martes, 12 de febrero de 2013
UN DÍA PARA UNA VIDA
Una de las cosas más sorprendentes que he visto en mi vida (y os aseguro que han sido unas cuantas) fue una parte de un documental en Digital + sobre la vida salvaje en un parque protegido de África.
El tema era el de siempre, la lucha por la vida y todo eso, cazadores y cazados, tan brutal como hermoso, tan emocionante como trágico, tan implacable como subyugador. Pero algo visto muchas veces deja de sorprender, al igual que algo hecho muchas veces termina por aburrir; la cantidad, más que la calidad, es lo que calibra el valor de las cosas, y de su escasez o no depende tu reacción. Si a nadie le amarga un dulce, a nadie se le ocurre alimentarse sólo de ellos. A nadie que no le falte un hervor.
Tampoco se trata de comer de todo, que sólo los locos son omnívoros, no os engañéis, se trata de comer lo que te gusta con un cierto conocimiento de causa. Y hasta ahí se llega equivocándose. Y teniendo suerte para ir contándolo.
Un grupo de leonas había dado caza a un animal bastante grande, más que ellas, pero también más estúpido y menos fiero. Las reglas de la vida son las mismas para todas las especies.
Podías ver como la manada iba despedazándolo a mordiscos, como los hocicos se empapaban de sangre caliente, como se relamían, como volvían a morder, como se les ponían los ojos, esos ojos acostumbrados a ganar, a ganar por la fuerza aunque también por la inteligencia, si así se le puede llamar, y se puede cuando veinte individuos son capaces de poner en estampida a miles de otros al menos tan grandes como ellos, cuando si no fueran tan tontos se darían cuenta de que en la Naturaleza, a igual tamaño, el número es decisivo. Y también siendo más pequeños, mucho más, recordad que el ejército más poderoso de ella es el de las hormigas. Y lo son porque están organizadas y cada una sabe cual es su función. Acordaos de aquel que dijo aquello de que "la organización es importante hasta en las orgías" Uno que sabía de lo que hablaba.
Pero lo que llamó mi atención vino poco después, una vez que habían devorado su presa.
Una cría de los huidos andaba despistada por los dominios de los haítos leones, quizá había sido su madre la que ahora dormía en sus estómagos, y fuera por la razón que fuera las hembras se levantaron y, tranquilamente, se dirigieron hacía él.
El pobre animal no parecía darse cuenta, o puede que sí, o puede que en ellas oliera a su mamá, y al verse rodeado de sus asesinas se puso nervioso, se dio cuenta de su error, puede que el último siendo el primero, e intentó largarse al ver que de madre sólo quedaba su olor, que aún siendo un sentido importante no lo es tanto como el de la vista, pero no podía, una y otra vez las leonas lo derribaban, lo tenían cercado, podías sentir su angustia, su terror, porque tú mismo lo estabas sintiendo, esperando lo mismo que él, que lo mataran, que se lo comieran, que dejaran sus pequeños huesos para las hienas...Pero no: jugaron al no te vas hasta que, simplemente, lo dejaron ir y se marchó a toda hostia. Las asesinas de su madre sólo querían jugar con él. Tuvo suerte.
Uno no la tiene, se la dan. Y algunos, pocos, la cogen por el pescuezo.
Como mi pierna sigue igual que los últimos días decidí emplear la mañana de hoy en hacer cosas desagradables, que es lo mejor que puedes hacer cuando no puedes hacer lo que te gusta, al menos así te las quitas de en medio para el día que sí puedas. Así que he ido a pagar recibos no domiciliados en Correos y a ingresar el fruto de mi trabajo en el banco. "Quien paga, descansa" Maldito cabrón.
Soporto bien el dolor, no me quejo, a nadie se lo cuento si va por dentro, pero he de reconocer que se me agria el carácter. Ya no quiero ser Superman, no quiero volar...pero si no puedo andar me cago en la hostia puta.
Y de esta guisa he ido andando a mis mandaos, medio cojo pero en pie.
Poco antes de llegar a mi primera parada me he encontrado con un buen amigo, un cuarentón que vive con sus padres, lo tangaron con el piso donde por fin iba a irse a vivir su vida, el constructor desapareció y se ha llevado todas las perras, "si lo veo, lo mato" me ha dicho algunas veces, claro que ya estaba borracho, que este es otro de los que se guardan las cosas, aunque me lo creo. Yo también lo haría.
- "¡Jose!"
- "¡Kufisto!"
Un par de pasos tras él iba una mujer mayor. Enseguida me he dado cuenta de que era su madre.
- "Mira, mama, este es el del bar donde voy..."
- "¡Ay, hijo mío...! Yo conocía a tu abuela...y a tu abuelo..."
Son del barrio.
Hemos hablado un ratito, a trompicones, es algo normal cuando hay tres y una está en su última onda, venían del banco, como todos, que más parece que venimos de allí que del mono. Y de Dios ni hablamos.
