hola, Kufis.
- Hola, Cujo. Acaba de irse tu hermano.
- Ah
- Y tu padre estuvo esta mañana. ¡Así que hoy sólo me queda ver a tu madre!
- Vengo de comer con ella. Si lo sé me la traigo.

Nos reímos.

- ¿Qué quieres?
- Un whisky. Y un vaso de agua. 


- Chicos...

Es Fede, el banquero rockero, el mayor de todos nosotros, un colega que está de baja por depresión.

- Haz los honores, Kufisto -dice alargándome otro gran sobre blanco.

Le sirvo una copa y abro el sobre.

- Jajaja...Esta es buena -digo al ver la portada- Buena de verdad.
- ¡Enséñala, cabrón!
- Treinta años
- ¿Treinta años de qué?
- Pues treinta años desde la publicación del disco, hijos de puta.
- Bueno -dijo Cujo- 1993...
- ¡No! -dijo Fede- ¡Que estas revistas me están llegando con retraso! Hazte la cuenta del 92.

- ¡El "No fear in the dark", hijos de puta!
- ¡Jajajaja...!


No fear in the dark.


No tengas miedo de la oscuridad, Kufisto.




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