domingo, 6 de agosto de 2017

LA CORTINA METÁLICA

Tengo una cortina metálica en la puerta del bar. La pongo cuando llega el tiempo de las moscas y la quito cuando se les acaba. Entonces la enrollo, la meto en una bolsa de basura y la guardo. Ya son muchos años y le faltan algunos eslabones por abajo. A veces, con el paso de los años y de los niños (los únicos que reparan en ella), ha perdido algún hilo que he sustituido por otro de la perenne que tengo colgada a la entrada de la cocina. Al mediodía, con el calor extremo, la estrangulo y cierro la puerta. A veces, con el paso de la gente, tiende a desatarse y tengo que volver a hacerle el nudo. Pero esto es algo que ya pasa muy pocas veces. Que yo recuerde, este año todavía no ha sido necesario. Y no es que haya aprendido a hacer nuevos nudos. Puede que sólo sea que la ato más fuerte. O que alguno de mis hermanos lo haga por mi. No lo sé.

Por ella ha de pasar todo aquel que quiera vernos a mis bebidas y a mi. Ya sea a puertas abiertas o cerradas el roce es inevitable. Y ya sea como sea tampoco te salvas completamente de visitas no deseadas: lo pequeño o momentáneo para nosotros es grande y casi infinito para lo minúsculo. Aunque ya dentro les espere otra trampa en forma de luz incandescente. A veces suena y sabes que algo ha muerto. No deja de ser una buena forma de irse de este mundo: "crucé la cortina y fui hacia la luz" Morir por el odioso bayetazo de cualquiera habiendo una luz que te espera con los brazos abiertos es algo todavía indigno para cualquiera. Esto lo saben hasta las buenas moscas.

Mucha gente ha pasado por mi cortina, mucha...Pasan y se van. Algunos vuelven y otros no. Lo que yo tengo lo tienen muchos otros. Y mis ojos suelen dar para darse una prórroga a casi todo aquel que no sea ciego.

El hombre de ayer ha vuelto a venir hoy. Yo estaba cagándome vivo y ya me iba para hacerlo en casa cuando ha cruzado la cortina.

- ¿Un tubo? -le he preguntado ya con el vaso en la mano y casi que cogiendo el grifo de la cerveza.
- No. Hoy no que vengo hasta los...Ponme un Larios con cocacola.

Y mientras se lo ponía ha empezado a contarme otro capítulo de la odisea con su familia. Yo me he ido y ahí lo he dejado con mi hermano y un par de clientes. Al volver veinte minutos después lo he visto subir calle arriba, las manos en los bolsillos, uno de sus hijos en la cárcel "por subnormal", su ex jodiéndole con mensajitos de móvil y su padre medio muerto en el hospital.

- ¿Y este tío? -me han preguntando entre risas al cruzar la cortina.
- Pues ná -he dicho- Un hombre con problemas.
- Jajaja...

No sé lo que les habrá contado pero sí que se ha bebido tres copas.

Me quedé solo un rato. Después alguien muy cercano me dijo que estaba amargado. Yo dije la verdad, que soy feliz, que estoy como quiero estar y que hago todo lo que puedo para no joder a los demás. Tuve que servirme una copa para aguantar sus embates. Él ya iba por la cuarta y había que hacer algo para mostrar interés:

- No pones la música adecuada, ni la tele, ni ná...¡Joder, pasas de todo el mundo! ¡Esto es un negocio, Kufisto, un negocio, joder!...¡Con lo listo que eres!
- ¡Pero me cago en Dios! ¿qué tengo que hacer, joder? Si me piden fútbol, se lo pongo; si me piden tal música mientras no sea una puta mierda, se la pongo...
- Ya, ya...pero tú antes molabas, joder, te enrollabas con el personal y tal...¿Y ahora, qué? Ahora estás ahí, pasando de todo...
- ¡Pero qué voy a pasar de todo!
- ¡ Que sí, coño, que sí, que pasas de tó, hostia, que ni te das cuenta!
- ¡Y qué tengo que hacer! ¿ponerme pedo todos los días?
- Me cago en Dios...

La conversación estaba empezando a llegar a su cenit cuando una tía atravesó la cortina y con ella cualquier intento de hacer cima. Empezaron a hablar de gilipolleces y desconecté. Será por eso que dicen que estoy amargado. Me serví otra copa y esperé el cercano relevo.

Llegó una de las putas del edificio de enfrente. La pareja se salió afuera para fumar y me fui a hablar con ella.

- ¿Qué tal el finde? -le pregunté intentando hacerme el simpático.
- Bueno...normal. La gente no tiene un duro
- Ya
- Ahora en septiembre, con la vendimia y eso...
- Claro

Lleva un par de meses por aquí. Trabaja en un club de un pueblo cercano ("sala de fiestas" como me dijo el otro día) y aparte hace sus cosas en el piso. A veces viene al poco de abrir el bar, a eso de las ocho de la mañana, toda volada, y se bebe un par de cervezas antes de irse a acostar.

- Venga, vete pá casa a dormir...
- Ya, ya, cariño, ya...

Quiere abrir un garito. Mañana se va a Valencia a no sé qué. Me ha aconsejado algunas mejoras en mi local en forma de tías enseñando cacho y poniendo cocktails. Yo la miraba como si me estuviera hablando un entrenador de fútbol. Le di algunos consejos generalistas con respecto a su paranoia de bar y me serví una cerveza en el vaso más grande que encontré. Salimos a echarnos un pito y se fue.

- Ahora venimos todas -dijo
- Vale -dije yo

Faltaban cinco minutos para las siete. Hora de relevo. Llegó mi hermano y me fui.


Abrí la puerta de mi casa. Me acordé de mi gato muerto. Maldita resaca y maldita vitamina C aguada...


Encendí el ordenador, subí un poco las persianas y abrí un tanto las ventanas.


Funciona cuando sólo eres tú quien tiene el mando.

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