jueves, 3 de octubre de 2013
EN EL MERENDERO AQUEL...
Hace muchos años, en el tiempo de nuestras primeras borracheras, aconteció que una tarde en la que andábamos tirados en el parque, bebiendo litronas y fumando canutos, mi hermano se puso malo, es decir, que le dio un bajón.
Había por entonces un merendero que no sé porqué cerró poco después, casi siempre tenía gente y quitando los cuatro o catorce yonquis que iban a picarse entre la espesura era gente normal, o así, aunque los chiquillos también dábamos nuestra guerra; pero el tipo que lo llevaba era uno duro, se le veía, eso lo ve hasta un chico de quince años y bueno...que había un horizonte de sucesos no muy lejano y poco estimulante, la verdad.
Nos conocía, a mi hermano y a mi, como casi todo el mundo, el nuestro, el que sobra, "vosotros sois los hijos de...", esa coletilla nos acompañó durante toda la pubertad. Y lo que para una parte es malo, para otra es bueno, como todo, lo que pasa es que nuestra visión adolece de profundidad, será cosa que se va curando cuando ves con la cabeza en lugar de los ojos, y si era un tanto corta-rollos al menos sabías que en caso de apuro sería difícil no encontrar a alguien que no te echara una mano. Y no al cuello, precisamente. No era asunto de dinero, sino de popularidad de la buena entre la mayoría. Y casi por unanimidad entre los buenos. O los menos malos.
El caso es que viéndole con tamaño bajón no se nos ocurrió otra cosa que lo acostumbrado, unas veces les tocaba a unos y otras a otros, y esta era que tenía que comer algo, lo que fuera, que no hay mal si puedes comer, eso es algo que si nosotros no llegamos a experimentarlo sí lo hicieron nuestros antepasados, y no los que ya eran polvo y huesos, que la gente trabajadora no tiene libros que graben sus nombres, sino nuestros abuelos, por entonces vivos, y su gusto, su pasión, porque comiéramos bien, porque nos alimentáramos como ellos no pudieron hacerlo cuando tenían nuestros años. Yo creo que disfrutaban más viéndonos comer que comiendo ellos. Era otra clase de gente. Mejor. Y gracias a que llevamos parte de sus genes que a veces hacemos correctamente algunas cosas. Miedo me da todo el rollo transhumanista y su "mejoramiento" del ser humano. Pavor. Cosas de conocer el percal.
El caso fue que no reuníamos ni para un puto bocadillo entre los diez o doce que formábamos la pandilla. Nada, cero, ni un duro. "¿Y qué hacemos? ¿lo llevamos al hospital?" dijo alguien, "de eso nada..." contesté atisbando otro horizonte de sucesos si llegara a enterarse mi padre. Cogí a un amigo y nos acercamos a la barra del merendero.
Le expliqué el tema lo mejor que pude, yo tampoco estaba muy acá, aún recuerdo como nos miraba, sus grandes manos sobre el mostrador, cuadrao, estaba bien fuerte el hijoputa..."Venga, de qué lo quieres", "de salchichas", las hacía cojonudas. Un rato después apareció con media barra de pan envuelta en papel de aluminio, "toma", "gracias...gracias...y por favor...no se lo digas a mi padre...", "ya..." No sé si se lo dijo, pero sí quien se comió la mayor parte del bocadillo. Mi hermano se conformó con potar al olerlo y eso le hizo bien. Y al día siguiente regresé para pagarle el favor.
Poco después de acabar mi paseo de esta mañana me he dado cuenta de que me había resfriado, y no parecía uno de esos que lo arreglas comiendo y con un ibuprofeno, no...En previsión, quizá adelantándome y por tanto haciéndolo crecer ("no le hagas caso al dolor, Kufistín, verás como se va" me dijo un viejo muy sabio), he cogido el coche para ir a la farmacia en busca de desenfrioles y amoxicilinas, la aspirina del desayuno no había dado resultado, y no me he dado tiempo a llegar a casa para comerme el primer antibiótico, a punto he estado de hacerlo con el segundo, eran de 750, lo que me ha aconsejado mi amigo farmaceútico, un tío muy singular del que algún día escribiré algo. "Sí -me he dicho mientras esperaba que se abriera la puerta de la cochera-, mucho renegar de los medicamentos y tal pero en cuanto te ves más jodío de lo normal...de cabeza" Es la costumbre, que nadie puede con ella. Ahí tenéis a la Iglesia.
No consigo acordarme de un sólo día en el que haya perdido el apetito, palabra. Ni cuando agarré aquella bronquitis que me tuvo tres días de baja en el trabajo por primera vez en mi vida. Y hoy no ha sido diferente. He salido a por el pan, le he comprado una palmera de chocolate a la chica de los grandes ojos claros y le he ofrecido la mitad del bote de cocacola que me iba bebiendo, "no, gracias", mejor así, estoy resfriao, sólo le faltaba ponerse mala, aunque la calle endurece. La desconfianza es buena. La desconfianza te salva. Y la cocacola será buena para oxidar tornillos, pero también para espabilarte cuando andas decaído, que eso es consejo que también se lo oí a un médico de los de antes, de los que iban a las casas a curar a los niños de las familias que podían permitírselo, bien pequeño era yo, "nada, no es nada, esto y esto y dale zumos con azúcar, fantas y cocacolas..." decía dándole una gran calada a su apestoso puro. Qué médico más cojonudo.
He comido como si nada, me he bebido un gran vaso de vino tinto y poco después me he echado la siesta no sin antes acordarme del consejo del tío Victoriano, "no le hagas caso..." Pero me he despertado peor.
"Joderrrr...lo cogí"
Y viendo la tarde que se presentaba he decidido salir a la calle. Aunque eso sí: con los pantalones del chándal y el abriguejo de deporte, que no sé como se llama. Seguro que no tiene traducción al español.
Al bar, a por leche y azúcar, y ya de paso unas infusiones, sí, ¿apenas queda té?, es igual, poleo-menta, la misma mierda es, jamás he entendido como nadie puede beber algo caliente estando bueno. Unos sobres de colacao y...hasta luego, que se dé bien. Al moro, necesito limones gordos, tan llenos de vitamina C, eso es bueno, también unas granadas, me están sentando bien, ¿me dirá otra vez que si las quiero de mano?, hoy le diré que sí, a ver qué dice, jajaja..."hola", "hola, señor", no, hoy no lo dice, será cosa de por las mañanas, los moros se acuestan pronto, eso dicen, a ver...sí, unas manzanas, de esas rojas, tu salud está en una manzana diaria, suelo hacerlo, pero no mucho, tomatesss...¿tendré dinero?, "oye, pésame esto a ver como voy, que ando corto de pasta", me sobra para los tomates, "¿son buenos?", "muy buenos, señor", jamás he escuchado a un vendedor decir lo contrario...bueno, sí, al pescadero del supermercado, lástima que haya dejado de comer cosas del mar por las cosas de Internet...salgo y cuento la calderilla, apenas han sobrado cuarenta céntimos, "se los daré a la chica de los grandes ojos claros...¿querrá un tomate, una manzana...?, no está, se habrá dormido, los pobres también tenemos estómago, y los que viven en la calle hasta sueño.
