viernes, 11 de octubre de 2013

Y VUELTA A EMPEZAR




Y ha tenido que llegar la prórroga para cogerle el punto a las vacaciones...

Eran las ocho y veinte, todavía estaba amaneciendo, cuando he salido a la calle. Hacía fresquito, aún era más grande la sombra que la luz, al menos a ras de suelo, del edificado, que todo es ponerse, y fijándome en ello he dado en lo tarde que hacen salir al sol, no son horas, "dentro de tres semanas, justo antes de que cambien la hora, saldrá cerca de las nueve..." Recordé la última vez que salí tan temprano, poco antes del solsticio, cuando a las seis y media había la misma luz que hace un rato, "casi dos horas..." Después llegó el calor nocturno y me obligó a perder la costumbre, ya son varios los años que me pasa lo mismo en la misma fecha, como si empezara a ser tradición, ¡ah, las tradiciones...! He leído que quieren adecuar nuestro horario al de Europa, ¡qué obsesión!, la verdad es que no me enteré muy bien, no me importa, lo mío es con el sol, no con Greenwich, ¿quién coño es Greenwich?, ¿qué necesidad tengo de paralelos? casi ni me acuerdo de su significado. Greenwich...suena como a bruja, como a chicharra de verano...Greenwich...Parece el nombre de un broker del Dow Jones: empiezas jugando con el tiempo y acabas metiendo a las personas en colmenas. Como si tú fueras el sol. El sol negro.

Algunos empiezan a estar un poco hartos del buen tiempo, suelen ser gente amargada, deprimida, que ven la luz y el calor tal que el telediario del 22 de diciembre. Y sí, todo tiene su tiempo, el frío es necesario, sino te sale República Dominicana, y eso estará bien en la República Dominicana, pero aquí funcionamos de otra forma, aquí te das cuenta del paso de tu vida porque viene el frío y se va, viene el calor y se va, y regresa el frío y vuelve a irse, y hay días largos y noches cortas, y al revés, y así, de este modo, vividos los ciclos necesarios, vas dándote cuenta de que ya queda menos y algo hay que hacer. De la otra manera, si ni el tiempo ni la luz cambian, ¿por qué vas a hacerlo tú? es mejor dejarlo estar. La Historia del Hombre es la de la meteorología.

La muchachada iba de camino al instituto, todos con sus mochilas, me he fijado bien en ellas, yo también tuve una, creo recordar que luego me cambié a una especie de bolsa grande que llevaba colgada al hombro, sí, aunque lo primero de todo fue la cartera, me acuerdo que me gustaban especialmente sus cerrojos dorados, como encajaban, el sonido que hacían al acoplarse, a veces pasaba el rato abriéndolos y cerrándolos, oyéndolos, sí...por entonces te entretienes con cualquier cosa.

Poco después he empezado a estar de cara al sol, todavía muy bajo, a la altura de los ojos, he tenido que echar mano de las gafas, dentro de poco no me harán falta, pero estoy reiniciándome y eso al principio cuesta, que son tus ojos quienes deben acoplarse al sol, no al revés, aunque te alcancen en oblicuo. Pero llegará mayo y lo harán de frente y no te harán daño. Siempre que mires un poco más bajo.

He parado en el cementerio para la tradicional meada y limpieza de bajos, pero el baño estaba cerrado, cosa rara; he salido por la otra puerta, durante un momento, nada, he pensado en hacerlo contra un ciprés, quizá si hubiera estado más adentro...pero no. Los gatos apenas han reparado en mi presencia, ese es el único lugar en el que pueden estar tranquilos, seguros de que nadie va a molestarlos, sólo los viejos van allí y los viejos ya no quieren molestar a nadie. Me he parado a contemplar al más pequeño, estaba sentado sobre sus patas traseras, solo, tomando su primer rayo del sol, los ojillos entornados, me ha mirado un instante, tan quieto como una estatua, y ha vuelto a ignorarme. Un ratito después ha dejado de olerme.

Veinte minutos más tarde he llegado donde quería, casi junto a las vías del tren, allí puedes mear a gusto sin paredes que te escondan, casi todo se hace a gusto si no hay nadie alrededor que pueda juzgarte, esa es la verdad.

Resulta curioso, aunque bien pensado no lo es tanto. Iba caminando normal, sin prisas, la necesidad no era tan perentoria, pero en cuanto he visto a lo lejos el lugar me han entrado unas ganas tremendas de mear, tantas que he apretado bien el paso, y ya estando cerca he pensado que si no lo hubiera visto no me habría pasado y podría haber seguido caminando, no sé por cuanto tiempo. Quizá sea mejor no encontrar lo que buscas. ¿Estás seguro de saber lo que quieres?

