jueves, 14 de abril de 2011
TODAVÍA EN LA AUTOPISTA
Estaba sacando el contenedor de basura, a punto de cerrar, cuando me encontré con un escuadrón de walkyrias adolescentes a la puerta de mi bar.
Las chiquillas estaban descubriendo España.
Iban un poco borrachas, ya tendrían tiempo de ponerse hasta el culo en cualquier garito poco remondable, gritaban y reían, nerviosas, coloradas, BLAAAAANNNNCAS, RUUUUBIASSS...conocía al chaval que las pastoreaba, "Kufisto", "Alex", un pichabrava, andará por los 25, supongo que será "animador de intercambios escolares" o algo así, prácticamente analfabeto, pero tampoco se necesita una lumbrera para mostrar la noche española a una manada de nórdicas borrachas y cachondas, lo primero es lo primero, ya tendrán tiempo de visitar museos, bibliotecas o criptas cuando se les hayan caído las tetas y tengan el chochito como una tuneladora, ahora toca divertirse, desparramar, hacer lo mismo que sus padres cuando vinieron a España por primera vez: el cabra. O la cabra.
Me senté en la terraza con un colega, apurando un gintonic, y las vimos marchar calle arriba, dando saltos y alaridos, me fijé en las dos últimas, una de ellas era una auténtica preciosidad, se habían quedado atrás y de repente salieron corriendo hacia el grupo, cogidas de la mano echaron a correr, ví como la más guapa se mordía el labio inferior, excitada, nerviosa...la madre que la parió...
- "Buena noche para subir arriba a tomar una copa, ¿eh Kufis?"
- "Sí..."
Continuó contándome sus problemas, estaba borracho, yo le oía y asentía, "sí...ya...claro...", pero no se me iban de la cabeza esos ROJOS labios mordidos, ese rostro blanco lleno de sangre en ebullición, esa melena rubia, rizada, viva...terminamos las copas, recogí y nos fuímos. Cada uno a su casa. Ni salió la idea de ir siguiendo las vibraciones de ese terremoto vital.
Todos hemos sido jóvenes, algunos más que otros, y sabemos que los puretas sólo tienen derecho a mirar y a hacer el ridículo, la juventud busca juventud y libertad. La juventud ve. Y nosotros llevamos en la cara nuestras hipotecas, y la que menos cuesta llevar es la de la casa, a fin de cuentas se trata de dinero, papel pintado, nada...la que pesa de narices es la del tiempo, esa que te impide reírte por cualquier cosa, correr por cualquier cosa o gritar por cualquier cosa. Ahora, para llegar a eso, tienes que colocarte, ponerte o drogarte, llámalo de cualquier manera, es un paraíso artificial y aún así casi nunca lo consigues porque quienes te rodean están igual que tú, aburridos y rendidos ante lo inevitable, el tiempo solo va en una dirección, es cosa tuya que pase más o menos rápido, creértelo, pero en el fondo sabes que es mentira...y la juventud reconoce al mentiroso, al falso, al primer golpe de vista.
Así que mejor en casa y levantarse temprano, sin resacas y razonablemente bien.
"Razonablemente...".
La juventud se acaba cuando te comportas razonablemente. Y la sangre es enemiga mortal de la razón. Es una cuestión de fuerza, sangre a poca velocidad, el tiempo borra hasta las señales de tráfico, ya no necesita radares ni picoletos, el motor no es el que era, es más, terminarán por echarte de la autopista al no alcanzar la mínima velocidad exigida; deberás ir por las carreteras secundarias, después los caminos y al final, cuando tengan que moverte la sangre a base de química, quedarte en tu puta casa.
"La sangre es la vida", que decía el vampiro.
Que tenga que decir la verdad de la vida un maldito "no muerto"...
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No sé, Kufisto...
ResponderEliminarTambién podría ser que la juventud se acabe cuando decides comportarte razonablemente bien...siempre, sin remedio.
El desenfreno juvenil hay que vivirlo con intensidad, pero también los momentos que merezcan la pena, ya siendo mayorcitos; igual la resaca nos dura algo más que antes, pero
si vale la pena, a ello. Y al día siguiente, paciencia y a reírnos de nuestro careto ojeroso; aunque tengamos que administrarnos y no seamos los que fuimos, ese momento vivido nos recuerda que aún estamos vivos. Aunque sea en una carretera secundaria (que, por otra parte, tienen su aquél...).
Bueno, hoy lo veo así. Igual no lo veré igual la mañana de la resaca!!! ;-)
Saludos,
R
No digo que no tengas razon R, pero al ver ese derroche, esos labios mordidos, senti envidia. Yo apalancao con mi amigo borracho y ellos descubriendo la vida.
ResponderEliminarA veces ves cosas que te dejan parado. Y esa muchacha del labio mordido fue una de ellas.
La primavera...saludos
Está claro que viendo a la juventud hacer lo propio de esa edad, uno rememora aquellos tiempos y siente nostalgia... ahora, envidias pocas.
ResponderEliminarY menos cuando por lo que sea hablas con esos chavales, y notas el serrin que les recorre la espina dorsal hasta el cerebro.
Yo creo que esa añoranza viene de lo que ya no puede ser, en lugar de por lo que fue, siempre magnificado por nuestra memoria. Tendemos a pensar aquello de "tiempos pasados siempre fueron mejores", cuando en realidad, a menudo no lo fueron.
Tienes toda la razón, Ogro. Saludos.
ResponderEliminarCoincido con Ogro. Es la añoranza de lo que ya no puede ser, más que la envidia.
ResponderEliminarTenemos tendencia a recordar nuestra juventud como si fuera la época del Rey Arturo y el reino de Camelot pero, aparte de que esa época mítica nunca volverá, nunca fue tal y como la recordamos.
Kufisto, una señal de que has dejado atrás la juventud es ese pinchazo que sentiste al ver a la valquiria del labio mordido, más que el comportarse razonablemente.
Cambiando de tema: la encuesta sobre la mejor banda de los 90 solo tiene cuatro opciones, y entre esas cuatro no está la que yo elegiría. Yo me quedaría con Morphine. Es de los pocos grupos de rock a los que todavía me apetece oír a estas alturas.
De todos modos, no perdáis la esperanza. Os recomiendo la película "Herida" de Louis Malle, en la que un padre le birla la novia a su hijo. La cosa acaba muy mal, eso sí.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios, Jeremías. No sabía ni que existía esa banda, ya ves lo puesto que estoy en el tema. Buena pinta la peli que nos aconsejas, aunque yo y los franceses...
ResponderEliminarSaludos.
Y es verdad: Camelot nunca existió.
La escena en la que la madre de la novia, durante una comida familiar, se da cuenta de que Jeremy Irons está loco por su hija y se lo dice vale por toda la película.
ResponderEliminarPues si no los conoces, métete en Spotify y escucha un álbum titulado "The Best Of Morphine, 1992-1995"
ResponderEliminarLa película la dirige un francés (de los mejores, además), pero la protagoniza un inglés: Jeremy Irons. La prota femenina es Juliette Binoche, cuando era más joven y más guapa. Bueno, ya tenía 28 añitos, pero seguía siendo joven y guapa.
Gracias amigos, así lo haré.
ResponderEliminarSaludos