Llego a casa y lo dejo todo, me preparo un buen zumo y me rulo un pito, "queda mucha tarde...¿qué hago?...", no encuentro un libro que leer, todos están leídos y los que no, son por algo aunque ya no me acuerde bien, "¿y si?...", veo uno pequeñito de Lovecraft, uno que saqué hace meses, estará más pasao que Jesús Hermida, sanción y tal, "a lo mejor está la gorda, la amiga de mi tía la roja, me conoce desde siempre, desde los tiempos en que era manceba de Malaquías, de hecho yo llegué antes que ella...quizá levante la mano" En el camino me encuentro con una proveedora del bar, una comercial, una que te mira como si fueras un príncipe azul, que ya es mirar, no me da tiempo a decirle nada más que hola cuando me cuenta que la han despedido junto a otros cuatro, ya llevaban seis meses sin cobrar, "no le pagues lo que debes, pasa de él, es un cabrón", la idea me tienta pero recuerdo que se quedó con la papela, ya estuvo la semana pasada y sabe que le debo algo, y a mi no me gusta deber nada, y menos si saben que debo, no...Llego a la biblioteca cuando empieza una canción que no quiero escuchar, "mejor, así no tengo que pararla", me quito los auriculares y entro a la que fue mi segunda casa cuando debería haber estado en la universidad follando como un diablo, me fijo en uno de los anuncios que están pegados sobre la puerta de acceso a la sala de lectura, "curso para papás y mamás", algo pasa por mi mente pero no me da tiempo, tampoco hace falta, sé lo que es, miro adentro y está la que quería, uno tiene lo que quiere, sólo falta que ella también quiera.
- "Hola"
- "Hola"
- "Vengo a traerte esto...se me ha pasado...pero bien"
Coge el librito y teclea en su ordenador mientras le digo que me gustaría sacar un libro, que estoy malo y aburrido, de vacaciones...
- "Tienes sanción hasta el dos de noviembre"
- "¿Y no podrías...?
- "No, esto va todo por el ordenador"
Todo va por el ordenador...
- "Oye, y entre tú y yo, sin ordenador de por medio...de verdad que me haría bien leer algo"
- "No, eso no puede ser"
No he insistido, ¿para qué?
Esta gente, estos que se ganan los donuts con el sudor de los otros, estos que hablan de libertad retorciéndose sobre sus cadenas, son incapaces de ver quien sí y quien no.
No conozco a la chica de los grandes ojos claros, no sé si es una bruja, una loca, o una santa, pero me basta verla para hacer con ella lo que no hago con la mayoría.
¿Y tú, que me conoces de haber sacado más libros que lágrimas tiene una tormenta, no te fías de mi?
Malaquías me hubiera pasado hasta el Necronomicón.
Salgo de allí y me tapo los oídos, ya suenan los Stones, llegando al estanco vuelven a saltar, es Sister Morphine, una de mis favoritas, se me olvida pararla y espero a que termine de comprar una chiquilla con el pelo como si fuera Medusa, está esperando una recarga de su móvil, me corto de decirle a mi estanquera que me dé el papel de los fumetas de hoy, he leído por ahí que el Smoking es muy basto, no sé, es el que siempre he utilizado, la costumbre, ya sabes...
- "Hola, dame una chivata de Marlboro y papel de...no sé...¿cuales tienes?"
- "Smoking y OBC" donde lo leí aparecían cinco o seis, jodida Internet...no me acuerdo
- "Dame OCB...del normal"
- "Toma"
- "Pero este es corto, ¿no?" siempre me lo llevo así, pero ya iba pensando en escribir algo y no quería hacerlo fumando puros baratos. Me he fijado en unas brevas de Montecristo mientras ella alzaba su culo para enganchar mi pedido. A veces es bueno no llevar dinero de más.
Me rulo un buen pito y me acuerdo de aquel merendero.
Empiezo a escribir y lo apago poco después: "¿Tengo vino frío, no?
Tenía.
El secreto está en potar en el sitio correcto.
Aunque estés de bajón.
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Ya sé que es así, pero que una biblioteca te imponga como sanción no prestarte libros es como si un médico te castigara no curándote.
ResponderEliminarJoder, Mescalero, qué alegría verte por aquí.
EliminarUn abrazo.
Se nota que estabas cuerdo cuando escribiste. Pasado, presente y ritmo para contarlo. El alcohol anima, pero en pocas dosis. Si te pasas, adiós.
ResponderEliminarY se nota también que estás de vacaciones; no vuelves rebotado del bar.
Te lo he dicho más veces: a ti te falta un año sabático. Cualquier cosa que te sucede o que lees (lo que se lee también se vive, porque leer es vivir, contrariamente a lo que piensan algunos: vivo en conversación con los difuntos y escucho con los ojos a los muertos, decía Quevedo) la puedes traducir de inmediato.
Sí, también yo pienso que es bueno, de lo mejor que he escrito. Ya iba siendo hora.
EliminarY con un litro de vino y el equivalente en humo. Conste.
A veces funciona. Será que hay que estar malo.
He escrito una cosa un poco larga sobre mi experiencia con la mendicidad en el otro ovillo. Renuncio a copiarlo aqui otra vez.
ResponderEliminarGracias.
Hablando de la mendicidad, del hilo anterior. Pobre. Qué jovencito. ¿Qué recordaría a todas horas, para desentenderse de comer?:
ResponderEliminarUn indigente de 23 años de nacionalidad polaca ha fallecido en un albergue municipal de Sevilla, donde se hallaba cobijado, con síntomas de desnutrición y solo unos treinta kilos de peso, según han informado fuentes municipales y autonómicas.
Fuentes municipales han asegurado que, tras ser atendido en el sevillano Hospital Virgen del Rocío y en el momento de darle el alta, desde este centro sanitario se requirió al Servicio de Emergencias Sociales, ya que el joven no tenía a nadie que se ocupara de él ni estaba en condiciones de pasar la noche en la calle.
http://www.lavanguardia.com/sucesos/20131003/54388369276/joven-indigente-muere-30-kilos-albergue-sevilla.html
Doiraje
ResponderEliminarQué historia más bonita. Sí, los yonkis son otra cosa. Como los gitanos rumanos también lo son, que me decía uno en la Burbuja.
La mendicidad es un mundo muy cruel. Viridiana, de Buñuel, es magnífica. Yo recuerdo en el paso subterráneo que había (no si aun existe) en Recoletos, que dabas justo delante de la Biblioteca Nacional, que por la mañana estaba lleno de mendigos. Yo los conocía de vista a todos, y comprobaba cómo se deterioraban por semanas. A veces veías cosas terribles. Recuerdo a una pareja de argentinos el deterioro paulatino que sufrían. Ella, meses atrás, era bonita; él un cretino faltón que iba de poeta por la vida. Una de las últimas veces que la vi, o que recuerdo que la vi, estaba acostada con un grupo de mendigos en ese paso subterráneo. Tenía la cara llena de moratones, con un ojo que parecía que se le iba a salir de lo negro e hinchado que estaba.
Sí, ese mundo debe de ser terrible. Y si a él se añade, como así sucede en muchas ocasiones, la adicción y los trastornos mentales es el mismo infierno en vida.
EliminarNo, ese subterráneo ya no existe; lo quitaron por esa causa precisamente.
Bueno, os he respondido allí detrás.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigos.
Doiraje, gran historia la de Piedad (qué nombre tan adecuado). Dostoyevskiana; la realidad imita al arte.
ResponderEliminarPor la misma época, quizá unos pocos años más tarde, y por la misma zona de Madrid (creo recordar que hacia el principio de la calle Ferraz), siendo yo también un tímido adoescente, un peruano, ya bastante maduro, con muchísima educación (acentuda por el acento, valga la redundancia), me pidió limosna explicándome brevemente su triste historia, que terminó entre sollozos. Algo le di, pero muy poco, cosa de la que me arrepentí poco después, cuando ya le había perdido de vista.
Esta historia es mucho más pequeña que la tuya y la de Piedad, pero la cuento porque me ha llamado la atención el paralelismo entre ambas.
El mundo es un pañuelo. Debió de ser hacia principios de los 90 que empecé a ir yo de vez en cuando a los cines de Martín de los Heros (dos grandes recuerdos cinematográficos de entonces: el Otello de Welles y sobre todo Dersu Uzala, repuestas ambas en los Renoir). Probablemente nos hayamos visto alguna vez por allí, Doiraje.
Un abrazo.
PS: y del Atleti ¿qué me dices?
Un saludo cordial, Mesca.
ResponderEliminarKufisto: ¿ya está en su casa tu tía?
No, sigue en planta pero hay altibajos.
EliminarCinco semanas cumple hoy. Gracias.
(I)
ResponderEliminarVoy a empezar de la única manera que me es posible: hablando de la música como disculpa para evocar. No soy músico, no sé de música, así que eso es lo más que puedo hacer.
El artículo de Ismael Carballo Robledo es magnífico. Se nota que ama esa música, el jazz, que admira al músico, Bill Evans, y que se deja llevar por esos sentimientos. No obstante, y de ahí el valor que tiene su escrito, no cae en sentimentalismos ni jeremiadas ni pretensiones grandilocuentes. Es sobrio, incluso frío, lo cual mantiene e incluso acrecienta la atención del lector. Empieza así:
Al final de una entrevista realizada luego de un concierto en Noruega, muy seguramente cerca ya del fin de sus días, Bill Evans (1929-1980), en los comentarios de cierre, dejó escapar una leve y muy breve, pero sobre todo tímida carcajada. El entrevistador no pudo dejar pasar el hecho y le dijo de inmediato y como que de alguna manera sorprendido: “¡Pero ahora te estás riendo! En las portadas de todos tus discos eres siempre ‘el hombre serio’.” Bill Evans, levantándose ya e instalado en su tenor habitual –tímido, reservado, introspectivo, triste, preciso, franco–, dijo, lacónico, algo más o menos como esto: “sí, lo sé. Así es como me fotografían. De tres o cuatro que me toman, en una quizá sonrío. Pero siempre escogen aquéllas en las que no lo hago”.
Si se trata, en efecto, de una entrevista realizada en las postrimerías de su vida, esto significa que para entonces Bill Evans había decidido abandonar deliberadamente el tratamiento de hepatitis al que estaba sometido. Un padecimiento, el hepático, que había por otro lado desarrollado durante largos años debido a su autodestructiva adicción a, primero, la heroína, y después a la cocaína. En la primavera de 1979, su hermano Harry, al que se le había diagnosticado esquizofrenia, se había suicidado con 52 años de edad. Era el principio del fin. Todo indicaba que Bill Evans había decidido no ya nada más abandonar un tratamiento de hepatitis. Había decidido también suicidarse lentamente. Abandonarse. En agosto del 79, grabaría una pieza serena y llena de belleza y melancolía, dedicada a su hermano con elocuente título: We will meet again. Un año después cumpliría su promesa. Murió en el hospital Monte Sinaí de Nueva York, el 15 de septiembre de 1980, con 51 años, afectado por una combinación de úlcera péptica, cirrosis, neumonía bronquial y, en efecto, una hepatitis no tratada. En las fotografías de sus últimas apariciones su mirada es ya de absoluta desolación y amargura. Era el momento de partir.”
“(...)Enrique Nery me explicó también la razón por la que en algunas portadas de sus discos aparece Bill Evans con las manos extrañamente inflamadas: era la droga. La lenta destrucción al lado de la composición sutil y sosegada, y de la imagen pulcra e intelectual que siempre, salvo quizá en su última época, transmitió. Sabemos todos muy bien en todo caso que el entrevistador tocó la médula: sabemos, entendemos por qué precisa razón se detuvo en detalle tan por otro lado pasajero e incluso insignificante como el momento en el que alguien o encarga o se le escapa la risa. ¡Pero si te estás riendo! Sí, porqué no. Como todos.
(II)
ResponderEliminarPero no. Su vida no fue como la de todos. Imposible. Además de ser un hombre en el que se daba cita una rara convergencia de atributos: el genio, la modestia y una ausencia de vanidad colindante prácticamente con la más increíble inseguridad, Bill Evans tuvo una vida en la que detrás de la belleza, la armonía, el trazo equilibrado y soberanamente repetible –que es como magistralmente me explicó Ricardo Benítez lo que para él es el núcleo esencial del arte–; detrás, en fin, de todos estos atributos resumidos en una sutileza creativa que alcanzó como decimos los registros del genio, estaba la destrucción, la agonía, el suicidio y la adicción: ‘es que no lo entiendes’, dicen que decía Bill Evans refiriéndose a la heroína, ‘es como la muerte y la transfiguración. Te levantas a diario con un dolor como la muerte y luego sales y consumes y eso es la transfiguración. Cada día se transforma en la vida entera en un microcosmos.’
Su aspecto:
https://www.google.es/search?q=bill+evans+pianista&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=_OVNUp2xAYyg7AbNqYG4Bw&sqi=2&ved=0CAcQ_AUoAQ&biw=1024&bih=527&dpr=1.25
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar(III)
ResponderEliminar” Bill Evans era entonces el genio que, como en el conjunto de esas portadas que han terminado por ser el relato metafórico de su vida, no reía, o que nunca lo pudo hacer a plenitud, bien sea por la permanente y acechante inseguridad, por la inaguantable presión de un mundo en su tiempo dominado por los negros –al parecer Coltrane nunca aceptó que “un blanco” compartiera el lujo de alternar con ellos en el sexteto de Miles– o por los golpes que la vida depara a quien decide consagrarse a una actividad y profesión tan desgastante y tan peligrosamente expuesta al excesos y al desequilibro, porque la de Bill Evans no fue en realidad una adicción excepcional sino más bien común y ordinaria en el ambiente en que vivía: Coltrane, Parker, Miles Davis mismo o Jaco Pastorius, por poner cuatro ejemplos nada más de cumbres del jazz y, por tanto, de las más finas manifestaciones de la música del siglo XX en general –quien está en el jazz está en las cimas–, son casos también emblemáticos de estrago y excesos.”
“Otra de sus parejas, Peri Cousins, a quien le dedicaría Peri’s Scope, relataba el lujo incomparable que significaba compartir ciertos aspectos de la vida cotidiana de Bill Evans: ‘tocaba generalmente música clásica. Claro, él era un romántico ¿sabes? Tocaba a Rachmaninoff, pero también a Beethoven y Bach. Tocaba eso y luego súbitamente se sumergía en el jazz de una manera muy fluida. Era hermoso poder escuchar eso –tal fue mi privilegio.’
