domingo, 21 de noviembre de 2021

¿COMO LO VES?

 - ¿Tú como le ves? -
- Bien - mentí -
- Pues yo no -

Removió un poco más el azúcar en el café, mirando con fijeza la espiral que estaba creando. Echó un sorbo y levantó la vista al frente, hacia las botellas de whisky. Era una mirada que estaba viendo otra cosa. Era la mirada de alguien que rememora un tiempo mejor, un tiempo en el que no era viejo.

Habló de la juventud compartida en Madrid junto a su hermano mayor. Dos chicos de pueblo en el Madrid donde el príncipe Juan Carlos acababa de ser designado sucesor con título de Rey por el General Franco. Un piso para cuatro; un piso de una habitación con dos camas y un saloncito con sofá y catre que iban turnándose a la semana. La juerga, las chicas, el cachondeo, el Santiago Bernabéu. Él era un recién llegado y su hermano llevaba dos años trabajando en Madrid. No había día que no anduvieran chicas por allí. Era Madrid, la capital de España. Y el poco dinero que ganaban les duraba aún menos en los bolsillos.

No aparecían por el pueblo. Hasta que su padre, un divisionario azul, les dijo que al menos uno tenía que ir cada fin de semana para ayudarle en las labores del campo, pues el que quedaba allí aún era demasiado pequeño. Pero la muerte le sorprendió pronto y todo quedó en nada. Una muerte traumática y evitable por la que siempre guardaron rencor hacia el despreocupado médico. Y la vida cambió. Recogieron a la madre y al hermano y se los llevaron a Madrid.

- Más que otra cosa porque mi madre no cogiera la escopeta y se cargara a la querida de mi padre que vivía en la casa de enfrente -

Pero sin embargo se hicieron novios aquí. Una fuerte lesión en la rodilla jugando al fútbol postró en cama durante un año al hermano mayor y durante la convalecencia regresaron al pueblo. La chica con la que estaba lo dejó y conoció a otra del mismo barrio, la hermana pequeña de mi padre. Luego las bodas, los hijos y la lucha constante por ganar más dinero en aquel Madrid ya dejado de la mano del Caudillo por gracia de Dios.

- Él -decía hablando de su hermano mayor- que siempre se cuidó tanto, que pasaba una hora en el servicio para arreglarse, que hacía tanta gimnasia...y mira ahora-

Y es que nos acostumbramos a ver de determinada forma a quienes queremos y cuando sin motivo aparente se produce un cambio en su fisionomía es como si fuese otro. Aún recuerdo la vez que siendo niños mi padre se afeitó el bigote: nos enfadamos tanto que no lo volvió a hacer. 

En el caso de mi tío ha sido a causa del pelo, del poco pelo con el que siempre le he conocido ("cuando llegué a Madrid llevaba la melena por los hombros" ha dicho su hermano, algo que no sabía y me ha maravillado) Ha dejado de tintárselo color ala de cuervo y el efecto es devastador. La primera vez que lo vi, una mañana más en el bar, me salvó la mascarilla: no lo podía creer. Claro que yo ya no soy un niño y encima llevo medio año luciendo una hermosa coleta, algo indescriptible para lo que la familia (y él en particular) siempre ha pensado de mi, por lo que no dije nada ni él comentó cosa alguna. Mutis por el foro, como tantas veces en la familia.

Es verdad que la muerte de mi padre le afectó bastante. Tuvieron una relación muy estrecha durante toda la vida, especialmente a partir de su definitivo regreso al pueblo a mediados de los ochenta. Para él era como el hermano mayor de quien nunca ha tenido un hermano mayor. También hizo lo suyo la enfermedad que casi se llevó a su mujer poco tiempo antes de que se le declarara a mi viejo la que terminó con él. Desde entonces mi tía hizo lo que Greta Garbo con la llegada del cine sonoro con la sola excepción de la asistencia a misa, y entre esto y que él nunca fue de tener muchos amigos la soledad y el no tener nada que hacer ni nadie con quien hablar fueron mellándole el ánimo hasta hacerle encontrar alivio en pasatiempos equivocados que le metieron en graves problemas económicos finalmente solucionados con la ayuda de los hermanos y una de las hijas, pues su mayor angustia era que no se enterara su mujer, tan delicada de salud. Esto, a mi modo de ver, junto a su archiconocida hipocondría fue el motivo principal de la aparición de la enfermedad que lleva trastornándole desde hace un par de años, una cosa que "es, pero poco", "que ya no aparece, pero hay que dar algunas sesiones" y en fin, lo habitual entre nosotros.


Está diferente. Por supuesto no hablo con él de nada que pueda alterarlo, no quiero tentar a la suerte: nada de política, ni de fútbol, ni de...yo qué sé. ¿De qué vamos a hablar? ¿de Zaratustra? ¿de ajedrez? ¿del NWO? Hace bueno y qué tal va la cosa, sin entrar en detalles. 

Pero lo veo más condescendiente, menos subyugado por las filias y fobias que tantos malestares le han traído. Hay un aire más suave en torno a él, una cierta placidez en la resignación de la edad, como una serena exultación oculta tras sus dogmas de siempre. Están sus hijas, sus nietos y sus sobrinos, su Real Madrid y su Partido Popular, sus misas y su Dios, su cochecito que lleva de acá para allá, sus pequeñas tareas diarias y sus pequeños dolores de cabeza por ayudar en lo que pueda, como siempre hizo en ausencia de sus demonios. Y está la mujer de su vida, claro.


Aunque lo del pelo blanco como ala de cisne nos ha descolocado a todos.

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