Al despedirnos le he hecho una caricia en su hombro, diez pasos después he pensado que debería haberle dado dos besos, siempre los malditos diez pasos después...
Había una cola enorme en Correos, se ve que cada vez más gente está devuelta de los bancos, pero me había dejado tan buen regusto esa pobre mujer que no me ha importado demasiado, además que hoy era el día. Hoy era el día de darles mi dinero para que me dejen otro ratito en paz.
He sacado el móvil, me he puesto los auriculares y algo de mi música. No estaba tan mal.
Hace algún tiempo leí a alguien que cuando uno escribe no puede hacer otra cosa, no vive para nada más que para escribir, y esto es algo que lleva pasándome desde que empecé. Ya puedo estar haciendo lo que sea que todo lo veo (y lo miro) para escribirlo. A no ser que esté muy jodido. Entonces me lo como yo.
Y ha sido que uno de los que delante de mi estaban era un viejo que conozco, un medio vecino de mis padres, uno que se quedó viudo hará diez años, y al ver su cara pálida, moteada por innumerables manchas, he sentido mucha lástima y he recordado a la botella de leche que se nos cayó hace unos días en la cámara de las bebidas y que ayer descubrimos era la culpable del nauseabundo olor que empezaba a emerger de ella, que la leche se transforma cuando no está donde debe, como dijo Homer en un memorable capítulo, y la limpió mi hermano, que ahí estaba cuando fui a robarme una botella de vino para nuestro día de descanso, "le he puesto un bote de bicarbonato...se come los olores" me dijo un tanto nervioso después de darme cuenta que me lee, que no le dio tiempo a quitar mi página del ordenador...
"A veeerrr...sí. Esta"
Alexander the Great, Iron Maiden.
Y todavía estaba recitando la intro cuando me he fijado en una niña pequeña que estaba con su madre, una mujer de unos treinta años, arrabalera, rubia de bote, buen culazo dentro de los vaqueros, seguro que no tanto sin ellos, saltaba a la vista que ya está en modo flan fuera del frigorífico, pero la criatura, la que la hizo madre, tenía unos ojos tan azules que no podías dejar de mirarlos, más aún rodeado de adultos y viejos que están pagando.
Estaba gordita, como su mama, de pelo largo y castaño, sonriente, abrazada a la cintura de su madre. Yo las miraba casi sin oír a Dickinson, absorto, ha habido un momento en el que me he visto, sin coña...Aquello, allí, en ese momento, era algo indescriptible.
Les tocó pagar lo suyo y la niña se soltó de su madre, y mientra esta lo hacía ella se empinó para coger un panfleto de publicidad que había sobre el mostrador. Uno no, ¡los dos!, y al darse cuenta de que eran iguales dejó uno en su sitio todo lo cuidadosamente que pudo, sin parar de moverse, cruzando las piernecitas, mesándose el cabello, sonriendo, sin dejar de sonreír...
Su madre terminó de pagar y se fueron.
Ya sólo quedaba uno delante de mi, un tipo viejo pero con aspecto de no haberse dado por vencido, también este tenía una buena historia...
Y cuando me quise dar cuenta ya se me había colado la segunda por una ventanilla que acababan de abrir.
Pero cuando el tercero hizo la intentona no llegó a más.
Me había despertado.
- "Te he llamado..." me ha dicho la chica con una gran sonrisa.
- "Ya...es que la música..." he respondido con una relajación casi desconocida para mi.
Ha estado especialmente amable, es como si la gente oliera cuando tú estás bien.
Acostumbrado a que te huelan cuando estás mal no deja de ser un notición.
Al menos para mi.
Luego pasaron muchas más cosas, casi todas buenas, casi todas para seguir escribiendo, que hoy ha sido un día raro, uno de los que te acuerdas.
Pero ya es demasiado, esto ya va para ser de los más largos. Y vuestro tiempo también es oro.
Nietzsche dijo que la vida es un círculo, y yo pienso igual, así que terminaré como empecé.
Era una madrugada de sábado a domingo, estaba a punto de cerrar, la música apagada y la mayoría de las luces también, cuando caí en otro documental de esos.
El cachorro de una leona se había quedado atrapado entre las ramas bajas de un árbol, se había caído de arriba y no podía salir de allí, rugía y rugía y su madre no podía tirar de él, era como una trampa, se había hecho daño. Mucho.
Pasaron las horas del día, llegó el atardecer, podías ver a su vieja dando vueltas alrededor del tronco, al pequeño leoncillo luchar con todas sus fuerzas por escaparse de él, era algo épico, homérico, electrizante..."¡¡¡SAL, COÑO...SAAAAALLLL!!!"
Salió. Arrastrándose. Una voz en off de mujer te contaba que se había partido la cadera, que estaba sentenciado, sin música que potenciara ese momento, sin sobrecarga...sólo que iba a morir.
