miércoles, 13 de abril de 2022

DESPIERTA

 Tenía toda la tarde por delante y nada que hacer. El ejercicio físico había quedado descartado por unos días después de la dura sesión matinal de gimnasia que me llevó a tomar un ibuprofeno; y no porque hubiese sido demasiado fuerte sino por los dolores arrastrados desde aquella enloquecida mañana del jueves pasado en la que me reventé como nunca con el saco de boxeo para curar otra mala resaca. Salir a andar tampoco era una opción; aún estaba fresco en la memoria el paseo del domingo cuando tras acabar mi turno en el bar fui hacia los molinos y tuve que dar la vuelta a mitad de la subida. Escribir algo en esas condiciones me aseguraba un amanecer para morirse; y uno no siempre está en las condiciones adecuadas para releer "La Montaña Mágica" que a modo de enjuague había iniciado la tarde anterior tras darle una vuelta a otra horrorosa novela de un conocido autor español contemporáneo. Y ponerme a hacer el caótico piso...no. 

Me hice una paja. Después comí muy bien, encendí un cigarrillo y el ordenador y entré en Youtube. Tal vez una peli de Hitchcock, un vídeo del psicólogo argentino, un documental de Black Metal escandinavo, una conferencia de La Falange...en fin, algo largo. Casi decidido por la primera opción recordé que la tarde del inusitado coitus interruptus con mis amados molinos la había terminado de pasar en compañía de un joven youtuber comunista y su entrevista a un picao del águila, algo sobre los mitos en la cultura, todo de muy buen rollo, tanto que busqué por más de los dos, pues el otro también tenía su canal, pero tras echarles un vistazo me di cuenta de que el comunista era mejor. 

Era un vídeo de tres horas acerca de la leyenda negra anti-soviética. Bien, yo amo a Rusia, a sus escritores, a su escuela ajedrecística, a sus apasionados músicos, a su resistencia con la bebida, a su desprecio por la vida muerta.

Eché a la gata del sillón y colocando en la cercana silla todas las cosas necesarias me dispuse a pasar la tarde. 

El joven youtuber comunista presentaba con propiedad y en buena dicción a su invitado, un rojo revisionista conectado desde Sevilla que desde el primer momento se veía no estaba a la altura comunicadora de su anfitrión. Esto es algo que se ve casi al toque; eso es algo que va con la persona. Hay gente que habla bien y gente que no sabe hablar bien. Este era uno de ellos; tanto que por un momento pensé en quitarlo y poner "Marnie la ladrona" Recuerdo que mi abuela, cuando yo era chico, solía decir "qué bien habla" cuando veía a algún político debatiendo sobre la Nación en la tele. Mi abuelo no decía ni mú pero ella, que era la que leía (como la mayoría de mujeres de esa rama de mi familia), tenía oído para eso. "Qué bien habla" Por cierto que su familia era roja y la del abuelo de derechas, pero eso es otro cuento.

El tipo de Sevilla sacó pronto a colación el "Harvester of sorrow" de Metallica y creo que eso fue lo que me empujó a seguir adelante obviando su evidente nerviosismo, algo horrible cuando se ve desde fuera. En fin, que la cosa se fue arreglando gracias a las buenas mañas del joven comunista aunque en ningún momento se viera relajado al demasiado entusiasta invitado que, por otra parte, tenía un currículum de cágate lorito, tanto que volví a tener esa conocida sensación de haber perdido el tiempo. Y no entre magdalenas y jovencitas en flor.

Eran casi las diez cuando me fui a la cama. Volví a elegir "La sombra sobre Innsmouth" como compañía auditiva. Es una gran novela y un mejor audiolibro. Lovecraft está muy subvalorado. 

Desperté perfecto. Una hora antes del límite. Remoloneé un poco más. Tenía tiempo. Y espacio. El tiempo y el espacio de "La montaña mágica" Volví a dormirme. Me levanté de la cama diez minutos antes del fin. Estaba perfecto. Había dormido bien por primera vez en muchos días.

La chica de la clínica entró al bar a por desayuno tan animosa como siempre. Yo ya andaba preparando las pulgas pero me senté un rato con ella. Había tiempo. Y espacio. Hoy me ha contado que ante el toreo de un empresaurio hostelero por extras para estos días había decidido pasar de él tanto como él estaba pasando de sus mensajes y telefonazos de todos estos días: quieren esclavos, no trabajadores.

Vino la anciana con su cuidadora. Ayer no bajé el volumen del televisor. Estaba liado y no podía entretenerme. "Cuando pueda, señora" Hoy sí, hoy no estaba tan atareado pero ella no dijo nada. Llegó mi hermano a eso de las diez menos cuarto, volví a casa, comí y volví a meterme en la cama. Y me dormí.


¡Cuanto sueño atrasado! ¡Cuentas creencias! ¡Cuantos músicos! ¡Cuantos novelistas! ¡Cuantos padres! ¡Cuantas madres! ¡Cuantas familias! ¡Cuantos colegios! ¡Cuantos curas! ¡Cuantos hijos de puta!, ¡Cuanta estupidez!, ¡Cuantas borracheras!, ¡Cuanto no saber nada de la vida! 


Cuanto sueño, cuantos sacos.


¡ Despierta, Kufisto!




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