He notado como si se me cayera algo al subirme el pantalón entre los matorrales, casi puedo decir que lo he visto, pero no le he hecho caso, enseguida me he dado cuenta de dos que venían por el otro lado, una pareja con una par de perrillos sueltos, y si uno se descoloca entre la gente, ni te digo si no la esperas y viene acompañada de sus perros. Sin lugar a dudas han tenido que darse cuenta a pesar de la distancia que nos separaba, me había entretenido un poco, finalmente la meada había sido de campeonato, sí, y después me he limpiado el sudor concienzudamente y me colocado bien los instrumentos, puede que haya tardado dos minutos, no más, pero los suficientes para que alguien entrara en escena.

Cien metros nos separaban, me he puesto las gafas de sol sin necesidad, y cuando ya nos íbamos definiendo he pensado en echar mano de la chusta de la primera cagada del día, no hay mejor laxante que ese, y no es que yo tenga necesidad, no, al contrario, pero si uno sale a andar tiene que hacerlo cagado, que para mear no es tanto el marrón. Me he echado mano al bolsillo, no la encontraba, apenas estaba a treinta metros de ellos, puede que treinta y seis, "¡¿coño?!", podría haber seguido así, hurgándome en los bolsillos como si los llevara llenos de ladillas, y pasar adelante como si tal cosa, además sin hacerme el loco, era en serio que estaba buscando algo, los perrillos estaban corriendo como locos de un lado a otro...Me he dado la vuelta y he regresado sobre mis pasos, "sí...seguro que ha sido eso que he visto..." ¿Pero como encontrarla? aquello estaba lleno de guijarros, y si era bastante más que una colilla (apenas me bastaron cuatro o cinco caladas para conseguir el objetivo) cualquiera la encontraba, y si no soy Rompetechos casi tengo lo mismo de águila, para todo, o casi...Pero no, ahí estaba, al primer golpe de vista. He pensado en quitar de una ramita el trozo de papel higiénico en la que se había quedado colgando, "bah, es igual, ¡¿pero qué cojones te pasa?! ESTO ES EL CAMPO" Y encendiendo el pito he salido a su encuentro. Parecían medio gilipollas.

Ya habían atado a los perros, Canela se llamaba el que me husmeó cuando di media vuelta, casi ni me di cuenta, yo iba con mis auriculares, pero no tanto como para no oír el grito de su amo.

- "Buenos días" les he dicho al cruzarme con ellos, creo que no he recibido contestación, es más, he sentido como si el tío me mirara raro, como con asco. Me ha dado tanto odio que he estado a punto de volverme y gritarle algo. "¡Me cago en la puta!, ¿será posible?, ¿de verdad me ha mirado como creo que me ha mirado? ¿ese sorbesopas? ME CAGO EN SU PUTA MADRE..."

No me ha dado tiempo a más, de frente se acercaba una tía con un perrazo enorme, negro, ella también iba de negro, con grandes gafas de sol, negras, todo negro...al menos llevaba atada a la bestia.

- "Buenos días" Lo mismo, nada, puta feminazi...Me he acordado de la primera vez que subí solo al metro de Madrid, hace muchos años, iba al trabajo, era muy temprano, "buenos días", ni Cristo me respondió, creo que uno de los seis o siete que iban en el vagón se dignó a levantar la mirada, "¿pero donde coño me he metido?"

Rumiando he llegado al cemento un par de minutos después. Y al primero que he visto ha sido a un tío odioso con su jodido puro, siempre está con el puro, no lo recuerdo de otra forma, creo que ya nació así. Un tío malo como él solo, un piojo, que diría aquel, por no hablar de su hijo, contemporáneo mío, un mal bicho, uno que siempre las mató por detrás, un hijoputa, vamos, un hijo de cabrón.

Y cuando ya no sabía donde mirar para no ponerme de mala leche he visto el coche de mi hermano pequeño aparcado junto al ambulatorio, él estaba dentro, "¿qué haces?", estaba esperando a su chica, los resultados de un análisis y tal. Y hablando estaba con él, diciéndole que nos veríamos al mediodía, cuando ella ha aparecido poco menos que dando saltos, riendo, es una muchacha encantadora, de veras...Todo estaba bien.

Le pido que me acerque a casa, no quiero caminar más. Me subo atrás y bajo la ventanilla, una avispa se acopla inopinadamente, la bajo más con la esperanza de que el aire se la lleve, pero no, se esconde detrás del reposacabezas, la muy puta, yo no les digo nada, están contentos, me echo hacia adelante, apoyándome en sus asientos y hablando con ellos, de seguro más que muchos de estos días que están a punto de acabar. Casi atropellamos a un viejo durante el trayecto, le pedimos disculpas y nos reímos al perderlo de vista, de seguro más que todos estos días que están a punto de acabar.

Me dejan en la esquina de mi casa, bajo mientras echo un vistazo atrás: no la veo. 

