jueves, 29 de diciembre de 2022

¡CORRE, CORRE!

 La reconocí en cuanto entró al bar. Pidió cerveza y en su mirada vi que también se acordaba de mi. La cosa estaba tan clara para los dos que, al igual que la primera vez, ninguno preguntó nada. 

Hay una costumbre, un mecanicismo natural propio del profesional que está tras la barra, consistente en preguntar al desconocido cliente que pide una cerveza si la quiere de botella o de grifo, pues quieras o no hay diferencia, ya sea por hábito o sospecha, que no hay tanto camareros dispuestos a tirar una buena cerveza de barril, más o menos como curas criados en el Concilio Vaticano II recitando con voz de telefonista la Buena Nueva a las cuatro viejas que aún les soportan con su aguante, quizá aún menos. 

Recordé que bebía en tercio cuando ya estaba tirándole una buena caña. Ella no dijo nada, al contrario: sonrió al recibir una cerveza de barril bien tirada. Y se quedó en la barra atenta al teléfono.

Era verano cuando nos encontramos por primera vez; este último no, claro; quizá dos, como mucho tres...no creo que cuatro, no, de ningún modo. Yo diría que dos. Pero el tiempo es una cosa muy difusa cuando lo vives solo. 

Había en la barra un bruto de otro pueblo, un viejo bruto conocido y amable, uno al que no había visto desde hace años, un antiguo cliente, un tipo que estuvo a punto de perder la cabeza cuando su mujer le pidió el divorcio para irse con otro; un tío de orden que (hija pequeña por medio) apenas podía respirar del odio que sentía. No lo reconocí al primer segundo, pero sí al siguiente. Aunque no recordé su nombre en ningún momento. Él sí se acordaba del mío. 

Uno vive, duerme y sueña como ha vivido; otro sueña, duerme y vive como ha soñado. Y hay quien duerme, vive y no sueña.

Eran las tres y pico de otra tarde. Una hora y pico más y estaría fuera de la barra.

La mujer recibió la visita de su posta en el hospital. Era otra mujer, una mujer muy distinta que pidió una cocacola con la que fueron a sentarse en una mesa no sin que antes ella me pidiera otra cerveza con esa sonrisa tan agradable, esa sonrisa de mujer de vuelta de todo, esa mujer que sonríe cuando abres los ojos, esa mujer que aparece como un sol después de la tormenta.


- ¿Qué tal, Kufisto? -dijo un amigo, un amigo de ahora, de hace unos meses, quizá un año, ¡o dos!, un amigo, alguien con quien conversar a última hora de cosas interesantes, de arte, de música sobretodo y de cine también, de literatura no tanto, más bien nada, se aburre leyendo, siempre se ha aburrido, pero bueno, en aquello, sobretodo en la música, en el Rock, en el Pop, reconozco que me supera...
- Bien.

Y hablando de todo ello estábamos, ya casi entusiasmados con la inevitable ayuda del alcohol ante la pasividad del amable bruto cercano que trasegaba la quinta cerveza, cuando el compadre que había estado comiendo en el fondo del bar vino hasta nosotros para beberse una copa en compañía agradable.

- Kufisto -dijo con ese tono solemne que denota su sostenida embriaguez- Ponme una copa. Y otra a este rojo de mierda y otra para ti.

Reímos y se dieron un gran y sentido abrazo.


Y entonces la política salió a relucir y el viejo bruto amable pero divorciado abrió sus oído cerrados a Vincent Price, la Hammer, Peter Cushing, Christopher Lee yPaul Naschy.


La mujer pagó y se fue al hospital. Estará unos días por aquí. Como la otra vez, cuando era verano. Llegó mi hermano y agarré mi bolsa para irme de allí; la cosa se había diversificado con la venida de otros tantos. Salí afuera y encendí un cigarrillo. Pronto me acompañó mi compadre.

- Puto rojo de mierda...-dijo
- No es mal tío -respondí- Y tú lo sabes
- ¡Ay si yo te contara de él!
- Es igual. Eres como yo. Hagas lo que hagas prefieres ver la parte buena de la gente. 
- Este cabrón ha hecho...
- Ya. ¿Y por qué lo abrazas? ¿Sois amigos, no?
- Sí.
- Ahora estás medio borracho y te sale la venaza derechista y te cagas en Dios y...
- ¿Que yo me cago en Dios? ¡Tú sí que te cagas en Dios! Tú eres otro rojo.
- Bueno, me voy ya, compadre...
- Puto rojo de mierda...¡Dame una abrazo, Kufisto!

Y un par de besos.


¿Soñaré hoy con ella o vendrán todos estos? 


En mis sueños siempre ando corriendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario