viernes, 13 de abril de 2012

ACTIMIERDA




Estaba leyendo el "As" mientras el peluquero me trabajaba los cuatro pelos que me quedan, cuando me he encontrado de sopetón con un reportaje sobre un chaval sin brazos que pretende competir en la natación de las próximas Paralimpiadas (¿se escribe así?) de Londres.

- "¡Hostias!"
- "¿No lo conoces?"
- "No..."
- "Sí, hombre, si salió en el programa de..."
- "No veo la tele"
- "Joder, Kufisto..."

Y entonces ha empezado a contarme la película...

Normalmente hablamos de fútbol, motos, baloncesto, de la chica de la última página (la de hoy tenía unas tetas que no eran de este mundo. Al menos del mío)...de lo que vaya encontrándome al pasar las páginas, conversación de peluquería; porque sí, señoras, los tíos tampoco paramos de hablar en la pelu, lo que pasa es que lo nuestro son diez minutos, y se hace más por el peligro que representa un tío haciendo bailar las tijeras sobre tu cabeza que por interés sobre nada: ya dijo la Biblia que no es bueno que el hombre esté solo. Ni el silencio cuando estás en las manos de alguien que pueda degollarte porque su mujer le haya echado de casa. Tú no lo sabes, pero puede ser, así que hablemos del amor...no, eso era en la canción, de fútbol y mujeres, coño, que para algo somos tíos.

El poder de la tijera acariciando tu precioso cuello...

No ha sabido responderme a la pregunta sobre si lo del chaval se debía a un accidente o a una enfermedad, aunque el corte que se veía en las numerosas fotos era tan limpio, tan perfecto, que hemos decidido de mutuo acuerdo que debía tratarse de una enfermedad, una de ésas de cuando eres un crío, o tal vez ya venía así de serie, en fin, chungo...daba igual, en resumidas cuentas el chico no tiene brazos, la razón es lo de menos, no los tiene y ya está.

Y nada.

Nada de nadar, quisir, en el agua, en la piscina, creo que su prueba es la de estilos, de verdad que no puedo imaginarlo nadando, así que menos aún que pueda hacerlo de diferentes maneras, aunque la falta de imaginación es culpa mía, a lo mejor de mis padres, que diría un valiumolleras, "los genes, tío...tú no tienes la culpa de nada". Nada de nada, en este caso.

Ya...

Y he de confesaros que la sensación de rechazo me ha asaltado casi instantáneamente.

No sé si habrá sido porque apenas llevaba media hora despierto, el actimel del desayuno, las nubes que cubrían el cielo o que simplemente mi parte mala cada vez está más loca, pero el caso es que no me ha hecho gracia verlo sonreír en las fotografías.

¿Sonreír? ¿sonreír ASÍ?.

Claro está que no he dicho nada, al contrario, he alabado su coraje y eso, aunque no he tardado mucho en pasar la página y abrir el melón del partido de ayer, "el Atlético es el equipo más patético del Universo", "jajaja...". Sin duda.

Y a otra cosa.

Al salir, las nubes todavía estaban allí, pero me ha importado menos que al entrar, si es que lo habían hecho antes, que puede ser que no. El caso es que poco después me he sentido bien, muy bien, de esas veces en las que cada paso que das, cada rostro que ves, cada coche que circula tiene sentido, todo parece estar en orden, todo parece estar en su sitio, todo cuadra...es raro, no puedo explicarlo, pero a veces pasa, a veces lo sientes: no piensas en nada y todo te parece bien. Y resulta bastante agradable. Y tranquilizador.

Tan bien me sentía que he pasado a un colmado de barrio al que ni borracho lo hubiera hecho en cualquier otro momento; quizá sean centenares las veces que lo he dejado atrás, cada vez soporto menos esos sitios, demasiado cercanos y lejanos al mismo tiempo, "tan lejos, tan cerca", "trato familiar y agradable" que diría el icono satánico de Carabanchel...las tiendas de barrio, hoy más que nunca, son eso, DEL barrio, y TÚ NO ERES DEL BARRIO, lo llevas en la cara, Kufisto, eres un extraterrestre como Dios manda: es más probable que seas malo a que seas bueno. Aunque tú sepas que eres un cacho de pan. Pero los demás no.

Casi tropiezo con un viejo al abrir la puerta, el hombre andaba liado entre bolsas y cajas, me ha dado los buenos días y yo también a él, apenas podías andar entre la mercancía, los vampiros de Sanidad podrían meterle un purazo que te cagas para que nuestros insignes próceres puedan seguir dándose la gran vida por nuestra cuenta...