Bill Evans fue lector de Platón, Voltaire, Whitehead y Santayana, así como de Freud, Margaret Mead, Sartre y Thomas Merton. Para él, ‘la técnica es la habilidad de traducir tus ideas en sonidos a través de tu instrumento. Esta es una concepción de la técnica mucho más abarcadora e integral, que va más allá de las escalas y todo eso. Es la técnica expresiva…’ (Bill Evans. How my heart sings, p.55). Brian Case, en elocuente artículo titulado ‘El silencioso innovador’ (The Quiet Innovator), aparecida en Melody Maker pocos días después de la partida de Evans, el 27 septiembre de 1980, inserta un fragmento de una de sus últimas entrevistas, en donde se transpira la permanente modestia que lo caracterizó siempre:
«El mercado no ejerce influencia alguna en mi pensamiento… Sé de dónde vengo, dónde estoy y qué es lo que tengo para trabajar, y trato de hacer lo que considero el más totalmente humano y musical planteamiento dentro de los medios y la tradición de la que provengo.
Trabajo con medios muy sencillos porque soy una persona sencilla, y provengo de una tradición sencilla de música de baile y de trabajos cotidianos y simples, y aunque –digamos que– he estudiado mucho otros tipos de música, creo que conozco bien mis limitaciones y trato de trabajar dentro de ellas. En verdad no hay límite para la expresión que pueda hacer dentro del idioma si tengo la necesidad interior de decir algo.
Aquí es donde encuentro el problema. Un problema más emocional, creativo-emocional.»
(y IV)
ResponderEliminarAhora miremos su música. Y digo ‘miremos’. No sé evaluar musicalmente el valor de lo que interpreta, como le ocurre a la inmensa mayoría, que creen que saben pero no es así. Tan solo usamos la música, que es diferente. Unos ambientan el local; otros la imaginación. Es mi caso.
“We will meet again”; “Nos reuniremos de nuevo”; homenaje a su hermano Harry, con el que pronto se iba a reunir
Evans y otros fueron pioneros en la –digamos– “intelectualización” del jazz, presentándose en conciertos con la rigurosidad y etiqueta de un concierto de música clásica, demandantes de toda la atención y concentración del auditorio, al que además se le explicaba pormenorizadamente cada de una de las piezas a interpretar.
El último minuto podría ser interpetado por una orquesta. Ya leímos que Evans tocaba de maravilla a los clásicos. Sin embargo solo necesita tres instrumentos: su piano, un bajo y una batería. Fijaos cómo arranca: de lleno, pero no de manera intempestiva, sino con una presentación que va al centro de lo que quiere evocar, a quien desea recordar y mostrarnos. Luego se detiene un momento y entra el bajo, y hay como una ‘triste alegría evocadora’, parece que recordase la infancia, el juego. Marca esa pauta el bajo y su piano parece que nos cuenta un cuento.
Siempre me gustó la guitarra española por esa claridad, por ese aislamiento de cada nota. Percibes cada nota de manera aislada, y la puedes comparar con la anterior y la siguiente. El piano parece tener también esa virtud. Uno llega a creer que esas notas de Evans son palabras, frases breves y rápidas de un relato. (Veis que todo esto que hago es trampa, porque la música es buena o no al margen de la historia que la haya motivado.)
No sé si os pasará lo mismo, pero me parecen cuatro minutos de una intensidad inmensa.
http://www.youtube.com/watch?v=IVXsfzl-9wM
Se me quedó atrás el final del artículo de Carvallo:
EliminarBill Evans, el genio que nunca pudo reír pero que con su música delimitó una órbita entera en la historia de la música moderna, murió aproximadamente a las 3.30 de la tarde del día siguiente, lunes 15 de septiembre de 1980. La promesa hecha a su hermano Harry se cumplía: We will meet again.
El hombre que siempre dudó de su talento, y que no perdía ocasión para precisar que era consciente de sus limitaciones; ese semblante reservado, intelectual y pulcro; esa mirada inteligente y hasta cierto punto saturada de tristeza y ternura que configuró todo un estilo artístico, sofisticado e impresionista. El hombre que recordaba con orgullo y regocijo cuando, en sus primeras presentaciones como artista secundario en el Village Vanguard de Nueva York a mitad de los 50, al abrir los ojos luego de mantenerlos cerrados mientras improvisaba, advirtió de pronto que al final del piano estaba “la cabeza de Miles” escuchándolo; ese hombre reservado, tímido e introspectivo que sorprendió a su interlocutor en Noruega al dejar escapar una carcajada tímida, terminaba sus días devastado por la adicción y la irreparable pérdida de su hermano. La pieza que le dedicó era en realidad también su despedida. Como Mozart, terminó escribiendo su propia despedida. Su propio Réquiem moderno. Era el Réquiem de Bill Evans.
http://www.nodulo.org/ec/2013/n139p04.htm
“Ya sé que es así, pero que una biblioteca te imponga como sanción no prestarte libros es como si un médico te castigara no curándote.”
ResponderEliminarHola gente.
Recuerdo que de chaval iba a una biblioteca del barrio, y miserablemente me choriceaba libros de ella, con otro compi, nunca me prohibieron alquilar libros, mejor hubiese sido si no me dejasen pasar, la verdad. Al menos me los leía todos. Todavía recuerdo que un día decidí, por que tenia muchos, ir a venderlos al rastro. Todavía el rastro, en aquellos tiempos, era un rastro, o sea donde cualquiera podía ir a vender todo lo que le sobrase en casa … o vete tú a saber. Con lo que ganase pensaba comprarme un radiocasete de doble pletina y grabar casetes piratas de hevi metal que era lo que escuchaba en esa edad. ¡que bonito era aquel mercadillo” franquista”! Todavia no habia sido modernizado, la ultima vez que fui era una aberración llena de tenderetes estandarizados llenos de productos made in china, el mercadillo franquista se había convertido en uno liberal-marxista, pero en fin no quiero hablar de política. Pasaba horas y horas los domingoss recorriendo el rastro de Madrid, viendo sobre todo aquellos puestecillos que consistían en un viejo o una vieja, una manta, y un monton de maravillosa morralla, ¡que morralla tan especial!! En una ocasión que andaba intentando vender mis libros mangados de biblioteca (de hecho tenían todos su sello de la biblioteca y todo), el del puesto de al lado me pidió que le cuidase la manta, pues no teníamos mesas sino mantas en ese lado, y yo le dije que vale, que tranquilo, y allí me dejo su morralla, que para mi en ese momento paso a ser el tesoro de spandau, y de hecho la vigilaba como si fuese un soldadoalemán.. Al rato vino un cliente y me pregunto por unas fotos, que como en un taco de cromos de panini se amontonaban en un rincon de mi tesoro alemán. Las miré y le dije que a tanto...... con el aire de autosuficiencia de los cretinos. Y a tanto se llevaron tres o cuatro de ellas. ¡que contento se va a poner el manporrillero pensé, cuando vea que le he vendido esas fotos viejas y gastadas. Pero la verdad que no se puso tan contento, tan poco se cabreo mucho, el pobre hombre caería en la cuenta que mas culpa tenia él por dejar a cuidar ovejas de los lobos a caniches..... al menos su frustrada ira y sus inconexas explicaciones me hicieron comprender que existen cosas viejas y cosas antiguas y que no son exactamente lo mismo.
