jueves, 6 de enero de 2022

LA TABERNA MÁGICA

 - ¡Aivá! -dijo el cliente- ¿Habéis quitado la foto de vuestro padre?
- Joder -respondí-, pero hace tiempo
- No me había fijado -continúo- Claro que como no vengo por aquí desde antes de Navidad...
- ¡Pero qué dices! Más, mucho más -repliqué sorprendido- Hará años ya. Lo menos...¿tres?
- Hostia, pues no me había dado cuenta, tío

Él estaba sentado en "su" sitio. Es curioso, o quizá no tanto, pero todos los habituales del bar, todos, tienen "su" sitio. Puede que alguna vez lo encuentren ocupado por algún extraño y entonces no les queda más remedio que cambiar de lugar. Y os juro que se ven como fuera de lugar. Lo noto. Me doy cuenta.

Este de quien escribo, por ejemplo, siempre se pone en una mesa alta junto a la columna maestra, uno de los pilares el edificio; y además lo hace sentado en la misma posición, dándole la espalda al salón pero sin quedar frente a la barra. Su campo directo de visión, pues, es el muro de ladrillos que separa los aseos. Allí estuvo la foto de nuestro padre, una composición ampliada que realizó uno de mis hermanos. Era de joven en el viejo bar. Una vez que murió, algún tiempo después, en uno de las ocasiones que pintamos el bar, creo que la última, mi hermano (el que la hizo) se lo llevó para restaurarlo y al final así ha quedado la cosa. 

Me extrañó tanto el comentario del cliente que aún siendo tan torpe como lo soy para casi todo caí en la cuenta del porqué. 

Era evidente que no estaba de guasa, no es de esos; es un chico lo menos diez años más joven que yo y siempre me trata con mucho respeto, quizá demasiado. Ha vivido lo suyo, trabajó de manera familiar en esto, ahora anda en las vías, y, lo diré, lleva desde chaval con una chica que sin lugar a dudas tiene uno de los mejores pares de tetas que haya visto en mi vida o, por mejor decir, vislumbrado. Y además muy simpática ella. La verdad es que uno le ve a él y comprende que guste a las mujeres. Tiene ese punto macarrilla, espabilao, que tanto las encandila, como de joven delincuente de buen corazón en película americana. Y ya cerca de los cuarenta sigue conservando un rostro juvenil. Hay gente así. Uno de mis hermanos, el pequeño, es así. Parece como si no envejecieran. De hecho tal vez sea por esto lo del exagerado respeto hacia mi: yo soy el mayor de mis hermanos y él tiene amistad con los tres pequeños que, de seguro, le habrán hablado de mi.

- Ya sé lo que ha pasado -le dije, para mi sorpresa, casi al instante- Has visto el adorno de Navidad y eso te ha recordado la fotografía de mi padre. Estabas acostumbrado a ver el muro limpio y al verlo hoy distinto te ha venido a la cabeza.
- ¡Joder, es verdad! ¡Tiene que haber sido eso!
- El cerebro es la leche
- Madre mía


