miércoles, 23 de mayo de 2012

IN VINO VERITAS



Estaba terminando el paseo, ya había comprado mi pan y el jamón del gato y solo me quedaba pillar el vino para la comida, razón por la que me he desviado de la ruta habitual, no está la cosa para ir comprando cosas que uno tiene, así que yendo en dirección al bar para robarme una botella de vino fresquito, caminando por la acera sombreada, he visto algo en la soleada que ha llamado mi atención.

Es una papelería, creo que se llaman así, un sitio de esos en los que hacen fotocopias y venden todo lo relacionado con los papeles: cuadernos, paquetes de folios, bolígrafos, rotuladores, grapadoras, carpetas...en fin, todo ese rollo, nada extraordinario, aunque lo llamativo de la tienda es la pareja propietaria: un matrimonio todavía más cerca de la treintena que de la temida cuarentena y que aún así ya van por el cuarto hijo, como he podido comprobar en ese algo que me he sacado de la benévola sombra de mi camino: una pintura de toda la familia reunida. El padre a la izquierda, la madre a la derecha y entre los dos sus cuatro criaturas, dos niños y dos niñas. Bajo el cuadro había un papel con algo escrito por ordenador, en letra bien visible, y no era sino una larga cita bíblica que no he leído entera, pero en la que sí he visto la palabra Salvación remarcada varias veces. Y después de echarle otro vistazo a la pintura he vuelto a la sombra; se me estaba haciendo tarde.

Hace unos años, cuando todavía no tenía Intenné en casa y me aprovechaba de que los viejos de mi ex sí lo tenían, me pasé alguna que otra vez por allí para que me fotocopiaran cosas que ella me bajaba de la Red, cosas que metía en un chisme (no sé su nombre, los aparatos que mezclan letras y números me suenan todos igual)  con el que luego ibas allí, extraían la información y la pasaban a papel para los trogloditas como yo. Normalmente era mi ex quien lo hacía, pero en una de las ocasiones, no recuerdo el porqué, hube de ir yo. Se trataba de una loca teoría mía según la cual estudiando el histórico de la Bonoloto y la Primativa tendría muchas más posibilidades de hacerme millonario que haciéndolo a la buena de Dios. Mi chica no es que se sorprendiera mucho, la verdad, estaba acostumbrada a mis teorías, así que cumplió su parte del trato y yo, un tanto preocupado por mi ignorancia en el tema, fui a rematar el trabajo.

El sitio es engañoso a primera vista, apenas tiene fachada, pero sí profundidad. A la derecha varias estanterías hasta arriba de material, y a la izquierda, junto a la puerta, una gran fotocopiadora, a continuación un largo mostrador con varios ordenadores y más allá, en un gran cuadrado, un montón de grandes máquinas, podías oírlas trabajar a buena marcha, copiando y copiando sin parar, sin nadie a su alrededor, era sorprendente para alguien que, como yo, ni siquiera había descubierto los secretos de la máquina de escribir.

Como el personal andaba atendiendo a los numerosos clientes me dediqué a fisgonear, sin mucho interés, la verdad, pero algo tienes que hacer durante las esperas, no te vas a quedar ahí parado como un cenizo, resultaría sospechoso y más en alguien con mi cara de pocos amigos. Pronto me di cuenta de que me hallaba en un negocio de gente cristiana: había citas bíblicas colgadas por diferentes lugares, fotografías del tipo revista juvenil católica, Biblias a disposición del público...aunque no me sonaban familiares, eran como esas de las sectas, no sé, tampoco soy un erudito en el Libro, aunque confieso que me lo leí entero, pero ahí había algo raro...sí, algunos enseguida los etiquetarían como integristas. A mi me importaba una mierda lo que fueran, solo quería que me dieran en papel los números que mi cabecita iba a desentrañar para hacerme millonario y perder de vista a todo el mundo.

