lunes, 20 de junio de 2011

CALLOS





- "¿Qué te debo, Kufisto?"

Y ha sacado un billete de 50 que apenas se veía entre unos dedos que parecían morcillas; "desde luego éste no es pianista, no...". Manos de agricultor, manos de alguien capaz de tumbar a un elefante de una sola bofetada.

Desde hace unas semanas suelen venir la noche de los domingos por mi bar, él y su mujer, se toman un par de cervezas a última hora y se marchan cuando ven el más mínimo atisbo de que empiezo a recoger. No sabía quienes eran, aunque no me resultaba extraño que me llamaran por mi nombre, en un bar siempre tienen tu nombre en la boca y podían haberlo oído, está bien, me gusta que me llamen por mi nombre sin preguntármelo, las presentaciones son para los reyes y gente de similar calaña, si quieres saber el nombre de alguien muévete por donde esté y estáte al loro, algo mucho más agradable y revelador que hacer la estúpida pregunta de "¿y tú como te llamas?".

Un nombre es otra etiqueta y hacer preguntas a un desconocido es de mala educación.

Y propio de alguien que aún no ha roto el cascarón.

El viejo ha pagado, "buenas noches, Kufisto", "buenas noches, adiós, gracias", he pillado la bandeja y cuando yo salía para fuera él entraba con sus vasos vacíos y el plato de las tapas; esta gente, esta noble gente, es así por naturaleza, no es algo impostado, lo hacen de corazón y se agradece de corazón, aunque de todas formas tenía que salir para limpiar los restos de otra mesa.

Recogiéndola estaba cuando el viejo me ha dicho:

- "Tú no te acuerdas de mí..."
- "Pues la verdad...no recuerdo..."
- "Soy el padre de Pedro Barros, tu compañero de colegio cuando eráis pequeños..."
- "Aivá la hostia..."

Enseguida me he arrepentido por la palabrota; hablo mal, sí, pero cuando estoy delante de personas mayores intento cortarme un poco, cosas de la educación que recibí...

- "¿Y qué tal, como le va, hace mucho tiempo que no le veo?"
- "Está en Toledo, el jueves vamos a verlo por el Corpus Christi..."
- "Pues dele recuerdos de mi parte"
- "Claro Kufisto, adiós"
- "Hasta luego"

Otro cualquiera podría habérseme puesto a contar la vida y obra de su simpar retoño, pero él no, hasta en eso ha tenido delicadeza. Estaba trabajando, y cuando uno está trabajando hay que dejarlo a su marcha, sin atosigarle ni hacerle perder el tiempo, no hace ninguna falta tener un máster en Oxford para saber eso. Y a este hombre no le ha hecho ninguna falta para saber nada.

Pedro Barros era, y seguirá siéndolo, un chaval excepcional.

El colegio donde estudiamos era privado, de pago, de los curas, no es que fuera un pastón, pero cuando tu padre se dedica a trabajar en el campo de sol a sol cualquier extra supone un gran esfuerzo, podría haber ido al colegio público que le tocaba por zona (uno de los menos recomendables, al igual que yo), pero nuestros viejos eligieron hacer un esfuerzo más y conseguir para sus hijos la mejor educación que pudiera recibirse en aquellos años. Así que a joderse, a currar más y a privarse de historias por el futuro de sus niños, esos pequeños cabrones.

Durante diez años compartimos clase, amigos y maestr@s. Los dos estábamos entre los cinco primeros, éramos unos cerebritos, más yo que él, pero incomparablemente más constante en el estudio él que yo. Yo era más inteligente, pero él más trabajador, así nos igualábamos y la mayor parte de las veces me superaba. Ahora recuerdo lo que os conté de Teniente Colombo hace poco...él sería Teniente. Y yo el otro.

Hicimos una buena amistad, ambos éramos de los pocos que ayudaban a sus viejos en el trabajo, aunque él lo hacía muchísimo más que yo, lo que le daba mucho más mérito a sus notas. Yo jugaba en el bar, él trabajaba en el campo. Recuerdo que durante un recreo de aquellos hicimos como un examen de manos, para ver quien tenía callos y quien no...Pedro ya tenía las manos curtidas, y creo que Miguel y alguien más, los demás teníamos manos de niña, "¿Y Kufisto?", "¡Kufisto tiene callo!"...ná, de haber cogido cuatro barriles de cerveza y colocar los cascos vacíos, pero éramos amigos y me veía andar por el bar...

Pedro era un as jugando al baloncesto, un crack, el fútbol no se le daba demasiado bien, era demasiado grande, demasiado torpón para manejar el balón con los pies...yo también era malo con el balón en los pies pero tenía una ventaja: estaba como una cabra y me hice portero (Arconadanuestro que estás en los cielos), no me daba miedo tirarme a por el balón en el cemento, desollarme vivo, recibir balonazos en la cara, en los güevos, en el estómago...me daba igual, era bueno, bueno de verdad.

Un día lo vimos triste, él que siempre estaba de buen humor, y le preguntamos el por qué; no quería decírnoslo, era un tío duro, valiente, bragao...pero cuando tienes trece años hay pocas cosas más importantes que tus amigos, así que al final nos lo contó.

Un equipo (creo recordar que era el Estudiantes) le había ofrecido irse con ellos, a su colegio y eso, y su padre había dicho que no.

En aquellos años las cosas no eran como ahora, que los padres están locos porque sus chavales destaquen en algún deporte importante y los retire de la circulación. En aquellos años los padres pensaban de otra manera, la sociedad era de otra manera y lo que teníamos que hacer era estudiar para tener un futuro mejor que el que ellos tuvieron, para algo se estaban dejando los cuernos, y un tío que se estaba dejando los cuernos para que su hijo fuera mejor que él jamás aceptaría que un desconocido se lo llevara nada menos que a Madrid para no se sabía muy bien qué.

Pedro se quedó y empezamos el Bachillerato.

Y también algunos abrimos el melón de las chicas, el alcohol y demás termitas.

Él siguió corriendo por su calle y yo invadí cualquiera que me fuera encontrando.


Perdimos el contacto, nos veíamos muy de vez en cuando, pero siempre, siempre, con agrado, con alegría...él sabía por donde andaba yo pero no me sermoneaba, no me tocaba los cojones, él llevaba su marcha y yo la mía, nos tomábamos algo, reíamos y recordábamos cosas.


Hace años que no le veo, supe que se casó, que fue padre, que es un as (no podría ser de otra forma) en lo que hace...y me alegro, se lo merece.


La línea de salida y las vallas son diferentes para según quién te recoja de la Maternidad.


Yo partí con algo de ventaja.


Pero llevaba mal abrochadas las zapatillas.


Esa clase me la perdí.


Lo mío siempre ha sido llevarme los balonazos.


Un fuerte abrazo, Pedro.

4 comentarios:

  1. A la gente del colegio le perdí la vista hace ya muchos años. Quitando a uno, amigo de toda la vida, del resto no se practicamente nada. Si acaso te encuentras con uno por la calle, y justo nos saludamos con un cabeceo..pero nada más.

    ResponderEliminar
  2. Personalmente, a alguno de los de mi colegio les deseo un prospero y feliz trabajo bien remunerado. En Siberia, o por ahí.
    Que gusto encontrarme con un porrón de entradas tuyas de una tirada, por cierto.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Por cierto, lo primero que se me ha pasado por la cabeza cuando he visto la foto ha sido: "Manos honradas"

    ResponderEliminar
  4. Ogro usted perdió todos los amigos del colegio porque resulto ser un españolazo de mierda.
    Gora Euskdi

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.