Tras el mostrador una oronda treintañera, rubia de bote, pelo recogido, boca pequeña y moteada por las espinillas, estaba con la eterna vieja de estos lugares, la llamaba por su nombre, "¿y qué más, doña...?". La vieja se ha llevado un kilo y pico de garbanzos, ocho chorizos, cuatro morcillas, una buena ristra de salchichas...¿cocidaco a muerte antes de que me supriman finamente, a lo telediario de Matías Prats, malas medicinas para los viejos a ver "si nos los quitamos de encima de una puta vez y podemos continuar la juerga?". Los viejos saben. Y las viejas ni te cuento.

Después una rumana, kilo de champiñones y 100 gramos de jamón, me ha sonreído dándose la vuelta, yo también, no estaba mal, buen culo "te deho dos euros a deber, María...", "vale, te lo apunto", he estado a punto de pagárselos pero me lo he pensado mejor, cuidado con las rumanas que sonríen a los desconocidos cuando compran por cinco y pagan por tres...

Me tocaba a mi, pero antes María ha llamado a su padre, que no era otro que el viejo de la entrada; ahí seguía el hombre, removiéndolo todo, metiendo cosas en bolsas, doblando el espinazo, "ven, papa, esto se lo llevas a la Sole, esta es la cuenta, ¿la ves bien?", "sí hija, sí...", "no te equivoques...hola, ¿qué quiere?", "una barra", "¿de las normales?", "sí".

Por mi me hubiera quedado otro rato, mirando y escuchando, pero entonces sí que hubiera quedado clara mi condición de extraterrestre, mi pertenencia a otro planeta, beligerante, amenazador, hay tanto malo por ahí...y los peores son los no lo parecen.

Durante la tarde seguí igual, muy tranquilo, relajado, sociable, bien. Al final de la noche llegó un viejo amigo, cenó bien y le dí un pito cuando se iba con la pareja que le acompañaba, está quitándose del rollo malo, "ahora me lo fumo en casa, tranquilo, a gusto..."


Mientras recogía me he acordado del chaval sin brazos, hace bien en sonreír, hace bien en continuar intentándolo, y al que no le guste que siga jodido.


"Hijo, si no eres mejor que un negro...no eres mejor que nadie", como le contaba Hackman a Dafoe que le había dicho su papa cuando era pequeño.


Jamás el mío me ha dicho nada parecido.


Y como el mismo Hackman también dejó dicho: "¡¡¡CAPULLO, NO LE NIEGUES UN POCO DE AGUA A UN HOMBRE QUE SIGUE LUCHANDO CON LAS TRIPAS FUERA!!!"


Soy un cacho de pan que a veces se agria.


El jodido Actimel, sin duda.


Huid de las eleicaseimunitas, con ese nombre no puede traer nada bueno.


Que tú no puedas comer chorizos y morcillas no quiere decir que los demás tengan que hacer lo mismo.


Lucha y gánate el cocido, envidioso.

6 comentarios:

  1. Buen texto Kufisto, parece que has leído a Joyce. Puro ejercicio de monólogo interior, y de marco nuestra amada Rachel.
    Joanpi.

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    1. Veinte páginas del "Ulises" y muy poco más, Joan. Me pudo.
      El miércoles se pasó por la Sexta3, amigo, a la hora del ridículo rojiblanco...vi la parte final, cuando el héroe la mata. Pero antes había aparecido cabalgando a caballo, la pelirroja melena emborrachando al Viento, mirando hacia atrás, a lo lejos, tan blanca...

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  2. Kufis!
    Me encanta esa mirada sobre la vida y esa forma tan tuya de explicarlo. Como ir del bracete contigo escuchando tus pensamientos…
    No sé si Ulises (yo no pude, mátame!) pero, decididamente, me gusta cuando leo/escucho/veo lo que escribes/piensas/ves…

    Un beso!

    R

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    1. Gracias, preciosa, eres un sol. Veo que también tú perteneces al club "yotampocopudeconUlises.com".

      Lo raro es que haya alguno que sí. Al menos yo no he encontrado ninguno.

      Otro besazo para ti.

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  3. Ah... ¿pero alguien conoce a alguien que de verdad se haya leído el Ulises enterito?

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    1. Alguno debe de haber, Pkdor...

      ALGUUUUUNOOOOO
      DEEEEEBEEEEE
      DAVEEEEEEEEERRRRR...

      UHHHHH
      UUUHHHHHHHH
      UUUUUUHHHHHHHH


      (clonc...clonc...clonc...)

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