lunes, 2 de septiembre de 2013
CASA EN ESPERA
Llegué sin preguntar, siguiendo las indicaciones y las palabras que mi padre me había dicho un tanto liado apenas cinco minutos antes, primera planta...derecha, izquierda...Cirugía...abre puerta...largo pasillo...Unidad de Cuidados Intensivos...Sala de Espera
Primera planta, Cirugía, UCI. Reteniendo eso te llevan los letreros, infinitos, casi ni me di cuenta de cuatro gitanos que estaban junto a la puerta de unos servicios, "aprovecho y meo, no sea que después...", el más joven de ellos estaba taconeando, flojito, y canturreando, igual. No puedo ni verlos. Ya no estaban cuando salí.
La sala de espera estaba casi vacía, dos viejas a un lado y un chico joven en el otro. Era lo suficientemente grande, o mejor aún, estaba lo suficientemente vacía como para sentirla grande; me senté en la sección juventud, o no viejos, en la misma fila que el otro pero a unos cuatro o cinco asientos, alcé la vista y vi la palabra Paritorios, también Monitores. Salió una embarazada a punto de reventar por una de las puertas, era la mujer del otro, se sentó frente a él y empezó a hablarle muy bajito, en un susurro, tanto que me levanté, parecía contenta. Vi a la izquierda una especie de separador, Sala de Espera UCI, y me fui para allá, no había nadie, me había adelantado, pronto llegarían. Tenía menos capacidad, ni la mitad de la otra parte, volví a sentarme y eché un rápido vistazo, me fijé en las puertas de los aseos, correderas, y en las de enfrente, normales, esas eran las de atención al paciente, o a sus familiares, supongo, es más lógico, no me acuerdo bien, pero sí de los agujeritos del respaldo de los asientos, catorce por veinticuatro, los conté varias veces para asegurarme, catorce por veinte, doscientos ochenta...catorce por cuatro, cincuenta seis...total, 336, reducido 12, y a un dígito 3...buenos números...¡Y también está el 36!, número perfecto...3 y 36...¿lo habrán hecho aposta?...¿o es que lo hagas como lo hagas no puede salir de otra manera...?
Así llevaba cinco minutos cuando vi salir a mi prima por la puerta prohibida, pero no para ella: es doctora y trabaja allí. Iba con la bata blanca, miró, me vio, se llevó la mano a la cara y se acercó. Yo iba a darle dos besos, pero ella abrió los brazos como para abrazarme, "ah, sí, claro, joder..." pensé. Nos abrazamos y empezó a llorar, "¡Ay, Kufisto...!", me apretó y apreté, hacía años desde la última vez que había abrazado a alguien sin estar chispao, cuatro va a hacer ahora, cuando murió mi otra tía. La besé en el pelo y así estuvimos un rato. Hasta que ella quiso.
Era la primera vez que nos veíamos desde que el jueves pasado le pasara eso a su madre, a mi tía, a la hermana pequeña de mi padre, a la única que ha tenido.
Nos sentamos, se calmó un poco mientras secaba sus lágrimas y le pregunté lo que no hacía falta preguntar por ya sabido, hay veces que tienes que hacerlo, hablándolo parece menos, el silencio de la mala espera es terrible, es como si se comiera el aire, como si te envasara al vacío.
Me contó lo del scanner de la una, apenas faltaba media hora, "sí, ya me lo dijeron ayer..." le dije acariciándola torpemente. Poco después llegaron mi padre y el suyo, no le había visto desde el viernes, está demacrado, también se llevó la mano a la cara cuando me vio, pero menos que su hija y sin llorar, el primogénito de un divisionario azul no puede hacer según qué cosas en público. Una vez me contó el día que murió su padre, le pilló en Madrid, ya estaba trabajando allí, todavía no tenía veinte años, "me fui a un parque y estuve toda la noche llorando, hasta que salió el tren..." Otra vez era yo el que no sabía qué hacer, "¿dos besos?...no, mejor el apretón de manos", lo he acompañado con una palmada en el hombro y nos hemos sentado todos. Y poco a poco se ha ido medio llenando la sala de espera. Era la hora para ello, no a la que había llegado yo.
Entre los recién llegados he visto a un antiguo amigo de mi padre, estuvo hace un par de días por el bar, hacía tiempo desde la última vez, nos preguntamos qué tal, le dije mi parte y respondió que ya la sabía, que estaba también allí con su mujer, algo bastante grave pero no tanto. Un rato después me he fijado en un chaval que estaba con él, evidentemente era uno de sus hijos, pero no he caído en cual hasta que sin saber como me ha venido a la cabeza que tenía que ser aquel bebé de hace doce o trece años, ese que llevaban mientras se tomaban una copa en el bar de su sobrino, el mismo al que íbamos cuando yo cerraba el bar. Echábamos unos tragos jugando a los dardos por parejas, a la mía le hacía mucha gracia el pequeñajo, era tan rechoncho y se reía tanto...Hoy ya es un chaval que podría partir una pared de ladrillos de un sólo puñetazo. Pero eso es cosa de circos y poco más. Allí estaba con la cabeza gacha, mirando el móvil con aspecto de estar muy enfadado.
