La conocí a través de uno de esos chats que emitían las emisoras locales, no sé si todavía seguirán haciéndolo, hace años que no veo la televisión. Ni para eso.
Una vez acabado el parte nocturno llegaba la programación de madrugada, que no era otra sino imágenes de chicas con nombre exótico y apellido de nueve cifras bien grandes y coloreadas, no tanto lo que aparecía a pie de página a velocidad de zancada boltiana, eso no interesaba destacarlo mucho, hay cosas que mejor no verlas, no sea que equilibren la balanza hasta tal punto de volcarla por el lado incorrecto. Un negocio es un engaño, y quien vende debe saber lo que tiene que enseñar bien y lo que ocultar mejor para comerse un colín, como la Montiel cuando dejó de ser tan guapa y exigió que gasearan sus cámaras: el capitalismo es un engaño. Por eso funciona, aunque sea a trancas y barrancas, como la que le freía los huevos a Brando, que duró hasta el final, de una u otra forma, pero duró. Y también murió.
Pero a mi lo que me interesaba era lo de abajo, de hecho casi siempre ha sido así, o al menos ya hace tanto tiempo como para no recordar lo contrario. Quizá cuando estudiaba bien y quería ser algo importante, algo importante para mi, pero eso no llegó muy lejos, casi ni empezó en serio, enseguida me tentó el qué era eso tan bueno que tanto le gustaba a los triunfadores de entonces, aquellos para quienes lo mío era motivo de risa. Yo no me reía viéndoles, los envidiaba sin saber porqué: era muy joven para saber que los tontos eran ellos, o que yo no era tan listo como ellos. Y me hice uno de ellos. O lo intenté, que pronto me di cuenta de que aquello no era lo mío. Pero lo otro ya se había ido. Y me quedé en mitad de la tabla, sin posibilidad de ganar ni de descender, jugando porque había que hacerlo si querías seguir haciéndolo: la federación de la vida no te pide más que la voluntad. Nada menos.
Todavía estaba con mi ex cuando empecé a frecuentar a las putas de la tele, no a las diosas que enseñaban su cuerpo, no, qué va, esas no dejan de ser hologramas para todo quien no sea del Madrid o del Barcelona, sino a las de abajo, las que se anunciaban en la barra que sostenía los pósters, por debajo de ellas sólo estaba el precio de las de arriba. Y eso sin tocarlas un pelo.
Eran anuncios directos, rápidos, que si el tiempo es oro no lo es menos el espacio, y el rodillo de los anuncios no hacía más que girar como cuchilla de picadora, apenas eran segundos lo que permanecía en pantalla, y costaba una pasta, no te creas que lo regalaban, todo cuesta cuando sales en la tele, todo...Y lo que menos vale es tu dignidad.
Las letras mayúsculas eran más populares que los Beatles, casi tod@s escribían así, "¡¡¡EH, QUE ESTOY AQUÍ!!!", hasta para decir que no buscabas sexo ("sólo amistad") escribían de esa manera. Internet todavía estaba en pañales por aquí. Ya no.
Una puta nunca dice que es puta, eso son cosas de las películas de putas. La puta se presenta de otra forma, más sibilina, no por nada deja de ser la chica de su padre: "chica simpática" era lo más socorrido junto a "ayuda económica" o, directamente, un número seguido de la bestial marca uropea que por entonces acababa de salir a la luz.
Yo quería a mi chica, de verdad, pero no sé porqué comencé a engañarla poco después que acabara su carrera y se pusiera a trabajar. Y no por la distancia y tal, no...a fin de cuentas así habíamos estado durante sus cinco años de estudios en la capital de estepaís, nos bastaba el fin de semana, nunca fallaba, y cuando empecé a descansar un día entre semana me iba para allá con el bocao en la boca y echábamos bien echao el día y medio, sí, pero...comencé a ponerle los cuernos.