Prohibir que alguien alquile libros en una biblioteca, esta mal, aunque termine robandolos. Lo que debería estar prohibido es que algunos libros estén en bibliotecas. Precisamente esos libros que según salen de la imprenta son viejos, pero nunca antiguos.
Desgraciadamente hoy los buenos libros son poco menos que algo malo, algo asín como fascista, o franquista, siempre reaccionarios, si quieres encontralos necesitas buscarlos en mercadillos donde todavia pueda un morrarillero sacar las cosas de sus casa, y entre sus trastos, sobre su manta encontrar , no cosas viejas sino antiguas. Lo demas lo puedes encontrtar facilmente en el carrefour o en el Afnac ese o en cualquier biblioteca liberal-marxistoide del sistema.
Jajaja...un saludo, De Elea, y perdona que no me extienda en lo que cuentas, tan cercano, ¡también yo ratoneé algunos!, pero ahora no estoy bueno. A ver si consigo dormir.
EliminarGracias.
Muy bueno
ResponderEliminarLo escuché en aquellos años, era de mis preferidos fuera de las cantantes (Billie y Sarah Vaughan, sobre todas), ni sabía que era blanco, sólo que sonaba bien.
Mirando en mi reproductor he encontrado esto, hacía tiempo que no lo escuchaba, es de una etapa anterior pero...no deja de ser el mismo:
http://www.youtube.com/watch?v=a2LFVWBmoiw
Es una música ideal para cuando empiezas a aceptar que ya no volverá. Pasé muchas horas escuchando cosas así.
Y también así:
http://www.youtube.com/watch?v=YKqxG09wlIA
Y así, ya viéndolo un poco mejor:
http://www.youtube.com/watch?v=C43OA2qAAY4
Pero Billie más que ninguna otra cosa.
Me alegro de que te haya gustado, aunque fuera hace años. Mañana escucharé esas que cuelgas. Yo también tengo otras dos guardadas, pero esa dedicada a su hermano era ineludible.
ResponderEliminarKufis, a mi padre lo tuvieron meses y meses en planta , se tiro sin comer, yo creo que mas de un año, sin comer comida de verdad me refiero. Y eso que si mi padre es pecador de algo es de gula precisamente. El karma que dice los cachondos. Desde que salio no se priva de nada (bueno si tenemos en cuenta lo anterior, de todo), y eso que sigue, se supone, y es verdad, bien jodido. Con la escusa que mañana se puede morir se trinca una cerveza y a veces más en plan ritual. De los pulmones anda jodido de veras y ha dejado de fumar tabaco..... cuando voy a verle suelo fumarme un canuto con él al anochecer, imagino que en plan menorqui, - anda hijo hazte un par de petas, - coño papa que no puedes fumar, que te va a dar algo, -tu haztelos coño que lo mismo son los últimos. Al final me los hago, me sirve de consuelo que he conseguido que no fume tabaco. En realidad debería llevar muerto un tiempo largo ya. No creo que le hagan mucho bien, y menos acompañado de la cervecita..... pero no sufro por el sino por mi madre en ese sentido.
ResponderEliminarHace un tiempo (mucho) me dio, en plan progre, o cineasta francés con mensaje, por escuchar j8azs de ese y me compré hasta algunos discos de esos de promoción kioskera. Descubrí después de escucharr unos pocos, pocos, que eso del jazs es una reunión de mi familia enlatada. Lo mismo que a la misma hora que en el jardín, al anochecer, cuando menos mi hermano pequeño y mi madre, y los niños claro está, nos reunimos todos (en verano o vacaciones) y nos fumamos un peta con el “abuelo” mientras unos vocean, otros regañan , los perros ladran, los niños ríen y la vida se nos va..... despacito, a todos, hasta la de mi padre que no debería estar y sin embargo está, con su cervecita y sus canutos cuasi eternos. Y cuando todos en mi memoria resonamos: mis padres, (mis abuelos ya se fueron) mis hermanos, sus hijos, sus familias, los míos y aquellos que tengo cercanos, hasta vosotros mismos (solo sea que os tengo en mi memoria de tanto cagarme en vuestras muelas) sonáis a unaspecie de jazs, que para ser sincero en la mayoría de las veces en mi animo curioso y patrio sois mas bien pasodoble que trompeta diseño americana..
tambien es verdad , que la musica grandiosa, cual Wagner, me la descubrio Priede que me monto a caballo cual nuevo Bismark o rey de los nibelungos.
Ala, se acabo el soliloquio.
Me has dejao de piedra. Pómez.
EliminarUn abrazo y gracias por tenernos la consideración, confianza y el aprecio suficiente como para mostrarte más claramente.
Qué queréis que os diga pero la carta del pollo este que ha colgado Kufisto en el ovillo anterior me parece patética. Más que una carta parece una nota que se deja en la nevera, un compendio de normas o de recados, no son ni consejos. Patética. No contiene nada de amor ni de sinceridad ni nada que salga del corazón. Parece, como digo, los deberes del colegio.
ResponderEliminarTienes razón, mucha, y así lo dije en un comentario posterior: ya no me gustó tanto la segunda vez que la leí. Y ahora un poco menos. Supongo que la idolatría tiene esas cosas, pero su juego seguirá siendo tan claro y cristalino como mi cuenta bancaria. Es de esos artistas que vas encontrando y te dices, "joder, yo podría hacer lo mismo" y te pones y no, no puedes. Como cuando era pequeño y veía el fútbol con mi abuelo, "¡PERO QUÉ HACE, SI ES ASÍ, SI ESTÁ CHUPAO!" y eso que yo era más malo que arrancao con el balón en los pies, "no es tan fácil, Kufistín!" respondía él. No, no era tan fácil. Por eso me hice portero, el puesto de los locos.
EliminarEn Oviedo pululan desde hace decádas unos cuantos mendigos que por los años ya se han hecho populares y queridos en la ciudad. Es rara la vez que no los veo por Uría pidiendo. Por ellos parece que no pasa el tiempo, o seré yo que no lo noto. En ellos, la mendicidad no es dramática, ni triste sino normal. Algunas veces pasan por la calle cuando estamos tomando un vino. De vez en cuando les saludamos...¡¡hombre, fulanito, cómo andas?
ResponderEliminar- Por aquí...¡¡tienes un pitu!!
- Si hombre (mi amigo, yo no fumo). Te invito a un vino.
- Bueno...
Y así van pasando los años trabajando de mendigos....que no es poco pero no tan desgaradable en una cidad como Oviedo.
Luis
ResponderEliminarEs posible que nos encontráramos, por qué no. Apenas las recuerdo, ni los títulos ni los directores. Sé que ví Fassbinder, Godard, Bergman, Herzog, Wenders... La película que dejó un recuerdo imborrable en mí fue Léolo, película muy dura y a la vez enormemente sugestiva para el que era yo entonces. Por cierto, Dersu Uzala también la ví allí.
Y el Atleti está que se sale. Con permiso del Barcelona (y apenas) es el mejor equipo de la liga española. Cuando el Atleti está en la fase de luna creciente, su luna llena resplandece con un brillo que no tienen ni los grandes de siempre.
Un abrazo.