Y ahora a trabajar.

Con todo el equipo.

16 comentarios:

  1. ¡Adelante, Kufisto! Lo mejor de caer es volverse a levantar. ¡Lucha! Luchar es también una forma de amar, de seguir amando. Entonces, estarás seguro de saber lo que quieres, y lo buscarás para encontrarlo.

    Haz de ese bar, de ese pueblo, de ese sol, motivos para seguir luchando, para seguir amando. Es cierto que la podredumbre puede colarse en nuestas vidas como esa avispa que se oculta en nuestro asiento. Pero también la esperanza, la fortaleza de saber que la vida no es esa miseria, puede ocupar todo nuestro tiempo y nuestro espacio, como la luz de ese sol que no sabemos si nos ilumina más que nos acompaña o como el frío de las mañanas de octubre que hace que sintamos vivos nuestro cuerpo y nuestra alma.

    Yo sí que te digo: ¡Buenos días!, mirándote a los ojos.

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  2. ¡¡Pero qué vacaciones son esas, Kufisto!!...No te has ido a Benidorm ni a achichararte a una playa de la costa ni a un pueblo de montaña para respirar aire puro....ni un viaje para conocer alguna ciudad de Uropa o de España....Recuerda lo que te dije unos ovillos más atrás....

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  3. Para mí no hay cosa que demuestre más lo maravilloso que es este oasis de planeta que disfrutar del paso de las estaciones.

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  4. Kufisto, como madrileño te tengo que decir que no te tomes a mal lo de que no te respondieran a tu "buenos días" cuando te subiste al metro por primera vez. No es mala educación, es que no es costumbre. Date que cuenta que con la cantidad de gente que subre al metro sería un coñazo tanto "buenos días".

    Al principio de Milagro en Milán Totó le da los buenos días a un señor con el que se cruza por la calle y éste no sólo no le devuelve el saludo sino que encima se indigna.

    Saludos cordiales.
    Oswald.

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    1. Leí hace tiempo una crónica de un periodista que andaba de viaje por tierras de Portugal. Y lo hizo en autobús. En uno de esos pueblos perdidos, no sé ahora si cerca de Zamora o por el Alentejo, hicieron la parada de rigor. Entonces, nada más abrir las puertas, un señor se acerca, asoma la cabeza hacia el interior e informa al conductor y a todo los viajeros de que ha muerto una señora que todo el mundo conocía. Y si no la conocían daba igual, porque todos se bajaron a dar el pésame. (De esto hace veinte años o menos, no os vayáis a pensar que es de finales del XIX). Este hombre también bajó, dio el pésame, comió unas rosquillas inolvidables y bebió un vino familiar excelente. Un cuarto de hora después subieron todos al autobús y de nuevo se pusieron en marcha.

      En una vida sin prisa no hay horarios, solo hay espacio, y amanecer, mediodía y atardecer. Sin prisa. Creo que se vive más intensamente de esa manera que con estrés.

      Qué pensáis vosotros ¿es más intensa una vida atiborrada de estímulos, como la de la ciudad, o una vida aburrida, en el campo? Tuve un jefe que hacía eso: "yo voy al campo precisamente para aburrirme y volver a Madrid con más gana". ¿Era más intensa la vida en el pasado, tanto en la ciudad como en el campo; o mas bien lo es ahora?

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  6. Como señala Luis, es cierto que en las ciudades, sobre todo si son grandes, nadie se saluda. Sin embargo, cuando leía el episodio que contaba Kufisto, no me pareció que se trataba de la típica sorpresa propia de todo paleto en un medio tan distinto al suyo. Lo que me llegó de su relato fue la vivencia de la terrible despersonalización que produce las grandes urbes, que para los que hemos crecido en ella, nos parece normal. Pero por muy común que sea algo no deja de ser lo que es, una experiencia profundamente alienante, aun cuando hayamos perdido la sensibilidad para percibirlo.

    Sobre la discusión que plantea Pedro, pienso que lo importante no es tanto el lugar como las personas que nos rodean, y, por supuesto, nosotros mismos. Quiero decir que, aunque los lugares tienen su propia impronta (diríamos, su personalidad, en licencia comúnmente aceptada), y que ella influye en sus habitantes, lo importante son siempre las personas, cómo sean.

    Así, lo relevante para mí es la calidad de las relaciones humanas. Ajustándome a mínimos morales, entiendo por calidad las relaciones en las que prime el respeto, la educación, la sana preocupación por el otro, en el mejor de los casos, si no amistad, al menos saber que cuentas con el apoyo del otro para alguna cosa, como aquel contigo. Con esto a mí me bastaría (dejo a un lado lujos como la amabilidad, el afecto, la disponibilidad, etc.). Y estos mínimos son, sin embargo, tantas veces tan máximos, tan inaccesibles, tan inencontrables...