Finalmente me atendió él, muy amable, una gran sonrisa, aunque sus ojos me miraban como viendo a otra oveja perdida, cosa que no me importó demasiado, estoy acostumbrado a ello en los sitios más variopintos, "piensa lo que quieras, enseguida nos perderemos de vista", pero lo disimuló correctamente. Me preguntó cosas que no sabía responder, solo sabía que quería eso en papel, nada más, confiaba en él, "hazlo como tu veas". Me citó para un par de días después (aquello era un puto libro) y me fui.

La tarde acordada había mucha menos gente, así que enseguida me tocó a mí, fue ella esta vez:

- "Hola, ¿qué quieres?"
- "Ehhh..sí...el otro día le dejé al chico..."
- "Mi marido"
- "Sí...bueno...era una cosa de la Primitiva...para fotocopiar y eso..."
- "Ahhh...síiii...está terminándolo, ¿no te importará esperar un poquito?"
- "No...claro..."

Me puse los cascos y esperé.

Los críos acababan de llegar de la escuela, eran dos por entonces, el tercero, un bebé, lo tenían en un moisés, se puso a llorar y ella fue a cogerlo, los otros andaban por ahí, corriendo entre las máquinas y los clientes, jugando y riendo, de vez en cuando ella les llamaba la atención, pero tan suavemente que te sorprendía, ellos obedecían un ratito y otra vez a lo mismo, "chicos...por favor...", en una ocasión pararon su persecución justo a mi lado, me miraron y sonrieron, "¡hola!", "hola" e intenté hacerles una mueca graciosa que no acabé porque volvieron a las carreras, otra vez su madre, yo no hacía más que mirar todo aquello, me sentía en otro planeta, por allí andaban más adultos trabajando en las máquinas, parecían de la familia, todos sonrientes, todos con una extraña sensación de calma, de tranquilidad...

Y salió él con lo mío, perfectamente encuadernado, inmejorable aspecto:

- "¿Qué te parece? ¿te gusta?"
- "Oh, sí...es fantástico"
- "¿Es para un estudio o...?"
- "Sí...bueno...algo parecido...¿qué te debo?"

Cuando cerré la puerta pensé que también existía aquello, que mi mundo no era el único mundo, el mundo donde Dios no es más que una vieja palabra, cuando no el continuo apellido de los intestinos de tantos como yo que jamás hemos pisado su casa por voluntad propia.

Durante un tiempo intenté encontrar la clave de los números. Jamás pasé de tres.

Tuvo que ser la combinación que años atrás me diera mi abuela. No lo suficiente para perder de vista a todo el mundo, pero sí para independizarme y entrar en el maravilloso mundo de las hipotecas.


Y quizá así sea lo mejor.

La combinación ganadora siempre se hace entre dos que se quieren.

Y luego se la enseñas a todos tras el cristal de una papelería.


Vamos a comer, Micifuz, que se nos va a hacer muy tarde.


¡Qué hambre!

5 comentarios:

  1. Precioso, kufisto, realmente bonito. A veces buscamos la felicidad en un coche o en piso mas grande, y como la esposa de Florentino, se te llevan cuando aun tienes una edad de ser feliz, de bailar, de compartir los achaques o de llevar al nieto a la guardería. Y la felicidad esta a nuestro lado, duerme con nosotros y a veces nosotros capaces de valorarla con justicia.
    Gracias por recordárnoslo a veces. Un abrazo

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    1. Otro para ti, amigo mío, muchas gracias.

      Y sí, muy fuerte lo de Pitina. Pobre hombre rico.

      La muerte humaniza la vida.

      Un saludo.

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  2. Que poco agraciada eres maja...da un poco de repelús mirar la foto.. en persona tienes que asombrar jaja

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  3. Me juego la mitad de media peseta a que son kikos... Integrismo no... yo los llamaría coherentes, no cogen lo que les gusta y critican/pasan lo que no, son católicos con todas las consecuencias, lo que normalmente se traduce en familia numerosa.

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    1. No lo sé, la verdad, pero como bien dices, al menos son consecuentes. "Dios proveerá" y tal...

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