domingo, 11 de febrero de 2018

NIRVANA

Paso las tardes viendo hablar a otros. Dicen algo cuando los ves, pero después es como si no hubieran dicho más que nada. A veces me pongo un parche en el ojo izquierdo mientas los oigo. Luego me lo quito para dormir y al despertar pruebo. No pienso en nada. No es tan complicado. No hay tantas nubes como decían. No veo nada y cuando veo algo apenas me cuesta dejar de verlo. Tampoco llega aquel cielo azul tras las nubes. Nada. Entonces oigo a la gata desperezarse bajo las mantas. La acaricio y pronto viene a verme. Saca la cabecilla y se queda ahí, esperando que haga algo. Le rasco entre las orejas y así estamos un rato. Ella ronronea y yo sigo respirando hasta que enciendo la luz, nos miramos y vemos que seguimos juntos.








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