jueves, 27 de octubre de 2022

DE PRESIONES

 - ¿Qué tal, Kufisto? -preguntó el cliente.
- Bueno -respondí-, no estoy en uno de mis mejores días.
- ¿Pero tampoco será de los peores, no?
- No, tampoco tanto. ¿Una copa?
- Sí.

Y con ella en la mano, como tantas otras tardes, fue a sentarse en una de las mesas altas del ventanal. Está claro que prefiere que yo salga a hablar con él a quedarse en la barra hablando conmigo. 

Me salvó que acto seguido entraron dos paisanos del Toboso que hará un par de meses pasan por el bar algún que otro día a la semana tras su rutinaria visita al hospital. 

- ¿Pero con lo de Dulcinea y eso irán muchos chinos, no? -les pregunté la última tarde ante sus lamentos por la imparable muerte de su pueblo.
- ¡Qué va!...Bueno, de vez en cuando para algún autobús y hacen fotos de la Casa de Dulcinea.
- Bonito nombre.
- Ya no quedamos más que viejos allí. 

No sé qué pensarán de un tío con coleta. Claro que para ellos esto es poco menos que Madrid.

Un día más hablaron de los buenos tiempos trabajados aquí. Uno de ellos se sentía especialmente orgulloso por haber sido el único encargado en vallar todo el perímetro de la obra que luego sería el hospital.

- Yo solo. Pim, pam, pim, pam...Enterico. 

Cogí el teléfono y vi que en Forocoches se trataba una vez más sobre el mejor disco de Iron Maiden.

Se fueron poco después de apurar sus soles y sombras. 

Salí de la barra no sin antes abrir un tercio. Después de todo sólo me faltaba media hora escasa para largarme y sé que mi conversación le hace bien a su depresión.

- Es curioso -dije- He estado leyendo algo y con Maiden me pasa algo parecido a los Simpsons: he escuchado menos discos de los que han publicado.

Sonrió y una vez más empezamos a hablar de música.

Controla muchísimo de ese tema. Me supera, lo reconozco. Pero sólo podemos ir por ahí. En todo lo demás, y como tantos otros, es inabordable: dogmático de cajón, todavía cree fervientemente en todo lo que creyó por primera vez, a pesar de todas las durísimas hostias vitales que se ha llevado a causa de las leyes promulgadas por aquellos a quienes defiende. Toda su apertura musical, su sapiencia, se estremece ante las esqueléticas ideas de la sociedad en la que vivimos. Y ahí yo no entro. Capeo como a un toro recién salido de los corrales y poco a poco lo dejo en el centro con la música.

Oyendo su panegírico de Anthrax con el que en mi interior no estaba muy de acuerdo fue que Jorge entró al bar. Un buen tío algo más joven que nosotros, un currante por cuenta propia, un rockero que va a su marcha, una de esas personas que no necesita hablar para estar a gusto en un bar.

Venía hasta los cojones, todavía con la ropa de trabajo puesta.

- ¡Una Voll-Damm?
- No, Kufisto. Hoy me vas a poner un gintonic.
- Con dos huevos, di que sí.
- ¡Qué día!
- Jajaja...

Y fue que la conversación pasó de dos a tres bandas, pues tal era la situación de las bolas: yo en la barra, Jorge tras ella y Jose empeñado en no moverse de la mesa del ventanal. 

Jorge no tiene ni la mitad de la mitad de la mitad de idea del rock que yo; no digamos que de Jose. Pero Jorge ha aprendido. Sospecha. Y por eso me gusta hablar con él.

No, no hablamos de nada "profundo"; soy camarero y sé con quien hablo. Uno no va por ahí enseñando todas sus cartas a menos que sea imbécil o tenga veinte años. Pero sé ver en los modos de la gente. Y eso es algo que se ve casi al toque si tienes la suficiente experiencia.

Abrí otra cerveza. Jose cedió un tanto y quedó a medio camino entre el salón y la barra. La conversación sobre la música había retomado el vuelo. Jorge abominaba de la educación musical actual a cuenta de lo que oye de boca de sus sobrinos. Ni él ni yo tenemos hijos. Jose si, varios y desde hace tiempo mayores de edad. Apenas tuvo tiempo para verlos crecer. Ahora se va con ellos de conciertos masivos cuando puede.

Salí a fumar a la puerta del bar. Jorge callaba, escuchándonos. Hablé de un concierto del año que viene, una especie de festival con Def Leppard y Motley Crue. Jose removió en sus recuerdos para encontrar la vez que vio a los primeros en la gira del "Hysteria" Ha estado en más conciertos que yo de putas.

- Pues se hace en el auditorio "Miguel Ríos" -dije- ¿Donde coño queda eso?

Y entonces, ante el silencio, Jorge habló para decir donde quedaba. 

- Ahí vi yo a Extremoduro hará tres o cuatro años.


Llegó mi hermano para el relevo. Cogí mis cosas, el tercio y salí de la barra ya un tanto aligerado de la pesadez que me había embargado durante todo el mediodía. 


Jose estaba con los cascos puestos en la mesa del ventanal cuando me fui tras beberme la tercera cerveza con Jorge.


Ni miró cuando dije adiós.

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