Este De Elea es un mar de sorpresas. Al principio estuve meses pensando que era un viejo carlistón de familia rica. Luego resultó que era joven y de familia currante. Ahora resulta que fuma porros, y además con su padre, "el abuelo". ¿Qué familia de esas tradicionalistas, tan de antes, tan de orden, haría eso?
ResponderEliminarKufisto, has hecho un blog más que interesante. Desde hace un tiempo digo barblog, porque esto no es un blog convencional ni una red social, donde todo el mundo pone su foto y habla de lo feliz que es.
Este De Elea es la hostia. Pasmado me deja. Y además es simpático, lo cuenta con gracia.
Ha sido un acierto el que hayamos aparcado la política, ¿verdad?
Kufisto, con esto de la carta me ha venido a la cabeza, porque es como un golpe en la mollera, lo que Torrente Ballester narra en su novela Filomeno a mi pesar. En el pueblo de Galicia donde vive el protagonista durante la postguerra, se muere la puta del pueblo. Todo el mundo era amigo de ella pero en la intimidad, ya me entiendes. La pobre se muere y Filomeno prepara su funeral. Nadie se quería hacer cargo a pesar de que casi todo el mundo había disfrutado de sus caricias y encantos. El cura se negaba a enterrarla en camposanto y Filomeno no tiene más remedio que llevar al cura a la casa de la mujer, donde vivía, que no ejercía. Al entrar en la casa de la meretriz se queda asombrado porque las paredes estaban adornadas con imagenes de Santos. En su mesita de noche descansaba un rosario, una Biblia y una virgen a juego con el crucifijo de la cabecera de la cama.. Filomeno le espeta al cura:
ResponderEliminar- ¡Qué, Padre!. ¿Es digna de descansar en Camposanto?.
- Si hijo, si. No lo sabía. Esta mujer era muy devota. Se merece descansar en paz y con Dios.
Leyendo ahora la carta de Aurora Snow veo que la chica es lista, y trata de adelantarse a las respuestas que otros le pudieran dar a su hijo cuando este compruebe lo que siempre será inocultable y se haga preguntas ineludibles. Sí, es mejor adelantarse a todo eso.
ResponderEliminarPedro
ResponderEliminarBello artículo el que traes sobre Bill Evans. No sé disfrutar del jazz. Salvo alguna pieza aislada, no consigo que me llegue. Es más, apenas puedo permanecer escuchándola. Lo cual no quiere decir que no lo respete. No me tengo en tan alta estima: lo que yo no entienda o no pueda gozar no significa que sea malo, sino que soy limitado. Me pasa con el jazz, pero también con la ópera, por ejemplo.
Cuántos artistas obtienen la fuerza creadora del sufrimiento en sus mil formas posibles: enfermedad, soledad, inadaptación, desarraigo, falta de afecto... Y desde él crean con un anhelo de belleza extrordinario, pues nada como sufrir para desear otro mundo, otra plenitud, otra verdad. Evans fue otro gran creador de esta corriente que hizo de su dolor belleza. No se puede pedir más a ningún hombre.
Un abrazo para De Elea. Encantadoras sus descripciones sobre su familia.
ResponderEliminarLa verdad que este puñetero Kufisto consigue sacar lo mejor de cada uno. Y eso que, como bien dice Pedro, no vamos de guays por aquí.
¿Y por qué presupone que su hijo la puede rechazar o la va ahcer preguntas cuando sepa a qué se ha dedicado?
ResponderEliminarOye, pues sí que se parece a Sinatra:
ResponderEliminarhttp://www.libertaddigital.com/chic/corazon/2013-10-03/mia-farrow-sugiere-que-sinatra-puede-ser-el-padre-de-su-hijo-y-no-woody-allen-1276500892/
Hegemon
ResponderEliminarSerá ineludible, porque siempre habrá alguien dispuesto a decirle al chico algo ofensivo o humillante. Mejor que esté preparado cuanto antes. De no ser así puede reaccionar contra quienes le han ocultado ese hecho, y no contra quien le ofende
Hegemon
ResponderEliminarSobre eso de la prostituta y su fe, leí hace como 30 años un artículo en El País que trataba ese asunto. Varios curas de la zona centro de Madrid daban fe de que sus mejores feligreses eran mujeres de la calle. Hoy todo ha cambiado tanto. La droga y la inmigración ilegal lo han cambiado todo. Bueno, ha cambiado toda la sociedad, pues también la prostitución, claro.
Aquí hay un cuento muy similar al de Torrente Ballester. Es hindú. Anónimo y breve. Como una parábola:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/anon/india/el_asceta_y_la_prostituta.htm
Oswald y Doiraje
ResponderEliminarY que yo también me tropezara con vosotros. Anda que no fui veces al Alphaville y al Renoir. Desde el 87 al 96. Y del 92 en adelante tuve una novia que vivía por ahí. Derzu Uzala la vi en un cine que había en Ortega y Gasset, que hacía sesión continua. ¿Aun existen esos cines?
Muchas veces paramos a hacer tiempo en los bares que hay delante de los Alphaville, que eran semisótanos. Estaban bien de precio. Bueno, eran tiempos en que los bares de Madrid aun eran baratos. No digamos comer un menú del día. Regalado. En el 87 comía yo en Lavapiés por 450 pts. Y en el 97 por 700, y ganaba mil pelas la hora. Lo único malo era la vivienda, que ya se veía venir la estafa en que se estaba convirtiendo la economía.
No era capaz de entender por qué no se hacían viviendas sociales y bajaban los alquileres, lo cual haría la vida en Madrid realmente asequible y tranquila. Como los canallas de la prensa y la economía estaban y están a otra cosa, pues no nos explicaban que para evitar la inflación en la economía había que concentrarla en un sector y que no computara en el IPC. Y de paso trasvasar dinero de los ciudadanos a los bancos, constructoras, comisionistas y demás, que eso hacía que creciera o al menos no se contrajera la economía.
En fin: Madrid, Madrid, Madrid
Creo que ya no podría vivir en una gran ciudad. Aunque nunca se sabe.
Pedro, ese tiene de Woody Allen y de las doce tribus lo que tengo yo de Aki Hito.
ResponderEliminar¿Nunca os ha parecido de ciencia ficción que ese abominable hombre de la Costa del Sol llamado Paquirrín sea medio hermano de los apolíneos hermanos Rivera Ordóñez? Esto lo explica todo:
http://www.cosas-que-pasan.com/kiko-rivera-y-el-medico-de-la-pantoja-hace-25-anos/
Pedro, yo también he frecuentado dos de los bares en semisótano frente a los cines de Martín de los Heros, aunque en una época posterior, ya en este siglo. No me suena que en Ortega y Gasset haya ahora ningún cine. Lo que hay son tiendas de ropa cuyos precios son no sé si de película de risa o de terror.
Doiraje, los nombres de Fassbinder y Godard me causan escalofríos. La única vez que me he salido de un cine ha sido en una película de Fassbinder, la peor de la historia probablemente: "El soldado americano". Inenarrable, indescriptible, inefable, inaguantable.
Por cierto, acaban de cerrar los cines Renoir de Cuatro Caminos.
¿Y no habéis sido nunca asiduos de la Filmoteca Española y de ese curioso lugar que es el cine Doré?
Saludos cordiales.
Oswald.
Vampirizando la información en tres, dos, uno...