- Sí...Siempre está procesando, relacionando, combinando aunque no nos demos cuenta. Muchas veces pasa que algo te viene a la cabeza sin que tú mismo sepas la razón. Un pensamiento como salido de la nada que de golpe se apodera de ti. "¿Y por qué estoy pensando en esto?" te dices. Pero si tiras un poco hacia atrás, hacia antes de su llegada, a veces puedes seguir la mecha hasta cuando fue prendida. Claro que tienes que concentrarte, recordar que habías estado haciendo, en qué estabas pensando. Pero si lo logras entonces ves al del mechero. Y el pensamiento se diluye ante la maravilla de las conexiones que lo llevaron a formarse. ¡Y pasas a estar preso de otra cosa! Pero al menos eres consciente de ello. Puede que tú, cuando quitamos la foto de nuestro padre, no vinieras por aquí, cosa que dudo pues nos conocemos desde hace muchos años y no recuerdo haberte perdido de vista durante largo tiempo. Lo más probable es que te dieses cuenta y lo comentaras como tantos otros. Quizá no a mi, al menos no lo recuerdo, pero casi seguro a alguno de mis hermanos. Con los años te has acostumbrado a no ver nada donde había algo que siempre veías. Y de alguna manera llegaste a olvidar si alguna vez hubo algo allí. Sólo cuando otra cosa ocupó ese lugar caíste en la cuenta de que allí, antes, había otra cosa. Y el tiempo se comprimió de tal forma que te pareció cosa de semanas, desde que no vienes por aquí. Como en los sueños y sus cambios de escenarios, tan lógicos cuando estás dentro de ellos. Cuando uno sueña no se pregunta por qué está ahora aquí si hace un instante estaba allí. Está dentro y hay que hacer algo, Dios sabrá qué, pero algo. No hay tiempo para tirar del ovillo hacia atrás cuando uno sueña. Todo se desarrolla a otra velocidad. Es como si la memoria no existiera y el cerebro campara a sus anchas. Puedes ser cualquier cosa y estar en cualquier situación que reaccionarás, ¡ya lo creo que reaccionarás! Sin duda eres tú quien estás ahí; con tus filias y fobias, tus deseos y miedos, tus proyecciones y tus reprensiones pero puestas a la entera disposición del cerebro, que juega a placer contigo, indefenso. La vida es una cárcel, pero tampoco soñando somos libres. Pero...¿es bueno ser libre? Hoy está más claro que nunca que la gente no quiere ser libre y que odia a quien quiere serlo. "Tu libertad acaba donde empieza la de los otros" ¿Pero y si las cadenas que ellos llaman su libertad te provocan eccemas en las muñecas, el corazón y el espíritu? ¿Acaso no hay hoy en día todo un infinito listado de obligado cumplimiento ante las reacciones alérgicas? Mira; hoy, sin ir más atrás, ha venido al bar un viejo amigo. Hacía tiempo que no le veía. ¿Cuanto? No lo sé. Tampoco fuimos amigos nunca y sin embargo ahora lo trato como tal. Bastará con decir que nos conocemos desde pequeños. El tiempo y su decadencia hacen el resto. Hay que tener mucho cuidado con el tiempo y su decadencia, amigo...Hay que conservar la memoria. Bueno, pues vino hoy al bar con su mujer y otra pareja. Pidió una cerveza sin gluten y se la puse. Yo recordaba esto, que es celíaco y de los severos, aunque esto tuvo que sobrevenirle ya pasada la juventud pues lo recuerdo tan borracho como todos en aquellos años. Era algo que tenía latente y al final explotó. La mecha; a ver quien recuerda lo que la encendió. Ahora es una cosa indecible hasta el extremo. Bien, que me voy por las ramas...Perdona, estoy escribiendo y acabo de abrir la última cerveza, la cuarta. Tengo un poco de whisky ahí, en el armarito...Hoy hice un guiso. Un guiso contundente, un guiso de patatas con chorizo. Ya va haciendo frío...Bueno, ya sabes que desde hace tiempo, desde que empezó todo esto, sólo hacemos pulgas para aperitivo. Nos quitamos de todo lo demás. Muchos protestaron y protestan pero después de todo no fueron tantos los que dejaron de venir. La verdad es que tenemos una buena clientela; pequeña, pero buena. Dejaron de venir los previsibles. Si lo hubiera pensado casi que habría acertado al cien por cien. Pero en fin...Pues eso, el guiso. "¿Pero qué lleva, Kufisto" me preguntó, "esto, y esto, y esto..." No parecía muy convencido. Al final añadí otro y esto que sabía iba a echarle atrás: una pastilla de caldo que no llevaba. Pero no quería jugármela. Tal vez el chorizo llevara gluten de ese, o la patata, o la cebolla, o el perejil o...yo qué sé. Siempre fue muy cagón, la verdad. Tengo cerveza sin gluten, ¿no? Pues ya está. Esto es un bar, joder, no un quirófano...Joder, me cago en la puta, ¿entiendes lo que te digo? ¡Yo no iría a una iglesia o a un plató de televisión! ¡A qué voy a ir yo a una iglesia o un plató de televisión! Y si por circunstancias, por obligaciones, por cojones, por mi madre o la mujer que no tengo tuviera que hacerlo me bastaría con el pensamiento de que pronto pasaría. ¡Y sin cerveza sin gluten! ¡Si hasta las tablas donde se parten los alimentos deben estar poco menos que limpiadas con ácido sulfúrico! ¿Pero tú has visto lo que hace Mercadona y todas las grandes superficies? Miras un pastel, un puto pastel, y en la vitrina que lo cubre tienes una pegatina bien visible de que puede contener trazas de crustáceos y otros mierdas. ¡En un pastel! ¡Cangrejos! ¡En Mercadona, en Carrefour, en empresas inmensas que se cubren las espaldas ante cualquier historia! ¡Una jodida nécora en un puto donuts! ¿Qué esperas, dime, qué esperas en un bar familiar si lo tuyo es tan grave como parece? No me entiendas mal, de verdad, no creas que soy un insensible, un Harry Callagham de la vida, un superhombre, no, no lo soy, pero...¡Joder, no me queda más!


Me voy al chino.


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