jueves, 10 de noviembre de 2011

ESCAQUEÁNDOME





No es habitual que pase por allí, pero tampoco algo excepcional. No sé quien fue el "jenio" que ordenó embaldosar aquello de esa forma, pero fijo que lo hizo pensando más en las serpientes que en los seres humanos: las raíces de los grandes árboles que pueblan el lugar son tan fuertes que han transformado en un galernoso mar de cemento lo que se suponía un piso liso y firme para ver tranquilamente a tus hijos jugar en los toboganes y demás chismes, así que mejor llevarse un casco si decides darte una vuelta por la zona. Y si eres viejo...mejor no vayas.

Ví algo tirado en el suelo, cerca de la cosa estaba una joven pareja con su perro, él hablando por teléfono y ella tapándose la boca con una mano mientras con la otra sujetaba al animal. Al acercarme me dí cuenta de que lo que había tirado en el suelo era un tío, al pasar a su altura lo reconocí, un solitario borrachín casi sesentón, supuse que ya estaría pedo a las once de la mañana, ya se sabe que no hay que meterse en el agua si has bebido, aunque quizá no lo hubiera hecho, tal vez iba a hacerlo, la fama es lo que tiene, llega un momento en el que eres lo que has sido.

No se movía, alrededor de su cabeza la sangre había dibujado una extraña figura que rellenaba los surcos dibujados en las demoníacas baldosas, pero entonces, en los dos últimos segundos que mis ojos disponían para verlo, el hombre abrió el único que se le veía, me miró e hizo un movimiento con la mano, yo seguí caminando, pocos pasos después me volví y le grité al chaval que si estaba llamando a una ambulancia, me dijo que sí y ya no miré más atrás.

Apenas me quedaban cinco minutos para llegar a casa, durante el trayecto tuve la sensación de que no lo había hecho demasiado bien, quizá hube de coger esa mano temblorosa, hablarle, tranquilizarle, "ya viene la ambulancia, no te muevas...", por un instante estuve a punto de volver sobre mis pasos y hacerlo, pero lo pensé otra vez y lo dejé estar.


En la pantalla del ordenador ví que Paquirrín iba a ser padre, me olvidé de la persona que había abandonado a su suerte e hice un comentario sobre tan extraordinaria noticia.


Horas después recordé al ser humano que pedía algo de calor de un semejante en una situación difícil.


Y volví a pensar que lo había hecho mal.


Una vez más.


Puede que el diseñador tenga razón: cada vez somos más serpientes y menos personas.


Soy.

5 comentarios:

  1. Buen articulo, kufisto. Y tienes razon, cada vez somos menos personas. Nos queda como excusa que cada vez nos complican mas la posibilidad de ser personas. Esto es municion para los que te odian. Es su municion y seguro que la aprovecharan. Piensa que alguno de ellos le hubiera pisado la cabeza al borracho si no llevaban otra cosa a mano.

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  2. Gracias por vuestras palabras, amigos

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  3. Kufisto si le coges de la mano, seguro que te dice que le pongas otra copita, jeje.
    Saluditos.

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  4. Pudiera ser, Zorrete, pudiera ser...

    ¡pero qué cabroncete que eres! ;)

    Saludos

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