viernes, 6 de enero de 2023

DAMN GIRL

 Eran tres conferencias a dos horas cada una. Puse la primera y tras leves saltos en la barra temporal me decidí a verla. Después de nada no era mala opción. Me aseguraba, quizá, dos horas en las que pasar el tiempo que más o menos faltaba para irme a la cama. Y el Universo no deja de ser algo interesante. O al menos lo era cuando fui un niño.

Era una clase de historia acerca de los astrónomos que en el mundo han sido. Desde Grecia hacia adelante, nombre tras nombre y sin detenerse mucho en ninguno de ellos, el conferenciante (un barbado mejicano de cierta edad, bien plantado, con gafas, canoso pelazo e incipiente barriga) instruía al auditorio conformado por un par de centenares de personas. El tono era didáctico, amable, acaso divertido aún bajo la timidez del profesor. Pasada una hora dejó a los griegos tras acariciar Roma y explayarse con Hypatia. Entonces hubo un gran salto de mil años en los que "no hubo nada más que los progresos conseguidos por mayas, árabes e indios" y nos plantó en el Renacimiento, con sus astrónomos ingleses y franceses, "¿se dan cuenta?", para más tarde alcanzar lo que podría considerarse el nacimiento de la ciencia moderna gracias al intelecto de un danés llamado Tycho y de Kepler. Y así acabó antes de dar inicio a un breve turno de preguntas escritas que me abstuve de ver.

Y ya en la cama con el teléfono miré algunas cosas en la Red, vi la previsión del tiempo para la mañana, apagué la luz y me dormí.


Una intensa niebla, una niebla de Navidad, apareció ante mis ojos al salir de la cochera. Llegué al bar y nos pusimos a funcionar. Día de Reyes.

Paco entró cuando todavía no había sacado afuera las mesas altas que entorpecen el paso de un ciego.

- ¡Hola!
- ¡Cuidao ahí, Paco! A la derechaaa...bien, ya estás.
- ¡Vale!
- A tu izquierda tienes un taburete
- ¡Lo tengo!
- Bueno, ¿nos esperamos un poco mientras coloco esto y se pone en forma la cafetera?
- ¡Claro! ¡Tú tira, no tengo prisa!
- Como la tortuga de Esopo.
- ¿La qué?
- Nada. Algo que recordé ayer.
- Ahhh...¿Qué te han regalado los Reyes, Kufisto?
- Lo mismo que a ti.
- Jajaja


- Hola, Kufisto.
- Hola, Jesús.

Era la una y media y el bar ya estaba casi lleno. Yo andaba fuera de la barra y le vi mirar por algún hueco conveniente para su enferma mujer y deseé que lo hubiera, que no pasara lo mismo de la última vez que tuvieron que irse conforme entraron. Pero hoy sí lo había. Y entraron.

Y entonces vi que hoy también venía su hija Sonia tras ellos.

- Dos cervezas y una caña con limón -dijo Jesús.

- Hola, Sonia -dije sonriendo como un niño.
- Hola, Kufisto -dijo con indescriptible sonrisa. Hacia meses que no la veía.

Jamás la había visto tan guapa como hoy. Me abstuve de mirarla.


Echando unas cerveza de barril, sin querer, por no fijar la vista en el tiro, moví las pupilas y vi como balanceaba los hombros ante el ritmo de esa canción tan de mi gusto mientras hablaba con su madre.

"¡Joder!"


- ¡Adiós, Kufisto!
- ¡Adiós, Sonia!


¿Pasarán meses hasta la próxima vez o volverás mañana? Quedan dos días de vacaciones, dos días de lo que sea, dos días hasta el lunes, dos días para estar con tus padres, dos días, cuarenta y ocho horas y no sé cuantos minutos y segundos para que sigamos en el mismo arco de tiempo y lugar, de longitud y latitud, en las mismas esferas, en los mismos círculos aristotélicos, tan errados todos ellos, o al menos eso es lo que certifica el subnormal mejicano que vi ayer, antes de volver a verte después de tanto tiempo, antes de verte pensando que mañana, una vez más, bien pudiera ser que no te vea.



Kepler encontró la llave para comprender el movimiento de los astros.


Y no era un círculo. La cosa iba de otra forma.


AsÍ:





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