    Así, podemos lograr estas relaciones satisfactorias en medio de la más gigantesca metrópoli o en la más humilde, remota y desconocida de las aldeas. De igual forma, aquel que prefiera la soledad o el trato humano muy restringido lo puede encontrar en medio de la nada o en mitad de la Gran Manzana. Lo peor es buscar ese contacto humano y no lograrlo, sea donde sea que vivas.

    Siendo que reconozco mi marcada sensibilidad a los espacios, a veces oscilo entre la gran ciudad en la que nací y me crié (Madrid), o perderme en mitad de un monte y vivir en algún sencillo alojamiento. Oscilo porque lo importante no es eso...

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  7. Lo del horario de Greenwich parece ser que viene de la época de Franco (¡otra vez!) que parece ser que fue el que lo cambió y lo mantuvo como ahora (¡maldito!) y hay que cambiarlo para "entrar en Europa", ya se sabe. Imagino que entonces habrá que encender la luz a las cinco de la tarde en pleno invierno... bueno, yo no, que sólo la enciendo para cenar. Que les follen.

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  8. Por cierto, ¿cómo le va a tu tía?

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  9. Vamos dos horas por delante del horario solar. Una se adelantó en toda Europa, creo que cuando la segunda guerra mundial. Y otra fue cuando entramos en la UE, también en toda Europa, por ahorrar energía.

    Greenwich sigue donde estuvo siempre.

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  10. Dos paisajes de Madeira

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/53/Madeira_Faial.jpg

    http://www.viajejet.com/wp-content/viajes/cabo-girao-madeira.jpg

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  11. Es muy bonito. Eso sí, qué vértigo da jaja.

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  12. Pedro, no estoy muy seguro de que la vida en la ciudad sea muy estimulante. Al fin y al cabo la inmensa mayoría de las personas que vivimos en las ciudades llevamos una vida muy monótona, y vamos casi siempre a los mismos sitios y por los mismos caminos, empezando, claro, por nuestro lugar de trabajo. Yo encima viajo casi siempre en metro por Madrid, sin ver la calle y su variedad de gentes y paisajes urbanos. Y prefiero viajar en metro que en bus: me gusta leer en el transporte público y es mucho más fácil aislarse del entorno y leer en el primero que en el segundo. De hecho, actualmente, casi sólo leo libros en el metro, apenas en casa.

    Es evidente que la vida antes era más familar y más social que ahora, tanto en ciudades como en pueblos. Por ejemplo, mi padre, que siempre ha sido urbanita, ha tenido con sus primos (incluso primos segundos) una relación mucho más estrecha que la de mis hermanos y yo con los nuestros. A mí me da pena lo que me cuesta mantener la relación de amistad con personas a las que, por circunstancias de la vida, dejo de ver habitualmente, como por ejemplo compañeros de trabajo. Pasa igual con los vecinos: cuando yo era niño mis padres tenían amigos entre nuestros vecinos mientras que yo procuro evitar a los míos. Y creo que mi insociabilidad está bastante extendida hoy en día. Y lo curioso es que esto sucede en la época de las comunicaciones instantáneas y los transportes más rápidos que nunca.

    Ahora, que peor que lo mío es tener 7.354 "amigos" en facebook.

    Es hermosa la historia que cuentas de Portugal.

    Cambiando de tema, ésta te va a gustar, Pedro: información meteorólogica de esta noche en Telemadrid; previsión de la dirección del viento para mañana en Madrid: no SO (sudoeste), sino SW, o sea, south west.

    Oswald.

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  13. A mí, Pedro, me llaman más la atención las Azores (y no por el trío de cuatro) que Madeira: son más recónditas, más perdidas en la inmensidad del océano, más salvajes.

    ¿No pensáis que cuando los portugueses fueron a las Azores allá por mediados del siglo XV sabían muy bien a dónde iban, porque es absurdo pensar que se lanzaron a la inmensidad del mar a la buena de Dios a ver si encontraban algo y ¡oh casulidad! se encontraron esas agujitas en el pajar?

    Oswald.

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  14. Sí, son más bonitas las Azores.

    http://media-cdn.tripadvisor.com/media/photo-s/01/15/92/6a/voyage-aux-acores-ete.jpg

    Esta sin embargo parece de mi tierra:

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/68/Ponta_Delgada_Flores_Azores_North.jpg


    http://viajar.especiales.elperiodico.com/islas-azores/files/2012/05/15-razones.jpg

    http://www.playasycosta.com/images/azores2.jpg

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/97/Azoren_%2814%29.jpg

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ed/Cidade_de_Angra_do_Hero%C3%ADsmo%2C_ilha_Terceira%2C_A%C3%A7ores.jpg

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/6d/Pico.jpg

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  15. Nuevo ovillo.

    Gracias, amigos míos.

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