Vi a su madre tirar de él como diciéndole "¡¡¡VENGA, ARRIBA!!!...¿QUÉ TE PASA?" El pobrecillo no podía, no podía...
Cuando ella se dio cuenta de que no había más que hacer se fue. Y el cachorro llegó arrastras a unos matorrales. Y allí murió.
Después, la misma voz de mujer, con la misma música, tan sobriamente como se hacen las cosas grandes, nos contó que al llegar la madre a por el padre se encontró con que otra más joven le había robado el sitio.
Y estuvo otro rato dando vueltas...
Y otra vez se fue.
Y ya está bien.
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Espero que no te duela mucho.
ResponderEliminarLa pierna.
Porque la vida duele. Un poco o un mucho. También cura, quema, calma, aburre, inquieta, excita, enfada…
Y está bien así.
Me entusiasma cuando nos muestras la vida ante tus ojos. Es como verlo y oírte pensar. Extraño, a veces. El amigo y la madre, la madre y la hija, el anciano, las personas; o la gente; o la gentuza a veces.
Otras no es la vida. Es lo que provoca en ti la vida lo que veo. Y más que extraño, quizá es algo angustioso. Mi naturaleza me inclina a extender una mano. Que puede que no necesites.
Leerte me resulta tan subyugante como los documentales de los que hablas.
En casa los vemos. A los herederos les fascina. Tienen un devedé de la NG que hemos visto mil veces; ahí el cachorro se salva. Aunque hay muerte.
No has terminado como empezaste. Ha terminado algo más oscuro.
Y ha terminado demasiado pronto. Hace bien tu hermano; leerte es un placer.
Un beso querido Kufis. Gracias. Por estos ratos.
Un cigarrito a tu salud! (Qué ironía, no?)
Esas no son horas, querida: demasiado tarde o demasiado temprano. Me temo que el señor Insomnio no se ha ido de tu vera.
EliminarEs un gusto leerte, es un gustazo gustarte.
Un beso
La vida misma Kufisto, la diferencia es que entre los animales las cosas son diferentes. Entre ellos no hay nada, simplemente la posibilidad de echar un polvo o comer un trozo de ñu más grande. Ese es el quid de la cuestión.
ResponderEliminarMejórate tío, que no es bueno estar de mala leche to el día. Un abrazo.
No, si estoy bien, es la pierna, nada más, aunque eso es mucho para un andarín como yo. Acabo de regresar del paseo, otra intentona, he durado un poco más, apenas media hora, pero me duele, no ha funcionado el ibuprofeno.
EliminarVoy a comprar unas zapatillas en cuanto abran la tienda, unas de las buenas, otras veces se me curó así, sólo era un problema de calzado. Pero miro las que tengo y no las veo mal. Espero estar equivocado.
El abrazo, como decía aquel.
¡Es jodido no tener salud!
ResponderEliminarY todavía más haberla perdido.
EliminarUn saludo, amigo.
Gracias kufisto.
EliminarA ti.
Eliminarme encanto,te felicito por esa manera de narrar un día en la vida
ResponderEliminarMuchas gracias
EliminarMe ha gustado bastante. El que más en los últimos tiempos.
ResponderEliminarAcojonante lo de las leonas dejando ir a la cría después de rodearla y asustarla.
Lo del constructor que se fue con la pasta (ni la primera ni la última vez que ha pasado) no sé si lo mataría, pero desde luego que le daba una paliza a gusto, para que se fuera a robarle a su p. madre.
"venían del banco, como todos, que más parece que venimos de allí que del mono."
Jejejeje...
Lo de la leona que se queda sin cachorro y cuando vuelve, el león ya tenía otra leona más joven y "guapa" supongo, me ha recordado a que hace años tuve ratones chinos. Empecé con un macho y una hembra, y empezaron a tener crías... el macho, el padre, iba liquidando a los hijos machos que iba teniendo y dejaba vivas sólo a las hembras... un cachondo el tío. Nadie pudo con él, ningún joven. La palmó porque a mi hermano se le cayó la jaula, que si no, seguía ahí.
Dices que te vas a comprar unas zapatillas. Te dejo esto:
http://www.youtube.com/watch?v=oyJI5sFo8HY
Un abrazo.
Jajaja...
EliminarAyer las pillé, "¡qué pasa, chaval!" me dijo el dependiente ná más entrar, un chico de veintipocoaños, ciclado, con un pendiente en la oreja...Me dieron ganas de salir corriendo. Pero no podía. Y sigo sin poder.
Un saludo, Sergio, y gracias.
Esas largas colas donde uno observa a los de delante,mientras los de atrás te observan a ti,muy bueno.
ResponderEliminarYo también les grito ¡Corre!¡Cuidao!a los cachorros de los documentales,como si con eso,les fuese a salvar la vida.
Gracias, amigo
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