martes, 1 de noviembre de 2011

AL HOYO





Noviembre siempre fue el peor mes para los bares: los días son más cortos y las noches más largas, se va el calor y llega el frío de verdad, la gente se desanima cuando la oscuridad reina, se encierra en sus casas con su calefacción, su frigorífico y su familia y deja las relaciones públicas para el fin de semana, cuando saben que el resto hará lo mismo, cuando quedarse en el hogar resulta algo poco menos que extravagante. Es una convención natural: si a las seis de la tarde es de noche y hace frío no existe otro sitio mejor que tu casa. Y no te digo nada si llueve...

Es ahora cuando las moscas no salen de los bares, las moscas de bar, se entiende, a las otras ya les irá dando matarile el general Invierno. Bendito sea.

Las moscas de bar son solitarias, como todas, con la diferencia de que en lugar de alimentarse de basura lo hacen con alcohol, pero beber con la sola compañía de tus cuatro paredes es como comerse una mierda para uno solo: no mola; por lo que salen al encuentro de otras como ellas, cosa que les resulta bastante fácil, únicamente hay que dar con un luminoso y una puerta abierta, hoy en día las únicas puertas que nunca están cerradas son las de los bares, ni las iglesias tienen más tiempo las suyas abiertas, muy mal tienes que estar para no ser bien recibido, cosas de la competencia y la crisis. Hoy las confesiones más sinceras se hacen en las barras de los bares. Los curas lo hacen en la penumbra, en silencio, con todos los santos del cielo mirándote, incluso Jesucristo dicen que anda por allí...es normal que la gente se acojone y suelte las cuatro obviedades imprescindibles para salir del paso cuanto antes, demasiada sobriedad para decir la verdad de lo que te pasa, mejor en el bar, con luz y ruido de fondo, a un tipo que conoces y con San Alcohol como Espíritu Santo, no hay otro como él para hacer soltar la lengua, no hay lengua de fuego más efectiva que la que vive en las botellas de colores de los bares.

Así que ahí volveremos a estar nosotros, escuchando los verdaderos problemas de la gente aunque no tengamos casilla en la declaración de la Renta, "mis orejas por tu hígado", y en algunas ocasiones, pocas, también el corazón. La mosca de bar adora noviembre porque después viene diciembre. Y ése es su frente ruso: nada puede acabar con ella, nada, menos la Navidad.

Una mosca de bar puede soportarlo todo, hasta un pepinazo atómico, hay estudios sobre ello, pero antes de pasar el frío Rubicón que vuelva a traerle algo de luz y calor a sus vidas debe enfrentarse con su más feroz enemigo, con ése que año tras año se empeña en hacerle ver espejos curvados en lugar de rostros, con ése al que sus cada vez más menguadas alas les resulta imposible superar ni aunque fueran capaces de elevarla a la cumbre más alta, un adversario tan formidable que provoca en la mosca de bar el deseo de ser un oso de la montaña para hibernar durante ese mes y no te enterarse de nada, aunque allí arriba sólo estuviera acompañado por la nieve y el frío, a fin de cuentas no sería tan diferente como aquí abajo...pero no hay frío más helador para la mosca de bar que ver su memoria en los ojos de los demás, les resulta casi pornográfico, se ven completamente desnudos, ni San Alcohol puede echarles una mano, es más, les arranca la piel de cuajo, abre sus costillas dejando a la intemperie su corazón, porque también gasta de eso la mosca de bar, de hecho es su órgano más grande, lleva tanto tiempo sin sentir el latido de otro que tiene sus cinco sentidos puestos ahí, pero no les sirve de nada. Cuando se es una mosca de bar se deja de ser todo lo demás.

Y cuando la mosca de bar se da cuenta de que ya no puede dejar de serlo, cuando abandona toda esperanza, cuando acepta que ya sólo será una mosca de bar hasta su muerte, le entra un ataque de dignidad y toma la decisión de comer su ración de mierda entre sus cuatro paredes, sin aceptar ayuda ni compañía, no hay camino más corto para llegar a la Soberbia que la Deseperanza.


Mi más querida mosca de bar, una mosca de bar con grandes barbas, terminó de comerse su ración de mierda hace algunos años. Y lo hizo sin que por más que lo inténtaramos cenara con nosotros algo diferente a su menú habitual en esa noche en la que hasta el mismo Lucifer busca compañía para no echarse a llorar.


Porque ni para ése hay lugar en el Universo donde esconderse y no darse por enterado.


Es lo malo de ser todos hijos de un mismo Dios: que no hay manera de serlo de otra forma.


Cosa que, más que ningún otro, sabe la mosca de bar.


Y con ella pasa Dios esa noche.


Porque de no ser así no la verás más.

10 comentarios:

  1. Le voy a enseñar esta entrada a mi hermano. El es camarero, y conoce a las moscas de bar perfectamente. Gente que llega a las seis de la tarde, y que antes de ir a casa se tiran hasta las nueve en el bar, dejándose la salud y el dinero entre alcohol y máquinas tragaperras.

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  3. Enhorabuena por el blog. Me ha gustado el artículo bastante ;)

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  4. Todo el mundo sabe quienes son las moscas de bar en su barrio: demasiadas noches aporreando las puertas de sus casas ante la imposibilidad de abrirlas con sus llaves. El exceso de azúcar causa ceguera.
    Y el de alcohol doble visión. O triple. Según.

    Gracias a todos.

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  5. Me ha gustado mucho, la comparativa entre los confesionarios y la barra de bar, es taaaaan cierta.

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  6. Gracias, Sambo, así es en verdad

    te digo...¡no te digo!

    Saludos, amigo

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  7. Lector de público:

    http://www.libertaddigital.com/sociedad/2011-09-12/la-sgae-dio-a-dedo-300000-euros-a-inaki-urdangarin-1276435029/

    Felicidades, me gusta lo que escribes, y como lo escribes.

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  8. Gracias, lector de público.

    El Excelentísimo Iñakón de Urdangarintón-tón...pasopalabro

    Un saludo

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  9. KUFISTO TE FALTA LA BANDA SONORA.
    YO PREFIERO LA VERSIÓN INGLESA, PERO ANA BELEN NO LO HACE DEMASIADO MAL
    THE PIANO MAN.

    BALIN

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  10. Jana Velem no hace bien ni el arroz a la cubana. Quiza las felaciones dobles

    Dicho esto, no se de que me hablas, amigo Balin

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