sábado, 5 de febrero de 2022

LOVECRAFT

 Lovecraft consiguió llegar a ser Lovecraft cuando rendido, humillado y ofendido dejó Nueva York para regresar a Providence; sólo entonces pudo liberarse del sueño de una vida. Y apartado de ella escribió lo mejor de una obra que perdurará en el tiempo más allá de quienes hoy la miran con desprecio. Hay tiempo de sobra. Si hay algo es tiempo.

Decir que hoy acabé desquiciado en el bar sería decir demasiado. No, al contrario, lo hice en plena forma: una vez más, a mis casi cincuenta años, saqué adelante por mis propias fuerzas toda una mañana de un sábado muy ajetreado. Eran las cuatro y pico de la tarde cuando salí a fumar un cigarrillo a la puerta mientras bebía una cerveza en compañía de unos amigos. "Lo has conseguido, Kufisto" dijo ya medio borracho uno de ellos, el que estaba allí bebiendo tercios desde la una, un buen chaval que pronto dejará de seguir viviendo en casa de madre para irse al piso que compró hace unos meses. Los otros dos, cuarentones como él, habían llegado hacia apenas media hora y ya, por lo parlanchines, con un algún tirito de cocaína encima; ambos también solteros y ninguno viviendo en su propia casa. Quince minutos antes se habían ido casi de naja el otro par de colegas que había tenido danzando todo el mediodía, "ahora venimos, Kufisto", claro está por cocaína; uno es camello y el otro está casado y con hijos pero aún las caza al vuelo y hoy era un día de esos en los que puede hacerlo. 

Se fueron todos. El buen chaval con sus diez tercios en la barriga haciendo eses a casa de su madre y los otros dos, también buenos amigos, a otro garito más adecuado. El camello y el casado con dos hijos pequeños no habían regresado pero esto no suponía ningún problema. Son amigos míos. Y si me esperaba un rato más, ya como estaba relevado por mi noble hermano pequeño, podría meterme un par de tiros del cuellete sin ningún problema. Pero no lo hice. Le dejé la nota bien especificada a mi hermano y me vine a casa.


Fuera de aquí sólo está Nueva York.

No hay comentarios:

Publicar un comentario