jueves, 30 de agosto de 2012
TODAVÍA TIRANDO CAÑAS
Era un tipo bajito, pero eso de las medidas sigue siendo bastante relativo, pues si nos guiamos por la dictadura del número no hay pasado que supere al presente ni este que haga lo mismo con el futuro: las cosas (y más aún las personas) hay que medirlas con relación a su tiempo. Un metro de hace cien años no es un metro de ahora aunque mida los mismos cien centímetros, creo que esto no es algo difícil de comprender.
Así que mejor hay que decir que era de estatura normal, poco más de metro sesenta, o sea, más o menos la media de los españolitos que nacieron pocos años después de acabada nuestra inolvidable Guerra Civil.
No era de aquí y ahora no recuerdo de donde, puede que murciano, no sé, pero el caso es que llevaba el tiempo suficiente como para ser tenido por uno de los nuestros, algo especialmente complicado en un lugar como La Mancha en el que aquello de es un hijoputa...pero es nuestro hijoputa funcionaba bastante bien. Y escribo en pasado porque ahora es al revés: cualquiera que venga de fuera es bastante probable que sea un hijoputa, que la desconfianza la llevaremos en los genes por los siglos de los siglos...pero será mejor que nuestros hijoputas. En esto, como en tantas otras cosas, La Mancha es el fiel reflejo de España: ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. "El signo de los tiempos" o Zeitgeist que dicen los lamparillas. O colgando curas de las farolas o saliendo en procesión, o con Franco o con los socialistas, o la pierna quebrada y en casa o tonta eres si follas dos veces con el mismo.
Pero el mejor siempre será el equipo local. Que siempre es el que gana.
La memoria no es como la Kodak de la policía nacional en la que todos salimos con la misma cara inexpresiva, nuestra memoria recuerda a cada persona del pasado, a las que hace tiempo no vemos o no volveremos a ver, con su expresión más característica, ya fuera de seriedad, de temor, de ridiculez o, como en este caso, de alegría: en mi foto siempre sale riendo, ni siquiera sonriendo. Riendo.
Claro que cuando yo lo veía siempre era en el bar, con el botellín o el larios con cocacola en una mano y el pito en la otra, voceando, contando chistes, jugando a los chinos o a los dados, y normalmente si a alguien le gusta todo eso es uno que gusta de la risa y el cachondeo, pues en caso contrario estaría en la biblioteca leyendo a Sartre y preguntándose en silencio qué coño ha hecho toda su vida y donde se podría comprar una maroma lo bastante resistente, o haciendo footing mientras piensa en que alineación sacará su equipo esa noche, o echando un polvo, que también los hay.
Algunos, los menos, beben bastante pero no tanto como para perder de vista a la próxima copa que les puede joder. Entonces se marchan a su casa con la cabeza un tanto entumecida pero sobre los hombros. Otros, la mayoría de los que beben, no tienen la misma lucidez del último momento y siguen y siguen hasta que se van a casa con la cabeza en el culo. Si estás solo no pasa nada, pero si tienes mujer e hijos es un problema: y ese tío era de los últimos y tenía estas dos cosas.
Y al final, a veces, la cagaba bien cagada con su mujer.
Los maltratadores siempre estuvieron mal vistos, la gente les daba de lado, al menos en el círculo donde me crié, "a las niñas no se les pega" era frase repetida por nuestros mayores cuando durante algún juego se nos escapaba alguna galleta o capón y las hacíamos llorar, éramos niños, pero aquel que reincidía se llevaba una buena azotaina. Y no volvía a hacerlo. Entre nosotros podíamos pegarnos lo que quisiéramos (dentro de un orden, claro), que para eso éramos chicos, pero no a las chicas. Y si no podíamos jugar juntos, cada uno por su lado. Algún tiempo después escuché otra frase cuando algún cliente del bar comentaba que fulanito o menganito caneaba a su mujer: "un hombre que pega a una mujer no es un hombre". O también otra muy socorrida, "a ése lo que le pasa es que no se le pone dura".
Recuerdo una anécdota sobre él que me contaron tiempo después.
Era uno de esos críos que iba de capea en capea por los pueblos con el afán de ser torero, y en una de ellas estaba presente Domingo Ortega. Para quienes no lo conozcáis os diré que Enrique Ponce será considerado más o menos de la misma forma cuando lleve unos cuantos años retirado, es decir: un Maestro que conocía a los toros como si fueran sus hijos.
Paulino, que así se llamaba el protagonista de la historia de hoy, se enteró y se tiró a la arena para "comerse a la vaquilla", pues según decían valor no le faltaba, y después de dar unos cuantos trapazos y ser revolcado innumerables veces se fue a donde estaba Ortega y con todo el descaro de la juventud y de su carácter le preguntó:
- "Maestro, ¿qué le ha parecío?"
