martes, 20 de abril de 2010

LA BELLEZA MATÓ A LA BESTIA






Anoche tuve que tomarme una pastilla para dormir.

Son efectivas, lo malo es que despiertas más gilipollas que de costumbre; me doy cuenta de que me he bebido el zumo cuando estoy fregando el vaso; recuerdo que tengo que salir a pasear cuando descubro que estoy vestido mirando la pantalla del ordenador.

Salgo.

Un joven basurero gordinflón está besando a sus decepcionados abueletes. Ella lo hace de verdad, él besa al nieto con vergüenza, qué decepción, ¿eh abuelete?, con lo que prometía el chico de pequeño... para terminar recogiendo las cagadas de los perros...

Sigo.

Una feminazi pasea a su perrito, bien atado a la correa. Al cruzarnos siento su odio; si por ella fuera me capaba ahí mismo. Es a lo que vamos, terminarán haciendo una barbacoa con nuestras pobres pollas. Y nosotros no protestaremos. Al tiempo.

Entro al parque.

Mis amigos limpiadores siguen a lo suyo: fumar canutos y beber cerveza bajo el fresco sol de la mañana. Me pregunto si alguna vez los veré currando. Tal vez viva lo suficiente.

Periferia.

Pongo Radio Clásica. Shostakovich. 11ª Sinfonía. Premio Lenin de 1959. Un encargo del Partido para conmemorar la Revolución de 1905. Tienes mejor material, Dimitri; es lo que pasa cuando se trabaja por encargo. Recuerdo a Rachel en "El Perfume"; yo he tenido esa misma mirada en mis ojos un montón de veces, un rostro parecido pero con el pelo rubio y más corto. Así te miran los ángeles cuando despiertan y se dan cuentan de que los has estado observando como dormían, quizás 15 minutos, tal vez una hora, podría hacerlo toda una vida. Te miran como si vinieran del cielo, del Edén, de los jardines de Babilonia o de la Alhambra, te miran como preguntándose "¿quien es éste que está a mi lado?". Después recuperan la consciencia, la maldita consciencia, y te reconocen, se dan la vuelta enfurruñados, haciéndose la remolona, esperando que la ames, entonces tú la abrazas bajo las sábanas, la acaricias, ella hace como que se resiste, desperezándose, le buscas las cosquillas, suavemente, comienza a reír, flojito, nerviosamente, está en tus manos, la risa se convierte en carcajada, para por favor, para, ja, ja, ja, se vuelve llorando de risa, te golpea con sus puñitos, te abraza y te besa con sus jugosos labios...y entonces cierras los ojos y SABES que vas a estar un rato en el cielo con ella. En su casa.

Luego pasan los años y las cosas. Y se acaba.

Pensaba escribir algo más.

Pero no puedo.

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