Se me ha puesto dolor de cabeza y he dejado de mirar los cuerpos de mis familiares, a los ojos era imposible. He pensado en tomarme un ibuprofeno, me había llevado cuatro en previsión, "vamos a esperar un poco más...", odio las pastillas. Odio las jodidas pastillas. Pero también odio muchas otras cosas y tengo que tragármelas. "La pared, sí..." Azul, un tono bonito, tirando a oscuro, cercano al violeta, no sé...ahora que lo pienso no podría asegurar como es este color, ¿como la flor, no?...sí...no me sé bien los nombres de los colores que se parecen al azul, o al rojo, o al verde, o al marrón, o al negro...La verdad es que he olvidado casi todo lo que tuve que aprender.
Y dije que iba a salir a fumarme un cigarrillo después de haber estado mirando un buen rato el angulo inferior que creaban dos paredes.
Extrañamente salí como entré, sin preguntar; yo, que siempre me pierdo en esos pasillos, los he andado hoy como si fueran los de mi casa. En la calle perdí de vista a la rubia del vestido blanco que sin darse cuenta me había antecedido la mitad del camino. Encendí una chusta que llevaba en los pantalones y vi al padre de un amigo que va a ser padre por primera vez, pero ya, el sábado vi a su mujer y me quedé tramao, "¿estás segura que nos vas a parir un planeta, Cristina?", "jajaja..." rió. Ríe muy bien. Me dijeron que la ingresaban hoy para provocárselo, ya no se podía dilatar más, aunque las paredes de su útero siguen un tanto remisas, "todo va bien...para mañana, seguramente" me ha dicho su suegro, "ahora las cosas son...de otra manera. Antes no había tanta historia" Antes se empezaba a parir con veinte años, no con treinta y cinco he estado a punto de decir, pero me he callado, he terminado de fumar y le he dicho que le diera recuerdos a su hijo. "Seguro que lo ves antes por el bar" Espero que sí, eso seguiría siendo una buena noticia. No sabes cuanto. Aunque no por lo que te crees. No le he dicho nada de lo nuestro, tampoco ha preguntado, quizá lo sepa, pero lo malo es mejor no airearlo.
"Ya la han traído" me han dicho. Y hemos esperado un poco más entre llamadas de teléfono de su hija pequeña, esa que está a poco más de un mes de convertirla en abuela. Y entonces me he comido el anti-inflamatorio.
Hemos sido los últimos, "pasad", era una doctora joven, andaluza, morena y con bastante vello en los brazos, parecía simpática. Mi padre y mi tío se han sentado en las sillas y los demás nos hemos quedado de pie. "Como sabéis, la cosa está complicada..." ha empezado a decirle a los viejos, pero pronto ha repartido las miradas entre mi prima y su marido, también médico, y es que por mucho que se quiera hacerlo entender hay cosas y situaciones que no puedes entender.
Ganar tiempo, la buena noticia es que no haya noticia, poco a poco..."paciencia y tranquilidad" ha dicho mi padre, "y rezar" le añadió mi tío.
Estábamos esperando a mi prima en la puerta, había pasado la prohibida para volver a verla antes de irse, "¿quieres pasar tú?" me ha dicho mi padre, "vale" he respondido sin pensarlo, el ibuprofeno estaba haciendo bien su trabajo. "Mejor esta tarde, ahora la están colocando y todo eso...mejor esta tarde" casi que he respirado de alivio. No sé qué bien me hubiera hecho verla entubada y atada a las máquinas. Pero tu bien no es siempre lo correcto.
Casi salgo por el ventanal en la puerta de entrada, son idénticos, tan sólo los diferencia la situación y lo que les rodea: en el centro y plano, la salida, a los lados y en semi-círculo, las ventanas. Pero a la misma altura. A ninguna.
He acercado a mi padre a por su coche que apenas estaba doscientos metros más allá. "¿Te vienes a comer a casa?", "no, voy a casa...a mi casa" Quise decir al piso. Mi casa es la de ellos. Pero prefería estar solo.
Después de devorar dos filetes de buey me he quedado dormido en el sofá, con las ventanas abiertas y el aire acondicionado a tope, ya no hace tanto calor pero es la costumbre. Pronto llegará el invierno y tendré que cerrarlo todo.
Desperté y me quedé quieto, mirando el angulo superior del techo. Así estuve un rato.