Cosa curiosa: para mi no lo era. Sí, si hubiera sido con otra tía, sin pasta por medio...pero eso era imposible. Nunca lo hubiera hecho, nunca, de verdad. Jamás la engañé de esa forma. Sólo era que yo...no sé...
Cerraba la noche del domingo, ella ya no estaba, miraba en la tele y me decía "¿porqué no...? nadie se va a enterar" Normalmente era cuando estaba de resaca, cansado de todo el día, ni Cristo por las calles, era como si estuvieras solo en el mundo, a nadie le importaba una mierda...
Nunca me han gustado los puti-clubs ni las casas de putas, ahí más que a follar vas a medirte, y yo soy demasiado pagado de mi mismo como para compararme con esa clase de gente. Anoche terminé de releer las Memorias del subsuelo de Dostoyevski, y el muy cabrón dice algo que es o que yo siempre he pensado de esos sitios: "no se puede ir sin estar borracho" Lo terminé y empecé Crimen y castigo, hasta que Raskólnikov lleva a Marmeladov a su casa...Eché un buen lagrimón al terminar de leer su perorata.
Pero el hombre propone y el nabo dispone, y el diablo mueve el hilo que queda entre medias.
Sólo con una repetí varias veces, una tipa gorda y fea, mayor que yo, de otro pueblo, que no hacía más que hablarte de que lo hacía para casarse con su novio, "un hombre que me mataría si supiera que estoy haciendo esto..." Yo la oía mientras me limpiaba la polla y me ponía los pantalones dentro del coche, del de ella, era una tía decente y tal...Creo que repetía para oírla.
Habían muchas chicas jóvenes, ninguna valía gran cosa, todas estaban pilladas por algún sitio, drogas normalmente, recuerdo a una ansiosa con la que no me pude ni correr, "déjalo", "¡¡¡EHHH!!!", "que no me corro, coño", estaba pasadísima, ella se obcecó, "¡¿QUE NO TE CORRES?!...¡¡¡ESPERA!!!", y empezó a chupármela como si en lugar de semen echara cocaína: lo último que quiere una puta es no ser capaz siquiera de serlo. Volví a verla años después, hace poco, una vez que bajaba un cerro...estuve a punto de entrarle, sé que me reconoció, pero sólo llevaba lo justo para la cocacola del ambulatorio.
Hasta que di con Eva.
Recuerdo que era de noche, puede que octubre, como ahora, ya empezaba a hacer frío, el mismo que hará dentro de un par de semanas, cuando todo esté tan negro como el jodido Paint it black. Yo tendría el turno de mañana, sí, me acuerdo...A eso de las ocho miré la tele del alcalde y vi un número nuevo.
Llamé. Me sonó su voz. Quedamos. Cogí el coche.
Y cuando la vi no me lo pude creer: era la hija de un reciente muerto que había sido cliente nuestro.
Di una vuelta a la manzana para pensármelo, estaba seguro que me reconocería, tampoco hacía tanto tiempo de cuando yo le ponía un bocadillo de calamares, a su padre le encantaban. Y a ella también. Era la pequeña de muchas, todas hembras, todas estupendas, tenían fama por su belleza...
Y en lugar de irme a buscar otra...
Me reconoció tanto como yo a ella, nos miramos lo justo sin decirnos nada, tiré adelante e hice por hablar algo, ninguno nos llamamos por nuestro nombre, el frío es tan socorrido...Callamos mientras el cd hablaba por nosotros, creo que por entonces todavía estaban los U2.
Nos fuimos al polígono industrial y follamos en silencio. Después hablamos un rato y algo me contó.
- "¿Donde te dejo?"
- "Donde me recogiste"
Allí la dejé.
Y ya no hubo otra puta.
Hicimos una cierta amistad, quedábamos para lo que quedábamos pero no sólo para eso, aunque eso sí, siempre a escondidas, no por nada yo estaba "casado" y no podía dejarme ver con ella. Fue a la primera y última que llevé a mi casa; hasta a mi gato, más arisco que yo, le caía bien, y es que era una muchacha muy dulce, muy cariñosa, puede que un poco estúpida...aunque seguramente los estúpidos seamos nosotros.