EliminarEl cine Doré, es verdad. Ahí iba con un amigo, que tenía pases que hacían descuentos. Al de Bellas Artes también íbamos mucho.
ResponderEliminarOswald
ResponderEliminarEso puede ser una maldad, porque buscaron uno que se le parece. Vete tú a saber si ese era médico de la Pantoja.
A mí este se me parece más a Paquirri que los hijos que tuvo con Carmina. Pero no tiene nada que ver: Carmina era muy guapa y los hijos salieron a ella.
Oye, vaya par de marujas que estamos hechos
EliminarCarmina Ordóñez fue un puto escándalo de mujer.
ResponderEliminarLástima de quien es padre de una mujer tan hermosa.
Hermosa si que era. Un rato.
EliminarNo, Luis, al Doré no he ido nunca, creo. Yo es que nunca he sido muy cinéfilo. Me gusta el cine, pero no como para devorarlo.
ResponderEliminarSí, a mí también me causan escalofríos esos nombres. Entonces, buscaba; y buscaba sin saber, porque cuando uno anda perdido, busca por lo que siente que le es afín, no lo que le conviene. Esto lo aprendí más tarde, cuando dejé de ir al Alphaville.
Pedro, en el Doré ahora la entrada está a 2,50 y el abono de 10 películas a 20 €. Yo hace mucho que no voy. Frecuenté aquello a mediados de los 90 y luego en los primeros años de la década siguiente, cuando volví a vivir a Madrid. Allí he visto yo películas mudas con pianista en directo.
ResponderEliminar¡Qué fauna iba por allí! A Juan Manuel de Prada le vi alguna vez.
Oswald.
Yo sí soy cinéfilo, Doiraje, o quiero serlo, pero ars longa, vita brevis, trabajus coñazus e internetus absorbentus.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Oswald.
Jajaja...
EliminarUn abrazo, Oswald.
Yo he perdido mucha afición por el cine y la música. Una lástima.
ResponderEliminarPedro, Luis, Doiraje: estabais hechos unos proto-gafapastas en potencia, jeje.
ResponderEliminarDe Elea: tampoco te imaginaba así, con petas y de joven escuchando jebimetal. También me gusta la gracia con la que te expresas, se nota que te has hecho a ti mismo. El otro día te leí en la burbuja discutiendo con los marxistas, que cuanto más hablan más se lían y más se autoconvencen jaja.
De cinéfilo he tenido mis momentos, pero ya veo poca cosa. De vez en cuando rememoro a Pajares, Ozores o a Jaimito para reirme un poco y poco más, Clerks si acaso. También he estado siempre metido en el mundo del rocánrol, que aunque no encajo con el tipo de gente que se mueve en ello (bueno, no encajo en ninguna parte), ahí ando a mi bola autista, como con todo.
En cuanto al jazz, nunca he sido capaz de apreciarlo. Cosas de mi cabeza, que necesita más orden y lógica. Diría que todos los músicos de jazz clásico de los que he sabido algo andaban metidos en rollos de drogas duras y algunos en cosas más oscuras todavía. Yo diría que la tasa de drogas por músico es mayor que la del rock.
ResponderEliminarTodos y TODAS, no te las comas de vista a ellas.
EliminarHay gente a la que le causa malestar, he conocido a unos cuantos, pero una cosa bárbara, de llegar a enfadarse, "pon otra cosa, lo que sea, jevi metal...¡PERO QUITA ESO!"
Un amigo me contó una anécdota sobre el vicio y el jazz.
En la primera visita profesional que Miles Davis hizo a la España franquista casi pierde la cabeza: no había drogas por ningún sitio. Al menos de las duras. Tanto era la cosa, tan mal se vio, que le dijo al promotor (un médico aficionado al jazz muy amigo de quien me lo contó) que no saldría a tocar si no le conseguía "algo fuerte" Y este tuvo que salir a toda mecha para conseguir no me acuerdo qué en la farmacia más cercana, bajo su responsabilidad. Era Miles Davis, el dios del jazz, y bueno, en fin...
Con Miles me pasa algo curioso, aprecio mucho su trabajo hasta finales de los sesenta, es más, es de los que más me gustan, pero a partir de esas fechas comenzó a grabar música tan rara, tan extraña, que me pasa lo que te he contado más arriba: no puedo con ella, me pongo de mala hostia, nervioso, preferiría oír a Andy y Lucas, de verdad. Es como con el dodecafonismo en la clásica pero elevado a más potencia, mucho más.
Pero antes de eso grabó cosas increíbles como está:
http://www.youtube.com/watch?v=gj1ydd5ovuI
Puedes estar escuchándolo durante horas que no te cansas, será porque no lo coges, aunque lo acaricias. De hecho hace tiempo que me incitó a escribir una historia con la ayuda de un palurdo y una rumana.
El jazz, más que el resto de músicas, es aquello tan manido de "un estado de ánimo"
Vaya historia, Pedro. Muchos son ascetas despreciando a las prostitutas creyendo que van a ganar el paraiso y en cambio......
ResponderEliminarHablando de música. De adolescente y en la Universidad eramos unos locos por la música, los grupos independientes británicos y luego por el rock creado en Seatle. Comparto los gustos de Kufisto, él lo sabe. The Smiths son mi grupo de culto. Escuchar a los Stones o grupos de los 70, 80 y 90 casi es como escuchar música clasica. Ahora todo eso queda en nada porque nada existe de igual calidad. Parece que se lleva la música Indie, una copia absurda y mediocre de los años sesenta. Los llaman Sixtie o algo así. Me quedé con los Hoobastack (como se escriba). Ahora aprecio una buena música del siglo XVI español, a los clásicos como Back y los enlaces de Kufis con unas piezas de la leche. Como cambian los gustos con la edad.
ResponderEliminarLa palabra exacta es la que emplea Sergio. No puedes decir que no te gusta esto o lo otro. Creo que lo adecuado es decir: "Soy incapaz de apreciar el Jazz" En mi caso es cierto, igual que Sergio. No lo aprecio. No provoca en mi nada que me atraiga. Lo mismo las obras de arte. Tengo sensibilidad nula, qué lo voy a hacer. Sólo aprecio y me emociona la imagen y su historia. Por ejemplo, los cuadros de Velaquez en el Prado. Sé que era un genio pero aprecio la imagen pintada, los vestidos de la época y los personajes, no la técnica.
ResponderEliminarSergio
ResponderEliminarCiertamente. En mi caso le puedes quitar el prefijo "proto-" y lo de en potencia. Gasto gafas desde mi pubertad (debería haberlas usado mucho antes, pues soy amblíope -que tengo un ojo vago, quiero decir-). Mi mujer, que es muy sencilla y muy llana, los llama "sobaquillos inteligentes", porque suelen llevar algún libro bajo el brazo, pero que en verdad son más apariencia que otra cosa: mucho sobaco y poca inteligencia.
Ahora al parecer a la gente así se les llama "nerd". Me enteré por un paciente que se consideraba así. Cuando le pregunté qué era aquello, la verdad es que encajaba con lo que me respondió. Por cierto, que también me dijo que yo lo era. Y en parte, me temo que sí. Aunque a mi edad esas clasificaciones de juventud ya me quedan un poco fuera de lugar. Aunque de joven se podría decir que lo era.