Y Domingo Ortega le respondió con tranquilidad:
- "Chico...lo tuyo es poner ladrillos"
Tal bajada le pegó que no volvió a torear, o al menos intentarlo, aunque no se dedicó a juntar ladrillos.
Puede que recordara esto cuando aquellas noches llegaba borracho a su casa y su mujer no hacía lo que él deseaba. Y puede que cuando le cruzaba la cara viera la del Maestro que le dijo la verdad, quién sabe, pero el caso es que para salvar lo que quedaba de su matrimonio dejó su negocio y se fueron del pueblo, ya se sabe que la culpa nunca es de uno mismo, sino de los otros. No los he vuelto a ver.
Esta mañana, mientras paseaba escuchando Radio Clásica, han puesto a un inglés del siglo XX que me ha hecho recordar a los grandes del pasado, cuando solo lo realmente bueno, destacable, tenía una oportunidad.
Y ahora que estamos en el XXI, cuando cualquiera puede pasarse la vida intentándolo con la esperanza de recibir una palmadita de aprobación en la espalda, es tan enorme el ojo de la aguja que a veces pienso si no lo hacen más para que les dejemos tranquilos que por cualquier otra razón: "que se entretenga con eso, así nos dejará en paz, a lo nuestro..."
Sí, quizá así sea mejor, que nadie te diga que no vales un duro, que continúes soñando tus sueños de adolescente, o de joven, o de pureta, o de viejo, que los sueños no tienen edad...después de todo uno no hace caso del primero que llega.
A no ser que se llame Domingo Ortega.
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Muy bonito, Kufis...
ResponderEliminarGracias, amigo mío.
EliminarLo que has dicho del "Ojo de la aguja" me ha recordado a la peli aquella de Donald Sutherland haciendo de malo malísimo. Y la protagonista no es que fuera guapa, era lo siguiente, en otro nivel.
ResponderEliminarKate Nelligan, que lo acabo de mirar. Buena película, Sergio, hasta Donald Sutherland no parece Donald Sutherland. Me gusta el tono frío, gris, opresivo, la lluvia, las nubes, el sol parece un ladrón...es buena
EliminarPuedes conocer a un hombre por las mujeres que le gustan. Ya te calibro mejor. Y veo que no iba mal encaminado.
Un abrazo, amigo.
Sí, Kate Nelligan, gracias.
EliminarDigamos que mi gusto por las mujeres es poco común. No me van las Pamelas Andersons ni las Elsas Patakys ni las Saras Carboneros. Me gustan que sean algo anchas o como mínimo que no sean delgaditas, y que les guste ser mujeres, no niñas. De hecho, diría que las más guapas que haya visto en mi vida no suelen ser nada delgadas, al menos para mi gusto, claro.
Otro abrazo.
Pozí, afirmo, veo que tiramos de la misma cuerda...
EliminarBuen post y mejor película la de Shutherland.
ResponderEliminarGracias por la parte que me toca.
EliminarUn saludo.
"Los maltratadores siempre estuvieron mal vistos, la gente les daba de lado, al menos en el círculo donde me crié, "a las niñas no se les pega" era frase repetida por nuestros mayores cuando durante algún juego se nos escapaba alguna galleta o capón y las hacíamos llorar, éramos niños, pero aquel que reincidía se llevaba una buena azotaina. Y no volvía a hacerlo. Entre nosotros podíamos pegarnos lo que quisiéramos (dentro de un orden, claro), que para eso éramos chicos, pero no a las chicas"
ResponderEliminarEso es exactamente lo que te enseñaban de chico para que cuando fueras grande te comportaras como un ser humano, como un hombre que se viste por los pies
Hoy en día seria machismo de la peor clase, discriminación p9or cuestión de sexo y majaderías al uso
Así van las cosas claro.
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es
Hay tantos cánceres que lo mejor es no ir al médico: alguno te saca. Fijo.
EliminarUn saludo.
El otro dia revise la de el cebo, ya que me pusiste los dientes largos. No recordaba al protagonista del pelo rubio que creo que lei que era aleman, muy bueno. Y las niña que tenian cara Claudia Schiffer pero con 5 añitos. Buena y directa al grano, sin tonterias.
ResponderEliminarPeliculón, peliculón...el hijoputa de Penn hizo un remake-bazofia llamado "El Juramento" (con Nicholson de prota) y ni la más leve mención.
EliminarSon Pen eres un hijopuuuuta...
la tienes con ladiiillas y diiiiminuita...