Ya por entonces andaba bastante pasao, había días que no me hubiera aguantado ni mi santa, por no decir mi madre, y en una de esas, en una de las gordas, di en acordarme de ella aún estando con la mía, que no podía haber venido ese fin de semana y tal Y vuelvo a significar que sigo creyéndomelo como si no hubiera podido ser de otra forma: jamás me engañó. Pongo la mano en el infierno.
Yo estaba muy borracho cuando me llamó, "oye, que no voy a poder ir al pueblo" Vale.
La llamé, "¿donde estás, Eva?", en el peor tugurio de mi mundo, estupendo...
- "Oye, voy para allá, te pito cuando llegue"
- "Vale"
Llegué, pité y salió, estaba colocada, incluso más que yo. Pillamos unas litronas en el 24 horas y nos fuimos.
Nos pusimos bien, tanto que al final acabé por echarle el sermón que nunca le había nombrado, el de su padre, ella ya me había hablado de lo mala que era su madre, la viuda alegre, ella era una chiquilla que apenas tenía dieciocho años y ya la habían echado de casa.
Y al oír que hablaba de su padre se echó a llorar.
Dejamos de vernos, dejé de verla, estaba avergonzado por mi brutalidad, me dijo que se iba a Barcelona con unos colegas...
Volvió tiempo después, no mucho, yo ya no estaba con la otra, me la encontré caminando por ahí, mientras ella paseaba un perrazo, "¿qué tal?", seguía pareciendo inocente a pesar de todo...
Me la llevé a casa y vi que tenía costras en las tetas.
Y no la toqué.
Jajaja
ResponderEliminarCómo eres, Kufisto. No es reproche. Es admitir lo que seguro los demás no nos atrevimos o nunca se nos pasó por la cabeza hacer.
ResponderEliminarEs guapa la Lucía Figar ¿Verdad?....a mí me lo parece.
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ResponderEliminarEs de lo mejor que te he leído. Realmente bueno. Me atrevo a decirte que corrijas solo una cosa: Volvió tiempo después, no mucho, yo ya no estaba con aquella zorra,. Se supone que es la primera puta de la que hablabas, la gorda. Es que produce una primera impresión el yo ya no estaba, como si fuera tu chica, tu novia. No lo dejes así.
ResponderEliminarMagnífica historia. Por los personajes, los sucesos y lo muy bien contada que está.
Gracias, Pedro.
EliminarLo creerás o no, pero es lo único que he corregido y lo he hecho justo antes de leer tu comentario. Aunque ha sido más por justicia que por lo que tú dices, que llevas razón, como casi siempre, pero aquella chica no se merecía tal calificativo ni entonces ni ahora, que no sé nada de ella.
Un saludo
Pues sí, está muy bien, de lo mejor que te he leído. Complicada historia.
ResponderEliminarEfectivamente, un negocio es un engaño en el que hay que saber qué enseñar y lo que ocultar. Y la vida se ha acabado convirtiendo en un negocio, en pura propaganda,así que si no sabes venderte de esa manera, no encajarás y te irá chungo en muchos aspectos (trabajo, relaciones con los demás, loquesea). Es el problema de este modo de vida, de este "exitismo" porque yo lo valgo. Pero para mi los chungos son ellos, por falsarios, y sus "triunfos" no son tales, por muchas cosas que consigan, y si engañan al resto de la gente, ese éxito no equivale a hacer bien las cosas (como nos quieren hacer creer) porque no siempre que tú vas en un carril y los demás te vienen de frente significa que seas tú el que va en dirección contraria por mucho que se burlen los gilipollas encantados de haberse conocido. Un sistema en el que el "éxito" depende de la capacidad que tenga uno para engañar a los demás no es bueno, así que conmigo no cuenten. Todavía estoy luchando por no sentirme mal por estar como estoy. Y sí, esos que se reían de lo tuyo, los tontos eran y son ellos.