Por cierto, los que frecuentábais el lugar por aquellos años es muy posible que también conociérais de vista a Piedad (años 89, 90 o 91).
Hegemon, Pedro
ResponderEliminarPues el cuento hindú no está nada lejos del espíritu evangélico. Es que la verdad es una, aunque los caminos para alcanzarla sean diversos.
Es muy importante lo que se hace, pero aún más desde dónde se hace. Por ejemplo, Mt 21,28-32 o Lc 18,9-14.
Kufisto
ResponderEliminarTe comento aquí lo de la carta de la ex-actriz porno del hilo anterior. Dices que te irritaba que expusiera públicamente una carta que no debería haber salido de su intimidad. Bueno, esto es en parte cierto, pero en la intención de publicarla no existe el menor espíritu pornográfico, valga la expresión.
A veces en la vida cuando te has o te han colocado en cierto lugar y quieres salir de él bien porque te has arrepentido, bien porque ese lugar no era real, sino fruto de infamias o manipulaciones, necesitas, diría más, debes hacer público, a voz en grito si se pudiera, que no eres ya aquella persona que eras o que te hicieron ser. Esta mujer debía decírselo no solo a sí misma y a su marido o a sus allegados, sino al mundo entero, pues en el mundo entero están colgadas para siempre todo aquello que ella ha dejado atrás. En el caso de su hijo esto está más que justificado.
Por cierto, no es el primer caso en este sector. Desconozco si esta chica ha experimentado algún tipo de transformación de tipo religioso. Cada cierto tiempo sale publicado en Religión en Libertad conversiones de actrices y actores pornos que incluso se dedican a evangelizar o son activistas religiosos.
Puede que tengas razón, no sé
EliminarSergio, yo de proto-gafapastas en potencia nada de nada, gafapastas en acto, pero con gusto: Godard y Fassbinder son dos grandísimos hijos de su madre.
ResponderEliminarOswald.
El mendigo de mi niñez (o mejor el sin techo, porque no mendigaba) era un hombre mayor que estaba por el paseo de Reina Victoria con varios perrillos. Se decía que era un antigio abogado de éxito que se hartó de la vida que llevaba y se echó a la calle. No sé si era verdad o una leyenda urbana.
ResponderEliminarOswald.
Yo gafapasta nunca fui, siempre usé montura fina. Con 19 años ya usaba gafas, y de manera permenente desde los 26
ResponderEliminarMi ojo derecho es más vago que Pepón, pero el oftalmólogo me liberó de las gafas al poco de cumplir los 11 o 12 años.
Eliminar"Ponte un parche cuando veas la tele"
Todavía estoy por hacerlo.
Kufisto: estoy escuchando el Kind of Blue que me has dejado en el enlace, que es el disco más famoso de Davis, y curiosamente hoy me está entrando mejor porque no estoy tratando de "entenderlo" jaja. No lo voy a poder escuchar entero, pero ya le daré otra oportunidad, a ese u otro disco.
ResponderEliminarHegemon: de bandas de Seattle de finales de los ochenta o principios de los noventa, me quedo con los primeros de Pearl Jam, con Alice In Chains y algo Soundgarden. Nirvana nunca me gustaron demasiado, sólo algún tema. De The Smiths me gusta algo el The Queen is Dead y algunos sencillos, pero no me matan tampoco. La música Indie diría que es una extensión a la música del gafapastismo jaja, no me gustan nada de nada esas bandas.
Doiraje: los "sobaquillos inteligentes" además de algún libro bajo el brazo es fácil que lleven El País. Me los imagino sentados en grupo haciendo una especie de tertulia, con la taza de café y hablando sobre la igualdad de derechos del chimpancé y del hombre. Progre-zapateristas en estado puro.
Pedro: he estado leyendo la Burbuja y te he visto discutiendo con dos argentinos muy tontines sobre la independencia de Hispanoamérica, vaya par jaja.
Saludos.
Por cierto, también llevo gafas desde hace unos siete u ocho años, aunque no de pasta, jeje.
ResponderEliminarSergio
ResponderEliminarPor cierto, también llevo gafas desde hace unos siete u ocho años, aunque no de pasta,
Tú vas por mal camino. Abandona este lugar ahora que todavía estás a tiempo.
El anfitrión cagando en cuclillas encima de la taza; Doiraje que lo encontró Dios porque de no ser así a saber qué sería capaz de hacer. De Elea, corruptor de mayores, drogando a su padre cuando ya no está en edad. Hegemon preocupado en resolver lo que habría sucedido si a la Werhmacht le hubiese dado por atacar en el flanco oeste del Volga. Oswald ironizando con el mundo que vivimos porque en su día no le hicieron caso a Spengler. Y yo, una lavadora que centrifuga descentrada y del que es mejor no hablar porque adolece del mínimo sentido de la responsabilidad ante la vida.
Queda alguno más, pero como no abunda en escritos no se puede precisar gran cosa. Pero seguro que si para por aquí, rarucu es.
Hazme caso, Sergio, que aquí pronto estaremos como la servidumbre de la señora baronesa cuando se les fue de vacaciones.
Pedro, me gusta leeros porque me siento identificado con unos y con otros (tan diferentes cada uno) y puedo también aprender de vosotros y porque veo verdad en los comentarios y no intentos de vender motos ni convertir esto en un facebook de esos de los mundos de yuppi. No sé cómo me vereis cada uno de vosotros a mi y no sé si voy por mal camino (seguramente no peor que lo que he vivido diariamente), pero desde luego con quienes no me identifico es con los hijos de tetacinco y derivados y eso creo que me ha costado mucho socialmente. Anda que no me han llamado veces "raro", la mala fama que crea eso. Sin embargo "facha" o "machista" no me lo han dicho apenas.
ResponderEliminarVoy a echar un vistazo a La Razón de los últimos días, a ver qué me encuentro.
Kufisto, para ver la tele es mejor ponerse dos parches.
ResponderEliminarYo me compré mis primeras gafas, de montura fina y redonditas como las de John Lennon, el día en que el Madrid ganó la novena y última en mayo de 2002, unos días después precisamente de ver Johnny Guitar en la Filmoteca Española y no poder leer los subtítulos o sea por gafapastismo. Me han durado más de once años: se descuajiringaban ya de viejas, y el juves pasado pasaron a mejor vida al caérseles una de las lentes, que se rompió contra el suelo, así que el viernes, víspera de la boda de uno de mis hermanos y de que volviéramos a ganarle al Madrid en la Liga (día glorioso), estrené gafas nuevas. A ver lo que duran. Estas voy a usarlas menos.
Kufisto, el ciclo de ahora de Grandes Ciclos está dedicado a Gesualdo, el cornudo sombrío.
Saludos cordiales.
Oswald.
Sergio: como dice Pedro somos raros y tú nos cuentas que eres raro como nosotros. Así que yo te veo muy bien, y no por las gafas nuevas.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Oswald.
Luis, gracias.
ResponderEliminarSi te compraste tus gafas el día de la novena del Madrí significa que les echaste un mal de ojo a partir del día siguiente. Ahora, con las nuevas cualquiera sabe... jaja.
Acabo de matar el arañon más grande que he visto en mi vida, parecía salida de un documental...todavia me tiemblan los pelos de los cojones. Joder, lo siento por los ecologetas.
Nuevo ovillo
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