
- "¡kokakola!"
Talego de 50 leuros.
- "damlomoneda...todo"
A la tragaperras.
Estos chinos hablan como si te hubieras follao a su hermana delante de sus padres.
Todavía no he visto a ninguno beber una sola gota de alcohol; ahora que lo pienso...tampoco a los negros musulmanes y a muy poquitos moros. Eso sí, los rumanos se beben su parte y la tuya, y la mía y la del que se tercie, pero los chinos...los chinos han nacido para construir máquinas y ganar dinero, "dí-nelo, dí-nelo, dí-nelo!!!"...pero qué gilipollas.
Hoy ha sido la primera vez en mi vida que he visto a un chino perder pasta en la tragaperras.
Normalmente llegan, "kokakola!", pagan y tantean el percal. No sé qué coño verán, pero si no les cuadra el asunto a los cinco minutos se largan; ahora, si ven cachonda a la máquina de las lucecitas la dejan más tiesa que la mojama, temblando. Por eso me ha extrañado tanto lo de hoy, de verdad que no me lo podía creer. Trescientos eurones para el estómago de la pelaimbéciles, 50 % pá nosotros, of course.
Me sé de uno al que esta noche le van a llover las bofetadas...
Es una mafia como otra cualquiera: se reparten las zonas y van de bar en bar, son los exploradores, directos a la tragaperras, estoy seguro que si hubiera una tía buena bailando desnuda no le harían ni puto caso, comprueban el asunto y al tajo, al tema, al rollo...acabada la jornada se reunen con el chino en jefe y este, en su infinita sabiduría, hará lo que tenga que hacer. Al milimetro. No hay más que verlos manejar los cuchillos.
Se cuentas muchas cosas sobre ellos, rumores, leyendas, que si los propietarios de las máquinas les ofrecen ir a medias con ellos si les cuentan el secreto, que conocen el código a partir del cual jugar sobre seguro, que utilizan monedas especiales atadas a un cordel...la cosa es más simple: ganan dinero con las máquinas porque el chino es una máquina.
El gilipollas habitual pide un cubalibre, pilla un taburete, se sienta y comienza a alimentar a la bestia electrónica como si ella fuera igual de idiota que él, como si a cada trago de su whisky ella se echara otro de 440 voltios, como si ella pensara en su mujer, en sus hijos, en su trabajo de mierda o en la hipoteca mientras vomita sandías, melones o cuernos de vikingo, como si ella también se despistara momentáneamente echándole un vistazo lujurioso a la máquina de los dardos mientras él mira con ojos de buey a Tatiana piernas largas...y no. La máquina está en lo suyo: pelarte; también a tí te da las pistas, pero como en lugar de líquido encefalorraquídeo usas jotabé con cocacola no te enteras.
Para jugar a lo que sea hay que estar sobrio. Primera y casi única regla.
El chino es diferente. Se enfrenta a ella de tú a tú, concentrado, para él no existe nada más que esa cosa, es bonito de ver, es agradable observar a alguien trabajando absorto en lo suyo, rodeado de ruido, luces destelleantes y sabiéndose observado...hay que tener un gran dominio de sí mismo para abstraerse del entorno. Un hombre que sabe lo que quiere y está capacitado para lograrlo termina por conseguirlo. Sencillo. Natural. Lógico.
He visto a muchos desgraciaos largarse del bar con la misma cara que un condenado a muerte, pelaos, borrachos, con una mirada que da pena verla, aturdidos después de estar durante horas viendo girar a toda velocidad dibujitos infantiles, oyendo esa horrible música electrónica...triste, muy triste.
Ahora que lo pienso...el chino de esta tarde se ha largao con el último premio, no mucho, calculo que setenta u ochenta pavos, habrá visto que no había más tutía y ha tomado la acertada decisión de largarse con la música a otra parte, a intentar desplumar a otra más receptiva...sigo sin creérmelo.
Mejor para él, un chino no puede perder. Cincuenta kilos menos de pato a la pekinesa en tu restaurante de la esquina. No pierdas, Shin Chón.
Lo prohibe tu religión: el Dinero.
Bueno...la de casi todos. De aquí a unos años seremos nosotros quienes los serviremos en sus chabolos. Milenios de aburrimiento nirvanesco nos llevan de ventaja, "como no hay nada después mejor tener pasta ahora".
Joder con los chinos.