Las casas de putas... no sé si era parte de un chiste u ocurrió de verdad, aquel tipo que fue a una de ellas y se encontró con su hija. Puede que sea chiste y también de verdad, seguro que ha pasado mucho en la vida.
El tema de Eva, 18 años, las costras... pues fíjate cómo tiene que ser "lo que no podemos ver", el interior. Un mundo terrible.
Hegemon: Lucia Figar hace años no me parecía mal, pero debió ser algo momentáneo, porque a día de hoy no me dice nada. Y su voz medio pija y casi hombruna me tira mucho para atrás. La que no me parece mal en cuanto que se acerca a mis gustos es la sociata esa Susana Díaz que además no se la entiende una letra de lo que dice, me recuerda muchísimo a una... aunque la mia era de una belleza indescriptible.
Un saludo.
Las putas, las chicas como Eva y otras por el estilo, han producido en mi un sentimiento de ternura y de respeto. Como si se las tuviera que salvar. Siempre, no sé por qué, he tenido claro que si estuviera sólo en la vida y esta me diera la oportunidad de ayudar a una de estas chicas, lo haría. Ayudar en el sentido de sacarla de esto, de darla el cariño que tal vez necesite, un hogar, un fufutro, de protegerla....no sé....es complicado. Las mujeres que se dedican a esto no me producen asco, sino ternura y mucho respeto. Puedo sentir una atracción paternalista por ellas no pasional ni erótica, aunque también. Si veo costras en los pechos de una mujer, se me baja el subidón pero ya. Para eso soy muy escrupuloso. Esperaría a que se limpiara y se recuperara. Parece que hablo de un jarrón o un animal herido que necesita ser curado. Lo digo con todos los respetos pero así las siento y las veo. Bonita historia, Kufisto. Fue uno de mis temores, enamorarme de una persona en esas circustancias. Te entiendo y te comprendo.
ResponderEliminarGracias, chicos. Un saludo.
ResponderEliminarBueno, dos, que tampoco está la cosa tan mal.
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ResponderEliminarHay que ver las cosas que os inventáis para escribir algo. Con lo fácil que es reconocer que no te has comido un roso en tu vida. Bueno, unos pocos menos de los que presumes. Yo me acuerdo que de algunos viajes que hacíamos los amiguetes juntos siempre salia el tema de cuantas nos habíamos merendado en nuestra vida, uno cincuenta, otro treinta, otro cuarenta, cuando me tocaba a mí, sincero, siempre decía lo mismo.... una o ninguna, que no me acuerdo. Bueno, la hoja del diario de hoy, muy buena. Hasta luego, Lucas......
ResponderEliminarAcabo de venir de la calle de comprar unas botas para el invierno y he hecho una kufistada. Cuando subía por la calle principal de mi barrio había sentada en la entrada de una pastelería/cafetería una chica de entre veinticinco y treinta, con su bote de plástico con unas pocas monedas. Esta no era una rumana, sino española, y no era drogadicta, pero estaba un pelín desmejorada aunque era guapilla y tenía pinta de no llevar demasiado en la calle. A la vuelta cuando la he visto la segunda vez me he parado y la he dado un eurillo y le he dicho que si quería un bollo, y me ha dicho con una sonrisa de esas que expresan bondad y verdad y que ya no se ven que si podía una barra de pan mejor, y una barra calentita de setenta y cinco céntimos que le he comprado. Me he sentido como el culo cuando me he ido, muy triste, en fin, ¿cómo cojones puede estar así una chica en la calle?
ResponderEliminarSe nota que no hago mucha vida por el día porque duermo, aunque por la noche tampoco es que haga demasiado, pero de verdad, he visto otros mendigos, y eran gente diferente, más mayores, con cartones de vino... me cago en su puta madre, que nos la han metido doblada a todos los españoles.
Para que salgan Montoro y el de la moto a decir tonterías.
Nuevo ovillo, que tengo prisa.
ResponderEliminarGracias