Hasta que pensé si no sería mejor salir a la calle como si nada estuviera pasando, hacer como si no me diera cuenta de que nos ronda, continuar con la rutina, pasear y subir algún cerro, vivir como si no existiera, después de todo sólo es un saco de huesos con una capa negra y una guadaña, si lo piensas es un tanto ridícula: no tiene ojos, ni carne, ni nada...nada más que huesos que por alguna razón andan de aquí para allá, y quedándose uno quieto no va a dejar de hacerlo, creo que al contrario, que se aprovecha de eso, de que te quedes quieto pensando en ella, casi sin respirar, como si estuvieras jugando al escondite...¿pero como saber que no está guardando la puerta para salvarte y salvar a todos tus compañeros, como hacíamos entonces, cuando todo estaba vivo a nuestro alrededor...? Jugar siendo invisible es no jugar. Y eso hace, no jugar, sólo espera que vayamos hacia ella. Después de todo es lo que todo el mundo ha hecho desde que lo parieron. Todo el mundo cree en ella.
Salí y puse la radio, hubiera podido oír el Sálvame...
A la media hora ya estaba de vuelta en casa, en el piso.
Voy a llamar a casa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Se nota que no has bebido. Lo digo por la sintaxis.
ResponderEliminarBueno, por lo que cuentas hay que esperar un milagro. Ánimo.
Ha pasado la tarde, eso ya es bastante.
EliminarGracias, Pedro.
Los hospitales, son agotadores, al menos para mí, hace tiempo pase una larga temporada visitando diariamente , por muchas horas, uno de ellos. Me agotaba, me agotaba en todos los sentidos especialmente en lo físico y eso que estaba generalmente sentado.
ResponderEliminarAl menos Kufis, si te es posible no pierdas el animo y la esperanza mientras existan posibilidades ¿de que sirve perderlos, qué se gana? …...no se, es como una fuerza que se derrama en los demás y que les ayuda, ademas no tiene por que exteriorizarse basta con que sea cierta aunque por fuera estés serio como todos.
No se, mejor me callo, animo Kufis.
No puedo con ellos, me pongo malo estando bueno, es superior a mis fuerzas. ¿Qué puedes esperar de un sitio donde no es posible abrir las ventanas? Es como si le tuvieran más miedo a la vida que a la muerte.
EliminarMe voy a acostar. Gracias, amigo. Un saludo.
"... la verdad es que he olvidado casi todo lo que tuve que aprender".
ResponderEliminarA mi me pasa lo mismo.
Además hay cosas que ya ni sé si me ocurrieron de verdad o fueron uno de mis sueños.
En los hospitales lo peor sobre todo es la espera. Eso sí que cansa.
Espero que vaya bien. Un abrazo.
Gracias, Sergio.
EliminarYo me pongo malo solo de pensar que tengo que ir a un hospital. Prefiero morirme en casa. o en la calle que postrado en una cama de la habitación 515. Siempre he dicho que la muerte debería venir siempre de golpe, sin avisar y sin esperas, pero cuando viene despacio, jodiendo, entonces se apodera de los nervios de todos los que sufrimos la situación.
ResponderEliminarQue quieres que te diga, ojala tuviera el poder suficiente para arreglarte el problema. Solo deseo que lo sea se produzca lo antes posible, si es positivo mucho mejor.
Por cierto, a los gitanos los puedo ver menos que a un hospital. Con eso te digo todo. No los soporto.
Un abrazo Kufis, y suerte, mucha suerte.
Es que no llegan ni a salvajes, representan la quintaesencia del catolicismo cañi, "tres padresnuestros y limpio...", del anti-quijotismo, ¿de qué mono descienden estos?...Son las hienas de nuestra sociedad.
Eliminar¿Que hay alguno bueno? alguno habrá, conozco a dos o tres que pueden pasar. Pero como la solitaria golondrina con la llegada del verano, así son estos para la comunidad.
Gracias, Paco, a ver qué tal pasamos el día.
Los hospitales mejor no pisarlos ni por casualidad. Yo no podría ser médico y trabajar en esa cárcel mitad taller mitad depósito de cuerpos. Hubo una época que los pisé, y mucho. No más, por lo menso en un largo tiempo. Dejame descansar, Dios.
ResponderEliminarYo ya he vivido lo de Kufisto y sé por lo que pasa. Un asco.
Ánimo.
Gracias. Un abrazo.
EliminarSigo rezando.
ResponderEliminarKufisto, es un asco para el que va de visita pero es inevitable. El enfermo necesita de su gente más cercana y querida. Es lo mejor que se puede hacer aparte de rezar y esperar, por muy doloroso que sea. En esos momentos se agudizan los sentimientos de afecto, de cariño y de amor.
ResponderEliminarVes a tu viejo al regreso de la visita a la UCI y se te cae el alma a los pies. Un rato después, cuando ya se ha ido, aparece el profesional amigo y te dice que la cosa está un poquito mejor...
ResponderEliminar.
Por cierto, que acaba de ser papá el amigo de la historia, ya me ha enviado la foto...
ResponderEliminarLa vida y tal
Por lo que cuentas la cosa está difícil. Ánimo, Kufis.
ResponderEliminarVer a tus mayores en esas camas, tan desvalidos…pfff…
Y la vida, q siempre sale al paso. Enhorabuena.
Un abrazo, un beso y un cigarrillo mirando esta puesta de sol.
Nuevo ovillo.
ResponderEliminarUn beso, preciosa